miércoles, 4 de septiembre de 2019

COMPLICADO: CAPITULO 26




Lo siento envuelto a mi alrededor a medida que me despierto, y sonrío contra su pecho desnudo antes de besarlo sobre su corazón. Su pene duro se clava en mi estómago y mis pezones se aprietan, queriendo más de todo lo que hicimos anoche. Pedro tiene un lado sucio dominante que mantiene oculto y me encanta.


Seguimos desnudos y lo último que recuerdo es que nos peleamos por dormir.


No había querido irme a dormir porque todo era perfecto en ese momento.


Ahora, el sol está inundando mi dormitorio y sé que el resto del mundo nos está esperando. 


Beso el pecho de Pedro para asegurarme de que todo estará bien. Lo siento tenso debajo de mí por un segundo, alertándome de que está despierto.


Me pasa la mano por la espalda mientras levanto la cabeza para mirarlo. Sus cejas están unidas y sé al instante que tiene algo que decirme, y no es bueno.


—¿Qué?— Pregunto, y mis ojos se mueven. Sé que tiene que ser algo que pasó mientras dormíamos. La forma en que me tocó anoche, nunca dudé de su amor y deseo de estar conmigo.


—Papá entró aquí hace cinco minutos.


Las palabras se hunden y toda la sangre me sale de la cara.


—¿No cerramos la puerta con llave?— Pregunto.


Él asiente con la cabeza. 


—Pero no creo que lo hayamos cerrado. Recuerdo haber golpeado la cerradura, pero no creo que haya sido empujada hasta el final —. Sus ojos se cierran y sé que está enojado consigo mismo. —Así que cuando llamó a tu puerta, se abrió—, termina.


Le dejo caer la frente en el pecho. No es así como quería que se enteraran.


—Todo va a salir bien—, decimos los dos al mismo tiempo y se me escapa una pequeña risa. Siempre está tratando de tranquilizarme aunque él mismo no esté tan seguro de las cosas.


—¿Ahora qué?— Pregunto. No podemos quedarnos escondidos en mi habitación para siempre.


—Nada.


Me retiro para mirar a Pedro


—¿Qué quieres decir con nada?— Pido, en silencio, que todo esté bien.


—Estabas tapada, pero está claro que estábamos desnudos. Parecía un poco sorprendido, pero luego susurró ‘lo siento’ y volvió a salir.


—¿Dijo que lo sentía?— Jadeo, demasiado alto.


—Sí. No tengo ni puta idea.


—¿Se lo dijo a mamá?— Pregunto como si lo supiera. Supongo que lo hizo porque le diría cualquier cosa a Pedro.


—Te lo diría.— Él dice lo que pienso y nosotros asentimos.


—¿Por qué no están enojados? ¿No deberían estar derribando mi puerta?— Mis ojos se dirigen a la puerta y luego a Pedro.


Los ojos de Pedro se dirigen a mi pecho y lo golpeo de nuevo. 


—Lo siento—. No parece arrepentido cuando tomo la sábana y me cubro. Se sienta y me empuja hacia él hasta que estoy en su regazo. —Probablemente porque no hay mucho que puedan hacer al respecto.— Su cara se ablanda y me preocupa el labio entre los dientes. Tiene razón, no es como si nos fueran a echar.


—Todo va a salir bien—. Antes de que pueda contrarrestar, me besa suave y lentamente como si tuviéramos todo el tiempo del mundo.


Me relajo en él, incapaz de resistir su tirón. No sé cuánto tiempo me siento en su regazo besándolo perezosamente y necesitando más. Debe sentir lo que necesito mientras cambia y luego está dentro de mí de un solo golpe.


Jadeo porque soy un poco sensible pero no me importa y mi cuerpo se abre voluntariamente para él. Me pierdo en él mientras me ayuda a mover mis caderas hacia arriba y hacia abajo hasta su polla. Me quejo y trato de estar callada porque esto es lo último que deberíamos estar haciendo ahora mismo. Pero no puedo parar y ya estoy tan cerca.


—Dámelo, MI PAULA—, dice Pedro contra mi boca y lo hago.


Vengo por él. Todo mi cuerpo se aprieta cuando siento su liberación en lo más profundo de mí. 


Cabalgo la ola de placer mientras cada centímetro de mí hormiguea hasta que dejo caer mi cabeza sobre su hombro con un aliento pesado.


