viernes, 24 de marzo de 2017

PROBLEMAS: CAPITULO 24





Pedro le alcanzó a Paula una taza de café. Ella la aceptó sin mirarlo. No había dicho más de una docena de palabras en el trayecto al apartamento de Pedro, y éste sabía muy bien que estaba más que simplemente disgustada. Y él estaba preocupado y asustado... asustado de perder a Paula.


-Mi bata te queda un poco grande -se sentó junto a ella, dejando su propia taza de café en la mesa de cristal que había frente al sofá que ocupaban.


Paula tiró del cinturón de la bata, que colgaba a ambos lados por debajo de sus rodillas.


-Quiero que me lleves a casa en cuanto mi vestido esté lo suficientemente seco.


-Se suponía que esta era nuestra noche -le recordó Pedro-. Durante toda la semana sólo he pensado en tenerte entre mis brazos, en hacerte el amor toda la noche.


Los ojos de Paula se anegaron en llanto.


-Deja de obsesionarte, querida... Lo que ha pasado, pasado está -Pedro pasó un brazo por sus hombros, atrayéndola hacia sí-. Dentro de un mes te estarás riendo de todo el asunto.


-Lo dudo -Paula trató de alejarse de Pedro, pero éste la retuvo con fuerza.


-Lo que ha sucedido esta noche no ha sido culpa tuya. Ha sido culpa de Noreen.Todo el mundo que asistía a la fiesta sabe lo bruja que es.


-Pero ya sabes lo que parecerá en el periódico de la mañana, ¿verdad? Parecerá que pegaste a Noreen en la boca cuando me insultó.


-Si el periódico se atreve a insinuar que eso fue lo que sucedió, haré una declaración pública explicándolo todo y luego denunciaré al periódico por libelo.


-Sí, y esa será una manera estupenda de lanzar por la borda tu campaña para presentarte a gobernador, ¿no?


Pedro la besó en la frente.


-Te preocupas demasiado, cariño.


-Desde luego que has cambiado de canción -Paula se movió, tratando de librarse del abrazo de Pedro. Cuando este se negó a soltarla, se volvió entre sus brazos y lo miró a los ojos-. Para ser un hombre que siempre ha estado preocupado por su carrera, por su imagen pública y por la publicidad negativa, no parece preocuparte demasiado que el nombre de Pedro Alfonso sea ensuciado cuando los periódicos de la mañana lleguen a los quioscos.


-Ya te he dicho que estás exagerando, Paula -Pedro la sentó sobre su regazo y sonrió al ver que no se resistía-. Además, mis prioridades están cambiando. Estoy viendo mi carrera y mi futuro bajo una perspectiva totalmente distinta.


Paula le pasó un brazo por el cuello.


-¿Has decidido no presentarte a gobernador?


-No. Después de esta noche he decidido presentarme definitivamente.


Removiéndose en su regazo, Paula notó el evidente estado de excitación de Pedro.


-¿Te excita pensar en todo ese poder?


-Lo que me excita es pensar en todo lo que me gustaría hacerte -Pedro la besó en la garganta, trazando luego los músculos de su cuello con la lengua.


-¿Fuisteis amantes Noreen y tú?


-¿Qué?


-Que si fuisteis...


-Ya te he oído.


Paula cogió entre sus manos la barbilla de Pedro.


-¿Y?


-¿Qué más da? Ella no tiene nada que ver contigo, conmigo o con nuestro futuro -Pedro miró a Paula a los ojos, esperando que comprendiera que ninguna mujer le había importado como ella, y mucho menos Noreen.


-Fuisteis amantes, ¿verdad? Y Noreen aún te desea.


Pedro sentó a Paula en el sofá, se levantó y caminó por la habitación hasta situarse frente a la chimenea.


-De acuerdo, si te empeñas en saberlo te lo contaré. Noreen y yo fuimos amantes un par de meses hace casi diez años. Yo no la amaba. Ella no me amaba a mí. Harold y Betty pensaron que éramos una pareja perfecta y empezaron a hablar de matrimonio.


-¿Y entonces fue cuando terminasteis vuestra relación?


-Paula, ya sabes que ha habido otras mujeres en mi vida. No muchas, pero varias. Ninguna de esas relaciones ha sido seria.


