sábado, 10 de junio de 2017

LA BUSQUEDA DEL MILLONARIO: CAPITULO FINAL




Pedro subió corriendo las escaleras con sus regalos de Navidad. Llegó junto al árbol al mismo tiempo que Paula anunciaba que había llegado el momento de abrir los regalos.


—Un momento —dijo él—. Tengo algunos más que poner bajo el árbol.


—¿Qué me has comprado a mí? —le preguntó Julia.


Pedro sacó el de ella y se lo entregó.


—Es de parte mía y de Pascual.


Julia abrió la caja con impaciencia y, en su interior, descubrió unos papeles. Al darse cuenta de lo que eran, los sacó con extremo cuidado.


—Son cartas de recomendación…


—Sí. Para la universidad —dijo Pedro.


—Gracias… Gracias a los dos —susurró ella muy emocionada.


—En realidad, aún no has visto el verdadero regalo —dijo Pascual.


—¿Hay más? —preguntó Julia. Entonces, se percató de que había un sobre que acompañaba las cartas. Cuando leyó la nota que había en su interior, se puso a llorar de emoción—. Es una beca de Sinjin con todos los gastos pagados para la universidad que yo elija en cualquier lugar del mundo.


—Por supuesto, tendrán que aceptarte primero —le advirtió Pedro.


Julia abrazó a ambos con profunda devoción.


—No me podríais haber dado mejor regalo.


A continuación, Pascual tomó otro regalo y se lo entregó a Angie.


—Para ti —le dijo.


Después de abrirlo muy cuidadosamente, Angie sonrió emocionada.


—Ay, Pascual… No podrías haber elegido mejor regalo para mí —musitó mientras sacaba una preciosa tetera de la caja—. Es Spode, ¿verdad?


—Sí. Y Pedro te ha regalado una selección de tés de todo el mundo.


Julia tomó otro de los regalos. Era para Noelia.


—¡Mira! —exclamó Julia tras ayudar a la pequeña a abrirlo—. Es un bebé Emo. ¿Funciona mejor que los otros?


—Ni la mitad de bien —repuso Pedro—. ¿Hay más regalos?


—Algo para ti —anunció Paula mientras le entregaba un regalo acompañado de un sobre—. Te sugiero que empieces por la carta.


Pedro comenzó a sospechar lo que era su regalo. Lo confirmó en cuando abrió el sobre y vio la orden de la que Cord le había informado.


—¿Y si no quiero este regalo?


—Entonces, te puedes quedar con el otro. Es uno u otro. Puedes quedarte con el que prefieras, pero no con los dos.


Se sorprendió al descubrir que el otro regalo era un cuaderno para realizar bocetos. Cuando lo abrió, vio que ella había dibujado un nuevo cuento allí. Se trataba de las aventuras futuristas de una niña que se parecía mucho a Noelia y un robot que era la viva imagen de Emo. Era un regalo maravilloso.


La historia era adorable. Al final los dos se ven en una situación en la que el robot tenía que conseguir que funcionara su lector de sentimientos para que la niña no lo mandara al desguace de robots. Pedro se sorprendió mucho al ver que el cuento no tenía final.


—Eso es porque no puedo terminarlo hasta que tú no me digas cómo. Si no puedes, tendrás que aceptar la carta. Uno u otro, Pedro.


Pedro cerró el cuaderno y le entregó a Paula su regalo. No hacía falta mucha imaginación para saber de qué se trataba. 


Emo.


—Enciéndelo.


Paula apretó el botón e hizo que el pequeño robot cobrara vida.


—Hola, Emo —le dijo ella.


La cabeza empezó a girar. Los ojos fueron examinando uno a uno a todos los presentes.


—Te amo. Tengo hambre.


Julia se echó a reír y Noelia comenzó a aplaudir.


—Emo —le dijo Pedro al robot—. ¿Cómo me siento?


—Te gustaría una taza de té.


Pedro estuvo a punto de arrancarse el pelo.


—¡Maldito seas, cubo de tornillos inútil! ¡Se suponía que tenías que decirle a Paula que la amo!


Durante un segundo, nadie se movió. Entonces, Paula voló a los brazos de Pedro.


—Creo que me lo acabas de decir tú mismo y, para serte sincera, prefiero que me lo digas tú y no Emo —susurró.


Pedro suspiró.


—Lo siento, Paula. He estado toda la noche trabajando en él. Creía…


—¿Que él podría decirme lo que tú eras incapaz?


—¡No! —exclamó él—. No. Claro que te amo, Paula. Te amo con todo mi corazón, pero no pensaba que me creerías después de haberme negado a decir esas palabras durante tanto tiempo.


