jueves, 2 de abril de 2015

INEVITABLE: CAPITULO 30





Abandonar el barco fue más difícil de lo que Paula imaginó.


Un montón de personas, que eran perfectos extraños tres semanas atrás, se detenían junto a ella para saludar y dejar sus contactos. “Feliz Acción de Gracias” o “espero volver a verte” eran las frases que más escuchó mientras abandonaba el crucero y caminaba por el paseo marítimo junto a Carolina, Mauricio y Pedro en busca de un taxi. 


Tenían algunas horas antes de sus respectivos vuelos que resultaron ser distintos.


No tardaron mucho en encontrar un taxi desocupado que los llevara. El trayecto se hizo se les hizo eterno. 


Repentinamente Pedro y Paula parecían caminar sobre un campo de minas… una palabra equivocada y la magia de las vacaciones terminaría. Carolina y Mauricio vivían una situación parecida. Por un lado el joven playboy estaba decidido a formalizar una relación con la mujer que además de amiga se había convertido en su amante, mientras que ella temía que él volviera a las andadas una vez que estuvieran en Los Ángeles.


Entraron en el aeropuerto y se apresuraron a facturar el equipaje. Tomaron asiento en el área de espera y empezaron a conversar sobre temas triviales.


—¿Pau? ¿Cómo va tu novela? —preguntó Carolina mientras revisaba distraídamente su celular.


Bueno, quizás no tan triviales.


Pedro sonrió en dirección de Paula esperando también la respuesta. Al inicio de su relación ella le había hablado de su problema para escribir después de la ruptura con el imbécil de su novio. Él secretamente esperaba haberse convertido en algo especial para ella… en algo inspirador.


Ella se sonrojó cuando notó la mirada de Pedro, y luego se concentró en la pregunta de su amiga.


—Va bastante bien… solo falta pulir algunos detalles antes de mandársela a Vicky —confesó con una sonrisa tímida que a Pedro le pareció adorable—. Aunque todavía no escribo el final.


—Pues chica, tienes tiempo… todavía queda una semana para que finalice tu plazo —la felicitó su amiga—. Espero que me dejes darle un vistazo cuando esté lista.


Mientras conversaban el teléfono de Pedro empezó a sonar. 


Frunció el ceño al revisar el identificador de llamadas, se disculpó con el grupo y se alejó para atender.


Aprovechando el momento, Paula envía un mensaje rápido a su amiga usando su celular y se disculpa para ir al baño. Un par de minutos después Carolina se le une.


—¿Y bien? ¿Cuál es el plan? Porque si me trajiste aquí fue para contarme algo, ¿verdad?


Paula tomó una respiración profunda y dejó salir todo lo que pensaba.


—Voy a decirle a Pedro que me gusta.


—Cariño, si en estas tres semanas eso no le ha quedado claro, entonces nuestro chico es idiota.


—No me refería a eso… quiero decir que…


—Que lo quieres —la interrumpió Carolina—. Eso es fantástico —sonrió entusiasmada—. Aunque, ¿no crees que es algo pronto para declaraciones amorosas?


—Lo quiero, Carolina.


—¿Estás segura? Porque hace unos meses decías eso de Sergio, y pues… realmente no lo querías.


—Lo siento aquí —se llevó una de las manos al pecho, donde latía su corazón—. Es como una parte de mí que no sabía que hiciera falta.


A Carolina se le llenaron los ojos de lágrimas, emocionada como estaba por la declaración de su amiga.


—Entonces ve por él y no dejes que se te escape —la animó.



*****


Pedro regresó a su lugar junto a Mauricio visiblemente afectado por la llamada. Se extrañó al no ver a las chicas, pero lo prefirió así… al menos mientras digería lo que acababa de escuchar.


—¿Sucede algo?


—No es nada.


—¿Nada? Tienes cara de querer matar a alguien.


—Evelyn estuvo en casa de mamá. Le fue a pedir ayuda con su boda.


—¿Evelyn Peters se casa? ¿Y quién es el ingenuo que cayó en esa trampa?


—Supuestamente, yo.


—¡¿Qué?!


Mauricio se levantó de su asiento como impulsado por un resorte. Su rostro totalmente desencajado por la noticia. 


Tomó un par de respiraciones tratando de calmarse y poner en perspectiva el asunto. ¿Qué mierda está pasando?, pensó.


—Fue lo mismo que pensé… pero intenta explicar a nuestra madre que no vas a casarte con el polvo más fácil de toda California.


—¿Y cuándo se supone que sea la boda?


—Antes de que nazca el bebé.


—Espera un momento… ¿Qué mierda…? —intentó controlarse para no hacer un escándalo en el aeropuerto—. ¿Qué vas a hacer entonces? —su hermano era el inteligente, claro que tenía que tener un plan para salir del enredo que Evelyn armó.


—Nada.


—¿Nada? ¿Evelyn te mete en este lío con nuestra madre y tú no vas a hacer nada?


—Fue solo sexo, Mauricio. Voy a hablar con ella y dejarlo todo claro… no estoy interesado en una relación a largo plazo.


—Sabes que estás actuando como un tonto, ¿cierto? —dijo su hermano—. No me refería a eso. Tú ahora estás con Paula. Tienes que sacar a Evelyn del panorama, y hablar con mamá. Ella lo entenderá.


—Lo sé… solo espero llegar a casa y enderezar todo esto.





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