-Llegaste a plantearte pedirle a Donna Fields que se casara contigo -le recordó Paula.


-Brevemente. Sabía que Donna sería la esposa perfecta para un político y me gusta y la admiro como persona. Con toda sinceridad, Paula, hay algo en Donna que me recuerda a ti.


-¿En qué te recuerda a mí?


-Es una persona cariñosa y encantadora, pero nunca me habría casado con ella. Eso habría arruinado nuestras vidas. Una cosa que he aprendido sobre mí en estos últimos meses es que no voy a ser una fotocopia de mi padre. No voy a estropear la vida de otros debido a mi egoísmo.


-Si te casaras conmigo yo me aseguraría de que fuera así. Tu vida no sería como la de tu padre si yo fuera tu esposa -de pronto, Paula se dio cuenta de que acababa de hacerle a Pedro una propuesta de matrimonio.


-¿Matrimonio? -no había duda de que casarse con Paula impediría que su vida llegara a ser aburrida, pensó Pedro. Y, sin ninguna duda, ella controlaría sus malas tendencias heredadas de Mariano Alfonso. Y dormiría con él todas las noches.


-Puede que la foto en la que pareces estar golpeando a Noreen no produzca tan mal efecto si la gente piensa que estabas defendiendo la reputación de tu futura esposa.


-Creo que podría dejarme persuadir para casarme contigo -Pedro abrió los brazos-. ¿Por qué no vienes aquí y me convences?


Paula no se movió del sofá.


-Creo que estás un poco confundido, abogado. Eres tú el que tiene que convencerme. De momento soy yo la que ha hecho todas las concesiones. Soy yo la que te ha perseguido durante años. La que te ha dicho que te ama. Incluso te he
propuesto matrimonio.


Pedro dejó caer los brazos a los lados.


-¿A dónde quieres llegar, Paula?


-Si te casas conmigo, fíjate en lo que obtienes. Soy atractiva, inteligente y buena en la cama, ¿cierto?


-Cierto.


-Soy leal y puedo ser un gran apoyo para ti. Harold Glover piensa que mi entusiasmo por ciertas causas podría hacer que tu popularidad creciera y Donna Fields me comentó que yo podría salvarte de lo que más temes: convertirte en un
hombre como tu padre. ¿Tengo razón?


-Sí, tienes razón.


-Además te di mi virginidad y te amo. Nunca he amado a otro.


-Reconozco que posees excelentes cualidades, que eres una joya preciosa y única y que probablemente no te merezco -Pedro fue hacia Paula y se arrodilló frente al sofá-. ¿Es eso lo que querías oír, Paula?


-Puede valer para empezar -no podía ponerle las cosas fáciles.


Pedro cogió las manos de Paula entre las suyas y se las llevó a los labios.


-Estoy de rodillas ante ti. ¿Es eso lo que quieres, cariño? ¿Que te proponga matrimonio de rodillas?


Paula sonrió. Pedro le devolvió la sonrisa.


-No estaría mal.


-De acuerdo -aún de rodillas, sujetando las manos de Paula, Pedro dijo-:¿Paula Chaves, me harás el honor de convertirte en mi esposa?


-¿Qué puedes ofrecerme, Pepe?


Sorprendido por la pregunta, Pedro la miró con gesto incrédulo.


-¿Qué puedo ofrecerte?


-Sí -Paula retiró sus manos de las de Pedro, se levantó y lo miró-. Yo ya te he dicho lo que puedo ofrecerte. ¿Qué puedes ofrecerme tú? No puedes ofrecerme tu virginidad, pero estoy dispuesta a pasar por alto ese detalle si...


Poniéndose en pie, Pedro la cogió por los hombros.


-¿Estás dispuesta a pasar por alto ese detalle si qué?


-Si me dices que me amas, que nunca has amado a nadie como me amas a mí - Paula parpadeó para alejar las lágrimas que querían subir a sus ojos.


-Quieres que te diga que... -Pedro nunca le había dicho a nadie que le amaba.


Amor no era una palabra que estuviera en el vocabulario de su padre o de su abuela.


