viernes, 17 de junio de 2016
TU ME HACES FALTA: CAPITULO 9
En cuanto se metió en la cabina, ella se desabrochó el cinturón y se acercó a sus maletas. Cogió la más grande y la abrió arrodillándose en el suelo. Se agarró cuando despegaron para no deslizarse y cogió lo primero que pilló que era un vestido blanco por encima de las rodillas. Se quitó el vestido verde y miró el vientre tenía manchadas hasta las braguitas y se las quitó rápidamente. Se limpió los restos de sangre como pudo con la botella de agua y una camiseta vieja. Tendría que ser suficiente hasta llegar a un baño. Después de vestirse con ropa interior limpia, se puso el vestido blanco y cerró la maleta metiendo la ropa en una bolsa de plástico. Buscó un cubo de basura y como no lo encontró, metió la bolsa en la maleta en el compartimiento superior de la maleta. La cerró y se fue hasta su asiento dejándose caer. No sabía muy bien cómo se sentía.
Decepción era el sentimiento que más le asaltaba, pero también la rabia y la pena. Le parecía mentira que una hora antes discutiera con él para quedarse y ahora mintiera para irse. Como podían cambiar las cosas en unos minutos.
Cuando aterrizaron se levantó rápidamente y se colocó la correa del bolso en el hombro. Fue hasta sus maletas y las cogió. Bill la miró sorprendido cuando la vio ya preparada.- ¿Hay algún sistema para ir a la Terminal?
El hombre frunció el ceño-Si quiere puedo acompañarla hasta allí.
-Gracias- sonrió y cuando el hombre abrió la puerta Paula se quedó de piedra al ver a Pedro. ¡Mierda, habían vuelto al mismo aeropuerto!
-¿Qué coño hace ella aquí?- preguntó subiendo la escalerilla con un vendaje que le cubría todo el antebrazo.
Bill la miró confundido- Me has pedido que la lleve a casa y me ha dicho que la dejara en la Terminal.
-¡Quería decir el rancho!- exclamó mirándola con los ojos entrecerrados. – ¿Creías que quería que te fueras?
-Sí- mintió descaradamente. No quería dar más explicaciones.
Él dio un paso hacia ella- ¿Y me hubieras hecho caso?
¡Porque hasta ahora no ha funcionado!
Paula desvió la mirada para que evitara que la viera dolida.- Bill ¿por qué no te encargas de repostar? –preguntó suavemente sin dejar de mirarla.
El hombre los miró frunciendo el ceño antes de salir del avión.- Paula…-Se negó a mirarle y él la cogió de la barbilla para que lo mirara- Lo siento ¿vale?
-¿Qué parte?
-Siento haberte gritado cuando volví en mí. Nada desde que te subiste a ese avión fue fácil y te ocupaste de todo cuando yo no podía.
Le miró con desconfianza. Parecía sincero.- ¿Eso significa que si me caigo no me echarás?
Pedro se echó a reír y asintió –Está bien. Si te caes, no te echaré.
-Bien. –Dejó las maletas en su sitio y volvió a su asiento a sentarse.
-Nena…
Ella se volvió con el ceño fruncido- ¡Es Pau!
Puso los ojos en blanco antes de señalar la puerta-Tienes que bajar.
-¿Por qué?
-¡Porque lo digo yo!
-Que pesado- dijo levantándose y yendo hacia la puerta.
-¿Vas a discutir todo lo que te digo? ¡Te recuerdo que soy tu jefe!
-Va- se acercó a la puerta y bajó los escalones.
-¿Va?
Ella ya en el suelo se volvió hacia el –Todavía no hemos llegado al rancho y me lo estoy pensando.
Pedro la cogió del brazo y la apartó de la avioneta. Ella se fijó que su camisa blanca tenía sangre en la manga y en el pecho.- ¿Cómo que lo estás pensando?
-¡Pues eso! ¡Porque eres intratable! –Pedro la miraba como si le hubieran salido dos cabezas. Como ya se lo había dicho y se sentía mejor, suavizó el tono.- ¿Te duele?
-Estoy bien.-con la mano sana se la pasó por el cabello.-Me estás volviendo loco- la fulminó con la mirada – ¿Quieres quedarte o no?