—Sabes cómo calmarme—, digo riendo, besando su cuello.


Su polla se sacude dentro de mí y me inclino para mirarlo. Me toma la cara y me inclina la cabeza para que pueda mirarlo.


—Nunca dejes pasar esto—. Su cara es tan seria. —Todo el mundo va a tener que llegar a un acuerdo con esto.


No quiero pelear con mamá y papá por esto, pero lucharé por nosotros. 


—Vamos a hablar con ellos.


Su polla se sacude dentro de mí antes de que me levante y luego me quejo cuando se libera de mí. Se levanta a regañadientes cuando caigo de espaldas en la cama blanda.


—¿Quieres que vaya a hablar con ellos primero?—, pregunta, y yo vuelvo a aparecer. Sé que lo haría por mí, pero no puedo permitírselo.


—No, juntos. Me has agotado y necesito un minuto para recuperar la compostura —. Se inclina y me besa.


—Esperaré en el pasillo entonces. Me voy a 
vestir.


Yo asiento y él sale de mi cuarto. No pierdo el tiempo vistiéndome. No sé si tengo prisa por terminar con esto o por estar a solas con Pedro otra vez. Cuando salgo de mi cuarto, él está ahí parado y extiende su mano para tomar la mía. Me da un último beso antes de que nos preparemos para lo que vendrá.




COMPLICADO: CAPITULO 25




Es tarde cuando llegamos a casa y todas las luces de la casa están apagadas. Hay una luz nocturna en el pasillo en la parte superior de las escaleras que ilumina el camino a nuestras habitaciones. Mamá y papá están en el primer piso y vi que la luz de su habitación se apagó cuando entramos. Sabían que estaríamos fuera hasta tarde, pero estoy seguro de que querían asegurarse de que llegáramos a casa antes de que se fueran a dormir.


Tomo la mano de Paula en la mía mientras subimos las escaleras y entro en su habitación. Cerré la puerta con llave y la abracé con mi brazo.


—¿Crees que puedes callarte?— Le pregunto, y ella asiente, mordiéndose el labio.


—Podría haberte llevado a un lugar agradable, pero cuando me masturbo, te imagino en esta cama.— Mis dedos encuentran la cremallera de su vestido en la espalda y lo deslizo hacia abajo lentamente. 


—Pedro—, dice en voz baja mientras le quito el vestido del cuerpo y lo pongo en la silla cercana.


—Sé a qué sabe, mi Paula, y tú también.— Me chupo los labios recordándolo de antes. —No me digas que no es dulce.— Yo asiento a su cama y ella se mueve hacia ella. —Ve a meterte debajo de las sábanas.


Me quito el esmoquin y lo tiro en una pila junto a la cama. Dejo mis boxers cuando me meto debajo de las sábanas con ella y luego me pongo de costado junto a ella. Sin decir una palabra le tiro de los calzones hasta que se le caen hasta las rodillas, y luego empujo mis dos dedos hacia la humedad.


—Pensé en hacer esto tantas veces—, se lamenta, y le puse la mano sobre la boca.


Le froto ese dulce y apretado punto dentro de su coño y ella levanta las caderas.


No puede abrir más las piernas debido a sus bragas y me gusta que la mantengan en su sitio.


—Joder, ¿siempre estás así de mojada cuando te vas a la cama?— Yo silbo y ella asiente.


Yo acelero y froto su clítoris al mismo tiempo y siento su coño gotear con sus fluidos.


—¿Vas a dejarme poner mi polla a continuación?— Ella asiente con la cabeza y luego se queja bajo mi mano.


Me subo a ella y le quito la mano de encima. 


Con mis dedos todavía dentro de ella, bajo la parte delantera de mis calzoncillos y me saco la polla. Se lo froto en el coño y luego saco los dedos. Ella es caliente y húmeda y se abre para mí mientras empujo mi polla donde estaba mi mano. Sus bragas mantienen sus piernas cerradas, así que no puedo ir muy lejos. Esto evitará que me excite demasiado y que me la folle demasiado rápido. Quiero esto bonito y lento y quiero que ella disfrute cada momento de ello.


—Sólo un poco así, y luego entraré—, le dije, besándola suavemente.


La empujé con un ritmo poco profundo mientras me mojaba el extremo de la polla. Puedo sentirlo deslizarse dentro de ella un poco mientras me balanceo lentamente hacia adentro y hacia afuera. Se le quita el aliento y trata de acercarse más a mí, pero no quiero hacerle daño.


—Shhhh—, digo cuando la cama cruje y le recuerdo que baje la velocidad para que no haga ruido. —No quiero que mamá y papá oigan—, le susurro cerca del oído y ella aprieta a mi alrededor. —Me alegro de que estés tomando la pildora porque no creo que pueda retirarme.


Ella gime de nuevo y yo empujo un poco más profundo hasta que sé que no puedo contenerme más. Me mantengo quieto mientras mi polla late y siento el dolor caliente en mi espalda cuando se derrumba y luego sale de mi polla. Vengo con fuerza y entierro mi cara en su cuello mientras pierdo el control. Aprieto los dientes y susurro lo bien que se siente al ver las estrellas en mis ojos. Ni siquiera estoy completamente dentro de ella y ya es mucho mejor de lo que imaginé. Es cálido y pegajoso y soy adicto al instante.


—Date la vuelta—, le dije, saliendo de su calor y luego pateando mis boxer.


Se sacude las bragas y abre bien las piernas en invitación mientras levanta el culo en el aire. Me caigo sobre ella con la polla dura y llena, deslizándome por detrás. Es más profundo al instante y esta vez se tensa cuando toma más.


—En la almohada—, ordeno cuando empieza a gemir y a mover las caderas. Sus gemidos son amortiguados por la almohada esta vez, pero ella empuja su trasero contra mí.



Ella me toma más y yo miro hacia abajo con sorpresa para ver que estoy en todo el camino. Me tomó como un campeón y cuando me retiro es una dulce y lenta travesía. Su coño me agarra tan fuerte que es como si no quisiera que me fuera y me zambullo de nuevo. Los resortes de su cama crujen, así que tengo que ir a un ritmo medido cuando todo lo que quiero hacer es clavarla en el colchón. Es lento y a pesar de que mi largo y grueso pene la estira y veo un poco de sangre en las sábanas.


Me inclino hacia abajo y beso el lugar bajo su oreja. 


Ella empuja su trasero contra mí y mueve sus caderas. Su culo redondo es hermoso con la luz que entra por la ventana y no puedo quitarle las manos de encima.


Esta vez tengo el control y cuando la siento apretarse, sé que debo esperar. Ella está justo en el borde, y justo cuando pienso que no puedo aguantar más, siento que su cuerpo se libera. 


Entierro mi cara en su cuello mientras me acuesto encima de ella y la sostengo, empujando hacia adentro y hacia afuera para mantenerla en marcha. Le exprimo hasta el último segundo de su orgasmo antes de que finalmente me deje llevar. Cuando lo hago me golpea fuerte y es un torrente de puro placer.


En el momento en que la última gota sale de mí, la saco y la pongo de espaldas antes de volver a meterla. Sus duros pezones están apretados y me inclino hacia abajo para chuparlos.


—¿Puedes callarte así?— Pregunto mientras beso mi camino hacia sus pezones. —Porque he esperado mucho tiempo para tenerte, y no estoy ni cerca de terminar por esta noche.


—Puedo estar callada—, susurra, alcanzándome, y pongo todo mi peso sobre
ella.


Mi polla se mueve más rápido así mientras sus piernas me rodean y ella se abre.


No vamos a dormir un poco, pero por la forma en que me agarra la polla, sé que está de acuerdo con eso. He soñado con este momento y no estoy listo para que termine. De hecho, nunca lo permitiré.


Después de esta noche no habrá un momento en que no esté a su lado, sin importar lo que digan los demás. Este es nuestro momento de dar la vuelta y finalmente comenzar la vida que siempre hemos querido.


—Te amo, Paula—. La miro a los ojos y me sonríe mientras me toma la cara.


—Yo también te amo, Pedro.



COMPLICADO: CAPITULO 24




Estoy agradecida de haber aceptado venir porque estoy teniendo una de las mejores noches de mi vida. La gente puede mirar todo lo que quiera porque no me importa. La escuela secundaria terminará pronto y estaremos en el mundo real. Lo que piensen de nosotros no importa.


—Estoy baja de forma—, bromea Laura cuando entramos al baño.


Me retoco el lápiz labial mientras espero a que termine, y sonrío, pensando que Pedro está haciendo que mi labial se desvanezca.


—¡No está haciendo nuestro baile!— Me giro al oír el chillido de Courtney.


