jueves, 23 de marzo de 2017

PROBLEMAS: CAPITULO 23




Betty y Harold Glover procedían de familias muy ricas y con un pasado en la política que se remontaba a comienzos del siglo diecinueve. Todo el mundo sabía que Harold era uno de los hombres más ricos e influyentes del estado.


-Tranquilízate, querida. Todo va a ir bien.


Apretando el brazo de Pedro con fuerza, Paula aspiró una bocanada del fresco aire de la noche. Nunca había visto a Pedro tan atractivo, tan distinguido. Parecía un modelo con su esmoquin negro.


No se dio cuenta de que se había detenido frente a la puerta de entrada de la mansión hasta que Pedro le dio un ligero empujón.


-Casi todas las personas que asisten a la fiesta son amigos míos y asociados, cariño. No son un montón de leones dispuestos a devorarte en cuanto entres y saludes.


-De acuerdo -dijo Paula.


Irguió los hombros, alzó la barbilla y, dedicándole a Pedro su sonrisa más brillante, avanzó.


Pero cuando se encontró entre la élite de Tennessee sintió que las piernas le temblaban.


Inclinando la cabeza, Pedro susurró:
-¿Te he dicho lo increíblemente guapa que estás esta noche?


Apoyándose ligeramente contra él, Paula asintió.


-Sí, pero me alegra que me lo repitas.


Pedro pasó con ella junto a varios grupos de personas, saludando a algunos con un gesto de la cabeza, presentando a Paula a otros cuando se detenían lo suficiente como para hacer algo más que decir hola. Aunque Pedro sentía cierta aprensión sobre cómo iba a reaccionar la gente ante su relación con Paula, su mayor preocupación era cómo reaccionaría Paula si captaba cualquier renuencia a ser aceptada por parte de sus amigos y conocidos.


El orgullo de Pedro creció considerablemente al notar cómo observaban los hombres allí reunidos a Paula. No sólo él sabía que su dama era la mujer más hermosa y sexy de las allí presentes, sino que los demás también lo sabían. Paula
estaba muy elegante y sensual con aquel vestido negro de seda que se ceñía a su cuerpo y llegaba hasta el suelo. 


Carecía de mangas y espalda y su escote cuadrado acababa en la garganta. Las únicas joyas que llevaba puestas eran un par de pequeñas perlas que habían pertenecido a su abuela.


La cabeza de Paula giraba a un lado y a otro mientras era presentada. Nunca había estrechado tantas manos en su vida y nunca había sonreído tanto. El champán corría a raudales, pero Paula dio sorbitos a la misma copa durante una hora. Estaba segura de que la comida era deliciosa, pero el nudo que tenía en el estómago le impedía comer nada.


-Por fin -Donna Fields apoyó el brazo en la cintura de Paula-. Llevó media hora tratando de abrirme camino hacia vosotros. Estás preciosa, Paula -se volvió hacia Pedro-. Supongo que le has dicho lo guapa y elegante que está, ¿no?


-Oh, sí que me lo ha dicho -dijo Paula-. Me lo ha dicho tantas veces que le he creído.


La amistosa sonrisa de Donna liberó parte de la tensión que sentía Paula. Por lo menos sabía que tenía un aliado en la fiesta además de Pedro.


-¿Has presentado ya a Paula a Betty y Harold? -preguntó Donna.


-Iba a hacerlo ahora -dijo Pedro.


-La hija de Betty está de visita -Donna lanzó a Pedro una mirada extraña. Paula sospechó que tenía un significado oculto.


-¿Noreen está aquí? -los músculos del rostro de Pedro se tensaron-. Creía que vivía en Atlanta desde su divorcio.


-¿Estáis hablando sobre Noreen Ellibee? -preguntó Paula-. Os estáis comportando de forma extraña. ¿Hay algo que debiera saber?


-Noreen es hija del primer matrimonio de Betty Glover -dijo Pedro-. Es una consentida y una egoísta. Y yo solía salir con ella.


-Lo recuerdo. Salías con ella cuando terminaste la carrera -Paula miró a Donna y reconoció en su mirada una señal de advertencia-. Noreen podría significar problemas para Pedro, para nosotros, ¿no?


-Betty esperaba que su hija se casara con Pedro -dijo Donna, apretando cariñosamente la mano de Paula-. Noreen quería a Pedro e hizo todo lo que pudo por conseguirlo, pero...


-Pero no me llevó mucho tiempo averiguar qué clase de mujer era y para cuando rompimos no sentía más que desprecio por ella -Pedro deslizó un brazo por la cintura de Paula-. Tiene una lengua viperina, así que ten cuidado si se te acerca.


