jueves, 28 de enero de 2016

A TRES PASOS: CAPITULO 10






La despertó la luz que entraba por la puerta de la habitación que provenía del salón. Se desperezó y al volver la cara, vio a Pedro profundamente dormido. Se detuvo en seco porque sabía que no dormía mucho y no quería molestarlo. 


Salió de la cama lentamente y de puntillas fue hasta el baño del pasillo para no despertarlo. Fue hasta la cocina y empezó a hacer el desayuno. El reloj del horno vio que eran las ocho de la mañana. Hizo unos huevos y beicon. Estaba sacando el pan de la tostadora cuando un pitido en la cafetera le indicó que el café estaba listo. Leticia entró en la cocina vestida con un vestido rosa.-Buenos días- dijo yendo hacia la nevera y cogiendo zumo de naranja.


-¿Cómo has entrado?- preguntó con la cafetera en la mano viendo cómo se sentaba y empezaba a desayunar.


-Estaba abierto.


Puso los ojos en blanco pensando que tenía que hablar seriamente de la seguridad con Pedro. Se sentó junto a Leticia. La chica la miró con picardía.- Habéis dormido juntos ¿verdad?


-Dormir es la palabra clave.- respondió masticando.


Después de soltar una risita empezó a untar mantequilla en la tostada.- No duerme mucho.


-Lo sé.


-¿No piensas comentar nada?


-De momento, no. –le guiñó un ojo antes de preguntar- ¿Te vienes a comprar unas estanterías o tienes algo que hacer?


-Por la tarde he quedado con mis amigas, así que vale.


Pedro entró en la cocina sin mirarlas y fue directamente hasta la cafetera. Evidentemente era de los que se levantaban gruñones, así que lo ignoraron mientras se tomaba su café. –También podemos ir a comprar ropa en lugar de las estanterías.


-Yo voto por la ropa.


Pedro gruñó antes de llenarse la taza otra vez. Consideraba que después de la primera taza ya se le podría hablar, así que se levantó y se acercó a él. Sonriendo dijo –Buenos días.


La cogió con cuidado de la cintura mirándola con el ceño fruncido y la besó en la boca suavemente- No me hables hasta el mediodía.


Leticia soltó una risita y ella suspiró- Vale, pero ¿no quieres comer nada?


Pedro volvió a gruñir y la soltó para salir de la cocina llevándose su taza de café. Se volvió a Leticia y sonrió- No ha ido del todo mal.


-Has estado fantástica.



******


Decidieron irse de compras. Primero fueron a comprar las estanterías y se decidió por unas que iban de suelo a techo. 


Tenía muchos libros y la aprovecharía. –Acuérdese de anclarla a la pared.- le dijo el joven dependiente.-El peso puede volcarla.


-Se lo recordaré- dijo Leticia con una radiante sonrisa.


-Te guuusta- le canturreó al oído.


-Cállate- susurró sonrojándose. –Serás cría.


Paula no pudo evitar reírse a carcajadas y cuando llegaron a la caja el chico dijo- Doscientos treinta y cinco dólares.


Le entregó la tarjeta de crédito y miró la chapa de plástico que tenía en la camiseta- ¿Brian, tienes novia?


Leticia la miró como si quisiera matarla-No- dijo el chaval algo sonrojado, poniéndose nervioso mientras pasaba la tarjeta.


-Porque Leticia tampoco. ¿Cuántos años tienes?


-¡Paula!- Leticia no sabía dónde meterse de la vergüenza y disimulando miraba a cualquier sitio menos al dependiente.


Brian miró a Leticia de reojo y respondió- Dieciséis.


-Perfecto para Leticia, que tiene quince.


-Paula…


-¿Te gusta?-la chica gimió y Brian empezó a encontrar todo muy gracioso.-Dime, como si no te escuchara ¿Te gusta?


-Sí.


Leticia se sonrojó todavía más y sonrió dulcemente. Con timidez miró a Brian y él le preguntó-¿Quieres ir al cine esta tarde?


-Vale.


-¿Me das tu número?- le dio un block y un boli. Paula firmó el recibo de la tarjeta de crédito mientras Leticia lo apuntaba a toda prisa.


Cuando se iban Brian dijo –Te llamo a las tres, Leticia.


La chica sonrió despidiéndose con la mano- Bien hecho. –Shaba la cogió por los hombros pegándola a ella mientras se reía.-Ahora vamos a comprar ropa para estar guapas.



****


Cuando se bajaron del ascensor vieron la enorme caja de la estantería en el hall y se miraron extrañadas pues la música se oía a todo volumen en casa de Pedro –Está trabajando ¿por qué no ha abierto la puerta de tu piso?-  Leticia estaba confundida y algo enfadada, pero Paula la cogió de la muñeca deteniéndola porque iba a decirle algo a su tío.


La miró a los ojos y susurró- No le digas nada.


-Pero Paula…


-Es una pataleta. No le digas nada. Me está diciendo que no forma parte de mi vida y que no tiene que hacerse cargo de esas cosas. Ha tenido que firmar el albarán de entrega para que lo dejaran ahí.


Leticia entrecerró los ojos –Entiendo.


-Si le dices algo, se cabreará y discutiremos, que es lo que quiere para dejar clara su posición.


-¿Y qué piensas hacer?


Paula sonrió maliciosa-No puedo cargar pesos ¿recuerdas? Esa estantería no se quedará ahí mucho tiempo.


Leticia echó una risita-Eres muy lista.


Le guiñó un ojo y fue hasta la puerta de su piso. – ¿Te apetece un refresco mientras preparo la comida?


-Claro. –entró tras ella y dejó sus compras sobre la mesa del salón, antes de seguirla al dormitorio. –Esa ropa interior es preciosa.


-Ya era hora que me renovara. ¿No me lo habías sugerido?


-Tus bragas eran de monja. Hasta las mías eran más bonitas y eso que me las compra mamá.


Después de colgar la ropa nueva fueron hasta la cocina y prepararon espaguetis.- ¿Tu tío querrá comer algo?


-Ni idea, cuando trabaja sólo come cuando decide acabar la sesión. Una vez tuvo a la modelo diez horas sin comer hasta que consiguió lo que quería.


-¿Es bueno?- preguntó recogiendo la cocina.


-¿Bueno? Las marcas se lo rifan para que fotografíe sus productos y las modelos trabajan gratis para él porque muchas han conseguido sobresalir gracias a su trabajo.- dijo orgullosa antes de beber de su cola.


Paula asintió pensando en ello mientras limpiaba la encimera- ¿Puedo empezar a comer? No me dará tiempo si tengo que esperar al tío.- dijo Leticia sirviéndose espaguetis.


-Sí, voy a preguntarle si quiere comer.


Tenía ganas de verlo y se miró el vestido de gasa verde que llevaba puesto antes de entrar en su piso. La música estaba bastante alta y frunció el ceño porque no le escuchaba dar órdenes a la modelo, así que supuso que estaba solo. Iba a entrar en la sala de trabajo cuando escuchó una risita en la habitación de Pedro. Se detuvo en seco y escuchó mirando hacia la puerta que estaba entornada. Otra risita le puso los pelos de punta y dio dos pasos hacia la puerta. Alargó la mano y abrió la puerta lentamente. Pedro rodeaba con sus brazos a una pelirroja, que se reía como una hiena mientras la besaba en el cuello. Paula sintió que alguien le retorcía las entrañas al ver como besaba su cuello hasta llegar al lóbulo de su oreja. Su primer impulso fue querer gritarle y agarrar a aquella pelirroja de los rizos para sacarla de allí, pero algo la detuvo. Pálida dio un paso atrás sin hacer ruido y lentamente salió del piso. No se podía creer que después de haber dormido con ella, se fuera a acostar con otra. Aunque sólo fuera sexo, se sentía traicionada. Algo estúpido teniendo en cuenta que le había advertido que llegaría a aborrecerla.


