jueves, 28 de enero de 2016
A TRES PASOS: CAPITULO 11
Al pasar una hora ya se habían agotado las lágrimas y empezó a pensar que no había hecho bien. Él no tenía que darle ninguna explicación y así no iba a conseguir nada. No había ningún compromiso entre ellos y no había sido justa.
Aunque le doliera, él era libre y sólo era su vecino. Que se hubieran dado cuatro besos no significaba que pudiera reclamarle nada. Aunque estaba furiosa con él por hacerle daño. Era boba pensando que podía cambiarlo. Él estaba muy a gusto así y ella no le necesitaba. No necesitaba a ningún hombre. Podía arreglarse sola. Siempre lo había hecho, así que se olvidaría del asunto y se centraría en su carrera. En cuanto se repusiera, empezaría el contrato que le había ofrecido en el hospital e iniciaría una nueva vida.
Solamente centrada en la psiquiatría y en dos años pondría su propia consulta. Esos eran sus planes y eso es lo que pensaba hacer. Tener un vecino que le alteraba la presión sanguínea, no le afectaría. Nunca más.
Decidida se levantó de la cama y fue al baño donde se lavó la cara. Después de ponerse unos pantalones cortos vaqueros y una camiseta negra de tirantes, salió de la habitación. Terminó de limpiar la cocina y cuando lo dejó todo impecable fue hacia el salón. Entrecerró los ojos cuando se dio cuenta que no oía música, así que Pedro no debía estar en casa. Abrió la puerta de casa y vio la enorme caja de la estantería. Abrió la caja y cogió uno de los frontales. Lentamente lo arrastró hasta el salón, colocando bajo el otro extremo la alfombrilla del baño para que no marcara el parquet. No le había costado nada, así que sonrió satisfecha y así fue metiendo todas las enormes piezas de la estantería y colocándolas en el suelo como debían ir según el croquis.
Cuando terminó se dio cuenta que necesitaba un destornillador de estrella que no tenía. Se mordió el labio inferior levantándose del suelo y salió a recoger el cartón, para no dejarlo en el descansillo mientras iba a comprar el destornillador. Estaba doblándolo cuando salió del piso la pelirroja. Paula se quedó de piedra al verla salir y decir mirando hacia el interior de la casa de Pedro –Hasta luego, cariño.
-Te enviaré las fotos por mail para que las añadas a tu book. –dijo Pedro desde el interior del piso.
-Eres un cielo. Le diré a Lana que se pase mañana.
Pedro se echó a reír- Está bien.
La pelirroja cerró la puerta riéndose y fue hasta el ascensor ignorándola. Paula apretó los labios mientras miraba a la pelirroja con ganas de matarla. Dobló el cartón con furia taladrándola con la mirada, viendo cómo se metía en el ascensor con un vestido azul que casi dejaba ver su trasero- La muy zorra…- murmuró golpeando el cartón intentando reducir su tamaño.
-¿Qué estás haciendo?
El grito de Pedro la sobresaltó y miró hacia la puerta- ¿Y a ti qué te importa?
Furioso se acercó y miró el cartón- ¿Has sacado tú la estantería?
-Repito, ¿a ti qué te importa?
Pedro se pasó una mano por su pelo furioso- ¿Estás loca? ¡Eso pesa mucho!
Ignorándolo cogió el enorme cartón entre los brazos y entró en su piso, dejándolo al lado de la puerta. Él entró tras ella y vio la estantería lista para montar. Un músculo de su mandíbula saltó al verla, pero Paula fue hasta su bolso furiosa. No quería ni verlo y mucho menos en ese momento.
Se colgó su bolso del hombro y fue hacia la puerta hasta que se dio cuenta que estaba descalza. Volvió a la habitación y Pedro la siguió furioso. – No sé por qué estás enfadada conmigo.
-Entonces eres más idiota de lo que pensaba.
-¡Puedo hacer con mi vida lo que me dé la gana!
-Exacto. Lo mismo que yo.- se puso unas sandalias y pasó ante él dispuesta a irse.
