sábado, 16 de junio de 2018

THE GAME SHOW: CAPITULO 31




Paula pasó lo que le quedaba de tarde ordenando el despacho de Pedro e intentando dejar resueltos los asuntos pendientes. Lottie se había marchado después de comer y dijo algo de una cita con el dentista que se había olvidado de mencionar.


Era justo lo que Paula quería, estar sola.


Se sentó detrás de la mesa y miró el despacho. 


Tenía muchos sueños, pero sabía que se cumplirían. Había probado el champán y la cerveza ya no le gustaba. 


Naturalmente, vería más a las niñas, pero, ¿vería a Pedro? Él había dicho que tenían que hablar. ¿Sería del futuro juntos?


Paula estaba sonriendo cuando sonó el teléfono, pero la sonrisa no le duró mucho. Sólo le quedaban dos horas en su puesto y el jefe del departamento legal la llamaba para decirle que una mujer se había caído y había denunciado a Danbury's. Al parecer, había resbalado con una mancha de refresco en la sección de ropa de mujer y se había roto el brazo y las dos muñecas. Era violinista en la orquesta de Chicago y no podría tocar mientras durara la recuperación y la rehabilitación.


—¿Cuánto pide su abogado? —le preguntó Paula antes de tragar saliva al oír la respuesta.


—Ya sé que parece mucho.


Paula había visto una vez al jefe del departamento legal y le había parecido paternalista.


—Es mucho.


—Negociaremos y seguramente lo rebajemos bastante. No se lo tome a pecho, señorita Chaves. Son cosas que pasan independientemente de quién esté sentado en esa butaca. Tómeselo como el precio de hacer negocios.


Paula colgó con cierto desasosiego.


—¿Vas a echarnos de menos, Pedro? —preguntó Maca mientras esperaban a que llegara Paula.


Pedro se quedó parado sujetando un par de medias rosas diminutas que estaba doblando.


—¿Tú qué crees, Macarena?


—Mamá dice que es de mala educación contestar con otra pregunta.


—Quién fue a decirlo… —farfulló Pedro.


—¿Y bien?


—Claro que voy a echaros de menos.


Lo decía de verdad. Iba a echar de menos sus gritos, sus carreras, su charla incesante, sus manos pringosas, los vídeos, las palomitas, los besos… También iba a echar de menos las conversaciones a última hora de la noche con la mujer de la que se había enamorado. Una mujer que ya no sabía si lo quería a él.


Se había distanciado por todos los medios del amor y al final lo había atrapado lentamente. En tropel, más bien. Tres contra uno. ¿Lo habría sabido ella? ¿Lo habría utilizado? No quería pensar que ella se aprovechaba de sus hijas para conseguir dinero, pero, ¿acaso no le había dicho siempre que ellas eran lo primero y que haría lo que fuera necesario para darles un porvenir?


—Vendrás a vernos, ¿verdad? —le preguntó Maca.


Pedro dobló una de las camisetas de Paula.


—Me parece complicado.


Los ojos de Macarena se empañaron de lágrimas.


—Cuando los adultos dicen eso es que no. ¡Me prometiste llevarme al baile!


Pedro dejó a un lado la colada y se la sentó en el regazo.


—Y lo haré. Siempre cumplo mis promesas.



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