jueves, 16 de junio de 2016
TU ME HACES FALTA: CAPITULO 5
Le oyó hablar con la azafata que aunque al principio le miraba sonriendo después perdió la sonrisa y cuando la miró supo que estaban hablando de ella. La mujer negó con la cabeza y después le entregó un teléfono de tarjeta de crédito. Paula entrecerró los ojos. ¿No iría a llamar a su jefa para que la enviara de vuelta? Se levantó con el niño en brazos y se acercó a él que estaba de espaldas con el teléfono en la oreja. A medida que se acercaba le oía mejor y estaba furioso- No me vengas con monsergas ¿a qué viene esto, Cris?
Escuchó hablar al otro lado de la línea y tensó los hombros- ¿Estás de broma?- estaba a punto de estallar- ¡Cuando te dejé al mando no recuerdo que habláramos de nada de esto!
Paula se quedó con la boca abierta. ¿Cómo que cuando te dejé al mando? ¡No podía ser!
-La voy a enviar de vuelta ¿me oyes? ¡No necesito una secretaria! ¡Ni nada por el estilo!-se detuvo a escuchar y siseó- Tampoco necesito una mujer que caliente mi cama. Eres la tía más rara de toda Australia. ¿Ahora me buscas amantes?
Se volvió lentamente sin salir de su asombro y volvió a su asiento. ¿Qué coño estaba pasando allí? ¿Amantes?
Nerviosa miró al niño intentando buscar una solución a aquel lío. Evidentemente Pedro era quien dirigía el rancho y una mujer llamada Crististina Alfonso la había contratado a sus espaldas para hacer trabajo de oficina y otras cosas evidentemente. Levantó la vista y le vio a punto de explotar.
Estaba rojo de furia. Le miró de arriba abajo y suspiró.
Estaba claro que le atraía pero no se iba a acostar con él por un trabajo. ¡Ella lo haría gratis!
Se mordió el labio inferior dándose cuenta que no quería volver a casa. ¡Tenía que pensar algo para que no la echara! Miró al niño que agarró su mechón de pelo y se le ocurrió una idea. Gimió pensando si funcionaria. Al menos durante unos meses.
Él volvió con grandes zancadas con una mirada que indicaba que si pudiera la tiraría del avión de cabeza. Fingió que lloraba mirando al niño y Curt se detuvo en seco- ¿Qué te pasa?
-Nada- dijo limpiándose unas lágrimas que no salían, las muy puñeteras. Era capaz de llorar viendo un anuncio en la tele de pañales y no era capaz de llorar en ese momento tan crítico. ¡Tenía que pensar en algo triste! Se esforzó como nunca y pensó en su perro Lucky, eso siempre funcionaba.
El pobre había muerto hacía quince años pero todavía al ver la imagen de su perro se emocionaba. No podía evitarlo.
Pedro se acuclilló a su lado- ¿Pau?
-Me van a echar- dijo levantando la vista con los ojos llorosos- En cuanto se entere esa mujer me va a echar.
-¿Se entere de qué?
-De que voy a tener un niño- dijo sorbiendo por la nariz y esperando su reacción. Sólo le delató el músculo de su mandíbula que saltó con evidencia.
-¿Vas a tener un niño?
-Sí y como es de mi jefe, me echó del trabajo- dijo mirando de reojo como la morena la miraba como si quisiera matarla.- Y ahora estoy en la calle. Si me echa, no sé qué voy a hacer…
Se pasó la mano por la cara con cuidado de no despertar a Roy y disimuladamente miró entre sus dedos su reacción.- No te preocupes.-Esas palabras le dieron esperanzas- Cris no te va a echar- dijo pasándose la mano por su pelo negro.
-¿Tú crees?- preguntó esperanzada.- Trabajo duro. Y se lo demostraré pero debo decírselo y no sé cómo se lo tomará.
Pedro gruñó apretando los puños.-Necesito un whisky.- se volvió y la morena la miró admirada.
-Chica, está claro que eres una actriz de primera.
