Paula se acercó el portátil y abrió su correo. Los chicos de aduanas no lo verían hasta por la mañana, pero alertarlos sobre el tema era primordial.
Sería mejor que tuvieran WildSprings en su radar.
Se encontraba detallando el incidente cuando el ordenador pitó para avisarla de que había terminado de cargar el correo de entrada. Miró de quién eran los nuevos correos. Había dos. Daniel, de la policía; y Carla, de Chicago.
Abrió primero el de Daniel y se quedó perpleja contemplando la pantalla.
El cuatro por cuatro que había atropellado al canguro estaba registrado a nombre del hermano de Pedro. Julian. ¿Pero por qué no había dicho nada?
Tenían un sistema para informar sobre animales heridos en WildSprings. No era como si fuese una ofensa criminal.
Paula negó con la cabeza. Dentro de poco iba a empezar a ver terroristas en la sombra. Menos mal que no había enviado su correo lleno de teorías de conspiración. Eso habría resultado embarazoso.
Borró el correo que había estado media hora redactando, abrió el de Carla y comenzó a leer.
El estómago le dio un vuelco.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario