sábado, 19 de diciembre de 2015
UN TRATO CON MI ENEMIGO :CAPITULO 2
Pedro apoyó los codos sobre el escritorio mientras miraba en su portátil la pantalla de la cámara de seguridad del vestíbulo.
Había reconocido a Paula Chaves en cuanto había entrado en la galería, por supuesto. Había visto cómo había vacilado antes de esbozar un gesto de confusión y quedarse absolutamente paralizada mientras Linda le hablaba. Así había sido sencillo detectar el momento en el que le habían comunicado que esa mañana no se reuniría con Eric.
Paula Chaves…
O, mejor dicho, Sabrina Harper.
La última vez que la había visto había sido cinco años antes, día tras día al otro lado de una sala de tribunal abarrotada.
Ella lo había observado y con aversión tras unas gafas de pasta oscuras con una mirada brillante pero aterciopelada.
¡Y lo había mirado mucho!
Sabrina Harper solo había tenido dieciocho años en aquel momento. Tenía una figura voluptuosamente redondeada, una actitud algo torpe y tímida, una melena castaña clara y sedosa y lisa que le llegaba a los hombros, y unas gafas de pasta oscuras que hacían que sus ojos se vieran grandes y vulnerables. Una vulnerabilidad por la que Pedro se había sentido inexplicablemente atraído.
Su figura se había estilizado hasta alcanzar una esbelta elegancia que se podía apreciar bajo esa blusa de seda y esos pantalones ajustados. Parecía como si le hubiera añadido unos reflejos rubios a su melena castaña además de llevar un corte muy estiloso que dejaba al descubierto su nuca y que ondeaba sobre su suave frente. Y se había despojado de sus gafas de pasta, probablemente sustituyéndolas por lentes de contacto. Además, poseía un nuevo aire de seguridad que le había permitido entrar en Arcángel con determinación.
La pérdida de peso era todavía más notable en su rostro; ahora se podían ver unos pequeños hoyuelos en sus mejillas que revelaban unos esculpidos pómulos a ambos lados de su respingona y pequeña nariz. Su boca… ¡Gracias a Dios que Rafa lo había advertido sobre su sensual boca! Y aun así, necesitaría unos minutos para que su excitación cesara… los mismos minutos que tardaría Linda en llevar a Paula Chaves hasta su despacho… o eso esperaba.
¿Habría reconocido a la Sabrina Harper de cinco años atrás como esa bella joven segura de sí misma si Rafa no lo hubiera advertido sobre su verdadera identidad después de que Miguel hubiera decidido, con su habitual arrogancia, no decirle nada al respecto?
Oh, sí, no tenía ninguna duda de que la habría reconocido.
Voluptuosa o esbelta, con gafas o sin ellas, ligeramente cohibida o elegantemente segura de sí misma, de cualquier modo habría sabido que Sabrina se encontraba bajo cualquier imagen que hubiera adoptado.
La pregunta era: ¿expresaría ella de algún modo que también lo recordaba?
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