miércoles, 11 de diciembre de 2019

SECRETOS DE AMOR: CAPITULO FINAL




Una hora después, Maia, Paula y Pedro estaban contando cuentos frente a la chimenea, riendo y pasándolo bien. Su hija estaba loca por Pedro y no lo disimulaba en absoluto.


-He comprado una casa, Paula-. dijo él cuando Maia estaba ya en la cama.


-¿Una casa, dónde?


-En el parque, cerca de aquí.


-¿En serio?


-Sí, es una casa preciosa. Parece de cuento de hadas. Yo creo que a Maia le gustaría mucho. 


Paula lo miró, sorprendida.


-¿Qué quieres decir?


Pedro tomó su cara entre las manos. 


-Que te quiero. Que quiero vivir contigo, cariño. Que quiero casarme contigo.


-Pedro...


-Sé que tienes que pensártelo, pero...


-No, no tengo que pensármelo-. lo interrumpió ella, echándose en sus brazos-. No tengo nada que pensar. Tenía miedo de volver a enamorarme porque mi experiencia con Leo había sido horrible... pero ya no tengo nada que pensar. Te quiero, Pedro. Estoy loca por ti desde aquel día, desde que me resbalé cuando iba a refugiarme de la lluvia...


-Paula...


Estuvieron largo rato abrazados, haciendo planes. Por lo visto, a Pedro le gustaban mucho los niños y quería tener media docena.


-¿No lo dirás en serio?


-Claro que sí. Y, por cierto, he pensado que deberíamos pasar nuestra luna de miel en Nueva Zelanda.


-Pedro... -sonrió ella, feliz.


-Así nosotros lo pasaremos bien y tus padres podrán disfrutar de Maia.


-Mis padres se quedaran prendados de ti. Como yo. Y como Maia. Te adora, ¿sabes?


-No sabes cuánto me alegro, cariño.


-Te quiero. Pedro. Eres mi otra mitad. Mi amor, mi amigo, mi amante... Y vas a ser mi marido para siempre.


-Para siempre, amor mío.


FIN





SECRETOS DE AMOR: CAPITULO 54




Pedro se había empeñado en que cenara en casa de sus padres el día de Navidad y, aunque estaba nerviosa, Paula tuvo que reconocer que eran encantadores. Katharine y Lionel Alfonso la recibieron con los brazos abiertos, como si fuera una vieja amiga... o la novia de su hijo.


Paula no sabía qué pensar. Además, Pedro se portaba de una forma tan cariñosa. Era tan atento con ella...


Lo pasó muy bien durante la cena, aunque se sentía un poco triste por no estar con Maia, que estaba pasando la noche con su padre.


Pero al día siguiente, todas sus pesadillas se hicieron realidad. Pedro la llevó a casa de Luisa a recoger a Maia. Leo estaba esperándola con la niña en el porche de la casa y le dijo que estaba harto de Luisa.


-Menuda cena de Navidad. Maia vomitando cada cinco minutos...


-¿Qué le diste de comer?


-Yo qué sé, algo que preparó Luisa. Y luego sus padres, que están sordos... Mira, estoy harto de ella. Ahora quiere hacerse la fecundación in vitro. Está empeñada, pero yo me niego a echar mi esperma en un tubito.


Si no fuera tan patético, Paula se habría puesto a reír. Pero su ex marido era patético. ¿Qué había visto en él?, se preguntó. ¿Cómo podía haber sido tan ingenua?


-Unos compañeros de trabajo han abierto un bar en España y creo que voy a desaparecer durante un tiempo.


-Me parece muy bien. Pero no vas a llevarte a Maia.


-No, no. he decidido que está mejor contigo - suspiró Leo-. Esto de ser padre no es tan fácil como yo pensaba.


-Lo comprendo -murmuró ella.


-Bueno, me voy, te mandaré una postal...


-No, vas a hacer algo más que eso. Quiero que firmes un documento renunciando a la custodia de Maia.


-¿Qué?


-Te aseguro que podrás verla cuando quieras, pero necesito que firmes ese papel, Leo-. insistió Paula.


-¿Y si no estoy de acuerdo?


-Entonces me encargaré de que tus acreedores sepan que estás en España.


Mientras bajaba los escalones, Leo la empujó, como por accidente, y Paula tuvo que agarrarse a la pared.


-Perdona.


