Paula podría haberse disculpado, pero sabía que sería mejor ir con cuidado. Había demasiado en juego. El corazón de Pedro.
—¿Por qué iba a mentirte?
—¿Ahora yo también soy parte de tu investigación?
—¿Por qué iba él a mentir, Pedro?
—¿Quién dice que miente?
—El gobierno de Estados Unidos. Mi contacto está en un departamento federal en Chicago.
—Algo exagerado, ¿no crees?
—Me puse en contacto con Carla como amiga, no como agente federal.
—¿Por qué?
—Porque hay algo en Julian que no cuadra…
—Ya te he dicho lo que es. Estuvo a punto de ahogarse…
—Pedro, olvídate de que es tu hermano solo por un momento. ¿Por qué iba a mentir sobre su pasado?
—Desde luego no has tardado en llevar a cabo tu venganza.
—¿Venganza por qué?
—Por intentar ligar contigo.
—¿Crees que se trata de eso?
—Dímelo tú. Primero me dices que ligó contigo, luego me dices que es un mentiroso.
—Yo no te he dicho que ligara conmigo. Has sacado tú el tema.
—De hecho ha sido él quien lo ha sacado. Me lo dijo inmediatamente. Expresó su arrepentimiento.
—Bien por él —contestó ella con rabia—. ¿Y no se te ha ocurrido pensar por qué ha hecho eso? ¿Lo que podía ganar?
—Seguro que estás a punto de decírmelo.
Paula habló con la voz cargada de pena. Algo hermoso estaba muriendo. Podía sentir cómo se le escapaba entre los dedos.
—¿De verdad tengo que hablarte sobre las acciones preventivas? Julian sabía que lo harías pedazos cuando descubrieras que me había tocado, así que actuó primero. Fue pura estrategia, Pedro. Es listo.
—Decídete, Paula. Primero dices que tiene el cerebro dañado y al minuto dices que es Einstein. Hay algo que no comprendo. Si estás tan decidida a meterte entre nosotros, ¿por qué no me dijiste que había intentado algo contigo?
—¡Tal vez porque las suyas no fueron las únicas manos que me tocaron aquella noche!
Nada más ver su cara pálida supo cómo debían de haber sonado sus palabras. Sintió un vuelco en el estómago.
—Pedro…
Pero Pedro se alejó de ella en dirección a la puerta y lanzó el informe sobre la mesa.
—Mantente alejada de mi familia.