jueves, 16 de junio de 2016

TU ME HACES FALTA: CAPITULO 5




Le oyó hablar con la azafata que aunque al principio le miraba sonriendo después perdió la sonrisa y cuando la miró supo que estaban hablando de ella. La mujer negó con la cabeza y después le entregó un teléfono de tarjeta de crédito. Paula entrecerró los ojos. ¿No iría a llamar a su jefa para que la enviara de vuelta? Se levantó con el niño en brazos y se acercó a él que estaba de espaldas con el teléfono en la oreja. A medida que se acercaba le oía mejor y estaba furioso- No me vengas con monsergas ¿a qué viene esto, Cris?


Escuchó hablar al otro lado de la línea y tensó los hombros- ¿Estás de broma?- estaba a punto de estallar- ¡Cuando te dejé al mando no recuerdo que habláramos de nada de esto!


Paula se quedó con la boca abierta. ¿Cómo que cuando te dejé al mando? ¡No podía ser!


-La voy a enviar de vuelta ¿me oyes? ¡No necesito una secretaria! ¡Ni nada por el estilo!-se detuvo a escuchar y siseó- Tampoco necesito una mujer que caliente mi cama. Eres la tía más rara de toda Australia. ¿Ahora me buscas amantes?


Se volvió lentamente sin salir de su asombro y volvió a su asiento. ¿Qué coño estaba pasando allí? ¿Amantes? 


Nerviosa miró al niño intentando buscar una solución a aquel lío. Evidentemente Pedro era quien dirigía el rancho y una mujer llamada Crististina Alfonso la había contratado a sus espaldas para hacer trabajo de oficina y otras cosas evidentemente. Levantó la vista y le vio a punto de explotar.


Estaba rojo de furia. Le miró de arriba abajo y suspiró. 


Estaba claro que le atraía pero no se iba a acostar con él por un trabajo. ¡Ella lo haría gratis!


Se mordió el labio inferior dándose cuenta que no quería volver a casa. ¡Tenía que pensar algo para que no la echara! Miró al niño que agarró su mechón de pelo y se le ocurrió una idea. Gimió pensando si funcionaria. Al menos durante unos meses.


Él volvió con grandes zancadas con una mirada que indicaba que si pudiera la tiraría del avión de cabeza. Fingió que lloraba mirando al niño y Curt se detuvo en seco- ¿Qué te pasa?


-Nada- dijo limpiándose unas lágrimas que no salían, las muy puñeteras. Era capaz de llorar viendo un anuncio en la tele de pañales y no era capaz de llorar en ese momento tan crítico. ¡Tenía que pensar en algo triste! Se esforzó como nunca y pensó en su perro Lucky, eso siempre funcionaba. 


El pobre había muerto hacía quince años pero todavía al ver la imagen de su perro se emocionaba. No podía evitarlo.


Pedro se acuclilló a su lado- ¿Pau?


-Me van a echar- dijo levantando la vista con los ojos llorosos- En cuanto se entere esa mujer me va a echar.


-¿Se entere de qué?


-De que voy a tener un niño- dijo sorbiendo por la nariz y esperando su reacción. Sólo le delató el músculo de su mandíbula que saltó con evidencia.


-¿Vas a tener un niño?


-Sí y como es de mi jefe, me echó del trabajo- dijo mirando de reojo como la morena la miraba como si quisiera matarla.- Y ahora estoy en la calle. Si me echa, no sé qué voy a hacer…


Se pasó la mano por la cara con cuidado de no despertar a Roy y disimuladamente miró entre sus dedos su reacción.- No te preocupes.-Esas palabras le dieron esperanzas- Cris no te va a echar- dijo pasándose la mano por su pelo negro.


-¿Tú crees?- preguntó esperanzada.- Trabajo duro. Y se lo demostraré pero debo decírselo y no sé cómo se lo tomará.


Pedro gruñó apretando los puños.-Necesito un whisky.- se volvió y la morena la miró admirada.


-Chica, está claro que eres una actriz de primera.


-Gracias- sonrió de oreja a oreja.- ¿Crees que se lo ha tragado?


-Hasta el fondo.- sacó una tarjeta de su bolso y se la tendió- Es mi agente y lleva actrices. Si Pedro te echa, vete a verle. -Cogió la tarjeta discretamente y sonrió tímidamente.-aunque te va a descubrir.