Pedro la cogió por el brazo furioso- ¡Estás montando un drama por algo que no es cosa tuya! ¡Si me acuesto con otra, no es asunto tuyo!
Sabía que tenía razón, pero aún así esas palabras le dolieron porque no había pensado en ella en ningún momento- Vale.
Pedro entrecerró sus ojos verdes sin creerse ni una palabra- ¿Entonces esta discusión se acaba aquí?
Ella le miró como si fuera idiota- Claro, se acaba aquí. ¿Me sueltas, por favor? Tengo que ir a comprar.
-Paula…
-Somos vecinos y ya está. Me ha quedado claro. Ahora suéltame para que pueda irme. Pedro aspiró apretando los labios y soltó su brazo lentamente. Ella forzó una sonrisa y dijo – ¿Ahora sales de mi casa para que pueda cerrar con llave?
-Me pones de los nervios.
-Sí, eres muy claro en tus opiniones. Y ya que te pongo de los nervios, no me soportas y todas esas cosas tan agradables que me dices, creo que lo mejor será que no entres en mi casa cuando te da la gana.- dijo suavemente sintiendo que se le rompía el corazón. Pedro enderezó los hombros pero al ver que no decía nada, ella continuó- Creo que es lo mejor para no confundir las cosas.
-Está bien.
Pedro la miraba como si quisiera matarla pero ella asintió y salió de la habitación. Esperó a que saliera Pedro y cerró con llave- También creo que deberías devolverme la llave de mi piso. Sino vas a entrar, no tiene sentido que la tengas. Así se la podré dar a Malena por si ocurre algo.
Pedro furioso entró en su casa y dos minutos después se la tiró desde la puerta antes de cerrar con fuerza. Haciendo una mueca recogió la llave del suelo antes de decir en voz alta. – ¡Muy maduro, Pedro!
No sabía por qué, pero se pasó toda la tarde paseando por la ciudad con el destornillador en el bolso porque no quería meterse en casa para escuchar a Pedro al otro lado del tabique. Cuando llegó a casa, le extrañó no escuchar la
música, pero al entrar pensó que debía haberse ido como ella. Decepcionada y muy triste porque se sentía muy a gusto con él, se sentó en el suelo y sacó el destornillador del bolso para empezar a trabajar. Se pasó una hora intentando montar el dichoso mueble cuando le sonó el teléfono.- ¿Diga?
-Tienes que venir al hospital.- dijo Malena nerviosa.
-Estoy de baja- dijo frunciendo el ceño- Si quieren que trabaje diles que…
-Leticia acaba de ingresar por un accidente de tráfico. Me lo acaba de decir Martin.
-¿Pedro?
-¡Le ha avisado la policía y ya está aquí!
Colgó en ese momento y cogió su bolso para salir corriendo.
Afortunadamente encontró taxi enseguida y en cuanto entró en urgencias a toda prisa vio a Pedro en la sala de espera- ¿Qué ha pasado?
Pedro se pasó una mano por el cabello muy nervioso.- No lo sé. Al parecer salía con un chico…
-Sí, Brian.-dijo impaciente.
-Y han tenido un accidente con una moto. ¡Pero nadie me dice nada!
-Espera aquí.- dijo dándole el bolso.
Entró dentro de la sala y fue hacia los box donde había más movimiento. – ¡Paula!
Leticia estaba en un box con la cortina abierta sujetándose el brazo. Se acercó a toda prisa revisándola. Tenía el brazo roto pero no parecía que tuviera más a simple vista- ¿Qué ha pasado?
-Un taxi se saltó un semáforo y Brian consiguió esquivarlo, pero derrapamos cayendo sobre la calzada- dijo llorando.-Creo que está mal porque lo atropelló un coche después.
Suspiró de alivio al ver que ella estaba bien dentro de lo que cabía. La cogió del brazo delicadamente y observó el trauma. – ¿Te duele algo aparte del brazo? – se acercó al informe y vio que estaba sin rellenar, así que no le habían hecho ninguna prueba aparte de tomarle la tensión que estaba bien. – Cielo, vas a tener que esperar un poco hasta que los críticos pasen a quirófano.