-¿Me aceptas?- una sonrisa iluminó su rostro y Pedro recorrió con su mirada su rostro.- ¿No me gritarás? ¿No me culparás por cosas estúpidas?-La mirada de Pedro la puso nerviosa. La observaba concentrado en sus pensamientos y se sonrojó ligeramente por su silencio- ¿Quieres contestar de una maldita vez?
Pedro entrecerró los ojos- Ya te he dicho que te acepto ¿a qué viene esta tontería?
Decepcionada porque no le respondía lo que quería, se dio cuenta que ella quería oírle decir cosas que en realidad no tenía por qué decir. Le gustaría oírle decir que le gustaría mucho que se quedara con él y también le gustaría oírle que la necesitaba. Y eso no podía ser. Darse cuenta de eso la dejó en shock y cuando Pedro bufó, le miró a los ojos decidiendo escurrir el bulto- Sólo quería asegurarme que …
-Sí, sí…- él se volvió dejándola con la palabra en la boca.
Aliviada le vio alejarse y gimió girándose buscando algo de intimidad. Tenía un lío mental que no sabía qué hacer. Sus pensamientos iban de un lado a otro y se iba a volver loca como continuara así. –Aclárate, Paula.- dijo para sí llevándose las manos al diafragma y respirando profundamente- ¡Joder, que viaje más largo!-¡No podía enamorarse de un hombre así! ¡Y además del otro lado del mundo! ¡Sara la mataría! ¡Sus padres la matarían!
Nerviosa empezó a caminar de un lado al otro pensando en todo lo que había pasado. Era el estrés del viaje. En cuanto se pasara allí una semana todo cambiaría. En ese momento tenía los nervios a flor de piel, pero en cuanto se diera una ducha y descansara un poco todo iría bien. Contenta por sus resoluciones se volvió y se detuvo en seco cuando vio a Bill y a Pedro mirándola fijamente. Cada uno con una cara. Bill la miraba con preocupación, mientras que su jefe la miraba como si le faltara un tornillo. Tomó aire y forzó una sonrisa- ¿Ya nos vamos?
-Sí, mueve el culo hacia el avión.- dijo Pedro como si fuera una molestia.
Sonrió radiante esperando que siguiera hablándole así mucho tiempo. En cuanto ella estuviera en sus cabales pensaría que era un idiota y asunto arreglado. Caminó hasta la escalerilla y se subió rápidamente. Se sentó en su asiento y abrochó el cinturón. Pedro se sentó en el del otro lado del pasillo mientras que Bill entraba en cabina.- ¿No vas con él?
-Quiero descansar- dijo cortante indicándole que no quería conversación.
Ella asintió sonriendo y miró al frente. Decidida a distraerse, sacó su maltratada novela y empezó a leer. Estaban despegando y ella no se inmuto- Mira, no hay mal que por bien no venga. Nada como un accidente de avión para que ya no tengas miedo a volar.
Ella sonrió sin despegar la vista del libro. Al cabo de unos minutos le miró de reojo y le vio dormido. Aprovechó para observarle bien. Desde su espeso pelo negro pasando por su recta nariz y bajando por sus finos labios. Suspiró al llegar a su cuadrada barbilla que empezaba a tener la sombra de la barba que no se había afeitado ese día. Entrecerró los ojos al ver un morado en su cuello. Parecía….se acercó lo suficiente mirando su cuello ¡Parecía un chupetón! Se enderezó en su asiento fulminándolo con la mirada. ¿De cuándo sería? Se volvió a acercar. No tenía zonas amarillas, así que era muy reciente. Jadeó indignada y miró el libro que tenía entre las manos. ¿No se habría ido con Marisa al baño del aeropuerto en la escala, no? Negó con la cabeza, Marisa le habría dicho algo. Tenía que ser anterior. De Nueva York.
¿Un rollete de una noche? Podía ser…
Estaba cavilando el tema y sin darse cuenta se quedó dormida
TU ME HACES FALTA: CAPITULO 8
Después de unos minutos frunció el ceño. ¿No tardaba mucho? Entrecerró los ojos pensando que como si le atropellaban una manada de canguros. Se cruzó de brazos moviendo los dedos sobre su antebrazo.- ¿Pedro?- gritó desde allí.
Como no respondía sí que se puso nerviosa y se levantó acercándose a la puerta. No veía a Pedro por ningún sitio y a los canguros tampoco, así que decidió salir. Al no ver las bengalas encendidas rodeó el avión por la cola y jadeó al ver aPedro tirado en el suelo.- ¡Pedro!
