sábado, 29 de agosto de 2020

ANGEL O DEMONIO: CAPÍTULO 19

 



Había estado casada, había conocido la pasión en los brazos de otro hombre, pero aquello era algo diferente, algo que quedaba más allá de su experiencia, algo puro y salvaje, pecaminoso y divino que a duras penas podía soportar, pero que tampoco podía terminar.

Las piernas le fallaron y Pedro la aprisionó entre su cuerpo y el poyo de la cocina. Sintió la dureza de su miembro e instintivamente respondió a su excitación aumentando la presión de su cuerpo. Aquello era todo lo que Pedro necesitaba. Le puso las manos en las nalgas y la levantó contra él mientras que su boca no cesaba de devorarla. El deseo salvaje la tenía dominada y ella se entregó por completo.

No supo cuánto había durado. El tiempo cedió a la sensación y perdió todo significado. Fue Pedro quien retrocedió, quien se retiró. Su respiración era agitada, los ojos brillantes como señales luminosas en la oscuridad. Paula se apoyó la cocina para no caer. Lo miró, demasiado asombrada para hablar, demasiado perpleja para sentir.

—Yo creo que eso contesta a tu pregunta, ¿no?

Pedro se quitó la bata, la dejó sobre una silla y se dirigió a la puerta del patio. Paula fue tras él.

—¿Dónde vas? —preguntó cuando pudo encontrar su voz.

—A casa.

—No puedes llevar esa moto acuática por la noche. Es demasiado peligroso.

Pedro abrió la puerta y recogió el traje de goma. Cuando se dio la vuelta para mirarla, tenía aquella sonrisa característica en los labios.

—No tan peligroso como quedarse aquí, pequeña. Ni la mitad.




No hay comentarios.:

Publicar un comentario