sábado, 16 de junio de 2018

THE GAME SHOW: CAPITULO 30





—Normalmente no repito conversaciones privadas o cosas que he oído accidentalmente, pero he pensado que debería saberlo, señor Alfonso.


Pedro sonrió a Lottie. Había sido una empleada fiel de Danbury's durante años y aunque conocía a Pedro sólo desde hacía unos meses, parecía dispuesta a extender esa fidelidad a él.


—Te agradezco que me lo digas, Lottie, pero Paula Chaves no va a acusarme de acoso sexual.


—Usted disculpe, señor Alfonso, pero cuando interviene el dinero, la gente dice y hace cosas insospechadas. Sólo le digo que he oído que la señorita Chaves y la señorita Matherly hablaban.


Lottie se marchó y Pedro se quedó dándole vueltas a lo que había oído. Si se lo hubiera dicho alguien como Celina, lo habría desechado inmediatamente, pero Lottie no ganaba nada con decírselo y sus palabras cobraban un peso muy especial.


¿Era posible que Paula estuviera planteándose una demanda? Se había sentido decepcionada por quedarse fuera del concurso. Todavía recordaba su expresión cuando se quedaron solos en la sala de reuniones. Ella había dicho que necesitaba ese dinero. Pedro cayó en la cuenta de que el beso que había captado la cámara podía ser una prueba muy buena para un tribunal. Ella también lo había besado, ¿pero importaría eso algo?


En el mejor de los casos, ella tendría pruebas suficientes como para que lo despidieran de Danbury's por tener una relación íntima con ella. Quizá hubiera pensado chantajearlo…


Había oído infinidad de veces que ella haría cualquier cosa por sus hijas. ¿Eso incluía el perjurio y destrozar la carrera profesional de él?


No podía creerlo y no iba a hacerlo. Se consideraba un buen conocedor de la naturaleza humana y no creía que Paula fuera una tramposa ni alguien dispuesta a cualquier cosa por salirse con la suya. Sin embargo, se acordó de Laura. Ella había abusado de la confianza que tenía en ella. Su novia y su hermano habían tenido un idilio delante de sus propias narices.


Dejó a un lado los viejos rencores y decidió que hablaría con Paula y le daría la oportunidad de explicarse.



Aun así, las dudas lo atormentaron durante lo que le quedaba de turno.


—Hoy has estado muy callado —le comentó Arlene cuando estaban fichando.


Pedro se encogió de hombros.


—Tengo muchas cosas en la cabeza.


—Ya me lo imagino —Arlene sonrió—. Creo que sé a qué te refieres.


—¿Qué insinúas?


—Sólo sé que si me miraras como miraste a Paula la última vez que ella estuvo por aquí, yo te llevaría a un tribunal. Fue increíble.


Ella le guiñó un ojo al decirlo y Pedro sabía que lo decía en broma, pero tuvo que justificarse.


—No he hecho nada malo.


—¡Venga ya! No me fastidies mis fantasías. Esperaba que Paula estuviera divirtiéndose un poco con el jefe.


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