sábado, 19 de octubre de 2019

LOS SECRETOS DE UNA MUJER: CAPITULO 66




Sabiendo ya que pronto irían a buscarlos, todos se relajaron y continuaron disfrutando de la isla. 


Luis y Margo comenzaron a construir juntos un nuevo castillo de arena.


Paula estaba sentada a unos metros de allí. Hernan se acercó y se sentó a su lado.


—Se le pasará, ya lo verás —le dijo él.


—No creo que pueda olvidarse de esto —repuso ella con amargura.


—Claro que sí.


—Ha pasado años buscando a su hija y ahora que está cerca, se queda atrapado aquí por culpa mía.


—Sólo es un pequeño retraso.


—No puedes estar seguro de eso. ¿Y si no llega a tiempo? ¿Y si su ex mujer descubre que él sabe dónde están y decide mudarse de nuevo? —se preguntó ella en voz alta—. Debería haberme dado cuenta de que algo así iba a pasar.


—¿Cómo ibas a saberlo? ¿Tienes una bola de cristal?


—¿Cómo puedes bromear con algo así, Hernan? —le preguntó ella tapándose la cara con las manos.


—Supongo que es mi manera de ver la vida. Siempre busco el lado positivo de las cosas. 
Paula, ninguno de nosotros cree que tienes la culpa de lo que ha pasado.


Miró a Pedro, estaba ayudando a Luis con el castillo. Parecía más relajado y se dio cuenta de que era gracias a la compañía del niño.


—Ni siquiera Pedro —añadió Hernan—. Puede que se enfadara un poco al principio, pero mira… Parece que ya se le está pasando.


—Pero le mentí… No creo que nunca se olvide de ello.


Hernan se quedó callado unos instantes antes de hablar de nuevo.


—Algunas veces tomamos decisiones equivocadas con las mejores intenciones. Eres una buena persona, Paula. Aunque me temo que no estás de acuerdo. No conviertas lo que ha pasado en una prueba que te confirme que no eres buena, porque no es así. Créeme, he conocido a suficiente gente perversa y malintencionada para saber de qué hablo.


—Gracias, Hernan.


—De nada —repuso él—. Además, soy yo el que te está agradecido.


—¿Por qué?


—Por ayudarme a ver a Margo con otros ojos. Es una mujer extraordinaria.


—Sí —repuso ella—. Pero cuida de ella.


—Eso pretendo. Y tú cuida de ti misma.


Un barco apareció entonces en el horizonte e hizo sonar la bocina.


—Ya viene a salvarnos la caballería —comentó ella.


—Vamos —le dijo Hernan poniéndose en pie y dándole la mano para ayudarla—. Espero que tengan algo de comida en ese barco. Estoy muerto de hambre.


Margo se acercaba en ese instante a ellos y le dio la mano a Hernan.


—No me extraña que tengas hambre —le dijo con una sonrisa—. ¿Cuánto tiempo llevas sin comer? ¿Cuatro horas?


—Sí, ya sé que no es mucho —se defendió Hernan—. Supongo que el estrés me ha abierto el apetito.


Paula escuchó cómo bromeaban y se sintió feliz por lo que parecía estar naciendo entre ellos. 


Pero eso le recordaba a Pedro y cómo éste la había rechazado.


Le dolía.


Le dolía mucho.



2 comentarios: