viernes, 29 de enero de 2016
A TRES PASOS: CAPITULO 13
Brian pasó a cuidados intensivos. Orson habló con sus padres que estaban trabajando en un restaurante y no se habían enterado del accidente hasta que llegaron a casa.
Ella acompañó a su madre a cuidados intensivos y le explicó lo que había pasado- Su hijo fue rápido de reflejos y salvó a Leticia.
-Me gustaría conocerla- dijo la mujer limpiándose las lágrimas.
-Se lo diré.
La madre de Brian le cogió la mano con cuidado todavía impresionada por ver a su hijo rodeado de aparatos- Se pondrá bien ¿verdad?
-Es muy pronto para saberlo, pero somos optimistas. Si no hay ningún problema se despertará dentro de poco. –sonrió a la madre-Aunque le va a doler todo el cuerpo, al pobrecito.
La dejó sola y sonrió a su padre que esperaba ansioso a su mujer.-Saldrá enseguida.
Estaba cambiándose cuando hizo una mueca recordando que no tenía el móvil de Leticia. Tendría que decírselo a Pedro porque Leticia seguramente estaba dormida.
Al llegar a casa llamó a su puerta pues no quería entrar sin llamar primero y escuchó los pasos al otro lado. Se acercaban a toda prisa. Se abrió la puerta y Pedro la miró de arriba abajo- Pareces cansada.
-¿Puedes decirle a Leticia que Brian salió de quirófano y que todo ha ido bien?
-¿Se repondrá?
-Orson me ha dicho que saldrá de esta, pero nunca se sabe. Siempre puede haber problemas- fue hasta su puerta y sacó las llaves. Estaba metiendo la llave en la cerradura cuando vio por el rabillo del ojo que Pedro la observaba.- Hasta mañana- susurró entrando en casa.
-Paula, sobre lo de…
Ella suspiró y se volvió para mirarlo- Mira, estoy agotada y lo que menos necesito ahora es hablar contigo.
Pedro apretó los labios y asintió antes de decir- Hasta mañana.
Sin responder cerró la puerta y dejando caer el bolso al lado de la puerta fue hasta la habitación. Se duchó a toda prisa, porque sólo quería meterse en la cama y dormir veinte horas seguidas. Con el pelo húmedo se tumbó sobre la cama y suspiró cerrando los ojos.
Se despertó en mitad de la noche y sintió un peso en la cintura. Se dio cuenta que era un brazo y miró sobre su hombro para ver a Pedro durmiendo profundamente tras ella.
Suspiró volviendo a su posición pensando en cómo habría entrado en su casa y algo preocupada porque Leticia estuviera sola en su piso. Se volvió otra vez y le apretó en el hombro- Pedro- susurró.
Él gimió y abrió un ojo- Nena, estaba dormido.
-¿Leticia está sola en tu piso?
-Está en la habitación de al lado.-respondió antes de volver a cerrar los ojos.
Se quedó de piedra al escucharlo. ¡Se habían trasladado a su piso!- Duérmete, preciosa.-la apretó a él y Paula no sabía qué hacer. ¡No los iba a echar en mitad de la noche! Ya hablaría por la mañana con él. Entonces pensó en la medicación de Leticia y alargó el brazo para encender la luz.- Nena…
-¿Le has dado la pastilla a Leticia?
Pedro miró su reloj y dijo- Hace una hora- se volvió dándole la espalda y ella pudo ver que estaba en camiseta y calzoncillos. Puso los ojos en blanco y apagó la luz tumbándose a su lado. Pedro se puso boca arriba y susurró- ¿Te estarás preguntando que hacemos aquí?
-Se me ha pasado por la cabeza, la verdad.- respondió irónica.
-La llave que te di no era la tuya.
-También se me ha pasado por la cabeza.
-Me confundí.-dijo divertido.
-Ya. –Se quedaron en silencio unos minutos y preguntó- ¿No vas a decir nada más?
-Contigo duermo.
Esas dos palabras le cortaron el aliento, porque le decía mucho más de lo que quería demostrar. –Entonces tendré que cobrarte alquiler.
-¿Cuánto?- pasó su brazo por debajo de su cuello y la apretó contra su pecho.
-Colocarás la estantería y harás lo que te pida.
-Hecho.
-Y no me sacarás fotos.-él no dijo nada y ella le pellizcó el costado haciéndolo gruñir- Dilo.
