jueves, 28 de enero de 2016

A TRES PASOS: CAPITULO 10






La despertó la luz que entraba por la puerta de la habitación que provenía del salón. Se desperezó y al volver la cara, vio a Pedro profundamente dormido. Se detuvo en seco porque sabía que no dormía mucho y no quería molestarlo. 


Salió de la cama lentamente y de puntillas fue hasta el baño del pasillo para no despertarlo. Fue hasta la cocina y empezó a hacer el desayuno. El reloj del horno vio que eran las ocho de la mañana. Hizo unos huevos y beicon. Estaba sacando el pan de la tostadora cuando un pitido en la cafetera le indicó que el café estaba listo. Leticia entró en la cocina vestida con un vestido rosa.-Buenos días- dijo yendo hacia la nevera y cogiendo zumo de naranja.


-¿Cómo has entrado?- preguntó con la cafetera en la mano viendo cómo se sentaba y empezaba a desayunar.


-Estaba abierto.


Puso los ojos en blanco pensando que tenía que hablar seriamente de la seguridad con Pedro. Se sentó junto a Leticia. La chica la miró con picardía.- Habéis dormido juntos ¿verdad?


-Dormir es la palabra clave.- respondió masticando.


Después de soltar una risita empezó a untar mantequilla en la tostada.- No duerme mucho.


-Lo sé.


-¿No piensas comentar nada?


-De momento, no. –le guiñó un ojo antes de preguntar- ¿Te vienes a comprar unas estanterías o tienes algo que hacer?


-Por la tarde he quedado con mis amigas, así que vale.


Pedro entró en la cocina sin mirarlas y fue directamente hasta la cafetera. Evidentemente era de los que se levantaban gruñones, así que lo ignoraron mientras se tomaba su café. –También podemos ir a comprar ropa en lugar de las estanterías.


-Yo voto por la ropa.


Pedro gruñó antes de llenarse la taza otra vez. Consideraba que después de la primera taza ya se le podría hablar, así que se levantó y se acercó a él. Sonriendo dijo –Buenos días.


La cogió con cuidado de la cintura mirándola con el ceño fruncido y la besó en la boca suavemente- No me hables hasta el mediodía.


Leticia soltó una risita y ella suspiró- Vale, pero ¿no quieres comer nada?


Pedro volvió a gruñir y la soltó para salir de la cocina llevándose su taza de café. Se volvió a Leticia y sonrió- No ha ido del todo mal.


-Has estado fantástica.



******


Decidieron irse de compras. Primero fueron a comprar las estanterías y se decidió por unas que iban de suelo a techo. 


Tenía muchos libros y la aprovecharía. –Acuérdese de anclarla a la pared.- le dijo el joven dependiente.-El peso puede volcarla.


-Se lo recordaré- dijo Leticia con una radiante sonrisa.


-Te guuusta- le canturreó al oído.


-Cállate- susurró sonrojándose. –Serás cría.


Paula no pudo evitar reírse a carcajadas y cuando llegaron a la caja el chico dijo- Doscientos treinta y cinco dólares.


Le entregó la tarjeta de crédito y miró la chapa de plástico que tenía en la camiseta- ¿Brian, tienes novia?


Leticia la miró como si quisiera matarla-No- dijo el chaval algo sonrojado, poniéndose nervioso mientras pasaba la tarjeta.


-Porque Leticia tampoco. ¿Cuántos años tienes?


-¡Paula!- Leticia no sabía dónde meterse de la vergüenza y disimulando miraba a cualquier sitio menos al dependiente.


Brian miró a Leticia de reojo y respondió- Dieciséis.


-Perfecto para Leticia, que tiene quince.


-Paula…


-¿Te gusta?-la chica gimió y Brian empezó a encontrar todo muy gracioso.-Dime, como si no te escuchara ¿Te gusta?


-Sí.


Leticia se sonrojó todavía más y sonrió dulcemente. Con timidez miró a Brian y él le preguntó-¿Quieres ir al cine esta tarde?


-Vale.


-¿Me das tu número?- le dio un block y un boli. Paula firmó el recibo de la tarjeta de crédito mientras Leticia lo apuntaba a toda prisa.


Cuando se iban Brian dijo –Te llamo a las tres, Leticia.


La chica sonrió despidiéndose con la mano- Bien hecho. –Shaba la cogió por los hombros pegándola a ella mientras se reía.-Ahora vamos a comprar ropa para estar guapas.



