viernes, 20 de mayo de 2016

SEDUCIENDO A MI EX: CAPITULO FINAL





Nevaba.


Paula estaba mirando por la ventana de su habitación. Los copos cubrían los árboles de Mattingley y se preguntó si iban a ser unas Navidades blancas.


-Te vas a enfriar -dijo Pedro tras ella.


Paula sonrió al sentir sus brazos en la cintura, que cada vez estaba más desdibujada pues estaba embarazada de seis meses. Pensaban que tenía que haber sido en el encuentro en la posada.


-Me estaba preguntando si serán Navidades blancas o no -dijo apoyándose contra su desnudez-. Además, tu hijo no quiere dormir. Lleva una hora dándome patadas como un loco.


-Sí, ya lo noto -dijo Pedro besándola en el cuello-. ¿Puedo hacer algo?


-Abrazarme -contestó Paula echando la cabeza hacia atrás y apoyándola en su hombro-. Qué paz. Como si estuviéramos solos. Qué bien que Santiago haya accedido a llevar la empresa.


-Pues no estamos solos, ya sabes. Por cierto, el otro día Emilia me dijo que quería invitar a Lucy Daniels para presentarle a los amigos de su nuevo colegio. En cuanto a tu madre, parece haber mejorado desde que puso la casa a tu nombre.


-Es cierto -dijo Paula encantada de haberse reconciliado con su madre-. ¿Crees que los médicos se pudieron equivocar con el diagnóstico?


-Oeo que tu madre ha encontrado algo por lo que vivir -contestó Pedro con ternura-. Yo, desde luego, lo he encontrado.


-Oh, Pedro... -dijo Paula girándose-. Te quiero mucho.


-Yo, también. Vamos a la cama.


-Sí, pero primero quiero darte las gracias -dijo Paula tomándole la cara entre las manos-. Has hecho tanto por nosotras.


-Paula...


-De verdad -insistió ella besándolo-. Has pagado la hipoteca y las deudas de Mattingley y has hecho de esta casa de nuevo un hogar.


-Lo he hecho porque es lo que me pedía el corazón.


-Lo sé, pero no tenías por qué haber trasladado tu oficina aquí ni tratar a mi madre con tanto cariño como la tratas.


-Eso es porque es la mejor jugando a Predators -bromeó Pedro.


-Es uno de ellos -sonrió Paula-. ¿No habías dicho que la mejor era Emilia?


-Tengo que tener a todas contentas, ¿no? -sonrió Pedro mirándole la boca-. ¿Nos volvemos a la cama?


-Hablando de Predators, empiezo a sospechar de dónde te sacaste el nombre...


SEDUCIENDO A MI EX: CAPITULO 17






Su madre estaba despierta.


Emilia debía de haber descorrido las cortinas y, a la luz de los primeros rayos de sol, Paula vio que su madre estaba mucho peor que cuando se había ido.


-Paula -murmuró-. Oh, Paula. Emilia me ha dicho que habías vuelto, pero no me lo podía creer -añadió tendiéndole una mano temblorosa-. Ven, cariño, por favor. Siento mucho que te fueras.


Paula se acercó a la cama de su madre intentando saber qué sentía exactamente por ella. Ira, rencor y decepción.


-¿Cómo te encuentras? -le preguntó sin tomarle la mano.


-¿A ti qué te parece? -preguntó la anciana con algo de arrogancia-. Todo lo bien que cabe esperar teniendo en cuenta que mi propia hija me abandonó cuando más la necesitaba.


Paula sacudió la cabeza.


-Nunca cambiarás, ¿eh, mamá? Te crees que el mundo gira a tu alrededor.


Lady Elena la miró con su viejo porte aristocrático, pero se derrumbó.


-¿Así me ves tú? Sé que me porté mal, pero lo hice por tu bien.


-¿Por mi bien? Sabías que no quería a Pablo Mallory sino a Pedro, pero no podías soportar la idea de que hubiera tomado una decisión por mí misma.


-Eso no es cierto.


-Sí lo es -dijo Paula dándose cuenta de que se estaba enfadando y decidiendo que debía controlarse-. Mamá, por una vez en tu vida, reconoce lo que has hecho. Querías controlar mi vida.


-Quería que te casaras con alguien que tuviera el dinero suficiente para... cuidar de ti.


-Querrás decir, para cuidar de Mattingley -dijo Paula con acritud-. Pues sí que te salió bien.


-Sí...


-Cuando te dije que estaba embarazada, no tuviste el valor de contarme la verdad, no admitiste que habías conspirado con Pablo para engañar a Pedro. Preferiste hacer todo lo posible para que siguiéramos separados. Así, jamás me enteraría de lo mala madre que eres.


-Si tú lo dices -suspiró lady Elena.


-¿No es cierto acaso?


-Sí, muy bien, muy bien. Lo hice mal, pero también pagué por ello.


-¿Ah, sí?


-¿Por qué crees que la finca ha ido menguando en estos años?


-¿No me dijiste que fue para pagar los derechos de sucesión del abuelo y de mi padre?


-Sí, también por eso, pero... Pablo se ha llevado buena parte. No creerás que ha mantenido la boca cerrada a cambio de nada.


Paula la miró horrorizada.


-¿Te ha estado chantajeando?


-No, no ha sido chantaje. Los Mallory siempre quisieron nuestras tierras, así que les he vendido varias parcelas a muy bajo precio.


Paula miró a su madre con pena y se acercó a ella.


-¿Por eso le pedías dinero a Pedro? ¿No tenías para mantener la casa?


-Más o menos -contestó lady Elena mirándola con angustia-. ¿Podrás perdonarme algún día?


