lunes, 29 de noviembre de 2021

CORAZON INDOMABLE: CAPITULO 64

 


Correr a oscuras por el bosque le resultaba extrañamente familiar. Le recordaba a las múltiples misiones secretas, como si no hubiera pasado el tiempo desde que estuviera en activo.


Una parte de él temía por Paula. No estaba acostumbrada a aquel bosque, y menos aún corriendo. Y no tenía el tobillo totalmente curado.


Existía la posibilidad de que se hiciera daño.


Se reprendió a sí mismo por preocuparse. Paula había delatado a su hermano sin dudarlo un instante…


La persecución continuó. Entonces, de la nada, un movimiento llamó su atención. Paula había dejado de correr y se acercó cojeando hacia él por la derecha.


—¡Así no voy a encontrar a Lisandro, Pedro! —exclamó con la respiración entrecortada.


—Deberíamos pedir refuerzos.


—Tú eres mi refuerzo, Alfonso. Ayúdame o apártate de mi camino.


Elegir. Julian o Lisandro.


Un hombre adulto que había tomado sus propias decisiones en la vida o un niño de ocho años que necesitaba ayuda.


Elegir entre la familia y…


El corazón comenzó a latirle con fuerza.


En las últimas semanas había empezado a pensar en Lisandro como familia. Pensaba en Paula como si fuera su familia. La idea de que madre e hijo pudieran perderse en el bosque y acabar heridos le resultaba insoportable. Paula sabía mucho sobre vigilancia, pero apostaría a que no sabía nada sobre rastreo.


Su expresión debió de responder por él, porque ella suspiró y dijo:

—Déjame ir. Déjame encontrar a Lisandro.


—No. No sin ayuda. Voy contigo.



domingo, 28 de noviembre de 2021

CORAZON INDOMABLE: CAPITULO 63

 


—¡No está! Su cama está vacía.


Paula salió corriendo de la casa y prácticamente cayó entre sus brazos con el cuerpo tembloroso.


—¿Cómo va a haberse marchado? Estábamos sentados en el porche — dijo él.


—La ventana. Habrá bajado por la pared —se giró hacia la oscuridad y gritó el nombre de su hijo en el silencio de la noche—. Dios, ¿y si nos ha oído discutir?


—Entonces se habrá ido hace pocos minutos.


—Tengo que encontrarlo —se dio la vuelta y regresó a la casa seguida de Pedro. Los niños pequeños y la maleza australiana por la noche no eran una buena combinación. Su corazón estableció un ritmo familiar. El ritmo del combate, el ritmo para el que su mente estaba entrenada. Latidos que dirigían sus pensamientos y que evitaban que perdiera el control.


No podía permitírselo con Paula desestabilizada.


Pero no iba a quedarse parado sin hacer nada mientras otro niño estaba en peligro. Su hermano tendría que esperar.


Se puso tras Paula mientras ella vaciaba el contenido de su mochila sobre la mesa de la cocina. Agarró el GPS, lo encendió, miró hacia el techo y cerró los ojos. Finalmente el aparato le devolvió la señal.


—¿Es para localizar a Lisandro?


—No tengo tiempo para otro sermón sobre el exceso de protección. Tengo que encontrar a mi hijo.


El aparato comenzó a pitar con fuerza. Paula lo dirigió hacia la puerta y el pitido se intensificó.


—¿Cuál es la fuente?


—Su mochila —Paula volvió a guardar todo en su mochila, se la colgó al hombro y salió corriendo hacia la puerta.


—¡Paula, espera! —apenas tuvo tiempo de agarrarle el brazo cuando pasó frente a él.


—Vete a buscar a Julián —dijo ella—. Déjame ir a buscar a mi hijo.


—También es peligroso para ti ir ahí fuera, Paula.


Ella lo miró fijamente, se zafó de su mano y salió corriendo. Era rápida cuando se lo proponía. Ya estaba a medio camino hacia los árboles antes de que pudiera alcanzarla. ¿Acaso sabía hacia dónde ir? Mantuvo la vista fija en el azul de su jersey. En pocos segundos, desapareció en la oscuridad.