****


Cuando se bajaron del ascensor vieron la enorme caja de la estantería en el hall y se miraron extrañadas pues la música se oía a todo volumen en casa de Pedro –Está trabajando ¿por qué no ha abierto la puerta de tu piso?-  Leticia estaba confundida y algo enfadada, pero Paula la cogió de la muñeca deteniéndola porque iba a decirle algo a su tío.


La miró a los ojos y susurró- No le digas nada.


-Pero Paula…


-Es una pataleta. No le digas nada. Me está diciendo que no forma parte de mi vida y que no tiene que hacerse cargo de esas cosas. Ha tenido que firmar el albarán de entrega para que lo dejaran ahí.


Leticia entrecerró los ojos –Entiendo.


-Si le dices algo, se cabreará y discutiremos, que es lo que quiere para dejar clara su posición.


-¿Y qué piensas hacer?


Paula sonrió maliciosa-No puedo cargar pesos ¿recuerdas? Esa estantería no se quedará ahí mucho tiempo.


Leticia echó una risita-Eres muy lista.


Le guiñó un ojo y fue hasta la puerta de su piso. – ¿Te apetece un refresco mientras preparo la comida?


-Claro. –entró tras ella y dejó sus compras sobre la mesa del salón, antes de seguirla al dormitorio. –Esa ropa interior es preciosa.


-Ya era hora que me renovara. ¿No me lo habías sugerido?


-Tus bragas eran de monja. Hasta las mías eran más bonitas y eso que me las compra mamá.


Después de colgar la ropa nueva fueron hasta la cocina y prepararon espaguetis.- ¿Tu tío querrá comer algo?


-Ni idea, cuando trabaja sólo come cuando decide acabar la sesión. Una vez tuvo a la modelo diez horas sin comer hasta que consiguió lo que quería.


-¿Es bueno?- preguntó recogiendo la cocina.


-¿Bueno? Las marcas se lo rifan para que fotografíe sus productos y las modelos trabajan gratis para él porque muchas han conseguido sobresalir gracias a su trabajo.- dijo orgullosa antes de beber de su cola.


Paula asintió pensando en ello mientras limpiaba la encimera- ¿Puedo empezar a comer? No me dará tiempo si tengo que esperar al tío.- dijo Leticia sirviéndose espaguetis.


-Sí, voy a preguntarle si quiere comer.


Tenía ganas de verlo y se miró el vestido de gasa verde que llevaba puesto antes de entrar en su piso. La música estaba bastante alta y frunció el ceño porque no le escuchaba dar órdenes a la modelo, así que supuso que estaba solo. Iba a entrar en la sala de trabajo cuando escuchó una risita en la habitación de Pedro. Se detuvo en seco y escuchó mirando hacia la puerta que estaba entornada. Otra risita le puso los pelos de punta y dio dos pasos hacia la puerta. Alargó la mano y abrió la puerta lentamente. Pedro rodeaba con sus brazos a una pelirroja, que se reía como una hiena mientras la besaba en el cuello. Paula sintió que alguien le retorcía las entrañas al ver como besaba su cuello hasta llegar al lóbulo de su oreja. Su primer impulso fue querer gritarle y agarrar a aquella pelirroja de los rizos para sacarla de allí, pero algo la detuvo. Pálida dio un paso atrás sin hacer ruido y lentamente salió del piso. No se podía creer que después de haber dormido con ella, se fuera a acostar con otra. Aunque sólo fuera sexo, se sentía traicionada. Algo estúpido teniendo en cuenta que le había advertido que llegaría a aborrecerla.


Sumida en sus pensamientos entró en la cocina – ¿Sigue trabajando?-miró a Leticia que al ver su cara frunció el ceño- ¿Estás bien?


-Sí- forzó una sonrisa sentándose a la mesa como si no pasara nada- Está ocupado, así que comeremos nosotras.


Comió poco y Leticia preguntó al ver que estaba muy callada.- ¿No te encuentras bien?


-No quiero comer mucho porque es mi primer día de dieta normal- dijo levantándose llevando sus platos al fregadero- Si quieres algo de postre…


-No, me voy que llego tarde. Además tengo que llamar a mis amigas para decírselo.


Sonrió viéndola tan impaciente.- ¿Qué te vas a poner para tu cita?


-El vestido amarillo.


Paula asintió- Vas a dejarlo con la boca abierta.


-Deséame suerte.


-¡Pásalo bien!


Cuando Leticia se fue, Paula cerró los ojos intentando retener las lágrimas y gimió girándose y apoyándose con ambas manos en el fregadero. Se dobló intentando clamarse y para ello respiró profundamente varias veces, mientras en su mente no dejaba de ver a Pedro besando a la pelirroja. 


Sentía un dolor en el pecho que la obligaba a respirar entrecortadamente y abrió el agua fría para meter la cara bajo el chorro. Le sentó bien y alargó la mano hacia un trapo limpio de cocina para secarse –Nena, ¿estás bien?


Se sobresaltó al escucharlo y se volvió para ver a Pedro en la puerta de la cocina mirándola preocupado.- ¡No me asustes así!- exclamó furiosa.


-Perdona pero…- entrecerró los ojos al ver que los suyos estaban rojos- ¿Estás bien?


-Sí- respondió entrecortadamente bajando la vista.-Creo que me voy a acostar un rato. Ha sido una mañana demasiado intensa.


Pedro se acercó pero ella lo esquivó para salir de la cocina- Si quieres espaguetis todavía quedan- dijo saliendo.


-¿Seguro que estás bien?


-¡Sí!- entró en la habitación y cerró de un portazo. Se quitó el vestido que había mojado en el pecho y lo tiró al suelo para lavar, cuando se abrió la puerta- ¿No te he dicho que me voy a acostar un rato?- preguntó yendo en ropa interior hacia las cortinas para cerrarlas.


-Paula ¿qué pasa?


Ignorándolo se subió a la cama y apartó el edredón para tumbarse. –Nada. Estoy cansada, eso es todo.


-Parece que estás enfadada- se sentó a su lado y ella se giró intentando retener las lágrimas que pugnaban por salir de nuevo. Pedro suspiró y alargó la mano para tocar su hombro. Sin poder evitarlo, ella hizo un gesto para que la soltara. No soportaba que la tocara después de lo que había visto- Si es por lo de la estantería…


-Me importa poco la puñetera estantería.- dijo entre dientes.


-Entonces ¿qué coño te pasa?- la cogió por el hombro y la volvió de golpe- Es evidente que estás enfadada.


-¡No estoy enfadada! ¡Estoy disgustada y si no eres capaz de ver la diferencia es porque eres un insensible de mierda!


Pedro la miró atónito- ¿Estás loca? ¿Qué te pasa?


-¡Nada!- se volvió otra vez y abrazó la almohada- ¿Puedes dejarme sola?


-Esto me pasa por intentar entenderte.- dijo él levantándose de la cama.


-No sé para qué te molestas, si no vas a soportarme dentro de nada.


-¡Empiezo a no soportarte!


-¡Muy bien! ¡Yo tampoco soporto que me toques después de que te has tirado a una pelirroja!- gritó sin poder evitarlo.


El silencio en la habitación se hizo tan pesado que se podía cortar. Pedro no decía nada y ella se aferraba a la almohada sin querer mirarle.


-Paula…- susurró después de varios segundos eternos.


-¡Vete!


Después de varios segundos en los que ella ya no pudo retener sus silenciosas lágrimas, Pedro salió de la habitación y cerró la puerta tras él. –Estúpido insensible- susurró furiosa.






miércoles, 27 de enero de 2016

A TRES PASOS: CAPITULO 9




Tenía que conseguir que él no quisiera que se fuera. Para una persona que no quería a nadie a su alrededor de manera estable, era un paso enorme que le hubiera pintado el piso. Y la deseaba, de eso no había duda. Emocionada buscó que ponerse en el armario y recordó que tenía que ir a comprar ropa. Se puso un vestido blanco con flores azules y unas sandalias planas blancas. Se recogió el pelo y gimió al estirar la herida al levantar los brazos.- No te apresures, Paula. No vayas a meter la pata.- dijo apretándose la herida.


Salió al salón y vio las cajas que ellos no habían colocado, pero decidió no hacer nada para no agotarse. Se tumbó en su sofá nuevo y encendió el enorme televisor. No encontró nada que le gustara y se dijo que había cometido un error al comprarlo. Hasta que haciendo zapping encontró Lo que el viento se llevó. Hacía años que no la veía y se acomodó para verla. Minutos después ni se dio cuenta que se quedaba dormida.


Sintió como la levantaban y abrió los ojos sonriendo somnolienta a Pedro- Duerme nena.- susurró apretándola a él.


Suspiró contra su pecho y pudo oler su after shave.- Hueles bien- susurró antes de que la dejara sobre la cama.


