viernes, 17 de junio de 2016

TU ME HACES FALTA: CAPITULO 7





Paula gritó histérica y apretó el cierre del cinturón mientras él salía de allí dejándola a su suerte. Cuando consiguió abrirlo, siguió gritando como una loca saltando desde la puerta al suelo de tierra. Tropezó cayendo de rodillas pero en su prisa por alejarse ni se molestó en mirar si se había hecho daño. 


Salió corriendo perdiendo uno de sus zapatos y cuando considero que estaba lo bastante lejos se volvió llevándose las manos a las caderas y respirando agitadamente. Frunció el ceño al ver a Pedro al lado del motor riéndose.- Será imbécil- dijo entre dientes dándose cuenta de que le había tomado el pelo.


Se acercó furiosa y de la que volvía se puso el zapato.- Muy gracioso- dijo cuándo se acercó.


Pedro que estaba mirando el motor con una sonrisa en los labios volvió la vista hasta ella y la miró de arriba abajo. –Nena, se te ve un pezón.


Miró hacia abajo y vio que la mitad de su pecho estaba al aire. Gimió pensando en cómo le gustaría matarlo.-Gracias.


-De nada.-pensativo siguió mirando el motor y ella se puso a su lado para ver qué era lo que le interesaba tanto.



-¿Qué miras?


Pedro se giró hacia ella- La avería.


-¡No pensarás arreglarlo!


-Claro que no. Aquí no tengo las herramientas necesarias.


-Entonces ¿por qué estás mirando el motor?- le gritó ella como si fuera idiota. – ¡Llama a alguien!


Pedro puso los ojos en blanco.- ¿Quieres tranquilizarte?


Ella le golpeó en el hombro. – ¡Estamos en medio de la nada!


La miró como si quisiera matarla- ¡No vuelvas a hacer eso, fullera histérica!


Abrió la boca indignada y entrecerrando los ojos volvió a golpearle en el hombro. –Nena…


-¡No es nena! ¡Es Pau, paleto estúpido!


Pedro dio un paso hacia ella y antes de darse cuenta la cogió por la cintura pegándola a él y levantándola hasta colocarla a su altura.- Tienes que tranquilizarte- dijo mirándole los labios.


-No puedo.


-Nena, voy a sacarte de aquí- susurró acercando sus labios a los suyos.


-¿Si?- sintiendo su aliento que le provocó un estremecimiento.


Pedro acarició suavemente su labio inferior para luego atraparlo entre sus labios y acariciarlo con la lengua. Gimiendo abrazó su cuello pero antes de darse cuenta Pedro la soltó dejándola colgada a él.- ¿No querías que llamara a alguien?


Se apartó avergonzada y se sonrojó intensamente con ganas de matarlo por dejarla así en ese momento. Tenía los nervios destrozados y él se le acercaba de esa manera… 


¡No iba a aguantar un año trabajando para él sin tirarlo sobre la mesa del despacho!


Eso si todavía tenía trabajo. Le vio ir hasta la puerta y desaparecer dentro del avión.


Miró a su alrededor y entrecerró los ojos pues solo se veía tierra. ¿Dónde estaban?


Escuchó un ruido y se giró de golpe. Nerviosa vio que un matorral cercano se movía y caminó hacia atrás lentamente para subirse al avión. No tenía ni idea de lo que era pero por si acaso. Al llegar a la escalerilla escuchó otra vez el ruido y entró a toda prisa en el avión- ¡Pedro! ¡Cierra la puerta!-Él estaba sentado en su sitio hablando por radio y levantó una ceja mirándola- ¡Ahí fuera hay un animal!


Su jefe puso los ojos en blanco y siguió hablando por radio ignorándola. Nerviosa miró hacia fuera y forzó la vista para intentar descubrir lo que era. Abrió los ojos como platos al ver ante ella un canguro. Atónita le vio dar saltos hacia la derecha y desaparecer de su vista para pasar otra vez hacia la izquierda a los dos segundos.- Vaya- dio un paso hacia fuera sacando la cabeza del avión para verlo bien cuando vio a dos más, uno de ellos algo más pequeño. ¡Dios mío, los otros eran de su tamaño! Eran tan hermosos que bajó los escalones lentamente –Hola, bonitos.-dio dos pasos hacia ellos queriendo acariciarlos y el pequeño se puso entre los grandes. Era increíble verlos tan cerca. Dio otro paso hacia ellos y el más grande se enderezó. – ¿Me dejáis que os acaricie? –preguntó suavemente alargando la mano.


Una mano le tapó la boca mientras otra le rodeaba la cintura levantándola rápidamente. Asombrada miró hacia atrás y vio que Pedro muy serio no dejaba de mirar a los canguros mientras retrocedía lentamente hacia el avión. Al ver su expresión se asustó y se mantuvo quieta. La dejó en la escalerilla sin dejar de mirar a los canguros-Sube.