-No voy a decir eso- la besó en la coronilla –Ahora duérmete antes que me desvele del todo.-cerró los ojos y después de varios segundos él susurró.- Siento lo que te dije.
-¿Cuándo?
-Este ha sido un día horrible.
-¿Y lo de la pelirroja?
-Sobre eso no voy a hablar.
-¿Por qué?- preguntó apoyando una mano en su pecho y levantando la cabeza.
-No he hecho nada malo.
-¿Consideras que no has hecho nada malo cuando ayer dormiste conmigo y por la mañana te acuestas con otra?-no le veía bien pero su pecho se había endurecido de la tensión.- Pedro ¿Qué dirías si yo hiciera lo mismo?
-Creo que es mejor que dejemos este tema- su voz indicaba que se estaba enfadando.
Suspiró decepcionada porque no quería hablarlo y se recostó sobre su pecho. Le dio vueltas en la cabeza durante varios minutos, pero estaba claro que con él no podía hacer cábalas. Vería como se iban desarrollando las cosas.
Se estaba quedando dormida cuando Pedro alargó el brazo y encendió la luz. Parpadeó confundida mirándolo medio somnolienta-¿Qué pasa?
Él se sentó en la cama y la miró fijamente- Con eso de que si hicieras lo mismo ¿qué querías decir?
-¿Qué?
-Céntrate Paula, porque si no, no podré dormir.
-Fíjate, ya somos dos.
Pedro la cogió por la nuca y la miró intensamente- Mira, te lo voy a decir yo para que no se te pasen ideas raras por la cabeza. No te acostarás con otro que no sea yo.
-¿Ah no?- preguntó casi sin voz.
-No. Lo acabo de decidir.
-¿Y yo no tengo nada que decir?
-No.
-¿Y tú puedes hacer lo que quieras?
Pedro entrecerró los ojos –No parece muy justo ¿verdad?
-No, no lo es.
-Me da igual.
-No tienes ningún derecho a exigirme nada.- se apartó de el y se tumbó dándole la espalda. Alargó el brazo y apagó la luz.
-¡Ahora no podré dormir!- protestó él.
-Mala suerte.
-No te colocaré la estantería.
-Entonces lárgate de mi cama.
Pedro gruñó y ella no pudo evitar sonreír en la oscuridad. Él no se movió sentado en la cama y después de unos segundos encendió otra vez la luz. Paula gimió –Sino me lo prometes, no te dejaré dormir. Puedo estar así día y noche- dijo él pegándose a su espalda.
-¿A qué te echo de mi casa?- le miró a los ojos divertida y él frunció el ceño- No te voy a decir que no me acostaré con otro porque no es justo. Punto.
-¿Tengo que decirte que no me acostaré con otras?
-¡No tienes que decírmelo, tienes que hacerlo!
-Tú y yo no tenemos nada.
Ella levantó una ceja- ¿Entonces qué haces en mi cama?
-¡No puedo dormir!
-¡Fíjate, ya somos dos!
Se miraron retándose y Pedro suspiró- No te soporto.
-Genial, ya empezamos- dijo con aburrimiento.
-¡Dime que no te acostarás con otros!
Bufando se sentó en la cama enfadándose- Me estás empezando a fastidiar. ¿Cómo tienes el descaro de pedirme algo así cuando al medio día te has acostado con otra?-Pedro apretó las mandíbulas- ¡Y cuando me has hablado así delante de mis compañeros de trabajo! ¿Quién te crees que eres?
-Ahora no puedo pedir nada ¿no?
-¡No!
Se tumbó dándole la espalda y volvió a apagar la luz- Como vuelvas a encender la luz te corto la mano- dijo ella al notar que se movía.
-Me voy a acostar.
Paula gruñó en respuesta.
-Paula…
-¡Cierra el pico!-después de unos segundos protestó diciendo – ¡Ahora me has despejado del todo, idiota!
-Ven aquí- susurró él alargando el brazo. Ella se volvió y se abrazó a él que estaba tumbado boca arriba. Pedro le acarició la espalda por encima del camisón haciendo que se relajara, pero entrecerró los ojos cuando su otra mano descanso en su cintura bajando hasta su cadera. Se le cortó el aliento cuando Pedro se puso de costado mirándola y le acarició el trasero subiendo su camisón.- Nena…
Su voz ronca indicaba que la deseaba y no pudo evitar gemir cuando su mano acarició su nalga desnuda.-No puedo…
-Déjame que lo hago yo todo- susurró antes de atrapar su boca devorándola. Fue sentir sus labios y ya no fue consciente de nada más que del placer que le proporcionaban. Las manos de Pedro parecían estar en todos lados y ni se dio cuenta que le quitaba el camisón sacándoselo por la cabeza. Gimió cuando sus manos llegaron a sus pechos y se los acarició con suavidad, sin dejar de besarla mientras se colocaba entre sus piernas.