-Hablando del diablo -susurró Donna, mirando a una rubia alta y esbelta, que se dirigía a ellos con una falsa sonrisa.


-Pedro, querido, ¿qué haces escondiéndote por aquí? -Noreen se dirigió directamente a Pedro, ignorando completamente a Donna y a Paula. Enlazando su brazo con el de él, presionó sus senos contra su pecho y se inclinó hacia delante, dándole un beso en la boca breve pero apasionado.


Paula se puso rígida.


Donna cogió a Noreen por el brazo, apartándola de Pedro.


-Cuánto me alegro de volver a verte, Noreen. ¿Has venido sólo de visita o piensas quedarte?


Noreen fijó sus ojos azules en Donna.


-Eso depende -Noreen deslizó la mirada de Donna a Pedro, de éste a Paula y de nuevo a Donna-. Eres un auténtico ángel, Donna, tomándote de forma tan valiente y amistosa tu sustitución cuando todo el mundo sabe que tienes el corazón
destrozado -antes de que Donna pudiera responder, Noreen se volvió hacia Paula-. Y esta debe ser Paula, la chica que se ha hecho tan famosa con su escopeta.


Pedro se puso tenso. Iba a detener aquello inmediatamente. Noreen no era uno de los problemas con los que había temido enfrentarse aquella noche. Paula alargó la mano.


-Soy Paula Chaves, Noreen. Me halaga que sepas tanto sobre mí. ¿Estás igualmente informada sobre todas las mujeres que ha habido en la vida de Pedro?


-Sólo de las que logran que su foto salga en los periódicos y consiguen para Pedro una publicidad desfavorable cuando lo que necesita es todo lo contrario - Noreen sonrió con gesto triunfante.


-Noreen -el tono de voz de Pedro advirtió a la mujer que estaba pasándose.


-No estoy convencida de que la publicidad que obtuvieron Pedro y Paula fuera mala -dijo Donna-. Si lo piensas un poco, la defensa que Pedro hizo de Paula puede
darles a los lectores la idea de que Pedro está en contra de los hombres que maltratan a sus esposas e hijos y a favor de los derechos de los animales, de las mujeres y de la ley y el orden.


-Estoy totalmente de acuerdo -un hombre calvo y bajo, cercano a los setenta años, se acercó a ellos con una mujer alta y esbelta cogida de su brazo-. Al principio temí que la publicidad generada por esta joven dama para nuestro Pedro podría mermar sus posibilidades de llegar a gobernador, pero ahora creo que Donna tiene razón.


-Supongo que no te parecerá bien que Pedro se relacione con esta... con esta conductora de grúas, ¿no? -las mejillas de Noreen se colorearon ligeramente.


-¿Dónde están tus modales, Noreen? -preguntó Betty Glover-. La señorita Chaves es invitada nuestra esta noche.


Paula no estaba muy segura de lo que estaba sucediendo. Sólo sabía que ella y Pedro y su pequeño grupo se habían vuelto el centro de atención.


-¿Hay algo más que amistad entre la señorita Chaves y tú? -preguntó Harold Glover.


Un atractivo periodista que Paula recordaba del día de su juicio se abrió paso hacia el grupo.


-Hay mucha gente a la que le gustaría conocer la respuesta a esa pregunta, señor Alfonso. Si se presenta a gobernador, la mujer que está a su lado va a despertar mucho interés en la gente de Tennessee.


La aguda risa de Noreen atrajo la atención de todos los que se hallaban lo suficientemente cerca como para oírla.


-Si piensa que la gente va a aceptarla como primera dama no está pensando con la cabeza, sino con el cu...


-¡Basta ya, Noreen! -dijo Betty.


-Para su información -dijo Pedro, mirando directamente a Jeff Baines, el joven periodista-, Paula Chaves es definitivamente la mujer de mi vida.


Harold cogió amablemente la mano de Paula.


-¿Está preparada para esto, jovencita? -preguntó.


-No estoy segura -dijo Paula, apabullada por todo lo que estaba sucediendo.


Pedro había dicho públicamente que era la mujer de su vida. ¿Pero qué había admitido exactamente con eso? ¿Que estaban saliendo? ¿Que eran amantes?


-He venido acompañado de un fotógrafo. ¿Le importaría posar para unas fotos con la señorita Chaves, señor Alfonso? -preguntó el periodista.


-Un par de fotos -dijo Pedro-. Pero no más preguntas esta noche.