Le quitó las sandalias y se sentó a su lado. Paula abrió los ojos. Parecía preocupado- Estoy bien, sólo cansada.


Él asintió y se agachó para darle un suave beso en los labios- Duérmete, entonces.


-La fiesta…


-Cuando te despiertes, lo celebraremos.


Asintió y cerró los ojos. Se quedó dormida mientras él la observaba. Lo que demostraba lo a gusto que estaba con él.


La despertó el hambre y al sentarse en la cama, escuchó susurros en el salón. Sonriendo salió de la habitación y allí estaban Malena, Martin, Pedro y Leticia poniéndose morados a pizza de peperonni.- ¿Hay para mí?


-¿Cómo estás?- preguntó Pedro volviéndose.


-Hambrienta.


-Pues para ti hay un delicioso puré.- dijo Malena divertida.


-Venga ya- se acercó a la caja de pizza y Pedro se la quitó de su alcance.


-Dieta blanda o vuelves al hospital.


Paula fulminó con la mirada a Malena que puso cara de no haber roto un plato.- Esta me la vas a pagar.


-Ya, ya- dijo ignorándola para mirar a la televisión.


Dejando caer los hombros fue hasta la cocina y vio el bol de puré sobre la encimera. – ¿De guisantes?


-No seas pesada- dijo Pedro sorprendiéndola pues estaba tras ella.


Se volvió para mirarlo- Soy médico y sé lo que tengo que hacer.


-Ya se nota. Ha llamado Santiago.


-¿De veras? ¿Está bien?- la preocupación en su voz le hizo apretar los labios


-Está bien. Preguntaba por ti, que eres la acuchillada por un chiflado.


-No era un chiflado, era un adicto.


-Te acuchilló ¿no?


Se dio por vencida y metió el bol en el microondas.- ¿Le dijiste que estaba bien?


-Sí- se acercó y la abrazó por la cintura con cuidado de no tocarle la cicatriz. Paula sintió que se derretía- Porque estás bien ¿verdad? No lo dices por decir.


-Estoy bien.-entrecerró los ojos mirando a Pedro- ¿Estás preocupado por mí?


Eso sería un signo muy revelador y ansiosa espero su respuesta.


Pedro parecía molesto con la pregunta- ¿Yo?- se apartó rápidamente- Es para que te vayas cuanto antes.


-Pues ya puedes esperar sentado- dijo algo decepcionada. 


Aunque no sabía de qué se sorprendía, era lógico que no sintiera aprecio por ella, todavía. Ya se encargaría ella de que lo sintiera. Sacó el bol y cogió una cuchara bajo su atenta mirada- No voy a comer nada que no me corresponda.


-Más te vale- dijo entre dientes- Me acabo de dar cuenta que he dejado demasiadas tentaciones a tu alcance.


-Mañana podré comer lo que quiera. Siempre que lo tolere.


Salió con el bol en la mano hacia el salón, donde se sentó al lado de Leticia que estaba absorta en la película- ¿Es buena?


La chica asintió sin dejar de mirar la pantalla mientras se metía un trozo de pizza en la boca. Paula miró a Malena que sonriendo le guiñó un ojo. Pedro la miraba de pie con los brazos cruzados y Paula metió la cuchara en el bol. Empezó a comer y él asintió como si fuera una niña buena. Eso era el colmo. Pasaba de intentar echarla, a controlar lo que comía.


La película era de acción y tanta persecución seguidos de millones de golpes a ella la aburrían soberanamente, así que en cuanto terminó la cena, se levantó – ¿A dónde vas?- preguntó Pedro.


-¿Al baño?


-Vale.


-Que marcaje.-murmuró molesta mientras Malena y Martin aguantaban la risa.


Cuando volvió, disimuló acercándose a las cajas lentamente 


–Ni se te ocurra- dijo Pedro sin volverse a mirar lo que estaba haciendo.


-Sólo iba a coger un libro- dijo abriendo una caja


Él suspiró levantándose y se acercó a ella. –Nena, deja eso.


Ella estaba sacando un libro de medicina de la caja y se lo dio- No es este.


-Apuesto a que no es ninguno de esa caja.


-¿Cómo lo sabes?- dijo sacando otro y dándoselo.


-Intuición masculina.


-Bueno, ya que estamos…


-Nena, no tienes estanterías.


Hizo una mueca mirando a su alrededor y al final se dio por vencida. Gimió dejando el libro dentro de la caja- Odio no hacer nada.


Pedro sonrió dejando los libros que le había dado dentro de la caja.- ¿Y qué haces cuando estás de vacaciones?


-No he tenido vacaciones en años. Ya ni me acuerdo.


-La triste vida de un estudiante de medicina- dijo Martin divertido pasando el brazo por el hombro de su novia- Afortunadamente eso se ha acabado.


-Sí- dijo Paula uniendo las manos y levantando los talones, balanceándose adelante y atrás pensando en qué hacer.- ¡Voy a hacer un pastel!


Pedro la cogió de la muñeca y tiró de ella hacia fuera del piso. Caminaron los tres pasos hacia su puerta, que por supuesto estaba abierta- ¿No tienes miedo de que te roben?


-Odio tener las puertas cerradas- respondió sin pensar.


Ella lo miró de reojo entendiendo que había estado encerrado.- ¿Qué hacemos en tu cochambroso piso?-miró a su alrededor y gimió al ver todo tirado por el suelo- Pedro ¿cómo puedes vivir así?


-Puedo. Te aseguro que es posible- respondió sin molestarse, llevándola hasta su mesa de trabajo.- Ya que no puedes hacer esfuerzos, me ayudarás en mi trabajo para compensarme por el tiempo que he perdido contigo.


Le miró ilusionada- ¿Puedo? –se sentó en el taburete y miró las fotografías que estaban pequeñitas todas juntas en varias hojas.-¿Qué tengo que hacer?


Le dio una lupa y un rotulador rojo.-Tacha todas las que no muestren bien el producto.


Paula miró la hoja con la lupa y frunció el ceño al ver que eran las del tanga rosa fucsia.- ¿El producto es el tanga?


Pedro sonrió divertido-Nena, el producto es el collar.


¿Aquella tía tenía un collar puesto? Al fijarse bien vio que tenía razón- Jo, Pedro. No vale ninguna.


-¿Qué dices?- se puso a su lado y cogió la lupa mirando las fotos- ¿Ves? Ésta vale.


Ella miró la foto y apenas se veía el collar detrás del abanico de plumas blancas. Levantó la vista y se dio cuenta que sus caras estaban muy cerca. Tragó saliva antes de decir mirando sus labios- No, no vale.


-No hagas eso.


-¿El qué?


-Pedirme que te bese para luego dejarme a medias.


Ella se incorporó indignada- ¡No hago eso!


-Ponte a trabajar- dijo divertido.


Paula chasqueó la lengua y se puso a tachar fotografías mientras él cogía una cámara. Sólo tachaba las que no se veía el dichoso collar. En varias se veían los pechos de la modelo y las tachaba también. Algunas con saña. Levantó la vista cuando escuchó el sonido de la cámara y vio que le había sacado una foto.- ¿Qué haces?


-¿Tú qué crees?


-Bórrala.


Él estaba mirando la pantalla de la cámara y sonrió –Ni hablar. ¿Sabes que una foto puede reflejar todo lo que siente o piensa una persona?


-¿Y qué dice la mía?


-Que estás celosa.


Abrió la boca indignada- ¡Retíralo! ¡Eso es mentira!-sonriendo le sacó otra foto- ¡Pedro para!- se bajó del taburete y estiró el brazo para coger la cámara.


-Cuidado, nena. No te hagas daño- dijo levantando el brazo para que la cámara no estuviera a su alcance.


Paula entrecerró los ojos.- ¿Quieres guerra?- cogió otra de las cámaras y la miró. Pedro se echó a reír a carcajadas cuando se dio cuenta que no sabía encenderla. –Serás idiota.- dijo dejando la cámara sobre la mesa.


Él le sacó otra foto- Enfado.-Paula le sacó la lengua y él sacó otra foto. Decidió darse por vencida y volvió al taburete- Vamos nena, no te enfades.


-¿No es lo que querías? ¿Qué me enfadara?- cogió el rotulador rojo y continuó con su trabajo. Para su sorpresa él siguió sacando fotos.-Pedro


-Paula….-ella levantó la vista y le sacó otra foto.- Nena, abre uno de los botones del vestido.


Le entró la risa- ¿Qué?- él sacó otra foto sonriendo- ¿Estás loco?


-Sólo uno.


Ella miró hacia la puerta desde donde se veía el salón- ¿Y si…?


-Todavía queda una hora de película- dijo él con voz ronca.


