lunes, 31 de mayo de 2021

EL TRATO: CAPÍTULO 56

 


Observó a su hermano mayor. Paula lo estaba haciendo muy bien. Tenía a Eduardo haciéndosele la boca agua ante la perspectiva que le estaba presentando. El hecho de verse como presidente de una compañía gigante de la industria era demasiado tentador, incluso para Eduardo con su fuerte sentimiento de que la compañía era sólo para la familia como para resistirlo. De todas formas, era sólo cuestión de tiempo el que se mencionara el nombre de Carmichael y entonces, lo sabía, Eduardo podía explotar.


—Así que ya ves, Eduardo. Ésta es una oportunidad entre un millón, una que no va a volver a presentarse, estoy segura. ¿Qué me decís?


Eduardo levantó la mirada de los papeles que tenía delante.


—Tendría que ser un idiota para decir que no estoy interesado, Paula. Incluso mi padre, que nunca quiso extraños en la compañía, podría ver seriamente esta oferta. Pero todavía no tengo muy clara la fusión. Los datos están todos aquí, pero ¿de qué compañía estamos hablando? No veo que se mencione su nombre por ninguna parte.


Paula sintió cómo el sudor le corría por el escote. La hora de la verdad había llegado. Miró a Brian y se dio cuenta del leve gesto de asentimiento que le hizo con la cabeza. Tomó el siguiente montón de folios y los fue pasando a todos.


—Esto responderá a todas tus preguntas, Eduardo.


Eduardo se puso a leer la primera página y todo el mundo contuvo la respiración cuando su redondo rostro se puso blanco, luego de un rojo brillante desde el cuello hasta el cabello. De repente el cuello de su camisa pareció quedarle más pequeño. Paula se quedó helada cuando él empezó a despotricar.


—¿Br… Bradford Ltd? ¡Dios! ¡Dario Carmichael! ¡No me puedo creer que hayas hecho esto! ¿Tienes idea de lo que este hombre nos ha podido hacer?


—Tráigale un vaso de agua a Edu, por favor —le dijo Pedro a la secretaria.


La mujer salió rápidamente de la habitación mientras Edu los apuntaba a todos con un dedo acusador.


—¿Todos vosotros lo sabíais? —dijo dándole un puñetazo a la mesa—. ¿No es así?


—Cálmate —le dijo Brian—. No dejes que tus emociones se sobrepongan a tu buen sentido. Mira los hechos. Hace dos minutos, estabas diciendo que era un buen trato y estabas a punto de morder el anzuelo. Pues bien, el trato no ha cambiado.


—¡Oh, sí, sí lo ha hecho! —rugió Eduardo—. Supongo que te has olvidado de lo que él ha hecho ahora que estás tan deseoso de hacer negocios con él. ¿No es así, Brian? ¡Estás con ella en esto! ¡Bueno, pues yo no! ¡No quiero hacer negocios con un ladrón y un truhán!


—Dario Carmichael no es nada de eso —dijo Paula.


—¡Tú no sabes nada de esto, jovencita! ¡Todo lo que has hecho ha sido causarme problemas a mí y a mi familia! ¿Cómo te atreves a defender a ese hombre?


—Tómatelo con calma, Eduardo —le dijo Pedro indicándole el vaso de agua que tenía delante—. Bebe un poco, antes de que te dé algo.


Eduardo le hizo caso y le dio un trago al agua, mirando a sus hermanos y a Paula por encima del borde del vaso.


—¿Y de qué lado estás tú, Pedro?


Todas las miradas se volvieron hacia Pedro. Él sintió más que ninguna la de Paula. Respiró profundamente y rezó porque lo que iba a hacer estuviera bien.


—Es un buen trato, Edu. Necesitamos el dinero. Y, tenías razón, hasta papá estaría de acuerdo en esto. Creo que deberíamos aceptarlo.



No hay comentarios.:

Publicar un comentario