CORAZON INDOMABLE: CAPITULO 62

 


Y allí estaba. Ella llevaba en su vida solo unas semanas. ¿Qué posibilidades tenía contra el chico al que Pedro había pasado una vida entera intentando defender?


Se echó a un lado y lo dejó marchar.


Pedro odiaba que aquél fuese el recuerdo que se llevaría consigo para el resto de su vida. El dolor en el rostro de Paula. La confusión, la traición.


En el último momento se dio la vuelta y le dio un beso en el pelo. Sabía que no habría más besos. Ella ni siquiera deseaba eso, pues se apartó violentamente y se dirigió hacia la puerta.


Y entonces desapareció. Volvió dentro, con su familia.


Él se dio la vuelta para ir a buscar a la suya. La que le quedaba.


Mientras caminaba hacia su coche, intentó empujar aquella sombra oscura hacia el fondo de su alma, donde habitaban las demás. ¿Qué más daba un poco más de dolor en su vida? Intentar recuperar su vida era una fantasía absurda. Los hombres como él no tenían finales felices. No se lo había ganado.


Justo cuando se disponía a abrir la puerta del coche, un grito agudo rompió el silencio de la noche.


—¡Lisandro!


Pedro se dio la vuelta y salió corriendo hacia la casa, y hacia la mujer que gritaba en su interior.




CORAZON INDOMABLE: CAPITULO 61

 


Paula sintió su pecho tan vacío y viejo como las cavernas que a Pedro le gustaba explorar. Como si todo lo que había dentro hubiese quedado suspendido en el tiempo, esperando a que el hombre perfecto lo iluminase con su luz y revelase sus misterios. Aunque durase poco, había sido espectacular.


—¿Aun así quieres que me vaya?


—Sí.


—¿Porque he delatado a tu hermano?


—Porque tenías que hacerlo. No quiero colocarte en esa posición, Paula. Que tengas que elegir entre tus valores o yo. He estado en esa situación y sé lo mucho que puede llegar a afectar a largo plazo. No puedo garantizar que no volvamos a estar en esa posición. Los momentos cruciales de mi vida han estado basados en malas decisiones. Cuando Julian estuvo a punto de ahogarse. Cuando no evité que el teniente matara a aquel niño. Cuando lo denuncié. Cuando dejé que mi padre se marchara, solo…


—Tienes una estrella en tu pared, Pedro.


—¿Tienes idea de por qué la conseguí? Me dispararon tres veces cuando mi unidad salía de un pueblo en zona de guerra. Me até a la parte delantera del vehículo y seguí disparando mientras retrocedíamos a toda velocidad hacia el desierto.


—¿Y qué tiene eso de indigno? Suena extraordinario.


—Me até con las correas de los rifles de mis compañeros muertos para que no me dejaran atrás si me desmayaba. Morir a manos de… —se levantó de la mecedora y atravesó el porche—. Morir solo.


—Eso solo te hace humano, Pedro.


—Se supone que he de ser sobrehumano, Paula. Proteger a los demás. Debo cuidar de los otros, no de mí. Le fallé a Julián, le fallé a ese niño en el desierto y ahora te estoy fallando a ti.


—¿En qué?


—Tengo la oportunidad de ayudar a Julián. Compensarle por lo que le ocurrió cuando yo estaba demasiado ocupado ligando con unas adolescentes como para cuidar de él. Compensarle por los retrasos en su educación. Se lo debo.


—Julián ha tomado sus propias decisiones, Pedro. Como niño y como adulto. Todos tomamos decisiones y hemos de vivir con las consecuencias.


—Es mi hermano pequeño, Paula. Y está en apuros. Si fuera Lisandro, ¿no harías todo lo que estuviera en tu poder para ayudarlo? ¿Sin importar qué camino hubiera tomado?


—Sí, lo haría. Pero tú mismo me dijiste que parte del viaje de todo chico consiste en defenderse solo. En cometer sus propios errores. Me dijiste que no puedo proteger a Lisandro de todo.


—No es lo mismo.


—¿No? Tal vez sea hora de que Julian crezca.


Los ojos de Pedro se oscurecieron.


—Debería irme.


Allí estaba. Era la última vez que lo vería.


—¿Vas a advertir a Julián?


—Tengo que hacerlo, Paula. Por favor, compréndelo.


—Hablaba en serio, Pedro. No puedo mantener a Lisandro aquí, tan cerca del peligro.


—Yo también hablaba en serio.


—¿Al decir que debería irme?


—Los dos deberíais. Marchaos a un lugar donde podáis ser felices. Donde la oscuridad no os envuelva.


—¿Tanto quieres a Julián? ¿Tanto que es más fácil dejarnos ir a nosotros que a él?


Ninguno de los dos fingió que no hubiera nada entre ellos.


—Tiene que ser así. No se trata de mí.


—¿Y si él no merece el sacrificio?


—Es mi hermano.




sábado, 27 de noviembre de 2021

CORAZON INDOMABLE: CAPITULO 60

 


Paula sintió un vuelco en el corazón. Creía que había desarrollado cierta inmunidad a los reproches después de una infancia como la suya.


—No estoy haciendo esto para atrapar a Julián. Estoy haciéndolo para protegerte.


—¿Por qué?


—Porque va a traicionarte. Y porque le quieres.


«Y porque te quiero».


Paula sintió un escalofrío al pensar en ello. Se agarró a la barandilla e intentó aparentar que lo único que estaba haciendo era ordenar sus ideas, cuando en realidad estaba luchando por respirar.


—¿Harías algo por mí, Paula? Si te lo pidiera, ¿dejarías la investigación? ¿Confiarías en mí para encargarme de esto a mi manera?


A Paula se le agolpaba la sangre en los oídos y tenía el estómago hecho una pelota. Todo aquello en lo que siempre había creído pendía de un hilo frente a ella, junto con todo lo que siempre había deseado. Y no podía tener ambas cosas. Una la convertiría en una traidora hacia sus principios.


La otra traicionaría a Pedro.


Vio la agonía en sus ojos y su corazón respondió por ella.


—Si estuviera en mi poder, sí, lo haría —contestó—. Pero no puedo quedarme si eso ocurre. Tengo que pensar en Lisandro. Él es todo lo que tengo.


Pedro cerró los ojos y asintió.


—Deberías irte. Alejarlo de aquí. De mí.


Ella asintió también, incapaz de articular palabra, sabiendo lo que venía después. Y lo que tenía que decirle.


—Sé lo que esto significará para ti y no te lo pediría a la ligera. Es mi hermano pequeño, Paula. Mi Lisandro —le agarró las manos—. Así que te lo estoy pidiendo. ¿Confiarás en mí para encargarme de esto a mi manera? ¿Lo dejarás pasar?


Si decía que sí, tendría que llevarse a Lisandro de WildSprings. Y si decía que no, Pedro nunca la perdonaría.


De cualquier manera, iba a perder a Pedro.


—Ya he escrito a los de aduanas.


Pedro cerró los ojos y dejó caer la cabeza como si ya no pudiera tolerar su peso un segundo más. Como si hubiera esperado su traición.


—Claro que lo has hecho.


—Tenía que hacer lo correcto…


—Lo sé.


—¿Qué quieres que haga? —preguntó ella en un susurro.


—Aun así deberías irte.



CORAZON INDOMABLE: CAPITULO 59

 


—¿Paula? ¿Qué sucede? Tu mensaje parecía urgente.


Paula estaba temblando, y no solo por el aire frío de la noche. También por la adrenalina. Por la ansiedad. ¿Cómo diablos iba a empezar esa conversación?


«Gracias por venir, Pedro. Ah, por cierto, tu hermano es oficialmente un criminal. ¿Un café?».