Paula le miró y se abrió el primer botón del vestido que llevaba dejando ver el principio del canalillo. Pedro sacó varias fotos y ella se echó a reír porque aquello era estúpido. 


Se tapó la cara con las manos para que la dejara en paz y él se echó a reír- Vale, lo dejo.


En cuanto apartó las manos le sacó otra foto.- Te odio.- dijo ella cogiendo el rotulador otra vez.


Se acercó a ella y la besó en el cuello –Mentirosa. Estás loca por mí.


Sorprendida le miró a los ojos- Eso no es cierto.


-Estás deseando que hagamos el amor.


-Mira quien fue a hablar.


-Bueno, es que yo soy poco selectivo. -al darse cuenta de lo que había dicho abrió los ojos como platos, mientras ella se tensaba visiblemente apartando la mirada porque esa frase le había dolido. Como si ella fuera una más.- Nena…


-Tienes razón- se bajó del taburete y fue hacia la puerta- No eres nada selectivo. ¡Pero yo sí!- gritó antes de salir de la sala de trabajo.


Pedro la cogió del brazo antes de que llegara a la puerta- No me has entendido.


-¡Claro que te he entendido! Además ¿para qué me detienes, si sólo quieres que me largue de aquí?


Él se enderezó y dejó caer su mano soltándola-Tienes razón. Quiero que te vayas. No me gusta tener vecinos.


-¡Claro, no vaya a ser que te caigan bien!


-¡Tú no me caes bien! ¡Desde que has llegado sólo me has dado problemas! - dijo con rabia- ¡Estoy deseando que desaparezcas de aquí!


Eso le dolió y asintió porque no podía responder sin perder los nervios. Se volvió y salió del piso sin molestarse en cerrar la puerta.- ¡Joder,Paula!


Le ignoró entrando en su piso. Sus amigos que seguramente lo habían oído todo disimularon mientras que ella iba hacia su habitación – Voy a darme un baño.


-Vale- dijo Malena mirándola preocupada.


Cerró la puerta con llave porque no quería que Malena la molestara. Sintiendo unas ganas de llorar terribles, abrió el grifo del agua sentándose en el borde de la bañera. No sabía porque se implicaba con él emocionalmente. Aquello estaba abocado al desastre.Pedro no quería ningún tipo de apego emocional y se notaba en todo lo que hacía. Le estaba diciendo claramente que se alejara de él. ¿Es que era masoquista? Quería acostarse con ella y que se largara de allí para dejarle con su vida, que para él estaba perfectamente bien. Para que siguiera haciendo lo que le diera la gana sin preocuparse por nadie, ni siquiera por él.


Allí sentada escuchó que llamaban a la puerta- ¿Paula?-era Leticia y ella suspiró pasándose la mano por su cabello pues no le apetecía hablar con ella. No le apetecía hablar con nadie.- No lo ha dicho en serio, Paula- dijo la chica.- Sé que no lo ha dicho en serio.


En el fondo lo sabía, pero no podía evitar que sus palabras le hubieran hecho daño.- Leticia, hablamos mañana ¿vale?- dijo sin darse cuenta de que estaba llorando.


-Vale. Que descanses.


El agua de la bañera se había llenado hasta la mitad y se levantó quitándose el vestido. Un baño la relajaría. Se estaba metiendo dentro de la bañera cuando volvieron a llamar a la puerta. Se sentó y suspiró apoyando la espalda- Malena, estoy bien.


-Paula, abre.


La voz de Pedro la tensó.- No tengo nada que hablar contigo y menos ahora.


-No quise decir eso.


-¡Por favor, déjame sola! ¡Sólo quiero relajarme con un maldito baño!


Al no escuchar nada más, suspiró porque se había ido. 


¿Qué demonios le estaba pasando? Sabía que podía decir frases como esas e incluso más duras por todo lo que Pedro había pasado, lo que no se imaginaba era que le dolieran sus desprecios. Le gustaba demasiado. Como decía su vecino, estaba loca por él y aquello iba a ser muy duro. 


Además seguramente no conseguiría nada. ¿Qué debía hacer? Implicarse con alguien que necesitaba terapia e intentar ayudarle, era un arma de doble filo. Podría salir ella dañada de todo eso. Podía ser ella la que sufriera.


Tardó mucho en salir del baño mientras le daba vueltas al asunto. Malena y Martin seguían en el salón tomando un café y cuando salió en bata se la quedaron mirando. –Me voy a la cama.