Deber. Posición social. Éxito. Dinero. Esas eran las palabras de los Alfonso. Palabras con las que planear el futuro, por las que luchar. ¿Pero amor? ¿Cómo podía decirle a Paula que la amaba si ni siquiera estaba seguro de lo que era el amor?


-¿Tan difícil es? -preguntó Paula, sabiendo que Pedro tendría que luchar con los demonios que había en su interior y ganar la batalla antes de poder profesar su amor.


-Paula, ya sabes lo que siento por ti. Sólo estar cerca de ti me vuelve loco. Sólo puedo pensar en ti, estar contigo, besarte, hacerte el amor. Te he pedido que te cases conmigo. ¿No es suficiente?


-No, Pedro, no es suficiente -apartándose de él, Paula fue hasta el dormitorio y abrió la puerta-. Voy a ponerme mi vestido. Luego quiero que me lleves a casa.


-No quiero que te vayas. Quiero que te quedes conmigo. Quiero que estemos juntos.


-Llévame a casa, Pepe. Luego puedes pensar sobre mí y sobre ti, sobre tu pasado y nuestro futuro. Yo no voy a ninguna parte. Estaré esperándote en Crooked Oak cuando llegues a la conclusión de que me amas o no me amas.


A continuación, Paula entró en la habitación, se quitó la bata y se puso el vestido, que aún estaba un poco húmedo.






jueves, 23 de marzo de 2017

PROBLEMAS: CAPITULO 23




Betty y Harold Glover procedían de familias muy ricas y con un pasado en la política que se remontaba a comienzos del siglo diecinueve. Todo el mundo sabía que Harold era uno de los hombres más ricos e influyentes del estado.


-Tranquilízate, querida. Todo va a ir bien.


Apretando el brazo de Pedro con fuerza, Paula aspiró una bocanada del fresco aire de la noche. Nunca había visto a Pedro tan atractivo, tan distinguido. Parecía un modelo con su esmoquin negro.


No se dio cuenta de que se había detenido frente a la puerta de entrada de la mansión hasta que Pedro le dio un ligero empujón.


-Casi todas las personas que asisten a la fiesta son amigos míos y asociados, cariño. No son un montón de leones dispuestos a devorarte en cuanto entres y saludes.


-De acuerdo -dijo Paula.


Irguió los hombros, alzó la barbilla y, dedicándole a Pedro su sonrisa más brillante, avanzó.


Pero cuando se encontró entre la élite de Tennessee sintió que las piernas le temblaban.


Inclinando la cabeza, Pedro susurró:
-¿Te he dicho lo increíblemente guapa que estás esta noche?


Apoyándose ligeramente contra él, Paula asintió.


-Sí, pero me alegra que me lo repitas.


Pedro pasó con ella junto a varios grupos de personas, saludando a algunos con un gesto de la cabeza, presentando a Paula a otros cuando se detenían lo suficiente como para hacer algo más que decir hola. Aunque Pedro sentía cierta aprensión sobre cómo iba a reaccionar la gente ante su relación con Paula, su mayor preocupación era cómo reaccionaría Paula si captaba cualquier renuencia a ser aceptada por parte de sus amigos y conocidos.


El orgullo de Pedro creció considerablemente al notar cómo observaban los hombres allí reunidos a Paula. No sólo él sabía que su dama era la mujer más hermosa y sexy de las allí presentes, sino que los demás también lo sabían. Paula
estaba muy elegante y sensual con aquel vestido negro de seda que se ceñía a su cuerpo y llegaba hasta el suelo. 


Carecía de mangas y espalda y su escote cuadrado acababa en la garganta. Las únicas joyas que llevaba puestas eran un par de pequeñas perlas que habían pertenecido a su abuela.


La cabeza de Paula giraba a un lado y a otro mientras era presentada. Nunca había estrechado tantas manos en su vida y nunca había sonreído tanto. El champán corría a raudales, pero Paula dio sorbitos a la misma copa durante una hora. Estaba segura de que la comida era deliciosa, pero el nudo que tenía en el estómago le impedía comer nada.


-Por fin -Donna Fields apoyó el brazo en la cintura de Paula-. Llevó media hora tratando de abrirme camino hacia vosotros. Estás preciosa, Paula -se volvió hacia Pedro-. Supongo que le has dicho lo guapa y elegante que está, ¿no?


