sábado, 25 de enero de 2020

ADVERSARIO: CAPITULO 23




Antes que la mano de la enfermera le apretará más el hombro, Paula supo que se había ido, pero todavía continuaba abrazándola, inclinó la cabeza sobre la de su tía, y dejó escapar las lágrimas que con tanto esfuerzo lograra contener tanto tiempo.


La enfermera comprendía, la dejó que diera rienda suelta a su dolor, antes de obligarla a que soltara a la anciana y acomodara el cuerpo sin vida sobre el lecho.


—¿Puedo... quedarme un rato aquí con ella? —murmuró Paula.


La mujer asintió en silencio y se alejó sin hacer ruido.


Más tarde, Paula no supo cuánto tiempo permaneció allí, sentada al lado de su tía. 


Tampoco podía recordar todo lo que le dijera, sólo que habló tanto, que le dolía la garganta, o tal vez era por las lágrimas... sólo sabía que cuando al fin la enfermera le dijo que era hora de que se retirara, se sentía atontada, consciente del hecho de que su tía había muerto y sin embargo todavía incapaz de admitirlo.


Tendría que hacer muchas cosas... lo sabía, y sin embargo, al salir del hospital para ir a casa, no lograba pensar más que en que todo había terminado, que su tía estaba muerta.





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