jueves, 7 de enero de 2021

AVENTURA: CAPITULO 15

 

Ella fue a la cocina y él se sentó. No estaba seguro de qué diablos creía estar haciendo. Había ido para hablar de su hijo, y una vez hecho eso, no tenían ningún motivo para quedarse. El problema radicaba en que no quería marcharse.


Quizá había llegado el momento de admitir lo que en el fondo siempre había sabido. Aún tenía sentimientos no resueltos acerca de su relación con Paula. A pesar de lo que probablemente pensaba ella, tampoco a él le había resultado fácil ponerle fin. Paula era la única mujer que alguna vez lo había hecho sentir casi una persona completa. Como si no tuviera que esconderse. Casi… normal. Pero sabía que al final sus demonios podrían con él, siempre era así, y ella vería la clase de hombre que realmente era. Conociéndola y sabiendo la clase de mujer que era, intentaría ayudarlo. Pero eso no funcionaría. No tenía arreglo. Y cuanto menos tiempo pasara con ella, mejor. En particular en situaciones en las que Matías no actuara como parachoques. Entonces, ¿por qué no se levantaba, recogía su abrigo y se largaba de allí?


Ni él lo sabía. Aunque estaba seguro de que la sempiterna estupidez desempeñaba un buen papel.


–Entonces –comentó ella, desde la cocina–, ¿has mencionado que eres uno de los candidatos a presidente ejecutivo?


La miró. Se hallaba ante la encimera abriendo la botella.


–Es entre el director financiero, mi hermano Julián y yo.


–Tu hermano, ¿eh? Eso tiene que ser difícil –el corcho se desprendió y ella sirvió el vino–. Si no recuerdo mal, vuestra relación siempre ha sido… complicada.


–¿Es el modo educado de decir que es un imbécil arrogante?


–Llegué a conocerlo en una gala para recaudar fondos el año pasado –explicó Paula mientras llevaba las dos copas al salón.


–¿Intentó seducirte?


–¿Por qué? ¿Celoso? –le entregó una copa y las yemas de sus dedos se tocaron cuando la recogió.


Fue algo inocente, pero él lo sintió hasta la médula de su cuerpo.


–Porque Julián intenta seducir a todas las mujeres hermosas. No puede evitarlo.


–Creo que asistió con una cita.


Pedro se encogió de hombros.


–Eso nunca lo ha detenido.


–No, no trató de seducirme. Aunque quizá tuviera algo que ver el hecho de que estaba embarazada de ocho meses y era grande como una casa.


–De algún modo, tampoco puedo ver que eso lo detenga.


–Vamos, no es tan malo –comentó, riendo.


No solía serlo. De jóvenes, Pedro había sido quien lo había protegido. Ya no recordaba la cantidad de veces que había asumido la culpa por cosas que su hermano había hecho para protegerlo de la ira de su padre o se había interpuesto entre los puños de este y Julián. Siendo el hermano mayor, sentía que era su responsabilidad ampararlo, en especial porque era una persona tranquila y sensible. Un mariquita, solía llamarlo su padre. Pero en vez de la lealtad y gratitud que Pedro habría esperado, Julián aprendió a ser un maestro manipulador, siempre acusándolo a él por las faltas cometidas. En casa y en el colegio. Se convirtió en el chico de oro incapaz de hacer algo malo y Pedro se había ganado la etiqueta de camorrista y alborotador. Después de todos esos años, aún lo quemaba.


–Julián es Julián–afirmó–. Jamás cambiará.


–¿Cuándo se anunciará al nuevo presidente ejecutivo? –inquirió Paula.





AVENTURA: CAPITULO 14

 


Al principio. Hasta que dejó de serlo. Hasta que se enamoró estúpida y perdidamente de él. Pero ese tendría que ser su pequeño secreto. Su orgullo dependía de ello.


–¿Tanto te sorprende?


–En realidad, no, teniendo en cuenta que los dos sabemos que no es verdad.


¿Y él? ¿Lo estimulaba hacer que las mujeres se enamoraran de él para luego partirles el corazón? ¿Era todo un juego para Pedro? ¿Y cómo debía reaccionar ella a su acusación? Si la rechazaba, daría la impresión de que estaba negando algo. Si reconocía la verdad… bueno, eso ni siquiera era una opción.


Se negó a darle la satisfacción de una respuesta.


–¿Qué días serían los mejores para que vieras a Matías? –le preguntó Paula–. Se acuesta a las ocho, de modo que si quieres que sean las noches de los días de entre semana, tendrá que ser antes. También puedes los domingos por la tarde.


–Durante la semana será complicado. He estado a rebosar de trabajo. Tengo suerte si alguna noche puedo irme antes de las nueve.


–Nadie mencionó que fuera a ser fácil. Debes establecer prioridades.


Él respiró hondo y dijo:

–Si mañana voy temprano a la oficina, podré salir a las seis y media.