-Gracias- sonrió de oreja a oreja.- ¿Crees que se lo ha tragado?
-Hasta el fondo.- sacó una tarjeta de su bolso y se la tendió- Es mi agente y lleva actrices. Si Pedro te echa, vete a verle. -Cogió la tarjeta discretamente y sonrió tímidamente.-aunque te va a descubrir.
-Sí, pero eso no va a pasar hasta dentro de unos meses.- dijo guiñándole el ojo- y habré trabajado tanto que no me echará.
-No me parece de esos hombres que se tomen muy bien las mentiras- dijo en voz baja- ten cuidado.
Después de una media hora, Paula se preguntó dónde estaría. Cuando se iba a levantar a buscarle apareció Lydia que sonreía de oreja a oreja- ¿Se ha dormido?
-En cuanto te fuiste. Estaba agotado.
Se lo pasó con cuidado y le iba a llevar la bolsa pero ella se negó- Puedo yo. No te preocupes.
La vio irse y suspiró mirando al frente. – ¿Dónde se habrá metido?- dijo en voz baja.
-Lo está digiriendo.- dijo la morena divertida.- Le acabas de cortar todo el rollo.
-¿Qué quieres decir?
-Que te digan que la tía que te gusta está embarazada de otro, corta el rollo a cualquiera.
-Pero él iba a por ti- dijo asombrada.-no quería nada conmigo.
La mujer chasqueó la lengua- Al principio parecía que sí pero lo hizo para provocarte. Me di cuenta cuando te acorraló en tu asiento. –Hizo una mueca- Cosas que pasan. No se puede ganar siempre.
Gimió apartando el cabello de su frente – ¡Que lío!
-¡Cuidado que viene!
Disimularon viéndolo venir –Van a servir la cena- dijo entre dientes. Ella se levantó y volvió a su asiento junto a la ventanilla.
Le miró de reojo – ¿Estás bien?
-Sí.-parecía molesto. Y ella no entendía nada. Lo que decía la morena no podía ser, porque si hubiera querido algo con ella no la habría tratado así desde el principio. Además era evidente que estaba molesto porque se tenía que quedar.
Contenta por sus conclusiones sonrió.- ¿De qué coño te ríes? Eres una preñada que va a un país desconocido a tener el hijo de un tío que te ha echado. ¿Hay algún motivo para reírse?
La morena jadeó al otro lado del pasillo pero Paula aunque palideció un poco no perdió la sonrisa- Tengo hambre- susurró desviando la mirada.
Les sirvieron la cena en absoluto silencio. Él no le dirigió la palabra en las siguientes horas y Paula decidió tumbarse.
Estaba inclinando el asiento para dormir cuando él la fulminó con la mirada.- Te voy a dejar algo claro desde ya.
Le miró sorprendida- ¿Si?
-Harás tu trabajo. Punto.
-¿Perdona?
-Cristina es mi tía- ella aparentó sorpresa- El rancho Alfonso es mío y yo decido lo que se hace allí. ¿Entiendes?-asintió muy seria.-Trabajarás como todo el mundo y sobre ese escandaloso sueldo ya hablaremos.
-¿Ya hablaremos?- preguntó sin voz.
-Ya decidiré lo que te pago en cuanto calcule tus gastos- parecía realmente molesto por tener que tomarse la molestia- Lo que me faltaba, una preñada en el rancho.
Decidió morderse la lengua. Al menos hasta que llegaran a su destino. Una vez allí le dejaría las cosas claritas. Si se lo decía antes igual la abandonaba a medio camino.
Se tumbó en su asiento y él gruñó al ver que tenía frío. Se levantó y abrió el compartimiento de arriba cogiendo una manta y tirándosela encima – Gracias- dijo abriendo el paquete de plástico.
Pedro gruñó sentándose otra vez y ella se volvió dándole la espalda. Sonrió mirando la pared. Sabía que lo que había hecho estaba mal. De hecho estaba fatal, pero lo que él quería hacer enviándola de vuelta a Nueva York tampoco estaba bien que digamos. Sabía que no tenía trabajo y quería echarla. Así que donde las dan las toman. En un par de meses le diría que había mentido. Aunque por como la trataba ahora no iba a ser fácil.
Se quedó dormida pensando en ello y soñó que estaba en casa de sus padres en Boston. La reñían porque su profesor de equitación estaba desquiciado con ella. Cada vez que se subía al caballo se ponía nerviosa y el caballo lo notaba.
Debía tener ocho años y mirándolos fijamente les gritó que no se volvería a subir a un caballo en la vida. Sonrió en sueños viendo la cara de su padre que no sabía qué hacer, si obligarla o dejarla en paz. De repente la cara de Carlos apareció ante ella. Estaban en una cena y sabía que esa noche su amiga Sara se comprometía. Estaba hablando muy animada con su novio cuando él la cogió de la mano- ¿Si, mi amor?
-Esto no funciona.
-¿No te gusta la cena?- preguntó confundida mirando su plato- Si quieres te lo cambio.
-No. Lo nuestro no funciona.- se quedó de piedra y le miró sus ojos color miel- eres maravillosa pero no funciona.
Le soltó la mano y cogió la copa de vino bebiéndosela de golpe. Paula se quedó en shock sin saber qué decir-¡Joder, di algo!
Eso la hizo reaccionar- ¿Qué quieres que te diga, Carlos?- susurró mientras sentía mucha tristeza. –Si tú crees que no funciona, no voy a intentar convencerte.
La miró fijamente-Tienes razón. No tienes que convencerme. Lo tengo muy claro. –una lágrima rodó por su mejilla y se levantó de su silla- No hace falta que te vayas. Podemos seguir cenando como amigos.
-Se me ha quitado el hambre- susurró antes de girarse y salir del comedor.
Una caricia en la mejilla la despertó y confundida vio a Pedro tumbado a su lado- Estabas llorando.
-Oh- sonrojada se secó las lágrimas- Gracias.
-De nada –dijo muy tenso. Se tumbó boca arriba y cerró los ojos. Paula le miró el perfil y suspiró.
-Pedro- susurró para no molestar a nadie.
Él giró la cabeza para mirarla- ¿Es grande tu rancho?
-Sí. Duérmete, Pau.
-¿Por qué no quieres que vaya?
-No te aclimatarás, eso es todo.
-Estás muy seguro.
La miró a los ojos a través de la penumbra de la cabina- Te vas a aburrir en cuatro días y empezarás a protestar por todo. Nos volverás locos, hasta que al final un día con las maletas hechas exigirás que te llevemos al aeropuerto. Eso si no te echo primero.
Paula entrecerró los ojos dándose cuenta de lo que estaba pasando allí- ¿Quién se fue que te hizo daño?
-No digas tonterías- el desprecio de su voz la puso alerta.
-Así que tengo razón- se apoyó en su antebrazo para verle mejor.- ¿Quién fue?
-Quién no-dijo con desprecio- Mi madre y mi prometida.
Se le cortó el aliento al oír que su novia se había ido. ¿Es que estaba loca? Ella sólo lo conocía desde hacía unas horas y la tenía totalmente fascinada. ¡Ser su prometida debía ser la sensación más maravillosa del mundo!- Entiendo.
-¡No entiendes una mierda!
Hizo una mueca al ver que le daba la espalda.- ¿No quieres hablar de ello?- preguntó en un susurro. Al ver que no le hacía caso se mordió el labio inferior- Lo siento. Tienes razón, no sé cómo te sientes. Pero a mí también me ha dejado mi novio.
Se volvió de golpe – ¿Quieres callarte? ¡Yo no soy como el cerdo de tu novio!-Eso sólo había que verlo. Pedro estaba mucho mejor.- ¡No voy dejando mujeres embarazadas por ahí!
Gimió porque no se acordaba de eso. –Carlos no es un mal hombre- dijo defendiéndolo.- Simplemente no me quería.
