sábado, 1 de febrero de 2020

ADVERSARIO: CAPITULO 45





Cuando abrió la puerta y percibió el aroma del espagueti a la boloñesa que le preparara, sintió tal apetito, que se sentó sobre la cama y extendió los brazos para recibir la bandeja que él le ofrecía antes de darse cuenta de lo que hacía.


—No traje café —le dijo—. Un buen té de hierbas que no afecta al bebé.


Paula estaba demasiado interesada en el espagueti como para discutir con él. Cielos, olía tan bien... que no podía esperar para empezar a comer. Se percató de que él la observaba y le preguntó:


—¿En dónde está tu plato?


Hubo una pequeña pausa. El la veía de manera extraña, la evaluaba, como si tratara de descubrir algo que no comprendía.


—Abajo —fue la respuesta—, pensé que preferirías comer sola.


De inmediato, Paula se sonrojó. Qué comentario más tonto, se amonestó. Desde luego que él no comería arriba con ella. ¿Por qué tenía que ser tan tonta?


—Sí... sí, así es —mintió.


El ya abría la puerta de su dormitorio y Paula tuvo que morderse el labio para no suplicarle que se quedara.


Una vez que él bajó, temblorosa, se preguntó cómo, si después de tan poco tiempo ella estaba así, lograría pasar esos quince días con él tan cerca.


Lo mejor que podía hacer era recuperarse lo más rápido posible. Después de todo, cuanto menos tiempo estuviera él allí, menos correría el peligro de traicionarse a sí misma y revelarle lo que sentía.


Y sin embargo, a pesar de lo que consideraba, la invadía el pánico al pensar en que él se fuera... en estar sin él.




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