Sumida en sus pensamientos entró en la cocina – ¿Sigue trabajando?-miró a Leticia que al ver su cara frunció el ceño- ¿Estás bien?


-Sí- forzó una sonrisa sentándose a la mesa como si no pasara nada- Está ocupado, así que comeremos nosotras.


Comió poco y Leticia preguntó al ver que estaba muy callada.- ¿No te encuentras bien?


-No quiero comer mucho porque es mi primer día de dieta normal- dijo levantándose llevando sus platos al fregadero- Si quieres algo de postre…


-No, me voy que llego tarde. Además tengo que llamar a mis amigas para decírselo.


Sonrió viéndola tan impaciente.- ¿Qué te vas a poner para tu cita?


-El vestido amarillo.


Paula asintió- Vas a dejarlo con la boca abierta.


-Deséame suerte.


-¡Pásalo bien!


Cuando Leticia se fue, Paula cerró los ojos intentando retener las lágrimas y gimió girándose y apoyándose con ambas manos en el fregadero. Se dobló intentando clamarse y para ello respiró profundamente varias veces, mientras en su mente no dejaba de ver a Pedro besando a la pelirroja. 


Sentía un dolor en el pecho que la obligaba a respirar entrecortadamente y abrió el agua fría para meter la cara bajo el chorro. Le sentó bien y alargó la mano hacia un trapo limpio de cocina para secarse –Nena, ¿estás bien?


Se sobresaltó al escucharlo y se volvió para ver a Pedro en la puerta de la cocina mirándola preocupado.- ¡No me asustes así!- exclamó furiosa.


-Perdona pero…- entrecerró los ojos al ver que los suyos estaban rojos- ¿Estás bien?


-Sí- respondió entrecortadamente bajando la vista.-Creo que me voy a acostar un rato. Ha sido una mañana demasiado intensa.


Pedro se acercó pero ella lo esquivó para salir de la cocina- Si quieres espaguetis todavía quedan- dijo saliendo.


-¿Seguro que estás bien?


-¡Sí!- entró en la habitación y cerró de un portazo. Se quitó el vestido que había mojado en el pecho y lo tiró al suelo para lavar, cuando se abrió la puerta- ¿No te he dicho que me voy a acostar un rato?- preguntó yendo en ropa interior hacia las cortinas para cerrarlas.


-Paula ¿qué pasa?


Ignorándolo se subió a la cama y apartó el edredón para tumbarse. –Nada. Estoy cansada, eso es todo.


-Parece que estás enfadada- se sentó a su lado y ella se giró intentando retener las lágrimas que pugnaban por salir de nuevo. Pedro suspiró y alargó la mano para tocar su hombro. Sin poder evitarlo, ella hizo un gesto para que la soltara. No soportaba que la tocara después de lo que había visto- Si es por lo de la estantería…


-Me importa poco la puñetera estantería.- dijo entre dientes.


-Entonces ¿qué coño te pasa?- la cogió por el hombro y la volvió de golpe- Es evidente que estás enfadada.


-¡No estoy enfadada! ¡Estoy disgustada y si no eres capaz de ver la diferencia es porque eres un insensible de mierda!


Pedro la miró atónito- ¿Estás loca? ¿Qué te pasa?


-¡Nada!- se volvió otra vez y abrazó la almohada- ¿Puedes dejarme sola?


-Esto me pasa por intentar entenderte.- dijo él levantándose de la cama.


-No sé para qué te molestas, si no vas a soportarme dentro de nada.


-¡Empiezo a no soportarte!


-¡Muy bien! ¡Yo tampoco soporto que me toques después de que te has tirado a una pelirroja!- gritó sin poder evitarlo.


El silencio en la habitación se hizo tan pesado que se podía cortar. Pedro no decía nada y ella se aferraba a la almohada sin querer mirarle.


-Paula…- susurró después de varios segundos eternos.


-¡Vete!


Después de varios segundos en los que ella ya no pudo retener sus silenciosas lágrimas, Pedro salió de la habitación y cerró la puerta tras él. –Estúpido insensible- susurró furiosa.






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