sábado, 13 de febrero de 2021

APARIENCIAS: CAPÍTULO 43

 


Paula se tumbó en la manta, con el sol calentándole el rostro y la tripa llena después de haber comido varios sándwiches de carne y ensalada de patata.


Estaba siendo un día perfecto. Cada vez entendía mejor que Pedro no quisiese marcharse de allí, por qué jamás lo haría.


Intentó imaginarse cómo sería si no fuese un trabajador del rancho, sino el dueño. Si se casasen y viviesen allí. ¿Estaría dispuesta a sacrificar su carrera por aquello?


Era una tontería darle vueltas. Pedro no era el dueño del rancho ni iba a pedirle que se fuese a vivir allí con él. No quería compromisos.


Pero, ¿y si lo hacía? ¿Y si cambiaba de opinión y le pedía que fuese a vivir con él? La respuesta sería tajante: no, y eso la sorprendió un poco.


No se imaginaba dejándolo todo y confiando su seguridad a otra persona.


Sobre todo, tratándose de alguien con una carrera tan inestable. Había buscado en Internet información acerca del trabajo de capataz, cuáles eran sus tareas y su sueldo. No era mucho y, aunque no le gustase reconocerlo, le importaba.


–Eh, ¿te estás quedando dormida?


Paula abrió los ojos y vio a Pedro tumbado boca abajo, con los codos apoyados en el suelo.


–Solo estaba pensando –le respondió.


–¿En qué?


–En que está siendo un día perfecto.


–Pues todavía no se ha terminado –le dijo él, acercándose más.


Paula le acarició el rostro y se preguntó cómo sería sin barba.


–Ahora mismo, estoy demasiado relajada como para moverme.


–No pasa nada –le contestó Pedro, jugando con uno de los botones de su camisa–. Solo tienes que quedarte como estás mientras yo te hago sentir bien.


–¿Aquí?


–¿Por qué no? –le dijo, desabrochándole la camisa–. Estamos solos.


–¿Estás seguro de que no va a venir nadie?


Él negó con la cabeza.


–No hay ningún motivo –le aseguró, abriéndole la camisa y dándole un beso en la curva de los pechos–, pero si lo prefieres, podemos dejarnos casi toda la ropa puesta.


En teoría era buena idea, pero Paula pronto se dio cuenta de que lo que quería era tenerlo en su interior, cosa que no iba a ser posible con la ropa puesta.


Y, para entonces, estaban tan excitada que ya le daba igual todo.


Después de hacer el amor se taparon con la manta y estuvieron abrazados, pero empezó a hacer demasiado calor al sol. Pedro sugirió volver al rancho a refrescarse y cenar después en Wild Ridge.


La vuelta al rancho fue tranquila, aunque justo al llegar al valle, Lucifer se puso nervioso.


–Quiere galopar –le explicó Pedro a Paula.


–Pues ve delante si quieres.


–¿Estás segura? Buttercup te llevará directamente a los establos.


–Estoy segura, vete.


Pedro hizo girar al animal y golpeó los flancos para que se pusiese a correr.


Paula observó maravillada cómo montaba. Era evidente que estaba hecho para vivir en un rancho.


Cuando lo perdió de vista, golpeó suavemente a Buttercup con los talones, como Pedro le había enseñado, y el animal echó a andar en dirección al rancho.


Acababa de llegar a los establos cuando Pedro apareció a su lado, desmontó y la ayudó a bajar.


–Ve yendo a la casa. Yo voy a darle un masaje a Lucifer y ahora subo.


Paula estaba sudando, así que decidió darse una ducha rápida. Cuando Pedro llegó al cuarto de baño, se metió con ella debajo del agua y le dio un masaje también.


Luego se vistieron y fueron en la camioneta a Wild Ridge. Allí, Pedro la llevó a una cervecería donde la camarera lo conocía y les dio una mesa inmediatamente, a pesar de haber gente esperando.


Bebieron cerveza, comieron unas hamburguesas y hasta bailaron un poco.






1 comentario:

  1. Wowwwwwwww, qué buenos caps, pero insisto: va a arder troya cuando se descubra la mentira de Pedro.

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