-Lo has hecho a propósito. Y no vuelvas a hacerlo. Leo. No vuelvas a tocarme un
pelo o te denunciaré a la policía. Esto se ha terminado. Los «accidentes se han terminado. No voy a permitir que vuelvas a hacerme daño nunca más -dijo Paula, fulminándolo con la mirada-. Ya no soy una niña. Ya no puedes engañarme. No eres más que un crío patético en busca de una mujer que le solucione la vida... Y me das asco.


Leo no contestó.


En ese momento, apareció Pedro. Paula tuvo que sujetarlo para que no le diese un puñetazo.


-No, Pedro, por favor. No merece la pena.


-No, desde luego que no-. murmuró él con desprecio.





SECRETOS DE AMOR: CAPITULO 53






Paula Volvió al despacho furiosa, pero no le contó a Pedro su «encuentro casual» con Celina Carter-Lloyd. Y cuando llegaron las cinco, él le dijo que había surgido algo de última hora y no podía llevarla a casa.


-No importa, no te preocupes.


Salió del despacho pensativa y cuando cruzaba la calle vio el Bentley plateado de Pedro... con Celina dentro.


De modo que Celina era el «algo de última hora» que había surgido...


¿Le contaría a Pedro lo del niño que había perdido? Desde luego, estaba desesperada por volver con él. Y, en realidad, sería una esposa perfecta para Pedro Alfonso, tuvo que reconocer. Al día siguiente, él la llamó a su despacho.



-Tengo que hablar contigo.


-Yo también -dijo Paula.


-Tú primero.


-Ayer te vi con Celina -suspiró ella.


-La llevé a casa, sí. Pero por el tono, veo que has sumado dos y dos y te salen quince -sonrió Pedro.


-¿Te ha contado que ayer habló conmigo? Me dijo, entre otras cosas, que había perdido un hijo
tuyo...


Él soltó una sonora carcajada. 


-¿Qué? Pues sería la inmaculada concepción, porque Celina y yo no nos hemos acostado nunca.


-¿No?


-Nunca.


-¿Y por qué iba a mentirme?


-No tengo ni idea. Supongo que para crear problemas entre nosotros. Pero no hablemos más de Celina, no tiene importancia. De lo que quería hablarte es de tu ex marido. He contratado a un detective y ha descubierto varias cosas interesantes. Sobre todo, que le debe dinero a todos los bancos de Londres.


-Eso era de esperar -murmuro Paula-. ¿Y su novia? ¿Ella sabe algo?


-No estoy seguro, pero creo que sí. Luisa Henry parece ser una empresaria bastante lista y supongo que usa los problemas económicos de tu ex marido para conseguir lo que quiere


-¿A qué te refieres?


-Se ha casado dos veces, pero no tiene hijos. Y me da la impresión de que está más interesada en Maia que en tu ex marido -contestó Pedro-. Podría haberse ofrecido a pagar sus deudas a cambio de la niña. Hay gente muy desesperada, Paula.


-Sí, yo también me temía eso -murmuró ella-. Está intentando comprar a mi hija. ¿Crees que podrían quitarme la custodia, Pedro?


-No es probable, pero supongo que Leo y Luisa intentarán hacerse pasar por una pareja estable. Y eso para los jueces es importante -contestó él.


-¿Qué quieres decir?


-Que tú trabajas muchas horas al día y tienes que dejar a Maia en la guardería, Paula. Un juez podría dictaminar que la niña debe vivir con tú ex marido...


-¡Dios mío!


-Pero yo tengo la solución.


-¿Cuál?


-Cásate conmigo-. sonrió Pedro.


-¿Qué?


-Así podrías dejar de trabajar y quedarte en casa con Maia. De ese modo, ningún juez te quitaría la custodia de la niña.


-Pero... no podemos casarnos.


-¿Por qué?


-Porque... no estamos enamorados -contestó Paula-. Yo ya he pasado por un matrimonio desastroso y no quiero volver a vivir eso. No me casaría por conveniencia, Pedro.


Él se quedó callado un momento, pensativo. 


-¿Quieres que dejemos de vernos?


-No, no...


-Paula, yo no puedo dejar de pensar en ti. Me gustaría hacerte el amor cada día...


-El sexo no es una base sólida para un matrimonio-. lo interrumpió ella.


-Lo sé. Pero entre nosotros hay algo más que sexo, ¿no?


Paula apartó la mirada.


- No estoy segura.


Pedro se levantó entonces, enfadado.


- Muy bien, pues entonces tendré que esperar. Quiero probarte que entre tú y yo hay algo más que atracción física. Porque hay algo más, Paula. Mucho más.