-¿Está muy mal?
-Espera que voy a ver.
Se acercó a uno de los box y vio que no era Brian. Fue al de al lado y Martin estaba dando órdenes mientras practicaba un masaje cardiaco, lo que indicaba que no iba bien. Una de las enfermeras se apartó y ella tomó su lugar.- ¿Qué tenemos?
-¿Qué haces aquí?- su amigo la miró sorprendido.
-Le conozco.
-¡Joder, no recupero el pulso!
-¿Tiempo?
-¡Dos minutos!-dijo la enfermera.
-¿Qué le has puesto?
-Nada todavía- dijo agotado por el masaje cardiaco.
-¿Desfibrinación?
-Negativa.
-¡Epinefrina!-ordenó subiéndose a la camilla y poniéndose a horcajadas sobre Brian –Cambio.
Martin se alejó y ella empezó el masaje cardiaco- Vamos Brian, no me hagas esto.
Un enfermera insuflaba aire en él mientras ella realizaba el masaje. Escuchó a Leticia llorando tras ella- ¡Llevaros a la chica!-gritó sintiendo que los brazos empezaban a dolerle, cuando la máquina reaccionó.
-¡Tiene pulso!-gritó Martin. La cogió por las axilas ayudándola a bajar. Le cogió el estetoscopio a un residente de primer año y escuchó el pulso. Miró a Martin y asintió.
-Quiero un tac abdominal y craneal. ¿Tensión?
-Estabilizándose.-respondió una enfermera.
Se quitó el estetoscopio del cuello y le dijo a Martin. –Voy a hablar con Pedro.
-Mientras tanto me encargo de Brian.
Se miró las manos que estaban llenas de sangre del chico pues tenía una herida en le barbilla que había sangrado bastante y se miró la ropa. Él bajo de sus pantalones cortos también se había manchado. Hizo una mueca y fue hasta uno de los fregaderos. Salió secándose las manos y fue hasta Leticia que estaba muerta de miedo sentada en la camilla- Brian va camino del tac. De momento le hemos estabilizado.
-¿Se va a morir?
Paula suspiró y tiró la toalla de papel al cubo que había al lado de la camilla- Vamos a hacer todo lo que podamos por él, Leticia. Te lo prometo.-ella asintió limpiándose las lágrimas.- Enseguida vuelvo, voy a hablar con tu tío que está de los nervios.
Salió a la sala de visitas y Pedro se acercó a toda prisa.
Cuando vio la sangre en su ropa palideció- No es de Leticia. Es de su cita.- dijo pasándose la mano por la frente.- Ella tiene un brazo roto pero tenemos que hacerle pruebas. Todavía no hemos tenido tiempo porque hemos tenido que estabilizar a Brian, que está grave.
-¿Pero ella está bien?
-Está sentada en la camilla con el brazo roto.- dijo cogiéndolo del antebrazo para alejarlo de las sillas donde varias personas estaban esperando- En un segundo te dejaré pasar para que la veas, pero no quiero que comentes nada a nadie sobre el estado de Brian. –miró sobre su hombro.- ¿Están aquí sus familiares?
-No hay nadie- dijo molesto.
-¿No les han avisado?-Pedro se encogió de hombros.-Está bien, diré a una de las chicas de recepción que los avisen. Pobre chico- dijo con pena. Le miró a los ojos- Le salvó la vida ¿sabes? Esquivó al taxi que se había saltado el semáforo y al hacerlo salió despedido para ser atropellado por un coche.
-Joder.
-Tengo que volver.
-Voy contigo.-dijo decidido.
Se mordió el labio inferior y asintió-Vale, pero quédate en una esquina y no abras la boca. Si me ve el jefe de residentes, me va a crujir.
-Está bien.