-Sí, pero eso no va a pasar hasta dentro de unos meses.- dijo guiñándole el ojo- y habré trabajado tanto que no me echará.


-No me parece de esos hombres que se tomen muy bien las mentiras- dijo en voz baja- ten cuidado.


Después de una media hora, Paula se preguntó dónde estaría. Cuando se iba a levantar a buscarle apareció Lydia que sonreía de oreja a oreja- ¿Se ha dormido?


-En cuanto te fuiste. Estaba agotado.


Se lo pasó con cuidado y le iba a llevar la bolsa pero ella se negó- Puedo yo. No te preocupes.


La vio irse y suspiró mirando al frente. – ¿Dónde se habrá metido?- dijo en voz baja.


-Lo está digiriendo.- dijo la morena divertida.- Le acabas de cortar todo el rollo.


-¿Qué quieres decir?


-Que te digan que la tía que te gusta está embarazada de otro, corta el rollo a cualquiera.


-Pero él iba a por ti- dijo asombrada.-no quería nada conmigo.


La mujer chasqueó la lengua- Al principio parecía que sí pero lo hizo para provocarte. Me di cuenta cuando te acorraló en tu asiento. –Hizo una mueca- Cosas que pasan. No se puede ganar siempre.


Gimió apartando el cabello de su frente – ¡Que lío!


-¡Cuidado que viene!


Disimularon viéndolo venir –Van a servir la cena- dijo entre dientes. Ella se levantó y volvió a su asiento junto a la ventanilla.


Le miró de reojo – ¿Estás bien?


-Sí.-parecía molesto. Y ella no entendía nada. Lo que decía la morena no podía ser, porque si hubiera querido algo con ella no la habría tratado así desde el principio. Además era evidente que estaba molesto porque se tenía que quedar.


Contenta por sus conclusiones sonrió.- ¿De qué coño te ríes? Eres una preñada que va a un país desconocido a tener el hijo de un tío que te ha echado. ¿Hay algún motivo para reírse?


La morena jadeó al otro lado del pasillo pero Paula aunque palideció un poco no perdió la sonrisa- Tengo hambre- susurró desviando la mirada.


Les sirvieron la cena en absoluto silencio. Él no le dirigió la palabra en las siguientes horas y Paula decidió tumbarse. 


Estaba inclinando el asiento para dormir cuando él la fulminó con la mirada.- Te voy a dejar algo claro desde ya.


Le miró sorprendida- ¿Si?


-Harás tu trabajo. Punto.


-¿Perdona?


-Cristina es mi tía- ella aparentó sorpresa- El rancho Alfonso es mío y yo decido lo que se hace allí. ¿Entiendes?-asintió muy seria.-Trabajarás como todo el mundo y sobre ese escandaloso sueldo ya hablaremos.


-¿Ya hablaremos?- preguntó sin voz.


-Ya decidiré lo que te pago en cuanto calcule tus gastos- parecía realmente molesto por tener que tomarse la molestia- Lo que me faltaba, una preñada en el rancho.


Decidió morderse la lengua. Al menos hasta que llegaran a su destino. Una vez allí le dejaría las cosas claritas. Si se lo decía antes igual la abandonaba a medio camino.


Se tumbó en su asiento y él gruñó al ver que tenía frío. Se levantó y abrió el compartimiento de arriba cogiendo una manta y tirándosela encima – Gracias- dijo abriendo el paquete de plástico.


Pedro gruñó sentándose otra vez y ella se volvió dándole la espalda. Sonrió mirando la pared. Sabía que lo que había hecho estaba mal. De hecho estaba fatal, pero lo que él quería hacer enviándola de vuelta a Nueva York tampoco estaba bien que digamos. Sabía que no tenía trabajo y quería echarla. Así que donde las dan las toman. En un par de meses le diría que había mentido. Aunque por como la trataba ahora no iba a ser fácil.


Se quedó dormida pensando en ello y soñó que estaba en casa de sus padres en Boston. La reñían porque su profesor de equitación estaba desquiciado con ella. Cada vez que se subía al caballo se ponía nerviosa y el caballo lo notaba. 


