sábado, 30 de enero de 2016

A TRES PASOS: CAPITULO 17





Esa noche hicieron el amor sin preocuparse por si los oían. 


A Paula le pareció divertido y Pedro no la dejó en paz en toda la noche.


Al día siguiente notó algo distinto en Pedro. – ¿Has tenido una pesadilla?- preguntó al notar que estaba más taciturno de lo normal.


-No- se levantó de la mesa de la cocina y salió. Paula sorprendida de su reacción se quedó mirando el boquete del tabique que seguía sin arreglar. No lo había hecho ella porque esperaba que fuera él quien lo hiciera como había prometido. La estantería también seguía sin terminar de montar en el salón, esperando que la anclara en la pared como Brian había dicho. Paula apretó los labios y se levantó a limpiar la cocina.


Estaba terminando de poner el lavavajillas cuando oyó que cerraba la puerta de su casa con llave lo que significaba que se iba. Esperó limpiando la encimera a que pasara por su casa a despedirse, pero no lo hizo y se preguntó si lo estaba agobiando demasiado. Ahora que estaban solos notaba mucho más su cercanía y él se resistía.


Decidió pasarse por el hospital porque ya era hora de empezar a trabajar. Cuando llegó a la planta de psiquiatría se encontró con el jefe de departamento. – ¡Paula, por fin!- dijo el hombre de sesenta años con un montón de expedientes en la mano.- ¡Tienes que incorporarte ya!


-¿Hay desesperación en tu voz, Sebastian?


-¡Sí!


Paula se echó a reír- Todavía no tengo el alta.


-Pues corre a por ella. ¿A qué esperas?


-Empiezo mañana.


-¡No fastidies! ¡Es una orden!


Paula se echó a reír viéndolo alejarse. Siempre se habían llevado muy bien e iba a ser muy agradable trabajar con él continuamente. Fue a buscar a Orson que la miró de arriba abajo para después mirar un historial- ¿Molestias?


-Tengo el costado algo dolorido pero es normal. La musculatura todavía se está recuperando.


-¿Algo más?


-No, doctor.


-Enviaré tu alta a personal.


-¿Has visto a Malena?


-Estará vomitando por las esquinas.


-¿Está enferma?


Orson la miró levantando una ceja y Paula abrió la boca sorprendida- ¡No!


-No sé si lo sabe, pero es tan obvio que deberían retirarle el título.


-¿Martin lo sabe?


Su amigo le guiñó un ojo- Está tan acojonado que no sabe si decírselo o que se dé cuenta sola.


Paula se echó a reír a carcajadas y abrazó a Orson antes de salir a buscar a su amiga corriendo por el pasillo. Al llegar a maternidad, se encontró con Malena en el pasillo de las parturientas. – ¡Gracias a Dios que estás aquí!- dijo su amiga cogiéndola por la mano y metiéndola en el cuarto de la limpieza.- ¡Estoy metida en un lío!


-¿Cómo de gordo?- preguntó disimulando.


-Uno enorme dentro de nueve meses.


Paula sonrió radiante y Malena entrecerró los ojos- Reaccionas como si ya lo supieras.- al ver que no decía nada se llevó una mano al pecho- ¿Cómo lo sabías?


-¡Lo sabe todo el hospital!


-¿Y cómo se lo digo a Martin? ¡Acabamos de empezar!


Su amiga estaba aterrorizada y Paula se echó a reír porque se imaginaba que Martin estaba igual.- Cariño, él ya lo sabe.


-¿Si? ¡No!


-Sí y según se comenta, está aterrorizado porque no sabe cómo te lo vas a tomar.


Malena bufó y después sonrió maliciosa- ¿De veras?


-Pobre hombre. Le vas a torturar.


-¡Se lo tiene merecido por dejarme preñada!


-¿Tú no has tenido nada que ver?


-El cincuenta por ciento, pero da igual. ¿Sabes los días que he pasado?


-¿Y él?


-¡Va!


Paula se echó a reír y cuando salieron del cuarto de la limpieza, decidieron ir a tomar un refresco.