Abandonó sus labios para besar su cuello y cuando llegó al lóbulo de su oreja, Paula se volvió loca agarrando sus hombros. Pedro sonrió y sopló sobre su lóbulo haciéndola temblar de deseo. Al sentir su lengua acariciándolo antes de chupárselo con delicadeza, Paula pensó que no había sentido nada igual en su vida y quería más. Clavó sus uñas en sus hombros y Pedro gruñó- Vas a despellejarme, preciosa. –le cogió los brazos sin que ella se diera cuenta y se los levantó por encima de su cabeza. Paula se agarró a los barrotes de la cama con fuerza, mientras sus manos acariciaban sus brazos pasando por sus axilas hasta llegar a sus pechos. Pedro besó sus pechos y gritó arqueando su torso sin poder evitarlo.- Shuss.- susurró él sobre su pecho antes de lamer su pezón haciéndola retorcerse.- No te muevas así, nena.- la mano de Pedro bajó por su vientre y cuando la tocó en el interior de sus suaves pliegues, Paula sorprendida tensó su interior, explotando en mil colores sin darse cuenta que gritaba de placer.
Los besos de Pedro sobre su vientre la volvieron lentamente a la realidad y levantó la cabeza al sentir como acariciaba con su nariz la piel que estaba cerca de su cicatriz- ¿Qué haces?
Él retuvo la risa y subió hasta ponerse a su altura sujetándose en sus antebrazos- Esperar a que te repusieras para ponerte el camisón.
-¿Ya?
-Sí, ya. –le puso el camisón tan rápidamente que no le dio tiempo a decir nada. La abrazó a él y dijo-Ahora vas a dormir de un tirón.
Todavía impresionada por el intenso orgasmo y porque él no pidiera más, no dijo nada. Había sido el orgasmo más intenso de su vida y no quería ni imaginarse como sería hacerlo con él. Sin poder evitarlo susurró- Eres bueno…
Pedro se echó a reír –Cielo, no has visto nada.
-¿Y crees que lo veré pronto?
-Cuando te recuperes.
Gimió abrazándose a su torso y su mano bajó peligrosamente. Él se la agarró haciéndola sonreír- Voy a castigarte.
-Munnn.
Pedro se echó a reír antes de besarla en la coronilla- En serio, duérmete.
Después de unos segundos ella susurró- Me gusta que duermas conmigo.
-Y a mí, nena.
jueves, 28 de enero de 2016
A TRES PASOS: CAPITULO 12
Entraron en urgencias y lo llevó hasta Leticia. Se abrazaron y Leticia se echó a llorar. Paula se emocionó al ver a Pedro apretándola contra él y besándola en la sien. Ella era una de las pocas personas que formaban parte de su vida y no podía perderla. Tragando saliva cogió su bolso de encima de la camilla y susurró.-Vuelvo ahora.
Fue hasta el vestuario y se puso un pijama. Cuando salió se encontró con Malena mientras se hacía una coleta- Ni hablar- dijo su amiga cogiéndola del brazo- Hay personal de sobra y tú estás convaleciente.
-Voy a ver a Brian y tengo que encargarme de Leticia que está muy asustada.
Su amiga bufó dándose por vencida.- Está bien, te acompaño.
-Como en los viejos tiempos- dijo sonriente.
-Igualito.- respondió irónica.
-No seas aguafiestas.
Entraron en la sala donde le estaban haciendo el tac a Brian.- ¿Qué tenemos?
El técnico y Martin estaban mirando la pantalla. –Tiene cuatro costillas rotas, rotura de bazo y un hematoma subdural.
-Mierda. Llama a neurocirugía para la consulta- dijo mirando la pantalla.- Yo creo que se reabsorberá sólo, ¿tú qué opinas?
-Lo mismo. Lo mejor es operar el bazo enseguida para retener la hemorragia interna.
-Sí, es lo mejor- dijo Malena mirando las pruebas.- De todas maneras consultar con neuro.
-¿Orson trabaja hoy?
-Sí, le he visto en la cafetería.