-No sé qué está pasando aquí pero…


-No te metas en esto- le dijo a su amiga.


-He oído lo que te ha dicho.


-No lo sabes todo.


-Cuéntamelo- Malena estaba preocupada.


-Es entre Pedro y yo.


-Cielo, no te metas- dijo Martin levantándose.- Vámonos a casa. Tiene que descansar.


Su amiga se levantó mirándola a los ojos- ¿Sabes dónde te estás metiendo?


-Sí.


Esa respuesta fue más para ella que para su amiga, porque ya lo había decidido. Malena apretó los labios y asintió. Se acercó a darle un abrazo –Llámame mañana


-Te quiero.


-Y yo a ti- se alejó un poco sin soltarla y la miró a los ojos- Si necesitas hablar y desahogarte.


Paula sonrió- Lo sé.


Martin se acercó y la besó en la mejilla- Hasta mañana.


-Hasta mañana, Martin.


Cuando se fueron cerró con llave y suspirando fue hacia su habitación. Le costó muchísimo dormirse y cuando lo hizo estuvo muy inquieta. Por primera vez soñó con el día del ataque y el miedo que sintió al ver el cuchillo clavado en su cuerpo. Se despertó sudando sobresaltada y chilló cuando una mano le acarició la espalda. Encendió la luz a toda prisa saltando de la cama y al ver a Pedro tumbado en la cama, se quedó de piedra-¿Qué haces aquí?- preguntó con la respiración agitada.


-Vine a ver como estabas y me di cuenta que tenías una pesadilla.


Entonces Paula se dio cuenta que estaba vestido y suspiró sentándose en la cama- Estaba soñando con el cuchillo.


Pedro se acercó a ella y la abrazó- Se pasará.


-Lo sé, pero me ha sorprendido. No había soñado con ello antes. Sentía todavía más miedo que ese día.


-Sé lo que quieres decir. Allí no eras tan consciente de todo como ahora.


Paula se dio cuenta que estaba recordando su experiencia y no sabía si eso era bueno en su caso o provocaría un retroceso. Ella levantó la vista y se dio cuenta que tenía la mirada perdida. Le cogió de la barbilla para que la mirara y desviar sus pensamientos.- ¿Quieres helado?


-¿Qué?- preguntó sorprendido para luego sonreír.- ¿Puedes comer helado?


-Es dieta blanda- le guiñó un ojo antes de darle un suave beso en los labios.


-Te va a sentar mal- dijo contra sus labios. La cogió por la cintura tumbándola en la cama.- Será mejor que te duermas.


Se separó de ella para mirarla a la cara.-No voy a tener una relación contigo, Paula.


-Vale.- respondió indiferente.


-Nunca tendré nada contigo y llegará un punto en que no te soporte.


-Te he entendido- susurró muy seria.-Ya me has dicho que te caigo mal.


Suspiró y se dejó caer de espaldas a su lado- No me caes mal del todo. A veces me sacas de mis casillas.


-Santiago dice lo mismo- respondió divertida levantándose de la cama. Sabía que su camisón era casi transparente y solamente le cubría el trasero pero le daba igual. Ya la había visto desnuda. Fue hasta la cocina descalza y cogió un litro de helado de chocolate. Volvió a la cama y se sentó contra el cabecero de la cama. Metió la cuchara sopera dentro del helado y sacó una cucharada enorme mientras Pedro la miraba divertido- Nena, te va a sentar mal.


Ella metió la cuchara en la boca y cerró los ojos saboreándolo.- No hay nada mejor que el chocolate.- dijo con la boca llena.


-¿Seguro?- preguntó divertido cogiendo la cuchara y probándolo.- Hay mil cosas mejores.


-¿Si? ¿Cómo qué?- le miró a los ojos mientras se metía otra cucharada en la boca.


-No sé…


-¿No has dicho que hay mil? Y no vale decir el sexo.


-Un atardecer en la playa. El baile de fin de curso. La primera vez que conduces un coche. – le guiñó un ojo- La primera vez que haces el amor…


-La primera vez que hice el amor fue horrible.- dijo ella con la boca llena.


Pedro levantó una ceja- ¿Si? ¿Cómo fue?


-En una playa al atardecer, la primera vez que conduje mi coche, hacia el baile de fin de curso.


Pedro se echó a reír a carcajadas- Serás mentirosa.
Iba a meter otra cucharada en la boca y Pedro le cogió la cuchara- Ni hablar.