*****


Cuando volvió a casa no escuchó música y movió el pomo de la puerta de la casa de Pedro para ver que estaba cerrada, lo que significaba que no había vuelto. Suspiró y entró en su piso algo preocupada. Eran las seis de la tarde y no la había ni llamado al móvil para ver cómo estaba. Se sentó en el sofá y abrió una revista de cotilleos que había comprado de camino, al ver en la portada que Cristal Barms, la famosa actriz, había tenido gemelos. Cuando terminó de leer el reportaje dio la vuelta a la página y gritó soltando la revista como si quemara. Se quedó mirando la revista cerrada en el suelo –No puede ser…Por Dios que me haya equivocado, por favor.


Se agachó lentamente y cogió la revista para volver a abrirla. 


Allí estaba su cara con el móvil en la oreja a toda página y gimió tapándose la cara con la revista. – ¡No, no, no!


-¿Nena?


Bajó la revista para ver a Pedro entrando en el piso con una caja de pizza en la mano.- ¿Tienes hambre?


-¿Qué es esto, Pedro?- preguntó furiosa levantándose del sofá y mostrándole el anuncio.


-¿A qué estás guapa? ¡Soy un genio!


En sus ojos vio que lo había hecho a propósito para cabrearla y no pensaba defraudarle. Le tiró la revista a la cara- No entiendo porque lo has hecho. ¡Yo nunca jugaría con tu carrera como tú lo has hecho con la mía! ¡Dijiste que sólo era un catálogo!


-Al ver las fotos decidieron ampliar la campaña.


Le miró sorprendida- No sé cómo tienes el descaro de mentirme a la cara.


Pedro apretó los labios dejando la caja sobre la mesa de café.- Está bien. Era una campaña a nivel nacional y no quería perderla.


-¿Sabes el cachondeo que va a haber en el hospital?- le gritó fuera de sí. – ¡Mañana empiezo a trabajar otra vez!


-¿Y?- preguntó indiferente cogiendo un trozo de pizza. Al metérsela en la boca le cayó un trozo de peperonni sobre el sofá blanco entre las piernas. –Vaya.


Ella miró ese trozo de peperonni y sintió que los ojos se llenaban de lágrimas de la impotencia al ver como extendía la mancha sobre el tapizado blanco. Él levantó la vista aparentando culpa y se quedó helado- Paula…


-Voy a darme un baño- susurró girándose- No tengo hambre.


-Nena…


Él no fue tras ella y cuando salió del baño no escuchó la televisión, así que supuso que se había ido a su casa. Se acostó y se negó a llorar. Le había hecho daño su actitud de indiferencia a su dolor, pero era lo que quería, así que no le extrañaba que no la hubiera seguido para consolarla. 


Después de dos horas, como suponía fue a acostarse y ella simuló estar dormida- ¿Paula?- susurró cuando se tumbó a su lado.


Ella no contestó y él suspiró a su lado.


Al día siguiente se levantó muy temprano y él se despertó-¿Qué haces?


-Entro a las ocho- respondió cogiendo su ropa del armario- Sigue durmiendo.


Pedro la observó desde la cama sin decir nada y cuando estuvo vestida, ella forzó una sonrisa y se acercó a darle un beso- Hasta luego.


-No me beses sino lo sientes-dijo molesto.


-Bien- se enderezó y fue hasta la puerta.- Te veo luego.


-Salgo de viaje.


Se volvió sorprendida- ¿A dónde?


-Tengo que ir a París para una sesión.


-¿Y cuando vuelves?


Él se encogió de hombros como si no lo supiera y ella apretó los labios-Bien, pues te veré cuando vuelvas.-dijo antes de salir con ganas de pegarle cuatro gritos.








A TRES PASOS: CAPITULO 16






Los días siguientes fueron mucho más agradables, incluso felices. Paula terminó de decorar la casa, aprovechando el tiempo libre y empezó a organizar su nuevo trabajo en el hospital al que se incorporaría dentro de poco. Mientras tanto, Pedro parecía que se estaba adaptando a tenerla consigo y ella pudo relajarse.


La noche antes de que volvieran los padres de Leticia salieron a cenar los tres juntos y se divirtieron mucho. Esa misma tarde habían ido a visitar a Brian al hospital y ya estaba casi recuperado. Los chicos habían quedado en salir otra vez en cuanto pudiera.


Al día siguiente Paula se acercó a la habitación de Leticia y vio que estaba intentando guardar su ropa. Pero con una mano no podía doblarla bien. –Espera, que te ayudo.