-Él se encargará de Brian y lo dejará como nuevo- dijo yendo hacia el teléfono de la pared para que llamaran a Orson al busca.
Cuando su amigo revisó las pruebas- Que lo preparen, yo me encargo.- miró a Paula y suspiro- De verdad eres desesperante.
-¡No hago esfuerzos!
-¡Me han dicho que lo has reanimado! ¡Como te tenga que operar otra vez, me vas a oír!
-Sólo me voy a ocupar de un brazo roto. Una tontería.
Orson puso los ojos en blanco haciéndolos reír.
Cuando volvió a urgencias escuchó que alguien la llamaba- ¡Doctora Chaves!
Gimió dándose la vuelta y vio al jefe de residentes acercándose a ella como si quisiera desintegrarla del planeta.- Buenas noches, doctor Tarner. ¿Cómo se encuentra?
-¡Déjese de tonterías! ¿Qué hace aquí? ¡Usted está de baja!
-Sí pero mi sobrina ha tenido un accidente de moto y he venido a…
El hombre entrecerró los ojos- Usted no tiene sobrinas.
Sabelotodo, pensó ella buscando una salida- En realidad es sobrina de mi novio. Venga que se lo presento.
Como no la creía, la siguió hasta donde estaba Pedro, que hablaba con Leticia muy serio. En cuanto la vio la fulminó con la mirada- ¿Tú le organizaste esa cita? – le gritó dejándola atónita mientras varios los miraban.- ¿Quién coño te crees que eres para meterte en nuestras vidas?
Leticia le miró horrorizada- ¡No fue culpa suya! A mí me gustaba y…
-¡No la excuses! ¡Desde que la conocemos sólo ha causado problemas!- la señaló con el dedo- No se te ocurra volver a acercarte a Leticia ¿me oyes? ¡Es mi responsabilidad y desde ahora digo que no te volverás a acercar a ella!
El jefe de residentes pareció ofendido- ¿Y este es su novio? ¡No deje que la trate así, doctora Chaves!
-¿Su novio? –preguntó con desprecio. –No tocaría a esta entrometida ni aunque fuera la última mujer de la tierra.
-¡Tío!
Como no se esperaba ese ataque en ese momento, Paula palideció visiblemente y el jefe de residentes no sabía qué decir. –Cuando termine con ese brazo, váyase a casa a descansar, Paula.-dijo llamándola por su nombre por primera vez desde que la conocía- No tiene buen aspecto.
-Sí, doctor.- respondió casi sin voz sin poder mirar a Pedro.
Forzó una sonrisa hacia Leticia que la miraba atónita al borde de las lágrimas – Vamos a quitarte el vestido ¿vale? Pedro tienes que salir- susurró llevando la mano hasta la cortina dispuesta a cerrarla.
La chica miró a su tío que no se había movido y le exigió-¡Tienes que salir!
-Esperaré fuera.
Cuando salió, cerró la cortina y Leticia iba a decir algo, pero Paula negó con la cabeza- Te ayudo a quitarte el vestido. Quiero reconocerte.
Después de hacerle un reconocimiento completo y de suministrarle algo para el dolor pues lo que le habían puesto era poco, la llevó a rayos y vio que era una rotura limpia.
Martin estaba ayudando a Orson en el quirófano, así que tuvo que llamar a traumatólogo para que le colocara el hueso, pues ella no podía hacer esfuerzos. La acompañó en todo momento y habló con ella disimulando lo mal que
se sentía, mientras uno de los residentes de traumatología la escayolaba.
Una cosa es que discutieran en privado y otra muy distinta que la humillara en público. Malena ya debía de haberse enterado y entró en la sala cuando estaba ayudando a vestirse a Leticia. Le advirtió con la mirada que no dijera nada y su amiga que la conocía muy bien no abrió la boca. –Ya puedes irte a casa- dijo cogiendo los medicamentos que tenía que tomar para el dolor que le había recetado. –Malena, enseguida vuelvo.
-Aquí te espero- dijo en un tono que no admita discusión.
-¿No vienes a casa con nosotros?- preguntó la chica preocupada.
-Voy a quedarme con Brian.
-¿Me llamarás cuando salga de quirófano?
-Te lo prometo. –fueron hacia la salida lentamente porque Leticia estaba dolorida de los golpes y cuando salieron, allí estaba Pedro de pie esperando con los brazos cruzados. En cuanto las vio se acercó a toda prisa.-Ya está- dijo ella antes de que dijera nada- Tienes que darle una de estas pastillas cada ocho horas- dijo tendiendo el frasco- y dale esta para dormir. Quiero que descanse esta noche.
