jueves, 5 de septiembre de 2019

COMPLICADO: CAPITULO 29




Tres años después…


—¿Es raro que sólo tengamos una sección para la familia?— Paula me pregunta.


Me sonrío. Me da una palmada en el brazo con su ramo y luego lo revisa para ver si está dañado. 


—Dispara, mira lo que me hiciste hacer.


—Cálmate, Pau—, dije, tirando de ella hacia mí. Froto mis manos por su espalda desnuda y ella me mira a los ojos. —Invitamos a la gente que amamos y a la gente que nos ama. Nada más importa.


—Vi al predicador hablando con papá. ¿Y si no aparece?— Sus cejas se juntan preocupadas, pero eso no la hace lucir menos bella.


Me hizo ir con ella a probarse vestidos de novia. Intenté decirle que no era una tradición, pero insistió en que me necesitaba. No fui de ninguna ayuda y le dije que cada uno de ellos era —el vestido— y finalmente se rindió y consiguió el que más amaba. Que era mi plan todo el tiempo.


Está cubierto de encaje blanco con mangas largas.


La espalda está completamente cortada hasta las caderas y muestra su preciosa piel, que ella sabe que no puedo quitarme las manos de encima.


Nos graduamos de la universidad hace tres semanas, y jugué mi último partido de fútbol universitario el sábado. Tengo una oportunidad real con los profesionales, pero tenemos tiempo para pensar en eso antes de tomar la decisión. Paula y yo queremos una familia, y no queremos esperar demasiado. Ha sido increíble pasar este tiempo juntos, solos y en la universidad, pero hemos sabido desde el principio que estamos destinados a estar juntos y hacer bebés. ¿Por qué posponer más lo que ambos queremos?


—Estoy nerviosa.— Ella pasa sus manos por mi esmoquin y yo las capturo en el mío.


—¿Estás nerviosa por casarte conmigo?— Siento que una sonrisa me tira de los labios mientras ella mueve los ojos.


—Por supuesto que no.


—¿Estás nerviosa de estar frente a todos y decirles que me amas?


Suspira mientras mueve la cabeza.


—¿Estás nerviosa por ser mi esposa hasta el fin de los tiempos?


—No seas tonto, Pedro.— Ella me abofetea en el pecho y yo le agarro la mano y le beso la palma de la mano.


—Me he asegurado de que todo sea perfecto. No hay nada de qué preocuparse y nada que temer. Voy a estar al final de ese pasillo esperando que vengas a ser mi esposa—. Me acerco y la beso suavemente antes de apoyar mi frente contra la de ella. —Todo lo que tienes que hacer es poner un pie delante del otro.


Ella asiente con la cabeza y siento que suelta un respiro mientras sus hombros se relajan. Hay un pequeño golpe en la puerta y luego papá la abre y él y mamá entran.


—¿Están listos, chicos?—, pregunta, mirando entre nosotros.


—Lo estamos—, Paula responde por los dos.


Le doy un último apretón mientras papá camina y toma sus manos y yo me paro al lado de mamá. Decidimos ir por la ruta menos tradicional ya que estamos un poco fuera de la tradición, y los cuatro caminaremos al mismo tiempo. Papá está caminando con Paula y yo estoy caminando con mamá. Una vez que lleguemos al frente, cambiaremos.


—Te quiero—, le digo a Paula y le guiño el ojo antes de tomar la mano de mamá.


—Yo también te amo—, me responde y veo el brillo en sus ojos.


Este es el primer paso de muchos y no puedo esperar para empezar.


COMPLICADO: CAPITULO 28



Seis meses después…


—Bebé—. Siento la barba corta de Pedro en mi cuello.


No quiero abrir los ojos todavía y suspiro. Me encanta cuando no se afeita y tiene un poco de rastrojo. Inclino mi cabeza, dejando que me coma un poco más.


—Hora de levantarse—. Sacudo la cabeza porque no quiero moverme. Pedro se escabullo en mi cama en medio de la noche y me mantuvo despierta durante horas.


