sábado, 6 de noviembre de 2021

SIN ATADURAS: CAPÍTULO 60

 


El ingeniero no paró de disculparse mientras daba explicaciones, especialmente cuando Paula le preguntó a cuánto podía ascender la reparación. Prometió enviar a otro ingeniero para tener una segunda opinión, pero de momento no le quedaba más remedio que declarar la casa como inhabitable hasta que se hicieran las reparaciones.


Paula sintió que se le helaba la sangre mientras procesaba la información. «Inhabitable» significaba que iba a perder a Pedro como inquilino, lo que significaba que también iba a perder sus ingresos.


Cuando el ingeniero se fue, Paula se sintió terriblemente impotente y disgustada. Se volvió hacia el jardín y el huerto que había atendido tanto tiempo con la esperanza de poder ayudar a su abuelo. Las plantas, cargadas de frutos, parecieron burlarse de ella. Furiosa, comenzó a arrancarlas con las manos desnudas. Masculló una maldición cuando las hojas de las tomateras le desgarraron las palmas de las manos, pero no paró hasta dejar yermo el terreno en que había crecido el huerto.



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