Está en la entrada del baño mirando más allá de enojada. Laura sale de su puesto para echar un vistazo a Courtney. Mueve los ojos con desdén y va a lavarse las manos.


—Él tiene que hacer el baile—, dice otra vez Courtney cuando se da cuenta de que no me voy a meter con ella.


—No tiene que hacer nada—. Me acerco a ella para que podamos salir del baño, pero está en mi camino. —¿Dejarías que tu hombre baile con una chica que ha estado tratando de meterle las garras?


—Así que no lo hace porque le dijiste que no puede—. Ella estrecha los ojos como si hubiera ganado una pequeña victoria. Está tan equivocada. Si yo no existiera, él no bailaría con ella.


—Le dije que no bailara contigo—, lo admito, sin avergonzarme. Cuando se trata de Pedro, ya no escondo cómo me siento. —Pero créeme, no iba a bailar contigo de todos modos, así que olvídalo.— Hay tantas cosas más hirientes que podría decir, pero sólo me llevaría a su nivel y ella no me hará ser esa persona.


—Eres repugnante—, dice ella. Quizá quiera pelear, pero no se lo voy a dar. — Es tu hermano—. Ella silba como una serpiente.


—Hermanastro—, corrijo. —Y estoy segura de que mi hermano y yo vamos a hacer todo tipo de cosas desagradables esta noche.— Evito a Courtney con ese pequeño golpe.


—Ni siquiera lo pienses.


Me giro al oír la voz de Laura y veo que tiene a Courtney por la muñeca en el aire.


Ella iba a golpearme.


Laura la empuja y la suelta. Courtney se tropieza con sus tacones y se cae al suelo.


Dakota y Kira están ahí paradas, con los ojos abiertos y confundidas.


—Gracias—, le digo a Laura porque no lo habría visto venir.


Algunas otras chicas que están en el baño se ríen, disfrutando claramente de la vista de Courtney en el piso del baño.


Laura le pasa por encima y luego pone los ojos en blanco a la Brigada Rubia.


—Jesús, ayuden a su amiga a levantarse, tontas.


Se ponen en acción cuando dejamos el baño y dejamos de una Courtney aturdida.


—No puedo creer que iba a pegarte—, se maravilla Laura cuando salimos el baño.


—No me sorprende. Mostró esa foto de Pedro y yo besándonos a todas. Tuvo que habernos seguido desde el partido hasta la casa de Joe. Estaba buscando algo para superar lo de Pedro. No sé por qué pensó que eso la enviaría a sus brazos. Sólo espero que haya recibido el mensaje alto y claro—. Pedro y yo estamos juntos y nada de lo que ella pueda hacer o decir cambiará eso. Puede intentar avergonzarnos o provocar un escándalo, pero eso no cambiará nada al final.


—Te extrañé—, dice Pedro cuando volvemos con los chicos.


No les decimos lo del baño. En vez de eso, bebemos y comemos pastel y bailamos hasta que me duelen los pies. No veo a nadie de la Brigada Rubia después de eso. De hecho, algunas chicas pasan por aquí y nos dan a Laura y a mí empujones felices. Supongo que las otras chicas en el baño están contando la historia y parece que están disfrutando que les bajen los humos.


—¿Estás lista, mi Paula?— Pedro me pregunta.


—Por más tiempo del que crees.— Lo miro y se siente tan bien estar de vuelta en sus brazos. No sé cómo pasé tanto tiempo sin esto.


—Entonces salgamos de aquí. Estoy harto de esperar, y si Eric no deja de mirarte las tetas no voy a ser tan amable como tú lo fuiste en Courtney.


—¿Lo has oído?


—Lo sé todo cuando se trata de ti.


—Hay algunas cosas que no sabes—, digo con una sonrisa. Mis mejillas se calientan cuando pienso en esas cosas.


—Estoy a punto de saberlo todo.— Me río cuando me levanta en sus brazos y me saca del baile. El entrenador Chris sacude la cabeza cuando lo adelantamos.


—Siempre fuiste un sabelotodo—, le digo y le doy una palmada en el pecho.


—Esa eres tú.— Me guiña el ojo cuando llegamos al coche. —Lo estarás para cuando acabe contigo esta noche.— Me deposita en mi asiento y yo tomo su corbata.


—Nunca terminarás conmigo.


—Nunca—, está de acuerdo antes de que su boca caiga sobre la mía.


Nunca terminaré con él tampoco. Esto estaba destinado a suceder.