Pedro la miró asombrado- ¡Te ha dejado preñada y te ha echado del trabajo! ¡Es un cerdo!
-Shuusss- dijo nerviosa mirando alrededor- ¿Quieres callarte?
-¿Qué? ¿No quieres que se sepa? Porque será evidente en unos meses y se va a enterar todo el mundo.-Estaba furioso
-Eso no tiene que ver con tu novia- dijo desviando el tema.-ni con tu madre.
-Tienes razón.
Se miraron a los ojos y Pedro miró sus labios. Paula sintió que le daba un vuelco el estómago y carraspeó tumbándose otra vez- Hasta mañana.
-Hasta mañana.-se dieron la espalda el uno al otro y Paula estuvo un rato despierta. Empezaba a sentir que aquello se le iba de las manos y acababa de empezar. Dios mío ¿Paula en qué lío te has metido?
TU ME HACES FALTA: CAPITULO 4
Estaba distraída mirando donde había dejado su lectura, cuando alguien la tocó en el hombro. Sorprendida levantó la vista y sonrió al ver a Lydia con Roy en brazos. El niño tenía una pataleta. La miraba con los ojos llorosos y retorciéndose.- ¿Ya empezamos?
-Por favor. Ya no sé qué hacer. No veas el espectáculo que ha organizado ahí atrás- dijo mirando a su alrededor nerviosa.
-Estará cansado- dijo extendiendo los brazos.
-Está agotado pero no se quiere dormir- la pobre mujer estaba de los nervios.
Se lo tendió y ella sonrió – ¿Qué te pasa chiquitín?- Roy sorbió la nariz y Lydia le tendió el pañuelo- Lydia, vete a descansar- dijo sin dejar de mirar a Roy que le cogió un mechón de cabello.
-¿De veras?
-No te preocupes por él. Nos arreglaremos ¿verdad Roy?- El niño la miró a los ojos.
-Voy a por la bolsa por si necesitas algo.
Asintió levantándose con el niño en brazos y empezó a moverse de un lado a otro para que el vaivén lo adormeciera. El niño apretó el mechón sonriendo. Se resistía a dormirse porque estaba muy excitado- ¿Tenemos compañía?- pregunto Pedro divertido.
Paula le miró sorprendida- No te importa ¿verdad? Lydia está cansada.
-No claro.
-Siéntate en el mío por si tengo que salir.
Salió con el niño al pasillo y siguió balanceándose un rato.
Roy miró a Pedro y apoyó la cabeza en el hombro de Paula. Sonrió porque dentro de poco se quedaría dormido.
Se giró sin dejar de balancearse y vio que Pedro la miraba atentamente- Se te da bien. ¿Tienes práctica?
-He sido niñera desde el instituto. He cuidado a todos los niños de mi calle.
-¿Vas de niñera?
Paula puso los ojos en blanco haciéndolo reír. Pedro levantó las manos pidiendo paz y cogió el periódico. Al cabo de unos minutos apareció Lydia con una bolsa.-Aquí tienes de todo- susurró evitando que Roy la viera.
-Duerme un poco. Yo me encargo de él. – miró al niño y asintió antes de girarse.
-Eso no lo haría cualquiera- le dijo Pedro mirándola fijamente.
-No es joven y el viaje ya es duro para que encima tenga que lidiar con el niño. No me cuesta echarle una mano.
Pedro asintió volviendo la vista al periódico. Al girarse balanceándose vio que la morena la miraba como si quisiera matarla. Al parecer creía que había perdido a su presa.
Divertida se paseó balanceándose hasta que la mano de Roy dejó su mechón libre. Le miró sobre el hombro y vio que se había quedado frito. –Bueno, no ha sido nada difícil.-se acercó a su asiento y cambió al niño suavemente para acunarlo antes de sentarse. El niño protestó pero lo abrazó a ella dándole el mechón para que lo cogiera con su puñito.
-Se ha quedado KO- dijo Pedro divertido mirando al niño que dormía con la boca abierta y los ojos entrecerrados.