Se acercó corriendo y le volvió lentamente. Le sangraba el brazo izquierdo y estaba inconsciente. – ¡Pedro despierta!
El brazo sangraba bastante y se puso histérica. Miró alrededor intentando descubrir lo que había pasado hasta que vio una cola de canguro alejándose.- ¡Mierda, Pedro!
Tenía que sacarlo de allí por si volvían pero antes tenía que detener esa hemorragia. Pedro no llevaba cinturón, así que tenía que buscar otra cosa. Cogió la véngala y la encendió tirándola algo más lejos. Cogió la otra y corrió a la parte delantera del avión tirándola. Esperaba que eso evitara que se acercaran los animales. Entró en el avión a toda prisa y buscó un botiquín. En la caja donde Pedro había cogido las bengalas había un maletín de primeros auxilios y cargando con él fue hasta donde estaba Pedro. – ¿Y a ti quién te va a echar?- preguntó arrodillándose a su lado. Miró el antebrazo que en su interior tenía una herida abierta de arriba abajo- Estupendo- dijo ella entre dientes abriendo el maletín. Vio la cinta para practicar el torniquete y se la ajustó por encima del codo colocando delicadamente el antebrazo sobre su regazo. Gimiendo al ver el tamaño de la herida cogió un paquete de gasas y se lo cubrió procurando no tocar la herida para no infectarla más, presionando para evitar que sangrara. – ¡Pedro!- con la mano libre le dio unas palmaditas en la mejilla- ¡Pedro despierta! ¡Dijiste que me sacarías de aquí!- le gritó histérica.
El pánico comenzó a invadirla y miró la herida. Las gasas estaban empapadas y cogió más presionando la herida. Pedro gimió y ella suspiró de alivio. – ¡Pedro, abre los ojos!
Volvió a gemir intentando mover el brazo cuando Madeline oyó algo. – ¿Eso es un avión?
Nerviosa miró hacia arriba y casi llora de alivio cuando vio que se acercaba una avioneta.
-Pau…- susurró Pedro abriendo los ojos y llevándose la mano libre a la cabeza.
-¿Te duele?- preguntó de los nervios.- ¿Qué ha pasado?
-Me pilló desprevenido. Creo que ha sido un canguro pero no estoy seguro.- Intentó incorporarse pero ella le cogió del hombro.
-No te muevas- dijo nerviosa mirando hacia arriba. El avión estaba girando –Ya vienen a buscarnos, necesitas un médico.
No le hizo caso y se sentó apartando sus manos. Al hacerlo cayeron las gasas y pudo ver su herida- ¡Mierda!
-¿Te duele?
-¿Tú qué crees?- preguntó con burla.
-¡No me hables así! ¡Encima que te he salvado el pellejo!
La miró atónito- ¿Tú? ¿Y qué has hecho si puede saberse aparte de atraer a los canguros y de gafarme?
-¡Serás idiota!
Escuchó como aterrizaba el avión pero estaba tan aliviada de que se hubiera despertado y estaba tan furiosa por lo que le había dicho, que tenía ganas de arrearle. Se levantó dejando ver la mancha de su vestido. –Eres un desagradecido.
-Como si tú hubieras hecho algo- dijo cogiendo más gasas para cubrir la herida.- ¡Joder!
-Déjame ayudarte- dijo ella intentando tocar su brazo.
-¡Apártate de mí!- le gritó furioso.
Atónita le vio levantarse e ir hacia el avión que había aterrizado. Se abrió la puerta y un hombre bajó a toda prisa gritando por encima de los ruidos del motor- ¿Qué ha ocurrido?
-¡Llévame lo más cerca que puedas de un hospital!- el hombre que debía tener unos cincuenta años la miró y se acercó a ella que se había quedado clavada en el sitio.
-Señorita, ¿se encuentra bien?- le preguntó el hombre mirándola preocupado mientras Paula intentaba retener las lágrimas.
Asintió mientras él la cogía del brazo y la llevaba hasta el avión- Tenemos que irnos, señorita- dijo él sonriendo.
-Sí, claro- susurró ella dejando que la llevara hasta el avión.
Cuando subieron se dio cuenta que aquel avión no era igual que el anterior. Aquel tenía únicamente asientos. Entonces entendió que en el que habían volado antes era de carga. Se sentó donde le indicó el hombre e iba a abrocharse el cinturón de seguridad cuando vio la sangre en sus manos.
