Pedro hacía muchas preguntas y ella no estaba acostumbrada a revelar tantas cosas de su vida privada a sus clientes, pero no quería ser grosera.
De modo que continuó:
–Mi padre, en un accidente. Era camionero. Se quedó dormido al volante. Dicen que sobrevivió al golpe, pero transportaba un tanque de combustible líquido que explotó.
–Dios mío –murmuró Pedro, sacudiendo la cabeza.
–Mi madre se lo tomó muy mal.
En vez de superar la muerte de su padre, se había refugiado en la bebida.
–¿A qué se dedicaba ella?
–A cualquier cosa que le hiciese ganar dinero.
Aunque, gracias a la bebida, ningún trabajo le duraba demasiado y habían estado mucho tiempo sobreviviendo gracias a ayudas.
–¿Y cómo murió?
–De cáncer de hígado.
Ni siquiera había dejado de beber después de que se lo diagnosticasen. Se había rendido sin luchar.
De hecho, Paula sospechaba que había sido un alivio para ella, que su madre se había ido matando poco a poco. Y lo habría hecho antes si hubiese tenido el valor necesario. Y, en cierto modo, ella deseaba que hubiese sido así. No se imaginaba a sí misma siendo tan débil como para no poder luchar por la vida y por el bienestar de su hija por haber perdido al hombre al que amaba.
Había querido mucho a su madre, pero Fabiana había sido frágil y delicada.
Cosas que ella no sería jamás.
–Debió de ser muy duro –comentó Pedro.
–Hacía tiempo que no la veía, y estaba tan ocupada con mis estudios que no tuve tiempo para sentirme mal. Era mi primer año en la universidad de Los Ángeles y no quería bajar la media de sobresaliente.
–Una meta muy alta.
–No podía perder la beca.
–¿Y la mantuviste?
–Cuatro años.
Él le dio un trago a su cerveza.
–Debes de ser muy lista.
Parecía impresionado, como si no conociese a muchas personas inteligentes.
–Mereció la pena trabajar duro. Me gradué con matrícula de honor y empecé a trabajar en una de las empresas de organización de eventos más prestigiosas de San Diego.
–¿Y cómo terminaste en Vista del Mar?
–San Diego era demasiado caro para alguien que acababa de empezar y mi jefe tenía un local aquí. A mí me gustaba mucho esta zona, así que cuando abrí mi propia sucursal, decidí hacerlo aquí.
–¿Y por qué decidiste abrir tu propio negocio?
Paula le dio otro sorbo a su copa.
–Haces muchas preguntas.
Él tomó un cacahuete del cuenco que había en la mesa y se lo metió en la boca.
–Soy curioso por naturaleza.
Además, era encantador y sabía escuchar. Parecía interesarle realmente lo que le estaba contando.
–Algunos de los clientes más importantes de la empresa trabajaban con ella gracias a mí, pero yo solo me llevaba una parte muy pequeña de los beneficios.
–Así que fue por dinero.
–En parte. También quería dedicarme a la asesoría de imagen. Y la verdad es que me gusta ser mi propia jefa.