-Demasiadas emociones y que juego muy bien al fútbol- dijo divertida apartándole un rizo de la frente.- ¿A que es precioso?
-Sí. Sus padres deben echarle mucho de menos.
Ella asintió sin dejar de mirar al niño. Acaricio su manita y suspiró levantando la vista. Se encontró con los ojos azules de Pedro. Se sonrojó desviando la mirada. Intentó pensar en otra cosa que no fuera en niños y en cómo hacerlos- ¿Cómo es la vida en un rancho?
Pedro suspiró doblando el periódico.-Dura.
-¿Y? Algo bueno tendrá si a ti te gusta.
-Yo llevo viviendo allí toda la vida.
-¿Has ido a Nueva York de vacaciones?
-No.-Al ver que no continuaba se dio por vencida y miró al niño. –Es una tierra hermosa pero tienes que llegar a verlo y tú dudo que lo veas.
-¿Por qué?- preguntó sorprendida
-Porque eres de ciudad- lo dijo como si fuera un crimen y no pudo evitar echarse a reír.- ¿De qué te ríes?- preguntó molesto.
-Oh por nada, es que lo has dicho de una manera…
-Sí, ríete. Ya me lo dirás
-No, no te lo diré porque en cuanto nos bajemos de este avión no te volveré a ver.
-Cierto.
Se quedaron en silencio varios minutos y levantó la vista cuando apareció la azafata ofreciendo un té.- ¿Me podría traer una coca cola mejor?
-Sí, por supuesto- dijo mirando al niño con una sonrisa- Se ha quedado dormido, el angelito.
-Sí- respondió con una radiante sonrisa- es muy bueno. No da nada de guerra.
-¿Es suyo? No me pareció…
-Es de una amiga que está atrás.
La azafata sonrió. –Si necesita cualquier cosa no dude en avisarme.
-¿Puede traerle un zumo para cuando se despierte?
-Sí, por supuesto.
A Pedro le sirvió un café y él la miró mientras se bebía su refresco.-Tendrás que decirle a tu jefe que no falte ese refresco.
-Puedo vivir sin él sino hay- dijo con una radiante sonrisa.-Él gruño divirtiéndola- Estás muy empeñado en que no trabaje en tu país.
-No eres adecuada.
-Vaya, gracias. Sobre todo porque no tienes idea en qué trabajo.
-Nada que tenga que ver con el campo. Eso es evidente.- lo dijo con desprecio y ella lo fulminó con la mirada.- ¿Eres cocinera?
-¿Eres idiota?-Pedro se echó a reír a carcajadas y ella gruñó haciéndolo reír más.
-Así que tampoco sabes cocinar.
-Pues la verdad es que lo hago muy bien. O al menos eso decía mi novio.
-Ah, ese novio que te dejó tirada.
-¡No me dejó tirada!
-Claro, claro. Es lo más lógico cambiarse de país por las buenas.
-¡No es por la buenas, me pagarán el triple de lo que ganaba en mi anterior empleo!
-No te sulfures, recuerda que tienes el niño en brazos.- la miró cruzándose de brazos y Paula tragó saliva al ver sus músculos. –Así que cocinas y cuidas niños. ¿Eres ama de llaves?
-Déjate de rollos. No te lo voy a decir.
-Da igual. Me enteraré de todos modos.
-¿Y por qué ibas a enterarte? Australia es muy grande.
-No tanto- dijo como si supiera algo que ella no sabía.
-¿Qué quieres decir?
-Nada.
Le miró con desconfianza pero después se encogió de hombros. Le dolían algo los brazos y le dijo-¿Puedes tumbar algo el asiento?
Él lo hizo hasta casi tumbarla y se colocó a Roy sobre el pecho.-Que suerte tienen algunos.
Sonrió poniendo los ojos en blanco. Acarició la espalda del niño y lo miró.- Está frito.
-¿Quieres que lo coja un rato?- preguntó la morena sorprendiéndola.