Huele fresco y limpio y quiero tirarlo a la cama conmigo.


—Te duchaste sin mí—, me quejo, no de que nos duchemos juntos.


Hemos hecho lo que nuestros padres nos pidieron y hemos sido furtivos, pero eso se acabó hoy. Mis ojos se abren cuando recuerdo qué día es hoy. ¿Cómo podría olvidarlo? 


Cuando Pedro entró a mi cuarto anoche y se metió debajo de mis cobijas, dijo que me iba a tener una vez más en esta cama antes de que nos fuéramos.


—Vamos, dormilóna— Me saca de la cama y me envuelvo en él, sin soltarme mientras apoyo mi cabeza en su hombro.


—Puedo dormir así.


—Confía en mí. Sé que puedes—. Su cuerpo tiembla con más risas. —Vamos,Paula. Quiero ganarle a mamá y papá en nuestra casa y quiero mostrarte algo —. Me da una pequeña bofetada en el culo y yo me inclino para mirarlo. 


Está tramando algo. 


—Sí, una sorpresa.


—¿Por qué no dijiste eso?— Me meneo para que me baje y me besa antes de dejarme ir.


Voy corriendo por la habitación y me cambio. 


Hemos hecho las maletas y nuestras cosas están en el camión que papá va a llevar hoy. Nuestro lugar está a poca distancia a pie del campus y sólo un pequeño viaje de vuelta a la casa de nuestros padres.


Podríamos habernos quedado en casa, pero necesitamos nuestro espacio. Ya superamos todo eso de andar a escondidas y queremos poder caminar desnudos.


Quiero tener sesiones de besuqueo en nuestro propio sofá sin que mamá o papá nos atrapen.


Abre la puerta del coche para que yo pueda entrar y me roba otro beso antes de partir hacia nuestro nuevo lugar. Cuando se acerca, lo miro, sabiendo que está tramando algo.


—No te enojes—, dice.


Pedro, ¿qué hiciste?


—Este lugar tiene mucha mejor seguridad.


Pongo los ojos en blanco mientras él se acerca a un hermoso edificio histórico y está aún más cerca que el otro lugar que escogimos. Era difícil encontrar alojamiento cerca del campus y sólo teníamos un puñado de lugares para elegir.


—Están convirtiendo todo el lugar en condominios, así que tomé el último piso —. Sólo mide cuatro pisos, así que eso significa que no habrá mucha gente en el edificio.


—¿Somos dueños de este edificio?— No parece culpable cuando se encoge de hombros.


—¡Pedro!— Le doy una bofetada en el hombro, haciéndole reír.


—Los bienes raíces son una buena inversión.—
Salgo y lo miro y me enamoro. El edificio tiene sus piedras originales y tiene mucha historia. Me recuerda cuando mamá me llevó a conocer a Pedro y David por primera vez. En aquel entonces pensaba que era un castillo, y este será nuestro pequeño castillo por ahora. Por mucho que quiera decirle que se ha pasado de la raya, no me atrevo a hacerlo. Esto es perfecto.


Tomo su mano mientras me lleva adentro y veo que el ascensor tiene una puerta de tijera antigua. 


—He hecho que conserven todas las características originales que he podido. Sabía que querrías eso.


—Te amo.— Me inclino hacia él mientras sube el ascensor.


—Yo también te amo.— Cuando nos detenemos, se desliza en una llave y la puerta se abre.


—Laura y Luis están en la planta baja—, dice, y yo sonrío.


El va a morir. Me pregunto si el ya sabe de esto. A diferencia de nuestros padres, el padre de Laura era muy estricto con el matrimonio antes de vivir juntos y la boda fue la semana pasada. Me dijo que habían conseguido un lugar, así que no me extraña que haya estado tan callada.


—Ve a ver nuestra casa, nena.— Me besa el cuello antes de empujarme para entrar.


Entro y miro a mi alrededor y veo el hermoso espacio. No puedo creer que este vaya a ser nuestro hogar juntos.


