Durante el resto del camino hasta el restaurante guardaron silencio. Paula se sintió cada vez más calmada. Estaba bien el pasar así el tiempo con Pedro.
El restaurante no estaba demasiado lleno y les sirvieron rápidamente. Ella se dio cuenta de que él estaba muy cansado y se ofreció a conducir el resto del camino, a lo que Pedro asintió. Pronto estuvieron de nuevo en la carretera. A pesar de haberse tomado unos cafés, parecía que a él no le habían hecho mucho efecto, ya que, al cabo del poco rato se quedó dormido, dejando a Paula temerosa de conducir aquel potente vehículo. Era divertido y se sentía como si no tuviera que preocuparse por lo que pasara en el resto del mundo. Tal vez las cosas podían ir bien después de todo.
Lo despertó cuando llegaron a la posada en la que había reservado la habitación. Sacaron las maletas y se registraron. Cuando les enseñaron la habitación a Paula le entro el pánico al ver la cama doble. Esperó hasta que el dueño se marcho para contarle a Pedro lo que le preocupaba.
—Pedro, yo… creo que deberíamos ver otra habitación.
Pedro estaba todavía semidormido, pero lo suficientemente alerta como para darse cuenta de lo que la incomodaba.
Dejó la maleta en medio de la habitación y se le acercó, poniéndole las manos sobre los hombros a continuación.
—Te he hecho una promesa antes. No voy a presionarte o a obligarte a hacer nada que no quieras. Ya sabes lo que yo siento y lo que quiero. Pero va a ser decisión tuya si alguna vez volvemos a hacer el amor. De todas formas, estoy tan cansado esta noche que no creo que pudiera hacer nada aunque te empeñaras. Deja que duerma contigo esta noche, sólo dormir. ¿De acuerdo?
Paula sonrió.
—De acuerdo.
Él asintió y se apartó de ella. Se desnudó tan deprisa que a Paula no le dio ni tiempo de protestar. De todas formas, tuvo tiempo más que suficiente para apreciar la masculinidad de su cuerpo.
Vestido solamente con un brevísimo calzoncillo, Pedro se metió en la cama y, al cabo de pocos minutos, ya estaba dormido.
Paula tomó su maleta y entró en el cuarto de baño. Por lo menos uno de ellos iba a dormir esa noche.
Pero qué maldito Eduardo. Muy buena está esta historia.
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