El lunes llegó demasiado pronto, por lo menos para Paula. Miró el reloj. Era casi la hora de empezar la reunión. Juntó todas las notas que había tomado y se las puso delante. Pedro se había ido a trabajar muy temprano por la mañana para una reunión especial con Eduardo, de modo que ella se fue a la oficina con Brian. Agradecía ese descanso, ya que con los nervios que tenía, no hubiera podido enfrentarse ni por un momento con Pedro. Había practicado con Brian la presentación de la propuesta y él le había ayudado extraordinariamente coordinando la reunión y revisando la propuesta. Todo estaba listo… tan listo como era posible.
Paula respiró profundamente y se puso de pie cuando Brian asomó la cabeza por la puerta.
—¿Todo listo? —le preguntó.
—Sí —le contestó ella—. ¿Pedro y Eduardo están de acuerdo?
—No hay problema. Les he dicho que tenemos que hacer una reunión imprevista para que tú presentes algo. Probablemente pensarán que es algo referente al personal de la oficina.
Paula hizo girar los ojos en sus órbitas.
—¡No voy a poder hacerlo!
—Deja de preocuparte. Lo harás bien. Estás bien preparada. Como te dije antes, el truco consiste en convencer a Eduardo «antes» de que menciones a Bradford. No se trata sólo de dinero; Edu va más por el prestigio. Si nos ganamos a Edu, no importará lo que haga Pedro. Ellos dos controlan la mayoría de las acciones, pero si no los podemos convencer, ya nos podemos ir buscando un refugio.
—Ya lo sé.
Ella tomó sus papeles y salió del despacho con Brian a su lado. Se detuvo en la puerta de la sala de juntas y le puso una mano en el brazo.
—Es un buen trato ¿no es así, Brian?
—Lo es. Me gustas, Paula, pero no estaría a tu lado si esto no fuera bueno para la compañía —le dijo él apretándole el brazo.
Paula abrió la puerta y entró en la habitación. Eduardo, Pedro y una secretaria ya estaban allí, sentados alrededor de una mesa rectangular. Brian se sentó delante de Paula y le hizo una señal de ánimo. Eduardo presidía la mesa con la secretaria preparada para tomar notas a su derecha. Pedro estaba sentado al otro extremo, con un cuaderno y un lápiz delante suyo; parecía abstraído dibujando figuritas. Levantó la mirada rápidamente y se encontró con la mirada de Paula. Ella le sonrió dudosamente, pero él le devolvió sólo una mueca.
Pedro se levantó de la mesa y se acercó a ella. Se inclinó y ella levantó el rostro. Por un momento, ella pensó que iba a besarla, antes de darse cuenta de lo fuera de lugar que estaría eso en el sitio donde se hallaban. En vez de eso, le susurró al oído:
—¿De qué se trata todo esto?
—Me… me han hecho una propuesta de negocios. Creí que era adecuado convocar una reunión.
—¿Quién te la ha hecho? —le preguntó él.
No tuvo tiempo de contestar porque Eduardo los llamó al orden. Pedro la miró confundido y se volvió a su asiento de mala gana. Eduardo hizo algunas puntualizaciones que consideraba necesarias y, poco después, le preguntó a Paula.
—Ahora ¿a qué demonios se debe todo esto, Paula? ¿Para qué ha tenido que ser convocada la reunión del consejo de administración?
—Quería hablaros a todos juntos acerca de una propuesta que me han presentado para la «Alfonso Corporation».
—¿Y no podríamos hablar de esto en casa, a la hora de cenar?
—No. Necesitaba algo más oficial y, dentro de un momento veréis la razón —les dijo, respirando profundamente y poniéndose de pie—. Caballeros, tengo una proposición de un tercero que desea hacer una inversión muy sustancial en «Alfonso Corporation».
Eduardo miró a Pedro.
—Esto puede tener algo que ver con esos rumores que oí en la fiesta el sábado pasado. Tal vez ahora podamos llegar al fondo de la cuestión.
Pedro sólo asintió como respuesta, mirando con curiosidad a Paula, mirada que ella procuró no ver mientras continuaba:
—Aquí tenéis copias de la propuesta escrita, que me gustaría fuerais leyendo mientras yo voy a los puntos más importantes —les dijo pasándoles unos folios.
—Somos una compañía familiar, Paula. Ya sabes eso. No tenemos interés en terceros inversores. De todas formas ¿quién es esa persona?—le preguntó Eduardo.
Paula le pasó unos folios e ignoró su pregunta.
—Como podéis ver los números que se expresan, estamos hablando de una gran cantidad de capital —dijo ella, dándose cuenta de la mirada de Brian y cambiando de táctica—. Aceptar esta oferta puede significar que, virtualmente, se doblen los activos de Alfonso, transformándola en una de las mayores compañías de la industria.
Eduardo estudió la primera página.
—Muy impresionante —dijo mientras leía su contenido—. Es una oferta muy interesante y lucrativa. De todas formas, siento curiosidad de saber por qué no se han puesto en contacto conmigo, Pedro o Brian. ¿Por qué han ido a ti, Paula?
—Era la más accesible.
Pedro sonrió, dejando caer la cara sobre el pecho, de forma que nadie lo pudiera ver. Desde el primer momento en que vio la propuesta, se había dado cuenta de quién estaba detrás. La mano de Darío Carmichael le resultaba tan familiar como la suya propia. Había sentido cómo la ira le borboteaba bajo la superficie y estaba a punto de explotar y decírselo, cuando se contuvo y se lo pensó mejor. Quería saber cómo intentaba ella seguir con eso.
Eso sí, tenía que concedérselo, la propuesta era profesional, detallada y muy ajustada a la situación real de la empresa. Se estremeció al pensar en cómo ella o Dario podían estar tan bien informados de sus finanzas.
Paula estaba jugando con su hermano hábilmente. No podía evitar que parte de él estuviera orgulloso de ella. Tenía que admitir que tenía agallas suficientes como para enfrentarse con todos ellos en esto. Su hermano era un duro e inteligente hombre de negocios, pero ella estaba haciendo con él lo que quería. Sus datos eran claros, concisos y puntuales.
También se dio cuenta de algo más, mientras escuchaba atentamente cómo ella le vendía el producto a Eduardo. Tenía razón. Era una oferta sólida y podía ser buena para la compañía. Se obligó a sí mismo a leer los folios que tenía delante. Eso tenía sentido. Podría resolver muchos de sus problemas tanto a corto como a largo plazo. Aún más, se parecía extraordinariamente al plan original de su padre. La entrada de dinero podría permitirles llevar a cabo programas que llevaban años siendo sólo teorías. Estarían locos de no aceptar aquello.
Si no estuviera mezclado Dario Carmichael…
Necesitaba pensar seriamente en eso. ¿Y qué pasaría si realmente Darío no hubiera tenido nada que ver con la muerte de su padre? ¿Era él el que estaba actuando mal al no perdonarlo? ¿Es que simplemente era un cabezota? Deseaba con toda su alma que nunca se hubiera producido esa confrontación.
Pero eso ya no tenía sentido. Pedro necesitaba aclararse la mente y, rápidamente, para ver si le daba a Darío el beneficio de la duda y apoyar en esto a Paula. No importaba lo buena que fuera su presentación, ya que sabía que, una vez que Eduardo supiera que el autor de la propuesta era Darío, se acabaría el juego. Ella lo necesitaba a su lado o se caería con todo el equipo