Debía tener ocho años y mirándolos fijamente les gritó que no se volvería a subir a un caballo en la vida. Sonrió en sueños viendo la cara de su padre que no sabía qué hacer, si obligarla o dejarla en paz. De repente la cara de Carlos apareció ante ella. Estaban en una cena y sabía que esa noche su amiga Sara se comprometía. Estaba hablando muy animada con su novio cuando él la cogió de la mano- ¿Si, mi amor?


-Esto no funciona.


-¿No te gusta la cena?- preguntó confundida mirando su plato- Si quieres te lo cambio.


-No. Lo nuestro no funciona.- se quedó de piedra y le miró sus ojos color miel- eres maravillosa pero no funciona.


Le soltó la mano y cogió la copa de vino bebiéndosela de golpe. Paula se quedó en shock sin saber qué decir-¡Joder, di algo!


Eso la hizo reaccionar- ¿Qué quieres que te diga, Carlos?- susurró mientras sentía mucha tristeza. –Si tú crees que no funciona, no voy a intentar convencerte.


La miró fijamente-Tienes razón. No tienes que convencerme.  Lo tengo muy claro. –una lágrima rodó por su mejilla y se levantó de su silla- No hace falta que te vayas. Podemos seguir cenando como amigos.


-Se me ha quitado el hambre- susurró antes de girarse y salir del comedor.


Una caricia en la mejilla la despertó y confundida vio a Pedro tumbado a su lado- Estabas llorando.


-Oh- sonrojada se secó las lágrimas- Gracias.


-De nada –dijo muy tenso. Se tumbó boca arriba y cerró los ojos. Paula le miró el perfil y suspiró.


-Pedro- susurró para no molestar a nadie.


Él giró la cabeza para mirarla- ¿Es grande tu rancho?


-Sí. Duérmete, Pau.


-¿Por qué no quieres que vaya?


-No te aclimatarás, eso es todo.


-Estás muy seguro.


La miró a los ojos a través de la penumbra de la cabina- Te vas a aburrir en cuatro días y empezarás a protestar por todo. Nos volverás locos, hasta que al final un día con las maletas hechas exigirás que te llevemos al aeropuerto. Eso si no te echo primero.


Paula entrecerró los ojos dándose cuenta de lo que estaba pasando allí- ¿Quién se fue que te hizo daño?


-No digas tonterías- el desprecio de su voz la puso alerta.


-Así que tengo razón- se apoyó en su antebrazo para verle mejor.- ¿Quién fue?


-Quién no-dijo con desprecio- Mi madre y mi prometida.


Se le cortó el aliento al oír que su novia se había ido. ¿Es que estaba loca? Ella sólo lo conocía desde hacía unas horas y la tenía totalmente fascinada. ¡Ser su prometida debía ser la sensación más maravillosa del mundo!- Entiendo.


-¡No entiendes una mierda!


Hizo una mueca al ver que le daba la espalda.- ¿No quieres hablar de ello?- preguntó en un susurro. Al ver que no le hacía caso se mordió el labio inferior- Lo siento. Tienes razón, no sé cómo te sientes. Pero a mí también me ha dejado mi novio.


Se volvió de golpe – ¿Quieres callarte? ¡Yo no soy como el cerdo de tu novio!-Eso sólo había que verlo. Pedro estaba mucho mejor.- ¡No voy dejando mujeres embarazadas por ahí!


Gimió porque no se acordaba de eso. –Carlos no es un mal hombre- dijo defendiéndolo.- Simplemente no me quería.


Pedro la miró asombrado- ¡Te ha dejado preñada y te ha echado del trabajo! ¡Es un cerdo!


-Shuusss- dijo nerviosa mirando alrededor- ¿Quieres callarte?


-¿Qué? ¿No quieres que se sepa? Porque será evidente en unos meses y se va a enterar todo el mundo.-Estaba furioso


-Eso no tiene que ver con tu novia- dijo desviando el tema.-ni con tu madre.


-Tienes razón.


Se miraron a los ojos y Pedro miró sus labios. Paula sintió que le daba un vuelco el estómago y carraspeó tumbándose otra vez- Hasta mañana.


-Hasta mañana.-se dieron la espalda el uno al otro y Paula estuvo un rato despierta. Empezaba a sentir que aquello se le iba de las manos y acababa de empezar. Dios mío ¿Paula en qué lío te has metido?






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