sábado, 8 de abril de 2017

DESCUBRIENDO: CAPITULO 31




La mañana que debía ir al médico, Paula se despertó nerviosa.


Pedro iba a llevarla a la ciudad en el mejor vehículo de Savannah, un cuatro por cuatro con aire acondicionado. A las nueve en punto la estaba esperando al pie de las escaleras.


Paula bajó las escaleras y él le abrió la puerta del copiloto con el ceño fruncido.


—Es la primera vez que te veo con un vestido —le dijo.


—He pensado que era buena idea hacer un esfuerzo, dado que íbamos a la ciudad.


—Gidgee Springs no es nada fuera de lo común.


—¿Piensas que voy demasiado elegante? —preguntó, mirándose el vestido.


—Estás perfecta.


Recorrieron el camino hasta la puerta y entonces Paula anunció:
—Por cierto, he decidido que quiero saberlo.


Él arqueó las cejas.


—¿Si Madeline es un niño o una niña?


—Sí. Al fin y al cabo, estamos en el siglo XXI, tiene sentido aprovechar toda la información posible.


—En ese caso, hoy es un día importante


—Sí, estoy bastante emocionada —«y nerviosa»—. ¿Qué vas a hacer mientras yo esté en el médico?


—Estaré ocupado. Siempre hay cosas que hacer en la ciudad. A no ser que quieras que me quede contigo.


—Gracias, pero creo que estaré bien sola.



****


El médico sonrió a Paula.


—Túmbese en esa camilla y veremos cómo progresa el bebé con una ecografía.


Había llegado el momento de la verdad. Paula intentó ponerse cómoda. Estaba asustada y deseó que Pedro estuviese a su lado.


Había quedado con él en la cafetería Currawong cuando terminase, para probar sus famosas hamburguesas antes de volver a Savannah.


Su plan le había parecido sensato. Hasta ese momento.


Estaba a punto de descubrir el sexo de su bebé y, de repente, el momento le parecía demasiado importante para vivirlo sola.


Intentó dejar de pensar en ello y animarse al imaginar cuál sería la reacción de Pedro cuando se lo contase un rato después.


—¿Ya está lista? —le preguntó el médico.


Paula asintió y se concentró en respirar despacio. Notó la sonda sobre el vientre y recordó el sueño que había tenido acerca del bebé. El sueño que tanto la había tranquilizado.


El médico fue moviendo la sonda.


—Bueno, bueno… —dijo de repente.


Paula abrió los ojos. El médico parecía sorprendido y ella se puso tensa.


—¿Qué ocurre? ¿Algo va mal?



****


Pedro se sentó en la cafetería cerca de la ventana para poder ver desde allí la clínica. No podía creer que estuviese tan nervioso, ni que Paula y su bebé le importasen tanto.


Cuando la puerta de la clínica se abrió y Paula apareció, le dio un vuelco el corazón.


Estaba preciosa, con el vestido azul sin mangas y las sandalias. Se había dejado el pelo suelto por una vez y flotaba sobre sus hombros mientras andaba, brillando bajo la luz del sol, oscuro como el carbón.


Llegó a la acera y miró hacia la cafetería, y fue entonces cuando Pedro se dio cuenta de que estaba demasiado pálida y había miedo en sus ojos.


El médico le había dado una mala noticia. No podía haber otra explicación. Se le hizo un nudo en la garganta y se preparó para ser fuerte. Por el bien de Paula.


La amaba.


Mientras veía cómo entraba en la cafetería, se dijo que tenía que hacer frente a la realidad. Si Paula tenía malas noticias, también eran malas noticias para él. Haría cualquier cosa por ella, iría adonde hiciese falta, trabajaría en lo que fuera, asumiría el papel que ella quisiera. Pero tenía que estar a su lado.


Al mismo tiempo, sintió también cierta esperanza. Seguro que se había dado cuenta de que lo necesitaba.






1 comentario:

  1. Ayyyyyyyyyy, qué intriga x favor, qué pasará con el embarazo??? Ayyyyyyy, ya quiero saberlo.

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