domingo, 11 de julio de 2021

UNA GRAN NEGOCIACIÓN: CAPÍTULO 3

 


No era posible. Paula sintió náuseas.


—No puede ser —si Miguel no iba a volver, entonces… En tono desesperado, añadió—: ¿Y Sonia? ¿Dónde está?


—Paula…


Ella no necesitó que dijera más. Su mirada lo expresaba todo.


—¡No! —gritó Paula en un gemido de dolor.


Pedro avanzó hacia ella.


—Sonia tampoco vendrá.


Paula se dejó caer sobre el sólido pecho de Pedro y alzó las manos hacia su cuello mientras murmuraba palabras ininteligibles. Pedro se tensó, la abrazó por un instante y luego deshizo el lazo que formaban sus brazos alrededor de su cuello, dio un paso atrás y la miró con expresión extraviada.


—Hay que resolver algunos asuntos, pero antes, quería que supieras… —Pedro dejó la frase en el aire.


—Que Miguel y Sonia… —Paula tragó antes de decir las palabras— no volverán a casa.


—Así es.


—¡No puede ser! —exclamó Paula—. En cualquier momento van a llamar a la puerta… Sonia reirá y gritará: «Ya estamos aquííí».


Pedro hundió los hombros. A Paula se le quebró la voz y rompió a llorar.


—No es justo.


Pedro alzó las manos y luego las dejó caer.


—Escucha, hay muchas cosas que hacer.


—Y no tienes tiempo para dejarte llevar por la pena —dijo ella con amargura.


—Será mejor que hablemos más tarde —dijo él.


—Voy contigo.


—No. Trabajaré más deprisa sólo. Y tienes que cuidar de Dante.


¡Dante! Paula miró a Pedro espantada. ¿Cómo podía haberse olvidado de él?


Dante había perdido a sus padres. Pedro no podía marcharse.


—¡Pedro!


Pero Pedro se limitó a lanzarle una mirada por encima del hombro antes de salir y decirle:

—Cuando vuelva, hablaremos de Dante.


 

UNA GRAN NEGOCIACIÓN: CAPÍTULO 2

 


No podía referirse a su antigua novia. Aquello había sucedido hacía más de dos años y nunca se hablaba de Dana ni de Jeremias Harper, el socio que se la había robado. La información que Paula tenía procedía de un artículo que se había publicado un par de meses después de la boda de Miguel y Sonia. En él se decía que la ex de Pedro había recibido un premio como empresaria y que estaba exultante, pero por lo que Paula había oído Harper-Alfonso Architecture no iba bien desde que Pedro había abandonado la empresa común, mientras que su propio negocio, The Phoenix Corporation, había acumulado un éxito tras otro al reconvertir una antigua zona industrial al borde del río en un exclusivo barrio residencial.


Pero el aspecto que presentaba en aquel momento no era el de un triunfador, sino el de un hombre destrozado.


—No debería haber hecho esa broma sobre la compasión —dijo él—.Demonios, deja que empiece de nuevo —dejó caer los brazos y miró a Paula con rostro inexpresivo—. Lo siento, Paula, pero traigo malas noticias.


—¿Malas noticias? —Paula abrió los ojos—. ¿Qué malas noticias?


—Miguel…


—¡No! —exclamó ella, como si al interrumpirlo pudiera evitar saber la verdad—. ¡Miguel no! —señaló su reloj de pulsera con firmeza—. Va a llegar en cualquier momento.


Pedro sacudió la cabeza. Sus ojos no tenían brillo.


—No. No va a venir nunca más.




UNA GRAN NEGOCIACIÓN: CAPÍTULO 1

 


Paula Chaves no había imaginado nunca que un bebé pudiera exigir tanta atención. Miró a Dante, que en ese momento dormía con aspecto angelical, pero que en todo el fin de semana no le había dado ni un minuto de respiro.


Su secretaria, Mariana, no iba a creerla cuando le resumiera lo que había sucedido en aquellos dos días. Dos días que se le habían hecho eternos durante los que Dante había vuelto del revés su vida, normalmente rutinaria y sistemática. Nunca más volvería a creer que los niños dormían todo el tiempo. Y de haberlo sabido, habría prestado más atención a las explicaciones que Sonia le había intentado dar mientras su marido, Miguel, tiraba de ella para llevársela a pasar un romántico fin de semana de celebración de su segundo aniversario de boda.


Apoyó los codos en las rodillas y deslizó la mirada por los juguetes, los pañales y el resto de parafernalia que había invadido su salón, y que tendría que recoger antes de que los padres de Dante llegaran.


Con un poco de suerte, incluso le quedaría algo de tiempo para preparar la reunión semanal de socios. Echó una ojeada al reloj. Todavía era pronto. Faltaban al menos un par de horas para que Miguel y Sonia fueran a por Dante. Con un poco de suerte, si aprovechaba el tiempo antes de que se despertara, podría trabajar un poco.


Eso no significaba que no lo hubiera pasado en grande cuidando de su ahijado, riendo, llevándolo a la playa, dándole un helado… Era un niño adorable y Paula estaba dispuesta a ofrecerse a cuidar de él siempre que sus padres la necesitaran.


El ruido de un motor deteniéndose delante de su casa hizo que mirara de nuevo la hora. Era demasiado temprano para que se tratara de Miguel y Sonia. Sonó el timbre y Paula miró a Dante para ver si el ruido le había despertado. El timbre sonó de nuevo más prolongadamente y fue a abrir la puerta sin molestarse en mirar por la mirilla.


—¡Pedro!


Al otro lado estaba Pedro Alfonso, el mejor amigo de Miguel, tan guapo y atractivo como siempre.


—Debería haber llamado —dijo él con su profunda y severa voz.


Paula, que había adquirido el hábito de no mirarlo para evitar que se le acelerara el pulso, cometió el error de fijarse en sus labios. Aunque habían transcurrido dos años desde que la había besado, en la boda de Sonia y Miguel, recordó las sensaciones que sus labios le habían trasmitido como si hubiera sido hacía apenas unos minutos. Tragó saliva.


Pedro… —dijo con voz quebradiza.


¿Qué haría allí? Nunca se veían. De hecho, habían desarrollado un sexto sentido por el que evitaban coincidir en casa de sus mutuos amigos para ocultarles la animadversión que sentían el uno por el otro.


Pedro, ¿qué haces aquí? —consiguió articular, al tiempo que alzaba la mirada y le desconcertaba comprobar que no tenía su habitual gesto de arrogancia, sino más bien… Su palidez y la sombra que velaba sus ojos la desconcertó—: ¿Te encuentras bien?


—Paula… —empezó él, pero en lugar de continuar, metió las manos en los bolsillos con gesto abatido.


No era propio de Pedro estar falto de palabras. Solía caracterizarse por su sarcasmo e ironía.


—¿Qué sucede? —preguntó ella, frunciendo el ceño.


—¿Puedo pasar?


—Claro —dijo ella, aunque no le agradaba particularmente tenerlo en su casa, y menos en el estado de desorden en que se encontraba—. Disculpa el caos.


Pedro no parecía ver nada de lo que lo rodeaba.


—Paulaa… —su mirada perdida estaba clavada en la de ella con una inquietante intensidad.


—¿Quieres un café? —preguntó ella para llenar el incómodo silencio que se produjo.


—No.


—¿Un té?


Pedro negó con la cabeza.


Paula fue a la cocina y abrió el frigorífico.


—¿Quieres un refresco?


Al oír que Pedro la seguía, se volvió. Él se frotó la nuca, cerró los ojos y, al abrirlos, Paula vio en ellos un brillo de… ¿tristeza?


—¿Qué quieres, Pedro? —preguntó con más aspereza de la que pretendía.


—Todo menos compasión.


Paula lo miró desconcertada.


—¿Por qué iba a ofrecerte compasión?




UNA GRAN NEGOCIACIÓN: SINOPSIS

 


¿Accedería a las exigencias de aquel hombre?


Al pasar de padrino de boda a tutor de un bebé tras un suceso traumático, el rebelde millonario Pedro Alfonso decidió exigir sus derechos. Si la dama de honor, Paula Chaves, pretendía formar parte de la vida del bebé, tendría que jugar de acuerdo a sus reglas. Así que Paula se mudó a su mansión e incluso accedió a convertirse en su esposa.


A pesar del desprecio inicial que sentía por el poderoso hombre de negocios, Paula acabó por sucumbir a sus encantos. Ninguno de los dos había calculado la fuerza del vínculo que los iba a ligar al niño, ni la que surgiría entre ellos. Sin embargo, la revelación de un secreto podría destruir aquello que tanto les había costado encontrar.