martes, 28 de mayo de 2019

DUDAS: CAPITULO 40




En el exterior, Gold Springs estaba siendo transformada como sucedía todos los años. Las calles arboladas eran limpiadas y adornadas con banderas y señales de no aparcar. Los antiguos edificios, que sólo se abrían una vez al año, recibían su capa anual de pintura.


Por esa época llegaban unos miles de visitantes para participar en las celebraciones del Día de los Fundadores. Había desfiles y barbacoas, se contaban historias y se realizaban excursiones por la vieja ciudad minera y los emplazamientos de los pozos.


Paula supo que con todo el trabajo que había dedicado Gold Springs a la oficina del nuevo sheriff, estaría lista para el festival. Por primera vez en más de cincuenta años el ayuntamiento abriría sus puertas y recibiría a los visitantes.


Nada detenía la celebración. Ni el mal tiempo, ni un sheriff nuevo ni unos pocos arrebatos destructivos. Paula no tenía el corazón puesto en los festejos, pero todo el mundo había dejado claro que lo sabía y que no esperaba otra cosa de ella.


Todo el mundo sabía que tenía el corazón roto y que su relación con Pedro era historia. Se mordió el labio con gesto nervioso y esperó hasta averiguar si eso era verdad.



DUDAS: CAPITULO 39




Aquella noche la sobresaltó cada llamada que recibió, aunque dejó que primero las filtrara el contestador automático. Habría alzado el auricular si hubiera sido Mandy. Sin embargo, no tuvo la oportunidad.


Ni esa noche ni al día siguiente tuvo noticias de él; se dedicó a repasar las carpetas y a salvar lo que podía de los ficheros. La oficina vibró de actividad, y el edificio empezó a mostrar señales de progreso.


Apareció Emma y donó dos horas a la causa, que principalmente dedicó a tratar de sonsacar información a Paula sobre su ruptura con Pedro.


—Si lo dejas ir —prometió con una advertencia en los ojos—, te arrepentirás el resto de tu vida. Os he visto juntos. Hacíais una buena pareja, de verdad.


—Si él cree que yo lo mantuve ocupado mientras alguien hacía todo esto —repuso cansada—, no sé cómo podré convencerlo de lo contrario.


—Quizá tengas razón. Imagino que entonces tendré que conquistarlo.


—¡Tú!


—¿Quieres que lo tenga alguna otra? —inquirió Emma—. Ahora que todo el mundo sabe que no está contigo, Ruby Taylor caerá sobre él.


—No puedo creer que le importara que estuviera o no conmigo —arguyó enfadada.


—¡No le ha importado! —informó Emma—. Ha revoloteado a su alrededor cada mañana que ha desayunado en la cafetería. Le ha faltado sentarse en su regazo…


—Gracias por contármelo —se centró en los ficheros.


—Sabes que sólo bromeo —rió su amiga—. Pero hablo en serio de Pedro y de ti. No dejes que se escape, Paula.


—Si de mí depende, no lo haré —suspiró.


—De acuerdo —Emma miró el reloj—, he de regresar al mundo real. La presidenta del comité de decoración de las calles sólo puede trabajar durante el almuerzo. Nos veremos luego. Llama si te enteras de algo.



DUDAS: CAPITULO 38




La oficina estaba cerrada cuando aparcó, pero un grupo grande de gente la recibió en la puerta.


—Hemos venido para saber qué ha pasado —dijo el carpintero. Lo acompañaba todo su equipo—. Y para arreglar el agujero en el suelo.


Mandy Lambert conducía otro grupo que quería ayudar a limpiar el desorden. Pintores y electricistas entraron en la oficina; todos deseaban echar una mano.


Era peor de lo que había imaginado Paula. 


Desde el suelo hasta el techo habían tirado pintura, encima de los papeles y las carpetas, por los lavabos y las luces. Todos los muebles estaban dañados. Algunas cosas se podrían rescatar. Otras fueron llevadas al camión para trasladarlas al vertedero municipal.


Los carteles con la foto estaban por todas las paredes, atestaban la acera en el exterior y el suelo del interior.


—¡Qué porquería! —Mandy dejó caer una al suelo.


Paula le echó un vistazo; a pesar de la mala calidad, se veía que Raquel era joven y bonita.


—¿Cree que él mató a la chica? —preguntó uno de los electricistas haciendo un gesto hacia la foto que ella sostenía en la mano.


—Él nos contará la verdad —afirmó Mandy, quitándole el cartel a Paula para estrujarlo—. ¡Poneos a trabajar!


¿Les contaría la verdad? Pedro parecía ser un hombre muy reservado a pesar de su trabajo público. No le había confiado a ella nada sobre Raquel ni su pasado. ¿Intentaría explicarlo o sencillamente buscaría otro trabajo?


Doug Ruggles pasó por la comisaría a recoger las piezas del letrero en el que había trabajado. 


Sacudió la cabeza y prometió fabricar otro. Al mediodía la pintura que manchaba el exterior del edificio había sido cubierta, y de la acera se ocupaba un equipo procedente de Rockford.


Paula se mantuvo ocupada en la oficina, con los oídos atentos al sonido de la voz de Pedro, pero el día transcurrió sin que él pasara por allí.


—El sheriff no ha llamado —le comentó a E.J. Marks cuando llegó de realizar su patrulla.


—Estará ausente los próximos dos días. Cosas de la comisión del condado —explicó sucintamente, nervioso.


Paula lo comprendió al instante. Todo el mundo sabía que en el baile habían sido pareja, y como desconocía dónde iba a estar esos días, eso sólo podía significar una cosa. Ya no eran pareja.


Mandy Lambert se acercó al final de la larga jornada.


—Creo que por hoy es suficiente, querida. ¡Qué lío! Si llego a ponerle las manos encima al responsable…


—Estoy segura de que, cuando el sheriff vuelva, querrá darte las gracias por lo que has hecho hoy —comentó Paula.


Su rostro se iluminó, igual que el de su amiga Tammy Marlowe.


—Puede que me lo quiera agradecer hoy, Paula —indicó con suavidad—. Se aloja en mi cuarto de invitados hasta que le consigamos un lugar decente donde vivir.


—Todo se arreglará al final, Paula —dijo Tammy Marlowe, palmeándole el brazo.


Paula estaba segura de que las dos mujeres mayores irían a casa para extender sus cotilleos por el teléfono. Se enteró de que Mandy había encontrado al sheriff durmiendo en su camioneta y que le había ofrecido un lugar donde quedarse.