A TRES PASOS: CAPITULO 10
La despertó la luz que entraba por la puerta de la habitación que provenía del salón. Se desperezó y al volver la cara, vio a Pedro profundamente dormido. Se detuvo en seco porque sabía que no dormía mucho y no quería molestarlo.
Salió de la cama lentamente y de puntillas fue hasta el baño del pasillo para no despertarlo. Fue hasta la cocina y empezó a hacer el desayuno. El reloj del horno vio que eran las ocho de la mañana. Hizo unos huevos y beicon. Estaba sacando el pan de la tostadora cuando un pitido en la cafetera le indicó que el café estaba listo. Leticia entró en la cocina vestida con un vestido rosa.-Buenos días- dijo yendo hacia la nevera y cogiendo zumo de naranja.
-¿Cómo has entrado?- preguntó con la cafetera en la mano viendo cómo se sentaba y empezaba a desayunar.
-Estaba abierto.
Puso los ojos en blanco pensando que tenía que hablar seriamente de la seguridad con Pedro. Se sentó junto a Leticia. La chica la miró con picardía.- Habéis dormido juntos ¿verdad?
-Dormir es la palabra clave.- respondió masticando.
Después de soltar una risita empezó a untar mantequilla en la tostada.- No duerme mucho.
-Lo sé.
-¿No piensas comentar nada?
-De momento, no. –le guiñó un ojo antes de preguntar- ¿Te vienes a comprar unas estanterías o tienes algo que hacer?
-Por la tarde he quedado con mis amigas, así que vale.
Pedro entró en la cocina sin mirarlas y fue directamente hasta la cafetera. Evidentemente era de los que se levantaban gruñones, así que lo ignoraron mientras se tomaba su café. –También podemos ir a comprar ropa en lugar de las estanterías.
-Yo voto por la ropa.
Pedro gruñó antes de llenarse la taza otra vez. Consideraba que después de la primera taza ya se le podría hablar, así que se levantó y se acercó a él. Sonriendo dijo –Buenos días.
La cogió con cuidado de la cintura mirándola con el ceño fruncido y la besó en la boca suavemente- No me hables hasta el mediodía.
Leticia soltó una risita y ella suspiró- Vale, pero ¿no quieres comer nada?
Pedro volvió a gruñir y la soltó para salir de la cocina llevándose su taza de café. Se volvió a Leticia y sonrió- No ha ido del todo mal.
-Has estado fantástica.
******
Decidieron irse de compras. Primero fueron a comprar las estanterías y se decidió por unas que iban de suelo a techo.
Tenía muchos libros y la aprovecharía. –Acuérdese de anclarla a la pared.- le dijo el joven dependiente.-El peso puede volcarla.
-Se lo recordaré- dijo Leticia con una radiante sonrisa.
-Te guuusta- le canturreó al oído.
-Cállate- susurró sonrojándose. –Serás cría.
Paula no pudo evitar reírse a carcajadas y cuando llegaron a la caja el chico dijo- Doscientos treinta y cinco dólares.
Le entregó la tarjeta de crédito y miró la chapa de plástico que tenía en la camiseta- ¿Brian, tienes novia?
Leticia la miró como si quisiera matarla-No- dijo el chaval algo sonrojado, poniéndose nervioso mientras pasaba la tarjeta.
-Porque Leticia tampoco. ¿Cuántos años tienes?
-¡Paula!- Leticia no sabía dónde meterse de la vergüenza y disimulando miraba a cualquier sitio menos al dependiente.
Brian miró a Leticia de reojo y respondió- Dieciséis.
-Perfecto para Leticia, que tiene quince.
-Paula…
-¿Te gusta?-la chica gimió y Brian empezó a encontrar todo muy gracioso.-Dime, como si no te escuchara ¿Te gusta?
-Sí.
Leticia se sonrojó todavía más y sonrió dulcemente. Con timidez miró a Brian y él le preguntó-¿Quieres ir al cine esta tarde?
-Vale.
-¿Me das tu número?- le dio un block y un boli. Paula firmó el recibo de la tarjeta de crédito mientras Leticia lo apuntaba a toda prisa.