La mujer no perdía detalle y Paula entrecerró los ojos- No, gracias. Estoy bien- ni loca le dejaría el niño a esa mujer para que quedara bien ante Pedro. Se notaba a la legua que sólo lo hacía por eso.
La chica miró a Pedro.- En esa edad están para comérselos ¿verdad?- lo preguntó de tal manera que se notaba que no sólo quería comerse al niño.
Paula miró a Pedro que sonreía con ironía. Pensó que los hombres eran idiotas. Se volvían locos por un buen par de tetas. Suspiró acariciando la espalda de Roy y cerró los ojos-¿Vas a dormir?
-Ayer no dormí mucho- dijo abriendo sus maravillosos ojos verdes- Mi amiga Sara no me dejo pegar ojo.
-Supongo que no quería que te fueras
-Pues no y ya verás cuando se enteren mis padres. Ya piensan que estoy algo loca por irme a vivir a Nueva York, cuando se enteren de esto me ingresan en un psiquiátrico.
Él apretó los labios desviando la mirada- Deberías hacerles caso.
-Mi amiga está triste porque su boda es dentro de seis meses- dijo mirando al niño que se había movido.
-Y no vas a ir…
-¡Claro que voy a ir! He pedido permiso primero-dijo indignada- Es mi mejor amiga.
-¿Te han dado permiso para ir a una boda dentro de seis meses cuando todavía no te has puesto a trabajar?- la miró fulminándola con la mirada- ¿Quién es? Tiene que ser un salido desesperado.
Paula se quedó de piedra y respondió sin pensar- ¡Pues para tu información es una mujer!
-¿Una mujer?- eso lo hizo desconfiar todavía más.
-¡Sí, una mujer!
Él la miró durante unos segundos- No tengo ni idea de quién puede ser.
-¿Ves? Australia es muy grande.- dijo victoriosa.
Pedro chasqueó la lengua sentándose bien y mirando al frente. Estuvieron unos minutos en silencio y él la miro triunfante – ¿Ya sé quién es?
-¿De veras?- dijo aburrida.
-Es Margi, ¿verdad? Margori Harris.
-No.
Se volvió a quedar en silencio varios minutos y la fulminó con la mirada- ¿No será Brittany Smith? Porque esa mujer está loca.
-No.- acarició un rizo del niño y suspiró- ¿Por qué no lo dejas?
-Tengo mucho tiempo- dijo diabólicamente.
-Cierto. ¡Me estás amargando el viaje!- dijo enfadada.
Pedro entrecerró los ojos- ¿No me estarás vacilando?
-Te diré una sola cosa y me dejarás en paz. No más preguntas ¿vale?
Se lo pensó unos instantes- Vale.
-Voy a vivir cerca de un sitio que se llama Mouroidra.
Él entrecerró los ojos -Mouroubra
-Eso. ¿Lo conoces?
-Mucho- dijo molesto mirándola de arriba abajo.
-¿Trabajas por allí?- en su voz había un deje de esperanza y dijo rápidamente- Me gustaría tener a alguien que conozco cerca.
-Sí, trabajo por allí- la fulminó con la mirada- ¡Y por allí no hay ningún rancho que esté dirigido por una mujer!
Lo dijo tan convencido que ella le miró fijamente- ¿De veras? ¿No me tomas el pelo?
-No, Pau. No te tomo el pelo. –dijo muy serio.- No he sido yo el que te ha tomado el pelo.
Preocupada se revolvió incómoda- Pero me ha enviado el billete de avión y parecía una mujer muy seria.
-Dime su nombre, Pau.
Parecía que estaba preocupado pero ella entrecerró los ojos.-Esto no será para que te diga dónde voy ¿verdad?
-Ya me has dicho dónde vas. Suéltalo de una vez.
-Está bien... el nombre del rancho es…
En ese momento Roy gimió y ella le miró haciendo una mueca- Se va a despertar.