Cuando me doy la vuelta para mirar a Pedro, se arrodilla. 


—Sé que mamá dijo que no podemos casarnos todavía, pero quiero que todos sepan que ese día se acerca. Dime que te vas a casar conmigo y este lugar es otro capítulo de nuestra vida juntos—, dice mientras empuja el anillo en mi dedo.


—Uno de muchos capítulos—, susurro, luchando contra las lágrimas de alegría y asintiendo felizmente.


Empiezo a caer de rodillas, pero Pedro es más rápido cuando me toma en sus brazos y me lleva a través de nuestro nuevo hogar. Mi espalda golpea una cama y me pierdo en mi futuro esposo, mi todo.




COMPLICADO: CAPITULO 27




Llego al final de las escaleras y huelo la comida de mamá. Cuando entramos en la cocina ella viene y nos besa a los dos en las mejillas. Papá me pide que me acerque a él y yo suelto la mano de Pedro para acercarme a él. Se apoya en el mostrador viendo a mamá cocinar con una taza de café en la mano. Me dio un abrazo lateral y puse mi brazo alrededor de él.


—Siéntate a la mesa, Pedro—, dice mamá. —Pauli, ¿quieres traerles algo de beber a todos?


Inmediatamente recojo las tazas de café y las pongo sobre la mesa.


—Entonces, ¿anoche?— Mamá pregunta, y yo me robo a mí mismo para el rechazo. —¿Te divertiste? ¿Cómo estuvo el Asador? David y yo seguimos hablando de ir allí y nos preguntábamos si valía la pena intentarlo.


Me sorprende momentáneamente que nadie mencione al elefante en la habitación. Ella está haciendo todas las preguntas equivocadas, pero yo soy como un ciervo atrapado en los faros.


—Pusieron aceite de trufa en todo para que Paula estuviera en el cielo.— Mis mejillas se calientan con la fácil respuesta de Pedro. Eso fue el cielo, pero Pedro es la razón por la que siento que estoy en las nubes.


—Creo que recuerdo que llamaste antes y te aseguraste de que tuvieran ciertas cosas—, mamá se burla de él, señalándole con la espátula en su dirección.


—¿Tú hiciste eso?— Me doy la vuelta para mirarlo y él me hace uno de esos encogimientos de hombros.


—Siempre está haciendo cosas así. Sólo lo esconde—. Mamá sonríe dulcemente como si estuviera tan orgullosa de él. —Supongo que ya no estamos escondiendo cosas.— Mi boca se abre. —Cierra la boca, cariño.


—¿No estamos en problemas?— Finalmente me las arreglo para decir.


—No, no estás en problemas—, dice papá primero. —Sabíamos que esto iba a pasar. Cuando Pedro me dijo que ustedes dos iban a ir juntos al baile, supe que finalmente estaban armando las cosas por su cuenta—. Se levanta y se para junto a mamá.


—La amo.— La voz de Pedro es clara para que todos la oigan.


—Yo también lo amo—, le digo.


—Por supuesto que os queréis.— Los ojos de mamá son comprensivos.


—Ahora es diferente—, añade Pedro, pero no era necesario. Está claro en su voz.


—Lo sé.— Mamá nos sacude la cabeza.


Es lo mismo que hace cuando ya sabe adónde queremos llegar. Es como si lo supiera desde hace más tiempo que nosotros y que podría haberlo sabido, para ser honesto. Mamá siempre está dos pasos adelante.


—Tengo dos reglas.— Levanta los dedos. —La primera es que tienes que ser más astuto. No puedo permitir que te quedes bajo nuestro techo.


Pedro se ríe en silencio a mi lado, pero yo estoy demasiado absorta en lo que dicen nuestros padres.


—Tomaré tu silencio como un acuerdo.— Le dispara a Pedro una sonrisita juguetona mientras él asiente con la cabeza. —Segundo, no hay matrimonio hasta después de los 21 años. Y no casarse significa no tener hijos.


Asiento con la cabeza porque esto va mucho mejor de lo que pensaba.