Cuando se iban Brian dijo –Te llamo a las tres, Leticia.
La chica sonrió despidiéndose con la mano- Bien hecho. –Shaba la cogió por los hombros pegándola a ella mientras se reía.-Ahora vamos a comprar ropa para estar guapas.
****
Cuando se bajaron del ascensor vieron la enorme caja de la estantería en el hall y se miraron extrañadas pues la música se oía a todo volumen en casa de Pedro –Está trabajando ¿por qué no ha abierto la puerta de tu piso?- Leticia estaba confundida y algo enfadada, pero Paula la cogió de la muñeca deteniéndola porque iba a decirle algo a su tío.
La miró a los ojos y susurró- No le digas nada.
-Pero Paula…
-Es una pataleta. No le digas nada. Me está diciendo que no forma parte de mi vida y que no tiene que hacerse cargo de esas cosas. Ha tenido que firmar el albarán de entrega para que lo dejaran ahí.
Leticia entrecerró los ojos –Entiendo.
-Si le dices algo, se cabreará y discutiremos, que es lo que quiere para dejar clara su posición.
-¿Y qué piensas hacer?
Paula sonrió maliciosa-No puedo cargar pesos ¿recuerdas? Esa estantería no se quedará ahí mucho tiempo.
Leticia echó una risita-Eres muy lista.
Le guiñó un ojo y fue hasta la puerta de su piso. – ¿Te apetece un refresco mientras preparo la comida?
-Claro. –entró tras ella y dejó sus compras sobre la mesa del salón, antes de seguirla al dormitorio. –Esa ropa interior es preciosa.
-Ya era hora que me renovara. ¿No me lo habías sugerido?
-Tus bragas eran de monja. Hasta las mías eran más bonitas y eso que me las compra mamá.
Después de colgar la ropa nueva fueron hasta la cocina y prepararon espaguetis.- ¿Tu tío querrá comer algo?
-Ni idea, cuando trabaja sólo come cuando decide acabar la sesión. Una vez tuvo a la modelo diez horas sin comer hasta que consiguió lo que quería.
-¿Es bueno?- preguntó recogiendo la cocina.
-¿Bueno? Las marcas se lo rifan para que fotografíe sus productos y las modelos trabajan gratis para él porque muchas han conseguido sobresalir gracias a su trabajo.- dijo orgullosa antes de beber de su cola.
Paula asintió pensando en ello mientras limpiaba la encimera- ¿Puedo empezar a comer? No me dará tiempo si tengo que esperar al tío.- dijo Leticia sirviéndose espaguetis.
-Sí, voy a preguntarle si quiere comer.
Tenía ganas de verlo y se miró el vestido de gasa verde que llevaba puesto antes de entrar en su piso. La música estaba bastante alta y frunció el ceño porque no le escuchaba dar órdenes a la modelo, así que supuso que estaba solo. Iba a entrar en la sala de trabajo cuando escuchó una risita en la habitación de Pedro. Se detuvo en seco y escuchó mirando hacia la puerta que estaba entornada. Otra risita le puso los pelos de punta y dio dos pasos hacia la puerta. Alargó la mano y abrió la puerta lentamente. Pedro rodeaba con sus brazos a una pelirroja, que se reía como una hiena mientras la besaba en el cuello. Paula sintió que alguien le retorcía las entrañas al ver como besaba su cuello hasta llegar al lóbulo de su oreja. Su primer impulso fue querer gritarle y agarrar a aquella pelirroja de los rizos para sacarla de allí, pero algo la detuvo. Pálida dio un paso atrás sin hacer ruido y lentamente salió del piso. No se podía creer que después de haber dormido con ella, se fuera a acostar con otra. Aunque sólo fuera sexo, se sentía traicionada. Algo estúpido teniendo en cuenta que le había advertido que llegaría a aborrecerla.
Sumida en sus pensamientos entró en la cocina – ¿Sigue trabajando?-miró a Leticia que al ver su cara frunció el ceño- ¿Estás bien?