-Pau…
Roy levantó la mirada y se sorprendió al ver a Paula- Roy ¿quieres un zumo?- vio que se iba a poner a llorar y se incorporó cogiendo el envase del zumo- Mira que zumo más rico. –El niño gimió mientras ella lo sentaba sobre su regazo.- No has dormido mucho ¿verdad? – Intentó distraerle pues estaba a punto de darle una pataleta. Le puso el vasito delante de la boca y bebió con ansia. Cuando terminó, miró a Pedro por encima de su cabeza que seguía con el ceño fruncido. –Tenía sed, enseguida se dormirá otra vez.
El niño se recostó en su pecho y ella le acarició el cabello- Tita- susurró el niño dejándose abrazar.
-Duerme cariño. Cuando despiertes la tita ya estará contigo.- le susurró acunándolo.
Roy se quedó dormido rápidamente y ella buscó subir asiento. Pedro se lo subió impaciente – ¿Bien?
-¿Bien qué?- preguntó mirándole.
-El nombre del sitio a dónde vas es…
-¡Ah! El rancho Alfonso.- dijo colocando la manita de Roy sobre su pecho.
Al ver que no decía nada le miró. Su expresión era extraña. Parecía que se acababa de tragar un palo.- ¿Estás bien?
Él asintió y miró al frente. Extrañada porque no decía nada, le miró con el ceño fruncido- ¿No me vas a decir si lo dirige una psicópata o algo así?
-No. No es una psicópata. –Dijo entre dientes – está loca pero no es una psicópata.
-Parecía simpática. Una buena mujer.
-Y lo es.
-¿La zona es bonita?- preguntó intrigada.
-Para mí la mejor de Australia.
Ella sonrió –Claro, si eres de la zona te gustará mucho.
-Sí.
No se explayaba demasiado y ella se encogió de hombros. – ¿Me pasas el libro?
Él se lo pasó sin mirarla y ella entrecerró los ojos- Gracias.
Con el niño en brazos decidió empezar a leer por el principio. Estaba en la segunda hoja cuando le preguntó- ¿Cuando apareció la oferta de empleo?
-Hace dos semanas.
Él gruñó y Paula lo miró-¿Qué ocurre?
-Nada.
-¿Me estás ocultando algo?
-No.-Parecía enfadado y ella se le quedó mirando-¿Qué?
-Si crees que debo saber algo es mejor que me lo digas.
Él la miró con los ojos entrecerrados y de repente sonrió- No te va a gustar el sitio.
-¿No?- La decepción en su voz era evidente- Me tengo que quedar un año.
-Puedes irte cuando quieras y yo cogería el siguiente avión.
-No puedo hacer eso. ¡He dejado mi trabajo!
-Encontrarás otro.
-Vamos a calmarnos un poco. ¿Qué crees que no me gustará?
-¡Todo!
Frunció el ceño.-Si me acabas de decir que es una zona preciosa.
La fulminó con la mirada dejándola con la boca abierta.- ¿Y en qué vas a trabajar?
Ahora que se lo había dicho le daba igual que lo supiera- Soy una especie de contable, asistente y secretaria. Al parecer a la dueña no le gusta el papeleo.
-¿Ah no?
-No, me ha dicho que tiene la oficina como si hubiera pasado un tornado- respondió divertida.- Ayudaré en lo que pueda.
-¿Y dónde vivirás?- preguntó entre dientes.
-En la casa-le miró como si fuera tonto- Por lo visto hay habitaciones de sobra.
-¿De veras?
-Sí- sonrió radiante- Me voy a forrar. Cuando vuelva miraré algún apartamento en la zona de Greenwich Village. Me encanta esa zona.
-¿Y cuánto te van a pagar?
¿Se estaba poniendo rojo? Sí, allí hacia un poquito de calor.-Eso no se pregunta- dijo con una sonrisa- Pero te diré que ganaré el triple que en Nueva York.
Él entrecerró los ojos- ¡El triple!
Parecía indignado y ella le miró sorprendida- ¡No sé por qué te pones así! ¡Ni que lo fueras a pagar tú!
-Discúlpame- se levantó de su asiento y Paula tuvo que girarse con el niño en brazos para dejarle pasar.
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