Paula apretó los labios.


-Me parece que no voy a tener más remedio. Estoy empezando a entender lo que te ha hecho Pablo todos estos años.


-Lo quiere todo y, al final, veo que se va a salir con la suya cuando yo falte. He intentado cambiar el testamento para dejarle la casa a Pedro, pero no ha querido.


-¿Es que no lo entiendes? 


Paula miró hacia la puerta y vio a su marido.


-No quería que nada más pudiera interponerse entre nosotros. Esta casa puede ser tuya, Pau, si quieres -le aseguró-. No te preocupes por eso. Yo pagaré la hipoteca y todo lo que haga falta.


-Oh, Pedro...


-Deja que lo haga -imploró su madre agarrándole la mano-. Por ti y por Emilia. No dejes que Pablo se salga con la suya.


-Mamá...


-Ya veremos -dijo Pedro acercándose a su mujer-. Si Paula lo quiere así, así será. ¿Por qué no dejas que sea ella quien decida?




SEDUCIENDO A MI EX: CAPITULO 16








Pedro siguió besándola. El deseo mutuo era tan fuerte, que ambos se rindieron a los sentidos, pero no fue algo salvaje como en la posada sino un encuentro más pausado.


Aquella vez, no había vergüenzas ni arrepentimientos.


Paula nunca había dejado de querer a Pedro y estaba empezando a darse cuenta de que, quizás, él a ella tampoco.


Sentía el rápido latir de su corazón. Le metió las manos por la camiseta y le acarició la espalda haciéndolo estremecer.


-Te deseo -dijo Pedro mordiéndole el cuello-. Creo que nunca he dejado de desearte.


-Yo también te deseo -confesó Paula besándole la barbilla-. Mucho.


Pedro la tomó de las nalgas y la apretó contra su cuerpo. Sus bocas volvieron a encontrarse y durante unos minutos se concentraron única y exclusivamente el uno en el otro, sin importarles que la señora Edwards pudiera aparecer en cualquier momento para hacer el desayuno.


Paula cerró los ojos y sintió las manos de Pedro desabrochándole los vaqueros.


-¿Sabes cuánto te quiero? -sonrió.


Paula abrió los ojos, lo miró encantada y, justo en ese momento, vio por el rabillo del ojo qúe la puerta de la cocina se estaba abriendo.


-¿Con quién hablas, papá? -dijo Emilia entrando en pijama.


Al ver a su madre, corrió hacia ella.


-¡Mamá, mamá! ¡Has vuelto! -gritó mientras Paula la abrazaba.


-Hola, cariño -le dijo.


-¿Dónde has estado? -le reprochó-. Te hemos echado mucho de menos, ¿verdad, papá?


-¿Eh? Sí, claro -contestó Pedro resignado-. No te puedes imaginar cuánto.


-Me hago una idea -bromeó Paula mirándole la bragueta.


Pedro fue hacia ella y le pasó el brazo por los hombros. 


Luego, miró a Emilia e hizo lo mismo con ella.


-Mis dos amores -murmuró satisfecho-.¿Queréis que nos vayamos a desayunar fuera? Me parece que estaría bien para celebrarlo,¿no, Emi? Mamá ha vuelto y, a partir de ahora, vamos a ser una familia.


-¿De verdad? ¿Es verdad, mamá? ¿Papá se va a quedar a vivir con nosotras? -dijo la niña emocionada.


-Eso parece -contestó Paula mirando a Pedro-. ¿Estás contenta?


-Por supuesto. ¡Estoy encantada! -contestó Emilia extasiada-. Oh, mamá, ¿por qué has estado fuera tanto tiempo?


-Porque necesitaba tiempo para perdonarme -contestó Pedro cargándose la culpa-. Todo esto no tenía nada que ver contigo, Emi. Era algo entre tu madre y yo.


-¿Y ahora todo está bien?


-Sí, todo está bien -contestó Pedro abrazando a Paula-. Ya lo entenderás cuando seas mayor. A veces, los hombres somos unos completos idiotas.


-¿Cómo el señor Mallory?


-Exacto, como el señor Mallory -contestó Pedro-, pero ese ya no va a volver por aquí, ¿verdad, Emi?


-¿Qué le dijo a mi madre? -preguntó Paula preocupada.


-No le gustó cómo lo trataste y la amenazó con contarte todo. Tu madre no podía permitirlo.


-¿Por eso me lo contó ella? -preguntó Paula con amargura.


-No la juzgues con demasiada dureza, Pau -dijo Pedro-. Es mayor y está enferma. Se ha pasado la vida aferrada a un montón de ladrillos. Aunque sabe que nos ha destrozado la vida durante años por algo que, en el fondo, no merecía la pena, jamás lo admitirá. 


Paula suspiró.


-Supongo que tengo que subir a saludarla.


-Le va a hacer ilusión verte -le aseguró Pedro.


-¿Te crees que le importo?


-Sí, le importas, pero no le digas que te lo he dicho yo.


-¿Dónde has estado, mamá? -preguntó Emilia sintiendo que los mayores la dejaban de lado.


-Ya te lo contará durante el desayuno -contestó Pedro-. ¿Por qué no vas a cambiarte? No creo que en McDonalds estén equipados para hacer fiestas de pijama.


-¡McDonalds! ¡Yupi! -exclamó Emilia encantada saliendo de la cocina.


-No he terminado contigo -dijo Pedro al quedarse de nuevo a solas con su mujer-. Cuando volvamos de desayunar, ya me encargaré de celebrar tu regreso a mi manera.


-Promesas, promesas -bromeó Paula saliendo de la cocina también.