Nerviosa intentó limpiarse en la pechera del vestido.-No se preocupe por eso- dijo el hombre amablemente.
Abrochó el cinturón con las manos temblorosas y al levantar la vista vio que Pedro salía de lo que parecía una cabina- Vámonos de una vez, Bill. ¡Me voy a desangrar!
-Sí, jefe.
Pedro la fulminó con la mirada antes de volver a entrar en la cabina y ella se quedó allí sola. Sabía que ese viaje iba a ser duro pero aquello era demasiado. Sumida en sus pensamientos ni se dio cuenta de que habían despegado. Se apretó las manos con la sangre de Pedro sin ser consciente de cuánto tiempo había pasado. Solo veía la mirada furiosa de Pedro y parecía que la odiaba.
Volvió a la realidad cuando sintió que las ruedas del avión tocaban el suelo y miró por la ventanilla. Se detuvieron y una ambulancia estaba esperándolos con las luces encendidas.
Pedro salió de la cabina y sin mirarla siquiera, pasó a su lado sujetándose el brazo. Bill que le seguía abrió la puerta a toda prisa. –Llévatela a casa y vuelve a buscarme.-ordenó a Bill antes de bajar.
Bill la miró de reojo. Paula sin moverse seguía mirando al frente y le escuchó decir –Está bien, jefe.
Oyó como se cerraba la puerta y Bill se acercó por el pasillo- ¿Se encuentra bien?
Todos los nervios del viaje, todo el estrés de ver a Pedro allí tirado y pensar que se moría salió en ese momento y Paula se cubrió la cara estallando en lágrimas.- Tranquilícese, todo está bien. Se pondrá bien, es una herida limpia- Una mano le acarició la espalda y ella asintió.
-¿Podemos irnos?- le miró limpiándose las lágrimas. Tenía el pelo rubio con canas en las sienes y sus ojos eran marrones. Su sonrisa era agradable y parecía muy buena persona- No tengo mis cosas- susurró dándose cuenta de que todo había quedado en el avión. Su cartera, su pasaporte, todo.
-No se preocupe. Mis chicos se encargarán de recogerlo todo.
En ese momento lo único que quería era irse a su casa y le dijo – ¿No puede llevarme de vuelta al avión?
La miró con el ceño fruncido -El jefe me ha dicho que la llevara a casa.
-Sí, pero se refería a mi casa- dijo mintiendo descaradamente.
Billy entrecerró los ojos- ¿Y dónde vive?
-Sólo tiene que llevarme a la ciudad con aeropuerto internacional más cercano.
El hombre asintió.-Así que tengo que volver para que recoja sus cosas y después llevarla al aeropuerto más cercano.
-Sí- susurró apretándose las manos.
-Está bien- sonrió amablemente- ¿Necesita algo? ¿Agua?
-Sí, gracias.
Le acercó una botella de agua de plástico y bebió. Simuló una sonrisa y Bill le correspondió.-Bien, entonces nos vamos
-Sí, por favor.
Se dio cuenta que donde habían dejado a Pedro no estaba muy lejos del avión y aterrizaron enseguida. Bill le dijo que no se moviera que él iría a recoger sus cosas. Cinco minutos después colocaba sus maletas y las de Pedro en la parte de atrás del avión. Le entregó su bolso y le dijo –La dejaré en Perth.
-Muy bien- dijo sonriendo.
TU ME HACES FALTA: CAPITULO 7
Paula gritó histérica y apretó el cierre del cinturón mientras él salía de allí dejándola a su suerte. Cuando consiguió abrirlo, siguió gritando como una loca saltando desde la puerta al suelo de tierra. Tropezó cayendo de rodillas pero en su prisa por alejarse ni se molestó en mirar si se había hecho daño.
Salió corriendo perdiendo uno de sus zapatos y cuando considero que estaba lo bastante lejos se volvió llevándose las manos a las caderas y respirando agitadamente. Frunció el ceño al ver a Pedro al lado del motor riéndose.- Será imbécil- dijo entre dientes dándose cuenta de que le había tomado el pelo.
Se acercó furiosa y de la que volvía se puso el zapato.- Muy gracioso- dijo cuándo se acercó.
Pedro que estaba mirando el motor con una sonrisa en los labios volvió la vista hasta ella y la miró de arriba abajo. –Nena, se te ve un pezón.
