domingo, 3 de octubre de 2021

MENTIRAS DE AMOR: CAPITULO 34

 

–Tengo entradas para un espectáculo en vivo esta noche. ¿Te gustaría ir? Podríamos ir a San Diego después de trabajar y había pensado que nos podíamos quedar allí a pasar la noche… a pasar el fin de semana. ¿Cuánto tiempo te hace falta para preparar una bolsa de viaje?


Paula se irguió en la silla. Detuvo las manos sobre el teclado en el que había estado redactando un informe para Pedro. Llevaban tres días trabajando juntos, sin contar el día en el que la había llevado de compras, y todas las noches habían cenado juntos o en su suite o en uno de los restaurantes que había a lo largo de la costa. Todas las noches, él se había limitado a darle un beso de buenas noches y todas las noches ella se había marchado a su casa ansiando más. Para todos, eran la pareja comprometida que todos creían que era, pero, para Paula, cada día se hacía más difícil separar la verdad de la realidad.


¿Un fin de semana en compañía de Pedro? La idea la excitaba y la aterraba a la vez. Sin duda, Facundo se mostraría contrario, pero la perspectiva de pasar cuarenta y ocho horas a solas con Pedro Tanner era preferible al agobiante ambiente de casa. Se sintió inmediatamente muy desleal por tener ese pensamiento. No era culpa de Jason que él no fuera feliz, pero, ¿por qué tenían que ser los dos infelices? Paula respiró profundamente y respondió.


–Me encantaría. ¿Cuándo necesitas que esté preparada?


–Si has terminado con ese informe, te podrías marchar a casa ahora y yo podría pasar a recogerte –dijo tras mirar el carísimo reloj que llevaba puesto–, en unas dos horas. Eso nos dará tiempo de sobra para ir en coche, registrarnos en el hotel y comer algo. El espectáculo empieza a las ocho y luego podemos ir a cenar más tarde.


–¿Quieres que me ocupe de las reservas del hotel? –le preguntó ella.


–Ya lo he hecho yo –dijo Pedro mientras la miraba por primera vez.


Había algo en los ojos de Pedro que le hacía olvidar lo que estaba haciendo. El pulso se le aceleró. ¿Habría reservado una habitación o dos? Lo descubriría muy pronto.


Se obligó a romper el silencio y miró de nuevo la pantalla del ordenador. Inmediatamente, terminó el documento y lo mandó a la impresora.


–Estaré lista para marcharme dentro de unos minutos. ¿Necesitas mi dirección? –le preguntó ella con tanta compostura como pudo conseguir.


–No hace falta. Tengo todos tus datos.


No era de extrañar, dada la investigación a la que la había sometido a Facundo y a ella.


MENTIRAS DE AMOR: CAPITULO 33

 


Paula se sintió furiosa. Todo resultaba tan fácil para él. No tenía otra cosa que hacer más que sentarse y juzgarla, a pesar de que ella estaba haciendo todo aquello por él. Si él no…


Una potente ira comenzó a apoderase de ella. Había hecho todo lo que había podido a lo largo de todos aquellos años, pero jamás iba a ser suficiente. Iba siendo hora de que él se enfrentara a algunas verdades.


–Te recomiendo que saques la cabeza del arroyo por una vez y que trates de centrarte en alguien que no sea tú mismo.


Facundo la miró sorprendido al escuchar la dureza de su voz. Paula jamás se había mostrado tan dura con él, ni siquiera cuando la policía lo había llevado a casa cuando tan solo era un adolescente. Decidió suavizar el tono. No iba a servir de nada enfrentarse a él.


–Mira, Pedro Alfonso y yo estamos prometidos.


–Estás loca. Nadie se va a creer eso.


–Tendrán que creérselo. Si alguien te pregunta, puedes decirle que nos hemos estado viendo desde hace dos meses y que… es algo más grande lo que los dos habíamos esperado. No me cabe duda de que todo el mundo estará hablando hoy en el trabajo al respecto. Nos vieron cenando anoche y un periodista de la Gazette nos vio entrar en el restaurante también. Tenemos que decir lo mismo, Facundo, antes de que los chismosos comiencen a hablar al respecto.


–No esperes que yo lo reciba aquí con los brazos abiertos. No puedo soportarle.


–Lo sé. No tienes que preocuparte. No voy a traerlo aquí.


–Eso significa que tú irás a su casa. Estarás a su disposición en el trabajo y en tu tiempo libre.


–Así es. Esa es mi elección, Facundo, una elección que he tomado por los dos. Recuérdalo.


Efectivamente, era su elección, una elección que le gustaría no haberse visto obligada a tomar. Sin embargo, ya no había marcha atrás




MENTIRAS DE AMOR: CAPITULO 32

 


Había dormido sorprendentemente bien después del revuelo en el que había terminado la velada. Por suerte, Facundo estaba en su dormitorio con la luz apagada, pero con la televisión puesta. Ella no había querido molestarlo. En realidad, no había querido enfrentarse a sus recriminaciones.


Lo único que tenía que hacer era decidir lo que se iba a poner aquel día para ir a trabajar. Se decidió por un vestido inspirado en los años cuarenta con un profundo escote en uve y mangas tres cuartos. Después de cepillarse el cabello y de aplicarse un ligero maquillaje, se dirigió a la cocina.


Para su sorpresa, Facundo ya estaba allí.


–Anoche regresaste muy tarde a casa –dijo mientras ella se servía una taza de café–. ¿Estuviste trabajando hasta tarde en la oficina?


–No. Salí a cenar. No te molesté cuando entré, ¿verdad?


–¿Molestarme? –replicó él con una carcajada irónica–. Bueno, eso depende de con quién cenaras, ¿no te parece?


–¿Por qué iba a depender de eso?


–Estuviste con él, ¿verdad? Y mírate esta mañana. Eso es nuevo. ¿Te lo ha comprado él?


–El señor Alfonso y yo acordamos que mi antiguo guardarropa era algo inapropiado para mi nuevo papel. Él, muy amablemente, se ofreció a rectificarlo.


–¿Tu nuevo papel? ¿Y qué papel es ese exactamente, Pau? ¿Cuánto tiempo falta para que te tenga calentándole las sábanas?


–¿Cómo te atreves a hablarme de ese modo? Yo no soy así y lo sabes.


–Sí, pero la hermana que yo conozco no falta a su trabajo todo el día, ignora su teléfono móvil y entra en casa a hurtadillas para que no me entere.


El móvil. Dios. No se le había ocurrido mirarlo en todo el día.


–Lo siento. Estaba distraída.


–Por él.


Facundo pronunció aquellas dos palabras como si fueran veneno.


–Sí, por él. Sin embargo, me gustaría que recordaras, Facundo, que sólo acepté este trabajo para que tú mantengas el tuyo. Sé que no te gusta, pero es así. No nos podemos permitir perder ninguno de nuestros trabajos. Sabes tan bien como yo que trabajar para Empresas Cameron es lo único que nos mantiene la cabeza fuera del agua.


–No me gusta, Pau. Sólo lleva a tu alrededor dos días y ya te ha cambiado. No es sólo la ropa, sino el cabello y… ¿Llevas lentillas? ¿Y eso por qué? ¿Acaso no eras antes lo suficientemente buena para él?


–Como su prometida, se esperará que tenga un cierto aspecto. Además, no creo que yo pueda protestar dado que él lo pagó todo.


–¿Todo? Entonces, supongo que ya no veré más algodón blanco en la ropa sucia.