Harold estrechó cariñosamente la mano de Paula


-Me alegro de haberla conocido. Betty y yo estamos deseando verla más a menudo. Betty está en algunos comités que podrían interesarle. Derechos de los animales, conservación de la naturaleza, educación para adultos... Tengo la sensación de que usted puede ser la persona que necesitan esas asociaciones para organizarse y lograr más cosas.


Betty asintió mirando a Paula.


-Te llamaré la próxima semana, querida, y quedaremos para comer.


-Uh..., gracias. Sí. Eso me gustaría -Paula tenía la sensación de sentirse de forma muy parecida a Alicia cuando pasó a través del espejo.


En cuanto los Glover se alejaron, Donna pasó un brazo en torno a la cintura de Paula y el otro en torno a la de Pedro.


-Teniendo en cuenta todo lo sucedido -dijo, mirando a Noreen Ellibee, que se hallaba a unos metros de distancia cogiendo otra copa de champán-, esta noche ha sido todo un éxito para el equipo Alfonso y Chaves.


En aquel momento llegó Jeff Baines con su fotógrafo a donde estaban. Donna abrazó rápidamente a Paula y a Pedro y se apartó para observar su triunfo.


-Sonríe y simula sentirte feliz -dijo Pedro mientras pasaba el brazo por la cintura de Paula y la atraía hacia su costado-. Vas a tener que acostumbrarte a esta clase de cosas.


El fotógrafo preparó la cámara. Paula sonrió. 


Tambaleándose ligeramente, Noreen avanzó hacia ellos con su copa de champán en alto.


-Debe ser estupenda en la cama -exclamó-. No se me ocurre otro motivo por el que puedas estar dispuesto a arriesgarlo todo por ella.


En un increíble instante, Noreen se abalanzó sobre ellos y Pedro alzó una mano para proteger a Paula, golpeando accidentalmente la copa de Noreen y rozando el borde de su boca con el puño. El champán cayó de lleno sobre el vestido
nuevo de Paula. Un hilillo de sangre empezó a correr por el labio de Noreen. Y toda la escena fue salvada para la posteridad por la atenta cámara del fotógrafo.






PROBLEMAS: CAPITULO 22





El jueves por la tarde, Paula esperaba impaciente en la sala de profesores de la universidad de Marshallton. Susana y Solange, con quienes había pasado las últimas noches, pensaban que se había vuelto loca por llamar a Donna Fields para pedirle ayuda.


-Es como pedirle consejo al enemigo sobre cómo ganar la batalla -había dicho Solange.


-Donna Fields no es mi enemigo -le aseguró Paula a su amiga-. No quiero que Pedro se avergüence de mí cuando me lleve a esa fiesta el viernes por la noche. Donna es la persona adecuada para indicarme cómo vestirme, cómo actuar y qué esperar.


La pasada semana había sido una de las mejores de la vida de Paula. Estaba totalmente enamorada de Pedro y ya no tenía que simular que no lo estaba. Él la había llamado dos o tres veces al día y la había llevado a cenar todas las noches.


-¿Paula? -Donna Fields estaba en el umbral de la puerta con una cálida sonrisa en el rostro.


-Te agradezco mucho que hagas esto por mí, Donna -dijo Paula, acercándose a ella-. Supongo que la mayoría de la gente no comprendería por qué te pido ayuda, teniendo en cuenta que tú y Pepe... bueno, que tú y Pepe formabais pareja hasta hace poco.


-¿Te apetece un té? -preguntó Donna mientras llenaba una taza de agua.


-No, gracias.


Donna metió la taza en el microondas.


-Pepe y yo éramos y somos buenos amigos, pero nunca hemos sido una verdadera pareja, excepto en los periódicos.


-La noche que te conocí, Patricia me dijo que no eras competencia para mí.


-Tenía razón -Donna sacó una bolsa de té de una caja que había en un estante sobre el microondas-. Yo ya sabía antes de conocerte que Pedro estaba enamorado de ti.


-Oh, pero él no está... quiero decir que no me ha dicho que... -Paula hizo un gesto con la mano-. Creo que estoy hablando demasiado.


Donna sonrió.


-Dale más tiempo, Paula. En cuanto lo deduzca por sí mismo te dirá que está enamorado de ti. Pedro es un hombre muy listo, pero no sabe nada sobre el amor. Creció en una casa sin amor, en una familia que tenía otras prioridades. Si va a
llevarte a la fiesta de Harold y Betty Glover quiere decir que él sí tiene claras sus prioridades. Harold es un hombre con suficiente dinero y poder como para entregar Pedro la nominación de su partido para gobernador.