Miró hacia abajo y vio que la mitad de su pecho estaba al aire. Gimió pensando en cómo le gustaría matarlo.-Gracias.
-De nada.-pensativo siguió mirando el motor y ella se puso a su lado para ver qué era lo que le interesaba tanto.
-¿Qué miras?
Pedro se giró hacia ella- La avería.
-¡No pensarás arreglarlo!
-Claro que no. Aquí no tengo las herramientas necesarias.
-Entonces ¿por qué estás mirando el motor?- le gritó ella como si fuera idiota. – ¡Llama a alguien!
Pedro puso los ojos en blanco.- ¿Quieres tranquilizarte?
Ella le golpeó en el hombro. – ¡Estamos en medio de la nada!
La miró como si quisiera matarla- ¡No vuelvas a hacer eso, fullera histérica!
Abrió la boca indignada y entrecerrando los ojos volvió a golpearle en el hombro. –Nena…
-¡No es nena! ¡Es Pau, paleto estúpido!
Pedro dio un paso hacia ella y antes de darse cuenta la cogió por la cintura pegándola a él y levantándola hasta colocarla a su altura.- Tienes que tranquilizarte- dijo mirándole los labios.
-No puedo.
-Nena, voy a sacarte de aquí- susurró acercando sus labios a los suyos.
-¿Si?- sintiendo su aliento que le provocó un estremecimiento.
Pedro acarició suavemente su labio inferior para luego atraparlo entre sus labios y acariciarlo con la lengua. Gimiendo abrazó su cuello pero antes de darse cuenta Pedro la soltó dejándola colgada a él.- ¿No querías que llamara a alguien?
Se apartó avergonzada y se sonrojó intensamente con ganas de matarlo por dejarla así en ese momento. Tenía los nervios destrozados y él se le acercaba de esa manera…
¡No iba a aguantar un año trabajando para él sin tirarlo sobre la mesa del despacho!
Eso si todavía tenía trabajo. Le vio ir hasta la puerta y desaparecer dentro del avión.
Miró a su alrededor y entrecerró los ojos pues solo se veía tierra. ¿Dónde estaban?
Escuchó un ruido y se giró de golpe. Nerviosa vio que un matorral cercano se movía y caminó hacia atrás lentamente para subirse al avión. No tenía ni idea de lo que era pero por si acaso. Al llegar a la escalerilla escuchó otra vez el ruido y entró a toda prisa en el avión- ¡Pedro! ¡Cierra la puerta!-Él estaba sentado en su sitio hablando por radio y levantó una ceja mirándola- ¡Ahí fuera hay un animal!
Su jefe puso los ojos en blanco y siguió hablando por radio ignorándola. Nerviosa miró hacia fuera y forzó la vista para intentar descubrir lo que era. Abrió los ojos como platos al ver ante ella un canguro. Atónita le vio dar saltos hacia la derecha y desaparecer de su vista para pasar otra vez hacia la izquierda a los dos segundos.- Vaya- dio un paso hacia fuera sacando la cabeza del avión para verlo bien cuando vio a dos más, uno de ellos algo más pequeño. ¡Dios mío, los otros eran de su tamaño! Eran tan hermosos que bajó los escalones lentamente –Hola, bonitos.-dio dos pasos hacia ellos queriendo acariciarlos y el pequeño se puso entre los grandes. Era increíble verlos tan cerca. Dio otro paso hacia ellos y el más grande se enderezó. – ¿Me dejáis que os acaricie? –preguntó suavemente alargando la mano.
Una mano le tapó la boca mientras otra le rodeaba la cintura levantándola rápidamente. Asombrada miró hacia atrás y vio que Pedro muy serio no dejaba de mirar a los canguros mientras retrocedía lentamente hacia el avión. Al ver su expresión se asustó y se mantuvo quieta. La dejó en la escalerilla sin dejar de mirar a los canguros-Sube.
Lo hizo rápidamente y él lo hizo detrás. – ¿No puedo dejarte sola?- preguntó de mala leche mientras cerraba la portezuela.
-¿Qué ocurre, son peligrosos?
La miró como si fuera estúpida. – ¡Ese macho te estaba advirtiendo claramente y tú te seguías acercando!- le gritó a la cara- Te podría atacar de mil maneras. ¡Te podría abrir en canal con la uña de su pata!