-Oh, sí que me lo ha dicho -dijo Paula-. Me lo ha dicho tantas veces que le he creído.


La amistosa sonrisa de Donna liberó parte de la tensión que sentía Paula. Por lo menos sabía que tenía un aliado en la fiesta además de Pedro.


-¿Has presentado ya a Paula a Betty y Harold? -preguntó Donna.


-Iba a hacerlo ahora -dijo Pedro.


-La hija de Betty está de visita -Donna lanzó a Pedro una mirada extraña. Paula sospechó que tenía un significado oculto.


-¿Noreen está aquí? -los músculos del rostro de Pedro se tensaron-. Creía que vivía en Atlanta desde su divorcio.


-¿Estáis hablando sobre Noreen Ellibee? -preguntó Paula-. Os estáis comportando de forma extraña. ¿Hay algo que debiera saber?


-Noreen es hija del primer matrimonio de Betty Glover -dijo Pedro-. Es una consentida y una egoísta. Y yo solía salir con ella.


-Lo recuerdo. Salías con ella cuando terminaste la carrera -Paula miró a Donna y reconoció en su mirada una señal de advertencia-. Noreen podría significar problemas para Pedro, para nosotros, ¿no?


-Betty esperaba que su hija se casara con Pedro -dijo Donna, apretando cariñosamente la mano de Paula-. Noreen quería a Pedro e hizo todo lo que pudo por conseguirlo, pero...


-Pero no me llevó mucho tiempo averiguar qué clase de mujer era y para cuando rompimos no sentía más que desprecio por ella -Pedro deslizó un brazo por la cintura de Paula-. Tiene una lengua viperina, así que ten cuidado si se te acerca.


-Hablando del diablo -susurró Donna, mirando a una rubia alta y esbelta, que se dirigía a ellos con una falsa sonrisa.


-Pedro, querido, ¿qué haces escondiéndote por aquí? -Noreen se dirigió directamente a Pedro, ignorando completamente a Donna y a Paula. Enlazando su brazo con el de él, presionó sus senos contra su pecho y se inclinó hacia delante, dándole un beso en la boca breve pero apasionado.


Paula se puso rígida.


Donna cogió a Noreen por el brazo, apartándola de Pedro.


-Cuánto me alegro de volver a verte, Noreen. ¿Has venido sólo de visita o piensas quedarte?


Noreen fijó sus ojos azules en Donna.


-Eso depende -Noreen deslizó la mirada de Donna a Pedro, de éste a Paula y de nuevo a Donna-. Eres un auténtico ángel, Donna, tomándote de forma tan valiente y amistosa tu sustitución cuando todo el mundo sabe que tienes el corazón
destrozado -antes de que Donna pudiera responder, Noreen se volvió hacia Paula-. Y esta debe ser Paula, la chica que se ha hecho tan famosa con su escopeta.


Pedro se puso tenso. Iba a detener aquello inmediatamente. Noreen no era uno de los problemas con los que había temido enfrentarse aquella noche. Paula alargó la mano.


-Soy Paula Chaves, Noreen. Me halaga que sepas tanto sobre mí. ¿Estás igualmente informada sobre todas las mujeres que ha habido en la vida de Pedro?


-Sólo de las que logran que su foto salga en los periódicos y consiguen para Pedro una publicidad desfavorable cuando lo que necesita es todo lo contrario - Noreen sonrió con gesto triunfante.


-Noreen -el tono de voz de Pedro advirtió a la mujer que estaba pasándose.


-No estoy convencida de que la publicidad que obtuvieron Pedro y Paula fuera mala -dijo Donna-. Si lo piensas un poco, la defensa que Pedro hizo de Paula puede
darles a los lectores la idea de que Pedro está en contra de los hombres que maltratan a sus esposas e hijos y a favor de los derechos de los animales, de las mujeres y de la ley y el orden.


-Estoy totalmente de acuerdo -un hombre calvo y bajo, cercano a los setenta años, se acercó a ellos con una mujer alta y esbelta cogida de su brazo-. Al principio temí que la publicidad generada por esta joven dama para nuestro Pedro podría mermar sus posibilidades de llegar a gobernador, pero ahora creo que Donna tiene razón.


