Llegaron a la playa donde habían comido, todos estaban esperándolos y parecían preocupados.
Sintió cómo la miraban con especial intensidad.
Un escalofrío le recorrió la espalda, había pasado algo malo.
—El barco ha desaparecido —les dijo Hernan—. Y hemos encontrado esta nota en una de las neveras portátiles —agregó mientras se la entregaba a Pedro.
La leyó y la miró a los ojos. Vio cómo la confianza que había depositado en ella desaparecía en cuestión de segundos. Sintió que se mareaba y la cabeza le daba vueltas.
Tomó la nota.
Parece que, después de todo, no vas a tener la última palabra, ¿eh, Paula? Que disfrutes de la isla.
Agustin
Paula miró el lugar donde había estado anclado el barco. Ya no había nada.
—¡No, no! —gimió mientras se llevaba las manos a la boca.
—¿Qué significa esto, Paula? —le preguntó Pedro.
Le costó contestar, tenía un nudo en la garganta.
—Lo siento, lo siento tanto…
Pedro la miró con frialdad.
—A lo mejor ha llegado el momento de dar una explicación.
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