Se sonrojó por ser tan tonta. –No había pensado….
-Mira- se pasó una mano por el pelo –Te aconsejo que en cuanto lleguemos descanses en el rancho un par de días y luego te vuelves a Nueva York
-¡Aprenderé lo que tengo que hacer! Es injusto que me juzgues por un error.
-¡Un error así te puede matar!- la señaló- ¡Eres totalmente inapropiada para vivir en un rancho! ¡Seguro que no has recogido un huevo en tu vida!
Paula puso los brazos en jarras fulminándolo con la mirada-¡Soy secretaria! ¡No necesito recoger huevos!- se miraron furiosos- ¡Además, no me has contratado tú!
-¿Me estás diciendo lo que tengo que hacer en mi rancho?
Amenazante dio un paso hacia ella. Su cara decía que estaba furioso pero ella también. La indignaba su comportamiento.-No, jefe- dijo irónica.
-¡Mira, siéntate ahí y no te muevas!- le gritó señalando un asiento que estaba plegado.
De mal humor bajó el asiento de cuero y se sentó cruzándose de brazos.- Tengo unas ganas de perderte de vista…- dijo él entre dientes yendo hacia el asiento del piloto otra vez.
Entonces recordó las palabras de Marisa diciéndole que le había cortado el rollo y le gritó- ¡Mentiroso!
Pedro se volvió lentamente-¿Qué has dicho?
Paula se levantó furiosa- ¡Que eres un mentiroso! Sino no me hubieras besado ahí fuera. ¿O ya se te ha olvidado?
-¡Era para que te callaras de una maldita vez! Estabas histérica.
-Ya.- dijo ella sonriendo de medio lado sin creerle en absoluto.
-¡Y ya que hablamos de mentirosas, no sé quién eres para juzgar a nadie! ¡Cuando vas diciendo por ahí que estás preñada y es mentira! ¡Y seguro que tampoco era de tu jefe!
-Puesto que no había niño lo del jefe está de más- dijo sin darle importancia.
Pedro abrió los ojos como platos- ¡Estás loca!
-No, el loco eres tú que quieres enviarme de vuelta por unos estúpidos canguros.
-¡No es solo por los canguros!
-Claro que no. Es porque eres un paranoico que sólo quiere que en su pequeño mundo no entre nadie. No vaya a ser que le cojas cariño y ese alguien- dijo entrecomillando sus palabras con los dedos- tenga que volver a su mundo dejándote hecho polvo. –Pedro entrecerró los ojos y dio otro paso hacia ella- Pues entérate bien, llanero solitario. ¡Da igual donde vivas, eso te puede pasar siempre y en cualquier sitio!
-¿Llanero solitario?
-Eres un ridículo dando excusas para que no vaya a tu rancho. ¡Pues entérate bien!- le gritó a la cara – ¡Voy a ir y me vas a pagar lo que Cris me había dicho y dentro de un año me vuelvo a mi casa!
-¡Por mí puedes irte ahora mismo!
-Que más quisieras- dijo entre dientes.
-Escúchame bien, Pau. Como vea que te vuelves a golpear o a tener algún accidente o te acercas a algún animal que no debes ¡te vuelves a Nueva York!
Entrecerró los ojos mirando sus ojos azules pensando en ello. No era propensa a los accidentes como él pensaba, así que podría hacerlo pero aun así dijo- Lo del avión no fue culpa mía, sino tuya.
-Eso está por ver. Estoy empezando a creer que eres gafe y atraes los problemas.
-Muy gracioso.
-¿Entonces?
-¿Entonces qué?
-¿Qué si hay trato?
-No es justo. ¿Y si me caigo por un resbalón o algo así?
-Procura que no pase- dijo él entre dientes.
Se miraron a los ojos durante unos segundos.-No es justo
-¡Acaba de una vez!- le gritó él.
-¡Vale!
Él sonrió abiertamente y Madeline quiso pegarle una patada en las pelotas. Gruñó y se volvió a sentar en donde Pedro le había dicho. Se cruzó de brazos y se dispuso a esperar a que los sacaran de allí, mientras que Pedro la observaba con los ojos entrecerrados.- Voy a salir a encender una bengala.
-Cuidado con los canguros- dijo irónica.
Él bufó cogiendo un par de bengalas de una caja y salió del avión. Paula se cruzó de piernas inquieta y empezó a mover el pie de un lado a otro.
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