-Está bien.
Leticia le dio un beso en la mejilla sorprendiéndola- Gracias por estar a mi lado.
Sonrió con tristeza- De nada.
-Paula…- dijo Pedro.
-Tengo que irme- se dio la vuelta y pasó las puertas sin dirigirle la mirada. A toda prisa se acercó a la sala donde habían escayolado a Leticia y abrió la puerta sin entrar- Tengo que ir al quirófano.
Malena se acercó a ella y la cogió del brazo metiéndola en la sala –Orson y Martin se ocupan. El chico va bien. –la miró a los ojos –Ahora dime qué coño está pasando.
Se cruzó de brazos- Ya no pasa nada. Eso se acabó.
Malena se sentó en la camilla con una pierna colgando-Explícate.
-Tiene estrés post-traumático y me gustaba.
-Y pensabas que podías ayudarle y comer perdices.
Hizo una mueca por la crudeza de su amiga- Algo así.
Malena la observó atentamente- Dios mío estás enamorada de ese déspota, ¿verdad?
-¡No! ¡Ya te he dicho que me gustaba!
-Para que a ti te guste alguien, tiene que gustarte mucho. ¿Te has acostado con él?
-¡No!
Malena suspiró pasándose una mano por la frente antes de volver a mirarla- No voy a negar que me cae bien, pero no puedes tolerar que te trate así, Paula.
-Lo sé. Por eso se ha acabado.
-Que se ha acabado está claro por cómo te ha puesto delante de todos.- dijo indignada.
-Estaba enfadado porque yo organice la cita.
-¡No eres responsable del accidente!
-Él no opina lo mismo.-se sentó en una silla porque estaba agotada- Venga Malena, sabes que los familiares quieren echar la culpa a alguien y me escogió a mí.
-¡Lo sé, pero me da rabia que en lugar de besarte los pies, que es lo que tenía que hacer porque estás convaleciente y has venido a ayudar, te ponga del revés delante de todos!
Tragó saliva para evitar llorar.- ¿Sabes? Ayer durmió conmigo en la cama y me consoló cuando tuve una pesadilla por el incidente del cuchillo.
-¿Y qué ha hecho después?
-¿Por qué crees que ha hecho algo?
-¿Sufre desapego emocional?- asintió sabiendo lo que iba a decir- Entonces es lógico que después de haber dormido contigo, hiciera algo para darse cuenta que no siente nada por ti.
-Se ha acostado con otra.
Malena asintió cruzándose de brazos.- Mierda Paula, estás en un lío de narices.- se miraron a los ojos- Te aconsejaría que salieras corriendo, pero ya estás enamorada de él. Si quieres salvar la situación, tendrás que emplear a fondo los conocimientos que has adquirido.
-No soy objetiva. Sabía que lo había hecho a propósito y en lugar de ignorarlo, me puse como una fiera. No va a funcionar. Además su estrés es parecido al sufrido por…
Malena entrecerró los ojos- Suéltalo.
-Los soldados de Afganistán.
Su amiga bufó levantándose de la camilla- ¿Tiene pesadillas?
-Mientras durmió conmigo no, pero realmente no lo sé.
-¿Cuando pasó?
-Hace cuatro años. Él no me lo ha contado. Fue Santiago.
-Al menos lleva una vida medianamente normal. Tiene trabajo…
-Se acuesta con las modelos, no quiere vecinos que le molesten, lleva una vida desordenada… tú no has visto su piso. Es un desastre. –suspiró apoyando los codos en las rodillas tapándose la cara. –No sé para qué me agobio, le he quitado las llaves de mi casa y no voy a dar marcha atrás.
-Pues ayer se preocupaba de ti- susurró Malena.-Puede que no se diera cuenta, pero se preocupaba por ti y el día que te operaron se mordía las uñas esperando al lado de Santiago.
-Da igual- dijo levantándose- Voy a ver cómo está Brian y después me voy a casa.
-Paula…- se volvió a mirar a su amiga –Me tienes para lo que quieras. Lo sabes ¿no?
-Claro.
-No quiero que me ocultes nada por miedo a lo que pueda decirte. Yo siempre estaré de tu lado.
Emocionada se acercó y la abrazó- Gracias.
-De nada.
-Vamos a ver cómo va ese chico.
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