Lo hizo rápidamente y él lo hizo detrás. – ¿No puedo dejarte sola?- preguntó de mala leche mientras cerraba la portezuela.


-¿Qué ocurre, son peligrosos?


La miró como si fuera estúpida. – ¡Ese macho te estaba advirtiendo claramente y tú te seguías acercando!- le gritó a la cara- Te podría atacar de mil maneras. ¡Te podría abrir en canal con la uña de su pata!


Se sonrojó por ser tan tonta. –No había pensado….


-Mira- se pasó una mano por el pelo –Te aconsejo que en cuanto lleguemos descanses en el rancho un par de días y luego te vuelves a Nueva York


-¡Aprenderé lo que tengo que hacer! Es injusto que me juzgues por un error.


-¡Un error así te puede matar!- la señaló- ¡Eres totalmente inapropiada para vivir en un rancho! ¡Seguro que no has recogido un huevo en tu vida!


Paula puso los brazos en jarras fulminándolo con la mirada-¡Soy secretaria! ¡No necesito recoger huevos!- se miraron furiosos- ¡Además, no me has contratado tú!


-¿Me estás diciendo lo que tengo que hacer en mi rancho?


Amenazante dio un paso hacia ella. Su cara decía que estaba furioso pero ella también. La indignaba su comportamiento.-No, jefe- dijo irónica.


-¡Mira, siéntate ahí y no te muevas!- le gritó señalando un asiento que estaba plegado.


De mal humor bajó el asiento de cuero y se sentó cruzándose de brazos.- Tengo unas ganas de perderte de vista…- dijo él entre dientes yendo hacia el asiento del piloto otra vez.


Entonces recordó las palabras de Marisa diciéndole que le había cortado el rollo y le gritó- ¡Mentiroso!


Pedro se volvió lentamente-¿Qué has dicho?


Paula se levantó furiosa- ¡Que eres un mentiroso! Sino no me hubieras besado ahí fuera. ¿O ya se te ha olvidado?


-¡Era para que te callaras de una maldita vez! Estabas histérica.


-Ya.- dijo ella sonriendo de medio lado sin creerle en absoluto.


-¡Y ya que hablamos de mentirosas, no sé quién eres para juzgar a nadie! ¡Cuando vas diciendo por ahí que estás preñada y es mentira! ¡Y seguro que tampoco era de tu jefe!


-Puesto que no había niño lo del jefe está de más- dijo sin darle importancia.


Pedro abrió los ojos como platos- ¡Estás loca!


-No, el loco eres tú que quieres enviarme de vuelta por unos estúpidos canguros.


-¡No es solo por los canguros!


-Claro que no. Es porque eres un paranoico que sólo quiere que en su pequeño mundo no entre nadie. No vaya a ser que le cojas cariño y ese alguien- dijo entrecomillando sus palabras con los dedos- tenga que volver a su mundo dejándote hecho polvo. –Pedro entrecerró los ojos y dio otro paso hacia ella- Pues entérate bien, llanero solitario. ¡Da igual donde vivas, eso te puede pasar siempre y en cualquier sitio!


-¿Llanero solitario?


-Eres un ridículo dando excusas para que no vaya a tu rancho. ¡Pues entérate bien!- le gritó a la cara – ¡Voy a ir y me vas a pagar lo que Cris me había dicho y dentro de un año me vuelvo a mi casa!


-¡Por mí puedes irte ahora mismo!


-Que más quisieras- dijo entre dientes.


-Escúchame bien, Pau. Como vea que te vuelves a golpear o a tener algún accidente o te acercas a algún animal que no debes ¡te vuelves a Nueva York!


Entrecerró los ojos mirando sus ojos azules pensando en ello. No era propensa a los accidentes como él pensaba, así que podría hacerlo pero aun así dijo- Lo del avión no fue culpa mía, sino tuya.


-Eso está por ver. Estoy empezando a creer que eres gafe y atraes los problemas.


-Muy gracioso.


-¿Entonces?


-¿Entonces qué?


-¿Qué si hay trato?


-No es justo. ¿Y si me caigo por un resbalón o algo así?


-Procura que no pase- dijo él entre dientes.


Se miraron a los ojos durante unos segundos.-No es justo


-¡Acaba de una vez!- le gritó él.


-¡Vale!


Él sonrió abiertamente y Madeline quiso pegarle una patada en las pelotas. Gruñó y se volvió a sentar en donde Pedro le había dicho. Se cruzó de brazos y se dispuso a esperar a que los sacaran de allí, mientras que Pedro la observaba con los ojos entrecerrados.- Voy a salir a encender una bengala.


-Cuidado con los canguros- dijo irónica.


Él bufó cogiendo un par de bengalas de una caja y salió del avión. Paula se cruzó de piernas inquieta y empezó a mover el pie de un lado a otro.







No hay comentarios.:

Publicar un comentario