—Estás temblando —dijo él tras agarrarle las manos—. Siéntate.


—¿Podemos hablar fuera, Pedro? Lisandro está durmiendo.


—Claro —contestó él con el ceño fruncido—. ¿Es que vamos a ponernos a gritar? Si es por lo del otro día…


—No —dijo ella con un susurro—. Al menos no directamente. Por favor, vamos fuera.


En el porche de atrás, Paula comenzó a dar vueltas de un lado a otro para ordenar sus pensamientos. Él la observaba, pero sin hablar.


Finalmente reveló la parte más fácil de la historia.


—Julian mató a ese canguro.


—Paula…


—Escúchame. Encontré el coche aquella noche en el acto benéfico, cuando me torcí el tobillo. Era de Julián. Hace una hora me lo han confirmado los de tráfico.


Pedro apretó la mandíbula y se dio la vuelta.


—¿Sigues detrás de él?


—Nunca he ido tras él, Pedro. Pero ahora sí.


—Paula, se arrepiente. Me dijo que…


—¿Quieres escucharme? Esto no tiene nada que ver con que tu hermano intentara ligar conmigo. Ni siquiera sabía que era tu hermano a quien estaba investigando cuando pedí que analizaran el número de matrícula. Solo estaba haciendo mi trabajo.


Pedro la miró de reojo con los párpados entornados.


—Atropello al canguro y no lo dijo —añadió ella.


—Pues demándalo, Paula. Si atropello al canguro, le daré un sermón sobre responsabilidad. No es nada bueno, pero tampoco es una ofensa federal.


Pedro, hay más…


—Oh, apuesto a que sí. Eres entusiasta en tu búsqueda de la justicia.


Paula se sintió juzgada por sus palabras y se le formó un nudo en la garganta.


—Pero no pares ahora, Paula. Escúpelo todo. ¿Qué más ha hecho mi horrible hermano?


—Estoy… estoy preocupada por las cacatúas. El agujero en la verja… Creo que Julián está implicado. El informe de aduanas ha…


—¡Para!


—Fue expulsado de Estados Unidos con cargos por drogas, PedroCargos serios. Tiene un informe criminal.


Paula vio las emociones en su rostro, un rostro que había llegado a adorar. El horror, la pena, la aceptación.


—Lo sé.


Ella se quedó mirándolo durante varios segundos sin saber qué decir.


—¿Entonces por qué me he partido el corazón para intentar decírtelo?


Pedro se sentó en la mecedora del porche.


—Tuvo que venir a casa. Eran parte de sus condiciones. Que viviera conmigo. Aquí. Quería tener la oportunidad de demostrar que había cambiado. De empezar de cero.


—Lo comprendo.


—Creo que todos lo comprendemos.


—Y crees que estoy robándole esa oportunidad.


—¿Acaso no estás haciéndolo?




CORAZON INDOMABLE: CAPITULO 58

 

Paula se acercó el portátil y abrió su correo. Los chicos de aduanas no lo verían hasta por la mañana, pero alertarlos sobre el tema era primordial.


Sería mejor que tuvieran WildSprings en su radar.


Se encontraba detallando el incidente cuando el ordenador pitó para avisarla de que había terminado de cargar el correo de entrada. Miró de quién eran los nuevos correos. Había dos. Daniel, de la policía; y Carla, de Chicago.


Abrió primero el de Daniel y se quedó perpleja contemplando la pantalla.


El cuatro por cuatro que había atropellado al canguro estaba registrado a nombre del hermano de Pedro. Julian. ¿Pero por qué no había dicho nada?


Tenían un sistema para informar sobre animales heridos en WildSprings. No era como si fuese una ofensa criminal.


Paula negó con la cabeza. Dentro de poco iba a empezar a ver terroristas en la sombra. Menos mal que no había enviado su correo lleno de teorías de conspiración. Eso habría resultado embarazoso.


Borró el correo que había estado media hora redactando, abrió el de Carla y comenzó a leer.


El estómago le dio un vuelco.