-Estoy tan contenta, pero os voy a echar de menos. Espero que todo os vaya bien sin mí. Soy el pilar que une esta familia.


Paula se echó a reír a carcajadas y asintió- Muy cierto. No sé qué haremos sin ti.


-¡Ya estamos aquí!- gritó una voz femenina.


Leticia chilló de alegría, saliendo de la habitación y Paula la siguió sonriendo. El parecido entre madre e hija era impresionante y vio cómo se abrazaban. El padre las observaba sonriendo. Era un hombre muy alto con el cabello castaño. –Hola, soy Roberto Mathews.


-Paula Chaves.- dijo estrechándole la mano.-Tienen una hija maravillosa.


-Gracias. Nosotros pensamos lo mismo.-respondió orgulloso.


-Carolina – dijo la madre extendiendo la mano. –Leticia no ha parado de hablar de ti.


Pedro entró en casa en ese momento- ¡Vaya, ya habéis llegado!


Su hermana lo abrazó mientras Roberto le daba la mano con efusividad. Se notaba que la relación entre los cuatro era muy estrecha, así que las esperanzas de Paula en que pudiera tener una relación con ella, aumentaron exponencialmente.


Al final pasaron el día juntos. Los invitaron a comer y después fueron a Central Park donde se tumbaron a tomar el sol. Estaban Carolina y ella tumbadas mientras los demás habían ido por unos helados cuando la hermana de Pedro le dijo- Me alegro de que te hayas mudado al piso de al lado.
Volvió la cabeza para mirarla- ¿De veras?


-Y de que no seas asustadiza- añadió a punto de reírse.- Todos los demás salieron corriendo.


-Es que la primera impresión no es muy buena.


Carolina asintió y después perdió la sonrisa- Lo sabes ¿verdad?


-Sé lo que me ha contado mi hermano, que no es mucho. Es marine.


-Yo tampoco lo sé. No se lo ha contado a nadie.- miró al cielo pensativa- Cuando volvió me di cuenta que no era el mismo y después dejó su trabajo.


-Es lógico.


La volvió a mirar- Adoraba su trabajo. Lo era todo para él. Y después intentó alejarse de mí.-sonrió con tristeza –Pero soy demasiado pesada para que me deje de lado.


-¿Así que tengo que insistir?


-No te des por vencida. Eres buena para él y no quiero que te aleje. – la miró fijamente- Y lo hará.


-Estaré alerta.


-Si me necesitas, llámame.


-Lo haré.


-¡Aquí están los helados!- las advirtió Leticia que debió ver que hablaban muy serias.





viernes, 29 de enero de 2016

A TRES PASOS: CAPITULO 15





A las cinco de la mañana chistó a la campañilla del ascensor cuando se cerraron las puertas. De puntillas pasó ante la puerta de Pedro, temiendo que estuviera despierto. Abrió su puerta de su casa sin hacer ruido y suspiró cuando cerró. 


Ya más tranquila se dio la vuelta, cuando se encendió la luz de la lámpara auxiliar del salón. Pedro estaba sentado en el sofá con cara de pocos amigos.- Hola.


-¡Estás despierto!-exclamó demasiado sonriente.


-¿Has bebido?- preguntó atónito.


-Una copita.- respondió haciendo un gesto con la mano sin darle importancia.


-¿Puedes beber?-la siguió hasta la habitación y la cogió del brazo dándole la vuelta- Nena, te han operado hace poco.


-Estaba rodeada de médicos y nadie dijo ni mu.


Pedro entrecerró los ojos –Has bebido más de una copita.


-Dos…- se apartó y cogió el bajo de su vestido rosa tirando de él hacia arriba. Al ser tan ajustado se le atascó en el pecho y dio una vuelta sobre sí misma retorciéndose. 


Pedro se acercó a ella y tiró del vestido hacia arriba quitándoselo por la cabeza.- En este momento te estrangularía.


Ella sonrió tirándose sobre la cama- Ven- se sentía tan bien y estiró los brazos mimosa.-Ven conmigo.


-Duerme la mona.- dijo enfadado saliendo de la habitación y apagando la luz.


Pedro, no te enfades!- se apoyó en sus codos para mirar la puerta cerrada y suspiró dejando caer la cabeza sobre la almohada.- Estupendo Paula.