-Supongo que no te parecerá bien que Pedro se relacione con esta... con esta conductora de grúas, ¿no? -las mejillas de Noreen se colorearon ligeramente.


-¿Dónde están tus modales, Noreen? -preguntó Betty Glover-. La señorita Chaves es invitada nuestra esta noche.


Paula no estaba muy segura de lo que estaba sucediendo. Sólo sabía que ella y Pedro y su pequeño grupo se habían vuelto el centro de atención.


-¿Hay algo más que amistad entre la señorita Chaves y tú? -preguntó Harold Glover.


Un atractivo periodista que Paula recordaba del día de su juicio se abrió paso hacia el grupo.


-Hay mucha gente a la que le gustaría conocer la respuesta a esa pregunta, señor Alfonso. Si se presenta a gobernador, la mujer que está a su lado va a despertar mucho interés en la gente de Tennessee.


La aguda risa de Noreen atrajo la atención de todos los que se hallaban lo suficientemente cerca como para oírla.


-Si piensa que la gente va a aceptarla como primera dama no está pensando con la cabeza, sino con el cu...


-¡Basta ya, Noreen! -dijo Betty.


-Para su información -dijo Pedro, mirando directamente a Jeff Baines, el joven periodista-, Paula Chaves es definitivamente la mujer de mi vida.


Harold cogió amablemente la mano de Paula.


-¿Está preparada para esto, jovencita? -preguntó.


-No estoy segura -dijo Paula, apabullada por todo lo que estaba sucediendo.


Pedro había dicho públicamente que era la mujer de su vida. ¿Pero qué había admitido exactamente con eso? ¿Que estaban saliendo? ¿Que eran amantes?


-He venido acompañado de un fotógrafo. ¿Le importaría posar para unas fotos con la señorita Chaves, señor Alfonso? -preguntó el periodista.


-Un par de fotos -dijo Pedro-. Pero no más preguntas esta noche.


Harold estrechó cariñosamente la mano de Paula


-Me alegro de haberla conocido. Betty y yo estamos deseando verla más a menudo. Betty está en algunos comités que podrían interesarle. Derechos de los animales, conservación de la naturaleza, educación para adultos... Tengo la sensación de que usted puede ser la persona que necesitan esas asociaciones para organizarse y lograr más cosas.


Betty asintió mirando a Paula.


-Te llamaré la próxima semana, querida, y quedaremos para comer.


-Uh..., gracias. Sí. Eso me gustaría -Paula tenía la sensación de sentirse de forma muy parecida a Alicia cuando pasó a través del espejo.


En cuanto los Glover se alejaron, Donna pasó un brazo en torno a la cintura de Paula y el otro en torno a la de Pedro.


-Teniendo en cuenta todo lo sucedido -dijo, mirando a Noreen Ellibee, que se hallaba a unos metros de distancia cogiendo otra copa de champán-, esta noche ha sido todo un éxito para el equipo Alfonso y Chaves.


En aquel momento llegó Jeff Baines con su fotógrafo a donde estaban. Donna abrazó rápidamente a Paula y a Pedro y se apartó para observar su triunfo.


-Sonríe y simula sentirte feliz -dijo Pedro mientras pasaba el brazo por la cintura de Paula y la atraía hacia su costado-. Vas a tener que acostumbrarte a esta clase de cosas.


El fotógrafo preparó la cámara. Paula sonrió. 


Tambaleándose ligeramente, Noreen avanzó hacia ellos con su copa de champán en alto.


-Debe ser estupenda en la cama -exclamó-. No se me ocurre otro motivo por el que puedas estar dispuesto a arriesgarlo todo por ella.


En un increíble instante, Noreen se abalanzó sobre ellos y Pedro alzó una mano para proteger a Paula, golpeando accidentalmente la copa de Noreen y rozando el borde de su boca con el puño. El champán cayó de lleno sobre el vestido
nuevo de Paula. Un hilillo de sangre empezó a correr por el labio de Noreen. Y toda la escena fue salvada para la posteridad por la atenta cámara del fotógrafo.