—Aún. Todavía no hay bebés—, aclara.


Mi cara se torna roja en cinco tonos porque realmente no quiero hablar de eso ahora. Deberíamos facilitar esto. No estoy lista para chistes de sexo o bebés.


—Esas fueron tres cosas, mamá.


Pedro—. Le doy un codazo fuerte en el costado. —Realmente no es el momento—, susurro.


—Tengo noticias—, dice papá, y mamá baja la espátula.


—Comida en la mesa. Hablaremos de ello en el desayuno—. Puedo decir por el pequeño salto que hace mamá que es una noticia emocionante.


No sé cómo cambiamos de tema tan rápido, pero por mí está bien. Supongo que nuestros padres son como Laura y lo vieron venir. Pedro me besa en la frente antes de agarrar cosas y llevarlas a la mesa.


Mamá se acerca y me da un papel doblado mientras me siento. Pedro ya está poniendo comida en mi plato.


—¿Qué pasa?— Pregunto.


—Es tu mejor momento, cariño. Te aceptaron—. Mis ojos empiezan a lloriquear cuando veo el logo de Boston College en la página. Lo hice, y sonrío tanto que me duele.


—¡Lo hiciste!— Miro a Pedro —Creo que nos gustará estar allí. Ya he recorrido el lugar.— Pedro dice.


—¿Vas a ir a Boston?— Sabía que lo había mencionado, pero no hemos oído nada concreto. Lo habría hecho porque todo el mundo se preguntaba adónde iba a ir.


—Donde tú vayas, yo voy—, me dice, y yo lo beso. No debería porque mis padres están aquí a nuestro lado, pero estoy tan feliz que no puedo contenerme.


—Muy bien, ustedes dos—, mamá interrumpe y yo me alejo del beso. — Recuerda las reglas—, agrega mientras ella y papá se sientan en sus asientos.


Están sonriendo tan abiertamente como yo y todo el mundo está contento con esto. Debería haber sabido que sería así. Siempre han querido lo mejor para nosotros y no tengo dudas de que Pedro es lo mejor para mí. Él es mi para
siempre y todo el mundo puede verlo. Al menos la gente de esta mesa puede y es lo único que importa. Son mi familia, al menos por ahora, porque un día crecerá.


Sólo que todavía no.




miércoles, 4 de septiembre de 2019

COMPLICADO: CAPITULO 26




Lo siento envuelto a mi alrededor a medida que me despierto, y sonrío contra su pecho desnudo antes de besarlo sobre su corazón. Su pene duro se clava en mi estómago y mis pezones se aprietan, queriendo más de todo lo que hicimos anoche. Pedro tiene un lado sucio dominante que mantiene oculto y me encanta.


Seguimos desnudos y lo último que recuerdo es que nos peleamos por dormir.


No había querido irme a dormir porque todo era perfecto en ese momento.


Ahora, el sol está inundando mi dormitorio y sé que el resto del mundo nos está esperando. 


Beso el pecho de Pedro para asegurarme de que todo estará bien. Lo siento tenso debajo de mí por un segundo, alertándome de que está despierto.


Me pasa la mano por la espalda mientras levanto la cabeza para mirarlo. Sus cejas están unidas y sé al instante que tiene algo que decirme, y no es bueno.


—¿Qué?— Pregunto, y mis ojos se mueven. Sé que tiene que ser algo que pasó mientras dormíamos. La forma en que me tocó anoche, nunca dudé de su amor y deseo de estar conmigo.


—Papá entró aquí hace cinco minutos.


Las palabras se hunden y toda la sangre me sale de la cara.


—¿No cerramos la puerta con llave?— Pregunto.


Él asiente con la cabeza. 


—Pero no creo que lo hayamos cerrado. Recuerdo haber golpeado la cerradura, pero no creo que haya sido empujada hasta el final —. Sus ojos se cierran y sé que está enojado consigo mismo. —Así que cuando llamó a tu puerta, se abrió—, termina.