–Es un comienzo –confirmó ella.


–Mañana, entonces.


Siguió un silencio prolongado e incómodo, en el que ninguno parecía saber qué añadir.


Bueno, como supongo que eso está arreglado… –él se levantó del sofá.


–Ha sido un día largo, y no sé tú, pero a mí me sentaría bien una copa de vino –nada más pronunciar las palabras, supo que era una mala idea, pero aún no estaba preparada para que se marchara.


No puedes obligarlo a amarte, se recordó. Y no lo querría. Deseaba a alguien sin obstáculos con las relaciones, que la amara de forma incondicional. Si es que existía esa clase de hombre.


Pedro la estudió con una ceja enarcada.


–¿Me estás pidiendo que me quede?


Sí, mala idea.


–¿Sabes qué? Olvídalo. No creo…


–¿Tinto o blanco? Porque mi preferencia tiende al tinto.


No debería estar haciendo eso. Seguía siendo vulnerable. Solo se estaba preparando para que la hirieran. Por todo lo que sabía, él podía estar viéndose con alguien en ese momento. Quizá esa era parte del período de prueba.


«Defectos de carácter», se recordó. No podría encontrarlos si no pasaba al menos algo de tiempo con él.


Por esa vez… después, lo vería solo si Matías se hallaba presente.


–Entonces, estás de suerte –le contestó–. Porque tengo ambos.



AVENTURA: CAPITULO 13

 


Si quería ser justa, ella había dispuesto de nueve meses para acostumbrarse a la idea de ser madre. A él le habían arrojado un hijo en el regazo sin previa advertencia y en ese momento esperaba que tomara una decisión que tendría un impacto tanto en él como en el pequeño para el resto de sus vidas.


¿Podía culparlo por decantarse por el lado de la cautela? Era evidente que había pensado mucho en el asunto y parecía tener en mente lo mejor para Matías. Por no mencionar que Pedro había mostrado vulnerabilidad, algo que debía haberle resultado duro. Era un hombre triunfador y muy respetado. Reconocer que tal vez no diera la talla como padre no debía de haberle resultado fácil. Alabó su honestidad.


–Supongo que un período de prueba es lógico –le dijo–. Visitas supervisadas, por supuesto.


–Por supuesto –coincidió él.


Lo que significaba tener que pasar tiempo con Pedro. El simple hecho de tenerlo en su casa, recordando todas las veces que habían estado allí juntos, hizo que se sintiera hueca por dentro. Sola. Desde que rompieran, ni siquiera había mirado a otro hombre. En las funciones sociales a las que había ido con su padre, los hombres habían tratado de entablar conversaciones con ella, de invitarla a bailar, pero, simplemente, no estaba interesada.


Si un año y medio no había evaporado sus sentimientos por Pedro, quizá estaba destinada a amarlo siempre. O tal vez estar cerca de él haría que comprendiera que no era tan maravilloso como solía pensar. Debía tener defectos. Quizá todo ese tiempo lo había hecho crecer en su mente, convirtiéndolo en algo que no era.


La llenó una sensación renovada de esperanza. Tal vez eso terminara resultando positivo para ella. Pero debían ir con cautela.


–También creo que sería mejor que nadie estuviera al tanto de esto –le dijo.


Él se mostró aliviado, probablemente porque le preocupaba su puesto en Western Oil. Pero había más.


–Creo que es una buena idea –corroboró.


–Debemos ir con sumo cuidado. Estas cosas tienen la tendencia a estallar y eso podría ser devastador para Matías.


–Es un bebé. No podrá leer el periódico.


–Todavía. Pero algún día lo hará. Si por cualquier motivo tú decides que no puedes formar parte de su vida, no quiero que sepa de tu existencia. Si tu identidad se revela ahora, puedes apostar que con el tiempo lo sabrá. Además, mi padre adora a Matías, pero como se enterara de que tú eres el padre, sabrá que nuestra aventura fue otro modo de desafiarlo. Por cuestión de principios nos desheredará a Matías y a mí.


–¿Sigues tratando de ganar su afecto?


–Me importa un bledo lo que piense de mí, pero Matías tiene un futuro en Chaves Energy, si decidiera que es lo que quiere. Ahora mismo es su legado. No parece justo negárselo por mis propios y egoístas motivos.


–Sin embargo, si decido formar parte de su vida, te arriesgas a que pierda eso mismo.


–Porque sé que su verdadero padre es muy importante. Necesita una influencia masculina en su vida, y en la actualidad mi padre es lo mejor que tiene. ¿Quién sabe? Quizá Matías no esté destinado a fallarle. Conmigo, jamás pareció superar el hecho de que nunca fui el hijo que siempre había querido.


–¿Solo eso fui para ti? –preguntó él–. ¿Otra manera de desafiar a tu padre?