Cuando se despertó gimió porque estaba agotada. 


Afortunadamente el alcohol no le había sentado mal al estómago. Se levantó y fue hasta el baño. Se dio una ducha rápida para despejarse y salió con una bata verde de seda. 


En la cocina se encontró con Leticia que estaba recogiendo el desayuno- Buenos días.



-¿Qué has hecho?- preguntó la chica viéndola ir hasta la cafetera.


-Nada.


Leticia entrecerró los ojos- El tío Pedro se sube por las paredes y creo que no ha dormido nada.


Hizo una mueca antes de beber del café. Miró a Leticia que llevaba un bikini bajo la camiseta- ¿Vas a tomar el sol?


-Mis amigas y yo vamos invitadas al club de Cindy. Tienen piscina.


-No te mojes la escayola. – dijo siguiéndola por el salón.


-Vale. ¿Por la tarde puedo ir a ver a Brian?


-Llamaré al hospital para ver como está y ya veremos.- entraron en el piso de Pedro y le vio saliendo del estudio con una bolsa de cámaras en la mano. Leticia fue a coger su bolsa y Pedro se acercó a ella. Le levantó la barbilla mirándola bien- ¿Cómo estás?


-Perfecta.-sonrió y le guiñó un ojo.- ¿Y tú?


Pedro gruñó y dejó la bolsa en el suelo- No he dormido por tu culpa.


Leticia salió de su habitación –Os veo luego.


-Pásalo bien- dijo ella cogiéndolo de la mano y tirando de él hasta su habitación. Pedro entrecerró los ojos al ver que cerraba la puerta.- ¿Qué haces?


-Es que…- dejó la taza sobre la cómoda y cogió un lazo de la bata- Me he levantado juguetona.


-¿Ah sí?


-Y como no estabas conmigo, he venido a buscarte.- deshizo la lazada lentamente y su bata se abrió mostrando que debajo estaba desnuda. Fue hasta la cama y dejó caer la bata al suelo antes de subirse de rodillas. Miró por encima de su hombro y susurró.- ¿Vienes?


Pedro se pasó una mano por el cabello mirándole el trasero- ¿Ya puedes…?


-¿Tú qué crees?


Él se acercó a toda prisa y la cogió en brazos haciéndola gritar del susto-¿Qué haces?


-La primera vez que nos acostamos no va a ser en esa cama- dijo con voz ronca sacándola de la habitación.


Pedro, estoy desnuda!


-No te va a ver nadie.- salieron al hall y Paula gritó al ver un hombre con pinta de sacerdote dispuesto a llamar a la puerta con un folleto en la mano. Ella muerta de la vergüenza escondió la cara en el cuello de Pedro y gimió cuando le oyó decir- Disculpe padre, pero tenemos algo muy importante que hacer.


-Ya veo, hijo- respondió el cura a punto de atragantarse- Si queréis confesaros…


-Quizás algún día, padre- dijo entrando en su casa y cerrando la puerta. Pedro se echó a reír y ella levantó la cabeza enfadada.


-¡Te voy a matar!


-¿Cómo me iba a imaginar que un cura iba a llamar a mi puerta? –la besó en el cuello- Nena, le has alegrado el día.


-Muy gracioso. –apartó la cabeza para hacerle espacio mientras acariciaba su pecho sobre la camiseta.


La dejó sobre la cama y la miró de pie a su lado- Eres preciosa.- dijo comiéndosela con los ojos mientras se llevaba las manos al pantalón. Se lo quitó rápidamente al igual que las deportivas que llevaba y Paula no pudo evitar mirar su sexo erecto mientras se tumbaba a su lado.- ¿No te quitas la camiseta?- susurró abrazando su cuello.


Él perdió la sonrisa- No.


No quería presionarle y asintió antes de besarle suavemente en los labios. Pedro tomó el control del beso y se hizo espacio entre sus piernas haciéndola gemir al sentir su sexo rozándola.Paula se impacientó y agarró su camiseta con fuerza. Pedro apartó su boca y la miró a los ojos mientras entraba en ella lentamente. Ella respiraba entrecortadamente mientras sentía como entraba en su interior –Dios, eres maravillosa- susurró él antes de atrapar su labio inferior y acariciárselo con la lengua. Paula gimió de deseo y levantó las piernas rodeando su cintura provocando que entrara más profundamente. Pedro volvió a mirarla a los ojos y movió la cadera lentamente, provocándole un placer indescriptible. Se aferró a él queriendo más y cuando se volvió a mover no pudo evitar arquear su cuello sintiendo que su interior se tensaba.- Eso es, nena. Apriétame- susurró contra su boca comenzando una cadencia que la volvió loca hasta que con un fuerte empellón final, la catapultó a un mundo indescriptible que la dejó sin aliento.


Pedro respirando agitadamente, se apartó de ella tumbándose de espaldas para mirar el techo. Paula todavía medio inconsciente de placer, sonrió abrazándose a su torso- ¡Vaya!


Él se echó a reír y le acarició la espalda. –No ha estado nada mal.


-Mumm- la mano de Paula bajo por su vientre y él divertido le atrapó la mano- Vamos, no seas malo. Quiero más.


Pedro levantó una ceja- Hasta yo necesito un descanso.


Paula miró hacia abajo y maliciosa dijo- ¿No serás demasiado viejo para mí?


La volvió de espaldas haciéndola reír tumbándose sobre ella- ¿Cuantos años me echas?


-¿Treinta y cuatro?


Él gimió haciéndola reír- ¿Más?


-Treinta y cinco.


Chasqueó la lengua- Lo que decía- Pedro empezó a hacerle cosquillas y ella se echó a reír a carcajadas. Antes de darse cuenta la estaba besando otra vez y no tardó en llevarla al éxtasis.


Al final Pedro se dio por vencido –No puedo más. Eres insaciable.


-¡Eh!- se levantó de la cama y fue hasta el baño pero antes de entrar le miró sobre el hombro.- ¿Te duchas conmigo?


Pedro entrecerró los ojos- No, dúchate tú.


Asintió y le guiñó un ojo, pero no pudo evitar sentirse decepcionada. Se estaba duchando cuando sonó su móvil. – ¡Paula, es Malena!


-¡Dile que la llamo ahora!


Entró en el baño ya vestido con el móvil en la mano y la miró preocupado- ¿Qué pasa?


-Al parecer Brian ha tenido un problema. Algo del bazo.


-Mierda.- salió de la ducha preocupada.


-Que ocurre, ¿es grave?


-Sí.-dijo cogiendo una toalla.- Normalmente el peligro pasa a las cuarenta y ocho horas. No habían pasado.


Casi sin secar, salió del baño y fue hasta el armario- Si viene Leticia no le digas que estoy en el hospital. No quiero que se preocupe.


-Nena…


Antes de ponerse un vestido azul fue hasta la cómoda y sacó unas braguitas- No te preocupes. Se están encargando de él.


-No es tu paciente…


Ella se volvió sorprendida- Lo sé pero es amigo de Leticia y si hay algo que yo pueda hacer, no voy a quedarme de brazos cruzados.


Fue hasta su bolso después de ponerse unas manoletinas negras y lo cogió metiendo el móvil- Volveré cuando sepa algo.


-Dios, si se muere no sé cómo se lo voy a decir…


-No adelantes acontecimientos. Es joven y fuerte. –se acercó y le dio un beso en la barbilla antes de salir. –Te llamaré.



****


Al llegar al hospital se enteró de que Brian había tenido una hemorragia y lo estaban operando otra vez. Se puso un pijama y se lavó muy bien antes de entrar para ver qué pasaba. Uno de los cirujanos la saludó con la cabeza- ¿Cómo va? Le conozco.


-La rotura reparada se ha abierto y estoy practicando la esplenectomía para evitar riesgos.


Ella asintió sujetándose la mascarilla y mirando el interior para ver como separaba el bazo para retirarlo. Todo iba bien.- ¿Habéis hablado con sus padres?


-¿Puedes decirles que acabaré enseguida y que todo va bien?


-Vale.


Suspiró de alivio y salió de quirófano. Al llegar a la sala de espera, allí estaba su madre al borde de un ataque de nervios. Al verla suspiró aliviada- ¿Cómo está?


-Le están quitando el bazo porque la rotura era muy grande y se había vuelto a abrir. La hemorragia ya se ha detenido y ahora tenemos que esperar que no haya infecciones. Enseguida cerrarán.


-¿Pero se pondrá bien?- preguntó nerviosa cogiéndola de las manos.


-Debemos esperar para que no haya infecciones, que es lo que más nos preocupa en este momento.- sonrió apretándole las manos- pero le controlaremos. No se preocupe.


-Gracias. –Se puso a llorar –La dichosa moto. Le dije a su padre que no se la comprara.


-Tranquilícese- la cogió por los hombros y la llevó hasta una de las sillas.-Ya verá cómo se pone bien. Este es un mal trago, de los muchos que dan los hijos.


-¿Tiene hijos?


-No. -la mujer se echó a reír pues los nervios la dominaban- pero espero tenerlos en el futuro.


-Seguro que serás una madre estupenda.


Miró a su alrededor y no vio a su marido- Está trabajando- dijo a punto de llorar otra vez- Siempre está trabajando.


-Tranquila, yo me quedo con usted. Estoy de baja y no tengo que trabajar.


-Gracias por venir.


Estuvieron hablando mucho tiempo y cuando Brian salió del quirófano, la dejó pasar para que se quedara tranquila.


Como su marido no llegaba, algo muy extraño porque ya eran las once de la noche, decidió llamar a Pedro. Buscó su número en el archivo del hospital y sin dejar de mirar a la mujer, se colocó el auricular en el hombro.- ¿Diga?


-Soy yo.


-Coño, nena ¿sabes qué hora es?


-No sé cuándo voy a poder ir.


-¿Tan mal está?


-No, pero su madre está aquí sola y…


-¡No fastidies, Paula!


Suspiró pasándose la mano por la frente- No voy a dejarla sola.


-¿Y su marido?


-No lo sé- dijo entre dientes girándose para que no la vieran.


-¡Llevas allí horas! ¡Tienes que descansar! Y ayer no dormiste mucho que digamos.


-Llegaré enseguida, ¿vale?


Después de ir a buscarle un café a la mujer, se sentó a su lado- Debería irse a descansar. No podrá ver a Brian hasta mañana.


-No, yo me quedo- dijo la mujer sonriendo- No hace falta que se quede conmigo, doctora Chaves.


-No me gusta dejarla aquí sola. Usted también tiene que…


El padre de Brian apareció por la puerta y parecía indiferente a lo que había sucedido. – ¿Dónde estabas?


-En el trabajo. ¿Cómo está Brian?


-¿Cómo está Brian? ¡Le han operado otra vez! Te he dejado mil mensajes.


El padre palideció y Paula se dio cuenta que no había estado en el trabajo, pero ese no era su problema. Bastante tenía con lo que tenía en casa.


-Bueno, yo me voy.- dijo incómoda.


-Gracias por acompañarme, doctora Chaves.


-De nada.


Cuando llegó a casa Pedro estaba sentado en el sofá viendo la televisión. –Hola, cielo- susurró mirando hacia la puerta de la habitación de invitados.


-Está dormida.


Se acercó a él y se sentó sobre sus rodillas-¿Cómo está?


-No se lo he dicho- él le acarició el cabello hasta llegar a su cintura. Le abrazó y le dio un suave beso- ¿Has cenado?


-He comido algo con la madre de Brian en la cafetería del hospital.- le acarició la nuca mirando sus ojos.


-¿Cómo está el chico?


-Espero que bien. Hay que esperar.


Pedro apagó la televisión y la levantó en brazos- Entonces vamos a la cama.


-Estás impaciente ¿eh?


-Sí, me muero por dormir. Por tu culpa, ayer no pegue ojo.


-¡Por mi culpa!


-Llegaste borracha y me cabreaste.


Hizo una mueca y cuando la soltó sobre la cama, dejó que la desvistiera. Cuando se tumbó a su lado en camiseta y calzoncillos, ella se quitó el sujetador. Tumbados de costado se miraron a los ojos- Al final te vas a acostumbrar a mi presencia – susurró.


-No lo creo- lo dijo tan serio que se le pusieron los pelos de punta. Como si estuviera seguro de que aquello no funcionaría.


-No digas eso.


-Me conozco y sé lo que pasará.- le acarició la mejilla –No te hagas ilusiones. No quiero hacerte daño.


Asintió y se volvió para apagar la luz. Pedro la abrazó a él pero sus palabras no la dejaban dormir.


Pedro durmió de un tirón pero ella durmió sobresaltada toda la noche.