sábado, 30 de mayo de 2020
MAS QUE AMIGOS: CAPITULO 11
Tal como Pedro había sospechado, la actitud de esposa amante de Paula se desvaneció en cuanto estuvieron a solas en su cabaña.
—Puede que haya aceptado salvarte el trasero y rescatar este trato fingiendo estar casada contigo, Pedro Alfonso —espetó apuntándole con un dedo—. Pero no me gusta que me den el papel de muñequita ni que se aluda a mí como «servicio de habitaciones».
—Jamás lo hice. Lo que dije...
—¡Sé lo que dijiste! Diste a entender que deseaba tanto tu cuerpo que sólo tenías que chasquear los dedos para conseguir lo que quisieras.
—En realidad, la implicación era que yo te deseaba a ti —corrigió con una sonrisa—. Y sólo después de que aletearas esas largas pestañas y anunciaras que querías una cabaña para poder estar sola conmigo.
—Reconozco que moví las pestañas en tu dirección —se apartó indignada—, pero yo no era la única que lo hacía. Debes estar agradecido de que se me ocurriera un modo de minimizar el tiempo que tendremos que pasar con ellos.
—Sí, la idea de la cabaña fue un toque de genio —acordó, supervisando el interior mientras Paula abría una de las puertas interiores del salón y desaparecía de la vista— Por desgracia... —elevó la voz para que pudiera oírlo— ...no nos evitó tener que cenar con ellos esta noche —la habitación principal tenía un suelo de pizarra y unos muebles y dos alfombras de algodón dividían el salón del comedor. En un rincón había tres taburetes ante una barra que daba a una cocina pequeña—. No está mal —musitó, volviéndose cuando Paula regresó a través de la segunda puerta.
—Cambiaras de parecer cuando descubras que sólo hay un dormitorio y un cuarto de baño.
—Se supone que estamos casados. No iba a pedir una con dos, ¿verdad?
—¡Lo comprendo! —exclamó—. Pero pensé que en alguna parte habría una cama plegable. Todos nuestros hoteles las tienen.
—Cuando Porters compre el sitio las incorporaremos. Mientras tanto, tendremos que arreglarnos.
—En ese caso espero por tu bien que el sofá se convierta en una cama, o dormirás en el suelo.
—¿Qué quieres decir?
—Quiero decir, Pedro —explicó como si le hablara a un niño—, que una de las dos personas que en este momento están aquí no dormirá en el maravilloso colchón de agua. Y yo sí.
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Cómo me divierte esta historia jajajaja.
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