La ruta hacia el lugar donde dormían las aves era más corta que el camino que Paula y él habían recorrido en coche. Aun así, la excursión estuvo a punto de matar a Pedro.
Aún seguía en forma, así que no fue la caminata al corazón de la hondonada lo que le dejó agotado. Fue el silencio, que fue haciéndose cada vez más insoportable. No se parecía nada al silencio que mantenía cuando estaba en una misión, ni al silencio cómodo que disfrutaba con Lisandro.
Era el silencio estresante de dos personas que se habían herido mutuamente.
Que Paula lo evitara se parecía demasiado a cuando los hombres de su unidad se apartaban de él después de haber acusado a su teniente. En su cabeza sabía que probablemente sería lo mejor, que no había futuro para ellos, sin importar la química arrolladora que compartían. Pero en su corazón…
Caminando entre ellos, Lisandro no paraba de hacer preguntas inocentes sobre el bosque, la vida salvaje y el parque. Pedro hacía todo lo posible por contestar mientras su madre mantenía el silencio. Pero a medida que el sol bajaba y se acercaba al horizonte, se dio cuenta de que las preguntas iban volviéndose cada vez más estratégicas. Cada vez trataban menos sobre el bosque y más sobre el ejército.
«¿Cómo te mueves tan sigilosamente entre los árboles?».
«¿Cómo puedes saber de dónde viene un ruido?».
«¿Qué colores son mejores para camuflarse en el bosque?».
«¿Y en el desierto?».
Y cada pregunta que formulaba hacía que Paula se estirase más, hasta que sus pasos por el bosque parecieron totalmente incómodos.
Pedro sabía lo que Lisandro estaba haciendo. Recordaba la relación de sus padres, intentando averiguar qué pasaba con las dos personas más importantes de su vida. Había hurgado y hurgado en la herida abierta de su matrimonio hasta que se había desangrado para que pudiera comprenderlo mejor.
Lisandro estaba haciendo también sus labores de reconocimiento; al estilo de un niño de ocho años. Intentaba provocar una reacción para poder estudiar la respuesta. Sería un gran científico. Y un mejor soldado.
Por encima del cadáver de su madre.
Observó la expresión de acero de Paula.
Probablemente también por encima de su propio cadáver.