domingo, 23 de febrero de 2020

LUZ, CAMARA Y... BESO: CAPITULO 20





—¿Puedes repetirlo otra vez, Nicolas?


Pedro se apoyó abatido contra la pared del ascensor, su satisfacción por haber conseguido un gran índice de audiencia le había durado muy poco.


—Han conseguido tanta popularidad con la audiencia real como la tuvieron con la de prueba. Queremos que aceleres esa sintonía entre Paula y Brian.


—¡Acelerarlo! —repitió Pedro, al que esa expresión no le sugería nada bueno.


—Maddox ha tomado algunas decisiones equivocadas en la vida. No en su trabajo, Dios me libre, sino en su vida personal. Alguien como Paula podría venirle muy bien a su reputación. 
Sería la mejor manera de alejarlo de esas malas compañías.


—Ella no lo hará.


—Persuádela, convéncela, miéntele, haz lo que quieras, me da igual. Quiero que la semana que viene haya chispas entre Paula Chaves y Brian Maddox.


—¿Y si me niego?


—Contaba contigo como mi primera opción, Pedro. Por el respeto que te tengo. Pero te digo una cosa, Pedro, si tú no lo haces, se lo encargaré a otro. No me importa quién lo consiga siempre que lo consiga. Chaves y Maddox serán la próxima pareja de moda de la Costa Este.


Pedro, furioso, pensaba a toda velocidad. Había visto lo que la cadena era capaz de hacer. No podía permitirlo. Pero eso significaba que sería él personalmente quien tendría que hacerse cargo del asunto. Sin duda, Kurtz ya contaba con eso. Aquello olía a un montaje.


Kurtz acababa de declararle la guerra.


—Me encargaré de ello.


—Excelente —dijo Kurtz satisfecho—. Tenme al corriente por si hay algo que pueda hacer.


Pedro cerró de golpe la cubierta abatible de su móvil sobre la pared de espejos del ascensor, mientras su mente se ponía a cavilar. La publicidad era esencial para el éxito de un programa, y podría parecer natural enfocarla de alguna manera en torno a los dos presentadores. Su trabajo era asegurarse de que permaneciera bajo control.


¿Qué diferencia había realmente entre Maddox y él? Su padre le había dicho siempre que sería tan infiel como su madre, y quizá en eso el viejo provinciano pudiera haber tenido razón. Pedro visualizaba la hermosa cara de Paula en las escaleras del bar, la confianza que había florecido de forma tan espontánea entre ellos tras aquellos días de hostilidades. Luego se imaginó traicionando esa confianza.



LUZ, CAMARA Y... BESO: CAPITULO 19





Seis minutos después, el programa hizo una pausa para dar paso a la primera cuña publicitaria. Cuando las luces de la sala volvieron a encenderse, Paula miró a su alrededor nerviosa y lo único que vio fueron sonrisas. 


Progresivamente el silencio se transformó en entusiasmo.


—Diría que tenemos el éxito al alcance de la mano, querida —dijo Brian, junto a ella—. Estuviste sorprendente. Completamente… —añadió sin conseguir encontrar la palabra que buscaba.


—Vibrante —dijo Pedro sobresaltando a Paula por su inesperada presencia—. Enhorabuena.


—Igualmente —replicó Brian inclinando la cabeza en señal de reconocimiento.


Pedro se acercó un poco más a Paula, y chocó su cerveza contra la que levantaba Brian en ese momento, pegando su cuerpo contra el de Paula al hacer tal movimiento.


La sangre de ella comenzó a hervir. El rubor encendió sus mejillas al tiempo que sintió un estremecimiento.


—¿Cómo te sientes? —le dijo Pedro haciéndole cosquillas en la oreja con su respiración.


—Hasta el momento, encantada. Está saliendo muy bien, Pedro. No te he visto últimamente por casa —le dijo ella tras una pausa—. ¿Dónde has estado?


Muy pocas personas sabían que ella y Pedro compartían el mismo techo.


—Me he quedado a trabajar un poco más durante esta semana. El cierre de año, ya sabes, informes financieros, análisis de mercados…


Pedro, yo…


Las luces se apagaron de nuevo y se hizo un profundo silencio en la sala. Sus dedos rozaron los suyos. Ella miraba al monitor gigante pero no veía nada. El hormigueo que sentía en los dedos, allí donde él la había tocado accidentalmente, se propagó por su cuerpo como el champán cuando se derrama al abrirlo.




LUZ, CAMARA Y... BESO: CAPITULO 18





Quedaban menos de diez minutos para la hora de la verdad. El primer capítulo del programa de la nueva temporada se iba a transmitir a toda Australia a las siete y media de la tarde. Paula se conformaba con estar razonablemente bien y convincente. Su credibilidad profesional y la creatividad de sus diseños era para ella lo más importante.


Pedro entró en el concurrido bar de la planta baja de AusOne. A juzgar por su vestimenta, había ido directamente desde su despacho. 


Echó un rápido vistazo a la sala, y localizó de inmediato a Paula. Fue todo uno, verla y apartar de ella su mirada.


Se resistía en su fuero interno a admitir que había entrado allí con la intención de verla.


—¿Nerviosa? —le preguntó Carla, resplandeciente con una falda azul.


—Me siento rara, lo único que me preocupa es cómo resultarán mis diseños en televisión.


—Fabulosos, Paula, tanto tus diseños como tú —le dijo Carla, dándole un pequeño apretón de ánimo.


—Odio esta parte —dijo la voz de Brian, entrando exultante en la cabina—. Si nos van a mandar al infierno, me gustaría bajar a él escoltado por dos mujeres hermosas.


Carla soltó una carcajada y se acercó complacida a la izquierda de Brian.


—Bonito traje —le dijo Carla, tomando un sorbo de su bebida, con gesto inocente.


—Impecable, sin una mancha, como podrás observar.


Sus habituales bromas contribuían a relajar la tensión en aquellos momentos tan cruciales. Paula miró el reloj. Quedaban dos minutos. Pedro se acercó a la gran pantalla de televisión y pidió silencio.


—En sesenta segundos la segunda temporada de Urban Nature entrará en todos los hogares de la nación —anunció él—. Todas las encuestas de audiencia han sido favorables, algunas incluso muy favorables, pero todos hemos asistido ya a casos parecidos que luego han resultado ser un fracaso.


Paula volvió a tragar saliva. Pedro parecía tan tranquilo, tan seguro de sí mismo… Pero ella sabía que debía de llevar la procesión por dentro, y su corazón le pidió acercarse a él.


—Pero éste no será uno de ellos. Hemos sacado adelante un gran programa juntos —continuó diciendo Pedro, levantando en alto su cerveza a modo de brindis—. Por todos vosotros, que habéis trabajado con entusiasmo, y por lo que espero se convierta en el nuevo gran éxito de AusOne. ¡Por Urban Nature!


Los asistentes se hicieron eco del brindis. Paula levantó la vista y se cruzó con la mirada de Pedro, mientras él alzaba su botella de cerveza especial en un mudo reconocimiento y luego se la llevaba a los labios mientras las luces comenzaban a apagarse.