—Y pensaste que si Emo las decía en tu nombre leyendo tus sentimientos, te creería.


—Así es. Me he pasado veintisiete años, dos meses y veintiséis días creyendo que no podía sentir. Era más fácil así. Menos doloroso.


—¿Y ahora?


—Ahora me duele más no decir las palabras. No puedo soportar pensar que podría perderte a ti y al resto de tu familia. Por favor, no dejes que esa historia termine con una página en blanco. Quiero que tú me des una familia de verdad, una familia que siempre esté a mi lado. Cásate conmigo, Paula.


—Me casaré contigo —dijo ella con una radiante sonrisa—, pero con dos condiciones. La primera, condición conjunta número dos. Puedo bajar al sótano cuando quiera.


—Yo accederé a esa si tú accedes a la condición conjunta número tres.


—¿Y es?


—Quiero que crees una habitación solo para los dos en el lado sur de la casa…


—Pero si ese es el más soleado.


—Así es. Ha llegado el momento de dejar la oscuridad atrás y salir al sol, ¿no te parece? —le preguntó. Entonces, la abrazó con fuerza—. Bueno, ¿te vas a casar conmigo?


Paula asintió.


—Si puedes responder una preguntita más.


—¿De qué se trata?


—¿Cómo te sientes, Pedro?


Él oyó que todos los presentes contenían la respiración mientras esperaban su respuesta. Cuando respondió, Pedro habló desde el corazón.


—Me siento… feliz. Como si nuestra historia estuviera empezando…


Pedro —susurró ella llorando de pura felicidad—. Y menuda historia va a ser.


—Digna de escribirse en un libro —afirmó él antes de besarle suavemente los labios—. Después de todo, has enseñado a sentir a un robot.


—No, Pedro —replicó ella. Le devolvió el beso. Su primer beso de verdad—. He enseñado a un hombre a amar






LA BUSQUEDA DEL MILLONARIO: CAPITULO 24






—¿Dónde está Pedro? —le susurró Julia a Pascual, aunque sin evitar que Paula se enterara.


—Donde está siempre últimamente. En su laboratorio —respondió Pascual.


—Pero si es Navidad. Hasta tú has subido —comentó Julia mientras empezaba a apretar los botones de un mando a distancia.


Pascual se encogió de hombros.


—Tal vez se ha olvidado. Jamás hemos tenido una Navidad de verdad antes —añadió.


Paula respiró profundamente. Ya estaba bien. Había esperado que la llamada a Cord le diera a Pedro el empujón que necesitaba. El hecho de enfrentarse a la pérdida de todas las mejoras que ella había hecho a lo largo del último mes debería haber sido suficiente para hacer que él recuperara el sentido común. Tendría que haberse imaginado que no sería así y ese hecho solo podía significar una cosa.


Evidentemente, se había equivocado con él. ¿Cómo había podido creer que la amaba?


—Muy bien, todo el mundo —dijo ella con una sonrisa—. Ha llegado el momento de abrir los regalos.



****


Pedro no recordaba hasta qué hora había estado trabajando aquella noche. De repente, un ¡piii! tras otro lo despertaron de un profundo sueño. Maldita Julia…


Se puso de pie y miró confuso a su alrededor.


—Ordenador, fecha y hora —ordenó.


—25 de diciembre, 11:02:12 AM —respondió la máquina.


Lanzó una maldición y se mesó el cabello. Entones, miró al robot. Lo había intentado. Había trabajado como un poseso hasta llegar a la desesperación. No había cambiado nada.


Emo X-15 seguía sin funcionar, lo mismo que su predecesor. Había fallado.


Se incorporó sobre la silla y se frotó el rostro. Estaba tan cansado… Por primera vez en su vida, no sabía qué era lo que tenía que hacer. Sentía un anhelo que era incapaz de nombrar. Lo había estropeado todo.


—Estás cansado —dijo una voz.


Pedro se quedó perplejo. Lentamente, miró a Emo X-15 y vio que había cobrado vida electrónica.


—¿Cómo has dicho?


—Pareces cansado —repitió el X-15.


—¿Te gustaría tomar una taza de té? —le preguntó otra voz, la de un robot que debería haber desmontado hacía mucho tiempo, lo que no había hecho por la simpatía que Noelia y Paula le profesaban.


—¿Por qué me haces esa pregunta? —le preguntó al X-14.


—Te sientes triste. El té hará que te encuentres mejor.


En aquel momento, Pedro vio claramente las dos opciones de las que disponía. Por un lado, la fría lógica que había sido su compañera durante la mayor parte de su vida. Por otro, los sentimientos. Sonrió y tomó a Emo. Al perfecto. Acababa de descubrir una sorprendente verdad.