-¡Jo!- exclamó intentando arrebatársela.


-¡No seas glotona!- se levantó de la cama y le cogió el envase- ¡Ahora a dormir!


Ella le vio salir de la habitación y cuando volvió Paula le sonrió. – ¿No puedes dormir?- le preguntó ella suavemente.


-No duermo muy bien.-respondió sentándose a su lado.


-¿Tomas algo para eso?


-Al principio sí, pero como no funcionaba dejé de tomarlo.- levantó la mano y le apartó un mechón de pelo metiéndoselo tras la oreja.


-¿Quieres que te recete algo?


Él negó con la cabeza y después sonrió- Me parece increíble que seas siquiatra.


-¿Por qué?


-Porque los que conozco tienen barba y son viejos.-Paula se echó a reír y le dio un tirón en la herida. Gimió sin dejar de reír apretándose la herida- ¿Estás bien?- preguntó él preocupándose.


Asintió mirándole sin perder la sonrisa- Mi profesor favorito era viejo y tenía barba.


-No te saldrá barba ¿verdad?


Levantó la barbilla divertida- ¿Tú qué crees?


Le acarició la barbilla hasta llegar a su oreja- No hay nada raro.- dijo con voz ronca mirándola a los ojos.


-Me alegro. Ahora dame un beso y vete a tu casa porque no podré seguirte el ritmo.


-¿Un besito o un beso?- susurró contra sus labios.


-Ya que no vamos a hacer nada más, dame uno en condiciones- dijo sintiendo un hueco en el estómago de anticipación.


Pedro acarició sus labios y atrapó su labio inferior acariciándoselo con la lengua. Ella gimió abrazando su cuello y cuando entró en su boca, respondió encantada por todo lo que le hacía sentir. Se devoraron el uno al otro y se besaron ansiosos. Los brazos de Pedro la rodearon por la cintura apretándola a él y sentándola sobre sus rodillas. De repente apartó su boca, dejándola atontada y ella volvió a buscarlo- Más…


-Nena, no podemos.- dijo dejando caer el tirante de su camisón y descubriendo su pecho. Paula gimió cerrando los ojos cuando su pulgar acarició su pezón antes de acunar su pecho – Eres preciosa- susurró él antes de volver a besarla. 


De repente la cogió por debajo de las rodillas y se levantó de la cama antes de tumbarla.- Hasta mañana- dijo carraspeando antes de volverse y salir de la habitación.


-¡No puedes dejarme así!- gritó ella indignada.


-Date una ducha fría- gritó desde el salón.


-Uhhh- gruñó ella golpeando el colchón antes de subirse de malos modos el tirante del camisón.- ¿Y cómo duermo yo ahora?


Apagó la luz y miró el techo. Cerró los ojos pero nada. Había dormido por la tarde mucho tiempo y no estaba acostumbrada a dormir tanto. Maliciosa encendió la luz y caminó hasta el salón. Abrió una de las cajas y empezó a sacar libros dejándolos en el suelo para clasificarlos. Los de medicina los llevaría a su consulta privada cuando la abriera. 


Sólo dejaría en casa los libros de ocio. Tenía en la mano el Kamasutra que le había regalado Malena para que practicara, cuando se abrió la puerta y entró Pedro fulminándola con la mirada- Lo sabía.


-¿No te ibas a dormir?


-¿Qué haces?- se acercó a ella y le arrebató el libro. Al leer el título, arqueó una ceja.- ¿Qué haces? –volvió a preguntar divertido.


Se sonrojó porque precisamente tenía que haberla pillado con ese libro.- Me lo regaló Malena.


-No te he preguntado eso- dijo sonriendo pasando una de las páginas.


-Lo acabo de sacar de la caja.


-Ya.


-Estoy clasificando.


-¿Y dónde lo vas a colocar?


-En mi mesilla de noche- dijo quitándoselo de las manos y yendo hacia la habitación.


Pedro se quitó las botas y se tumbó en la cama mientras ella guardaba el libro.- ¿Qué haces?


-Voy a asegurarme de que te duermes.


Ella se arrodilló sobre la cama- ¿Contigo en la cama? ¿No es un poco peligroso?


Dio dos palmaditas sobre el colchón- Apaga la luz.


Después de hacerlo se tumbó a su lado de espaldas a él y suspiró. Sintió como se acercaba a ella y la pegaba a su torso. Increíblemente después de unos minutos, se quedó dormida escuchando su respiración.