-Sí- forzó una sonrisa sentándose a la mesa como si no pasara nada- Está ocupado, así que comeremos nosotras.
Comió poco y Leticia preguntó al ver que estaba muy callada.- ¿No te encuentras bien?
-No quiero comer mucho porque es mi primer día de dieta normal- dijo levantándose llevando sus platos al fregadero- Si quieres algo de postre…
-No, me voy que llego tarde. Además tengo que llamar a mis amigas para decírselo.
Sonrió viéndola tan impaciente.- ¿Qué te vas a poner para tu cita?
-El vestido amarillo.
Paula asintió- Vas a dejarlo con la boca abierta.
-Deséame suerte.
-¡Pásalo bien!
Cuando Leticia se fue, Paula cerró los ojos intentando retener las lágrimas y gimió girándose y apoyándose con ambas manos en el fregadero. Se dobló intentando clamarse y para ello respiró profundamente varias veces, mientras en su mente no dejaba de ver a Pedro besando a la pelirroja.
Sentía un dolor en el pecho que la obligaba a respirar entrecortadamente y abrió el agua fría para meter la cara bajo el chorro. Le sentó bien y alargó la mano hacia un trapo limpio de cocina para secarse –Nena, ¿estás bien?
Se sobresaltó al escucharlo y se volvió para ver a Pedro en la puerta de la cocina mirándola preocupado.- ¡No me asustes así!- exclamó furiosa.
-Perdona pero…- entrecerró los ojos al ver que los suyos estaban rojos- ¿Estás bien?
-Sí- respondió entrecortadamente bajando la vista.-Creo que me voy a acostar un rato. Ha sido una mañana demasiado intensa.
Pedro se acercó pero ella lo esquivó para salir de la cocina- Si quieres espaguetis todavía quedan- dijo saliendo.
-¿Seguro que estás bien?
-¡Sí!- entró en la habitación y cerró de un portazo. Se quitó el vestido que había mojado en el pecho y lo tiró al suelo para lavar, cuando se abrió la puerta- ¿No te he dicho que me voy a acostar un rato?- preguntó yendo en ropa interior hacia las cortinas para cerrarlas.
-Paula ¿qué pasa?
Ignorándolo se subió a la cama y apartó el edredón para tumbarse. –Nada. Estoy cansada, eso es todo.
-Parece que estás enfadada- se sentó a su lado y ella se giró intentando retener las lágrimas que pugnaban por salir de nuevo. Pedro suspiró y alargó la mano para tocar su hombro. Sin poder evitarlo, ella hizo un gesto para que la soltara. No soportaba que la tocara después de lo que había visto- Si es por lo de la estantería…
-Me importa poco la puñetera estantería.- dijo entre dientes.
-Entonces ¿qué coño te pasa?- la cogió por el hombro y la volvió de golpe- Es evidente que estás enfadada.
-¡No estoy enfadada! ¡Estoy disgustada y si no eres capaz de ver la diferencia es porque eres un insensible de mierda!
Pedro la miró atónito- ¿Estás loca? ¿Qué te pasa?
-¡Nada!- se volvió otra vez y abrazó la almohada- ¿Puedes dejarme sola?
-Esto me pasa por intentar entenderte.- dijo él levantándose de la cama.
-No sé para qué te molestas, si no vas a soportarme dentro de nada.
-¡Empiezo a no soportarte!
-¡Muy bien! ¡Yo tampoco soporto que me toques después de que te has tirado a una pelirroja!- gritó sin poder evitarlo.
El silencio en la habitación se hizo tan pesado que se podía cortar. Pedro no decía nada y ella se aferraba a la almohada sin querer mirarle.
-Paula…- susurró después de varios segundos eternos.
-¡Vete!
Después de varios segundos en los que ella ya no pudo retener sus silenciosas lágrimas, Pedro salió de la habitación y cerró la puerta tras él. –Estúpido insensible- susurró furiosa.
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