Le dejo caer la frente en el pecho. No es así como quería que se enteraran.


—Todo va a salir bien—, decimos los dos al mismo tiempo y se me escapa una pequeña risa. Siempre está tratando de tranquilizarme aunque él mismo no esté tan seguro de las cosas.


—¿Ahora qué?— Pregunto. No podemos quedarnos escondidos en mi habitación para siempre.


—Nada.


Me retiro para mirar a Pedro


—¿Qué quieres decir con nada?— Pido, en silencio, que todo esté bien.


—Estabas tapada, pero está claro que estábamos desnudos. Parecía un poco sorprendido, pero luego susurró ‘lo siento’ y volvió a salir.


—¿Dijo que lo sentía?— Jadeo, demasiado alto.


—Sí. No tengo ni puta idea.


—¿Se lo dijo a mamá?— Pregunto como si lo supiera. Supongo que lo hizo porque le diría cualquier cosa a Pedro.


—Te lo diría.— Él dice lo que pienso y nosotros asentimos.


—¿Por qué no están enojados? ¿No deberían estar derribando mi puerta?— Mis ojos se dirigen a la puerta y luego a Pedro.


Los ojos de Pedro se dirigen a mi pecho y lo golpeo de nuevo. 


—Lo siento—. No parece arrepentido cuando tomo la sábana y me cubro. Se sienta y me empuja hacia él hasta que estoy en su regazo. —Probablemente porque no hay mucho que puedan hacer al respecto.— Su cara se ablanda y me preocupa el labio entre los dientes. Tiene razón, no es como si nos fueran a echar.


—Todo va a salir bien—. Antes de que pueda contrarrestar, me besa suave y lentamente como si tuviéramos todo el tiempo del mundo.


Me relajo en él, incapaz de resistir su tirón. No sé cuánto tiempo me siento en su regazo besándolo perezosamente y necesitando más. Debe sentir lo que necesito mientras cambia y luego está dentro de mí de un solo golpe.


Jadeo porque soy un poco sensible pero no me importa y mi cuerpo se abre voluntariamente para él. Me pierdo en él mientras me ayuda a mover mis caderas hacia arriba y hacia abajo hasta su polla. Me quejo y trato de estar callada porque esto es lo último que deberíamos estar haciendo ahora mismo. Pero no puedo parar y ya estoy tan cerca.


—Dámelo, MI PAULA—, dice Pedro contra mi boca y lo hago.


Vengo por él. Todo mi cuerpo se aprieta cuando siento su liberación en lo más profundo de mí. 


Cabalgo la ola de placer mientras cada centímetro de mí hormiguea hasta que dejo caer mi cabeza sobre su hombro con un aliento pesado.


—Sabes cómo calmarme—, digo riendo, besando su cuello.


Su polla se sacude dentro de mí y me inclino para mirarlo. Me toma la cara y me inclina la cabeza para que pueda mirarlo.


—Nunca dejes pasar esto—. Su cara es tan seria. —Todo el mundo va a tener que llegar a un acuerdo con esto.


No quiero pelear con mamá y papá por esto, pero lucharé por nosotros. 


—Vamos a hablar con ellos.


Su polla se sacude dentro de mí antes de que me levante y luego me quejo cuando se libera de mí. Se levanta a regañadientes cuando caigo de espaldas en la cama blanda.


—¿Quieres que vaya a hablar con ellos primero?—, pregunta, y yo vuelvo a aparecer. Sé que lo haría por mí, pero no puedo permitírselo.


—No, juntos. Me has agotado y necesito un minuto para recuperar la compostura —. Se inclina y me besa.


—Esperaré en el pasillo entonces. Me voy a 
vestir.


Yo asiento y él sale de mi cuarto. No pierdo el tiempo vistiéndome. No sé si tengo prisa por terminar con esto o por estar a solas con Pedro otra vez. Cuando salgo de mi cuarto, él está ahí parado y extiende su mano para tomar la mía. Me da un último beso antes de que nos preparemos para lo que vendrá.