sábado, 25 de enero de 2020
ADVERSARIO: CAPITULO 21
Tan pronto como estuvo segura de que se había ido, temblorosa subió al piso alto, hizo un gesto de horror al ver su reflejo en el espejo de su dormitorio.
Se veía muy mal, tenía el maquillaje corrido por las lágrimas, el rostro hinchado y pálido, el cabello en desorden, la ropa arrugada como si hubiera dormido con ella puesta. No era de sorprender que él hubiera pensado...
Empezó a temblar, rodeó su cuerpo con los brazos, tratando de conservar el calor.
¿Por qué la atacó de esa forma, con tal fiereza verbal, de tal manera que sintió su desdén como si fuera un golpe físico? Antes, nunca se enfrentó al desprecio de nadie, nunca se imaginó que lo tuviera que hacer. La juzgaba tan mal, la despreciaba tanto, estaba tan amargado... y, sin embargo, a pesar de todo lo que pensaba de ella, estaba tan preocupado, que esperó hasta que ella regresó a casa... para asegurarse de que estaba bien.
Se sentó sobre la cama. Tenía la mente llena de pensamientos extraños, no relacionados. Se preocupó por ella, a pesar de lo que pensaba de ella. Le importaba...
Sintió un nudo enorme en la garganta. No por él, se aseguró; no, su derrumbe emocional no estaba ocasionado por cualquier reacción que Pedro Alfonso le causara; era sólo una reacción como resultado de la preocupación que ella sentía por su tía.
Eso era lo que la tenía tan vulnerable... tan débil y susceptible a los pensamientos y sentimientos de los otros...de él. Pedro estaba equivocado en la apreciación que tenía de ella, pero, no tenía manera de saber... que las cosas que le dijera eran crueles a la vez que injustificadas, y sin embargo, cuando las dijo, ella sintió que su verdadero enojo y desdén no estaban dirigidos a ella, sino a su supuesto amante.
¿Qué le pasaba?, se preguntó cansada. ¿Por qué se permitía analizar el punto de vista de Pedro Alfonso, por qué reaccionaba de manera tan peligrosa a él? Estaba tan enojada en ese momento, tan furiosa, tan... si no se hubiera sentido tan débil, se habría defendido golpeándolo. Se estremeció al darse cuenta del peligro que encerraban sus reacciones.
Olvídalo, se dijo mientras se desvestía. Olvídalo.
Tienes cosas mucho más importantes de las que preocuparle... mucho más importantes.
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