Cuando el microondas sonó, Donna sacó la taza y metió en ella la bolsa de té.


-¿Estás diciendo que si meto la pata Pedro podría perder sus nominación? - Paula se frotó la sudorosa palma de las manos en los vaqueros.


-No estoy diciendo eso -Donna cogió su taza de té y se encaminó con Paula hacia un pequeño sofá que había en un rincón de la habitación-. Vamos a sentarnos. Tengo libre la próxima hora.


-Pedro y yo hemos acordado poner a prueba nuestra relación, comprobar si podemos hacer que funcione, si tenemos alguna oportunidad cara al futuro -Paula se sentó junto a Donna.


-Ya veo -Donna dio un sorbo a su té y dejó la taza en una mesita junto a ella-. ¿Y ese periodo de prueba fue idea de Pedro?


-En cierto modo sí, pero fue una decisión mutua. Si logro que todo vaya bien el viernes, pensaré que tengo una oportunidad real con él. Por eso he venido a pedirte ayuda.


-¿Qué quieres que haga?


-Sé que esto puede parecer una tontería, ¿pero qué me pongo?


Donna rió.


-A mí no me parece ninguna tontería. Es una pregunta típicamente femenina.


-¿Y bien?


-El acontecimiento será bastante formal, así que necesitarás algo bastante elegante -Donna miró a Paula de pies a cabeza-. Dime alguna clase de vestido con el que te sientas cómoda, algo que responda estrictamente al estilo de Paula Chaves.


-Me sienta bien el negro -dijo Paula-. Y tengo una figura bastante decente, así que supongo que podría llevar algo ceñido pero con clase.


-Parece perfecto. ¿Tienes algún vestido así?


-No, pero podría ir a Jackson más tarde para ver si encuentro algo que pueda permitirme.


-Vete a Justine's. Te daré las señas luego. Dile que yo te he enviado. Ella te ayudará a encontrar el vestido perfecto al precio adecuado -Donna volvió a coger la taza de la mesita-. ¿En qué más puedo ayudarte para el acontecimiento de mañana?


-Tengo fama de hablar antes de pensar, de actuar antes de medir las consecuencias. No querría avergonzar a Pedro haciendo o diciendo algo inadecuado.


-No puedes ir a esa fiesta y simular que no eres quien eres, Paula. Eres una persona cariñosa y sensible y creo que serás un gran apoyo para Pedro cuando se presente a gobernador.


-¿Cómo puedes decir eso? ¿De verdad puedes imaginarme como la primera dama de Tennessee?


-Sí puedo -dijo Donna, dejando la taza sobre la mesa tras dar un sorbo a su té-. Pedro tiene todo a su favor. Salud, crianza, éxito como abogado, un pasado familiar en la política y empuje y decisión para luchar contra todas las contrariedades hasta que gane. Pero le asusta convertirse en una réplica de su padre, llegar a ser tan duro y egoísta como lo fue Mariano Alfonso.


-Conoces bien a Pedro, ¿verdad? -Paula se odió por sentir celos de Donna, por el hecho de que supiera lo que atormentaba el alma de Pedro.


-No hay duda de que Pedro es hijo de su padre -dijo Donna-. Él será el primero en admitirlo. Lo único que podría impedirle presentarse a gobernador y ganar las elecciones sería su propio temor.


-No entiendo qué tiene eso que ver con el hecho de que pienses que yo podría ser la primera dama del estado.


-¿No te das cuenta? -Donna cogió una mano de Paula entre las suyas-. Con tu honestidad, tu integridad y tu verdadera preocupación por los otros podrías ser la salvación de Pedro.


-No estoy segura de entender lo que quieres decir.


-Teniéndote a su lado Pedro no tendrá por qué temer convertirse en la clase de persona y político que fue su padre. Tendrá que responder a lo que esperas de él. Verá el mundo a través de tus ojos.


Paula asintió, emocionada.


-Tu amor por Pedro no es malo para él -continuó Donna-. Lo comprendes ahora, ¿no? Puedes ir a la fiesta de mañana sabiendo que todo lo que tienes que hacer para consolidar la carrera de Pedro es ser tú misma.


Paula parpadeó para alejar las lágrimas de sus ojos.


-Espero que Pedro sepa lo afortunado que es por tener una amiga como tú - dijo.


-Y yo espero que sepa lo afortunado que es por tener una mujer que le ama lo suficiente como para salvarle de sí mismo -dijo Donna.