sábado, 31 de agosto de 2019

COMPLICADO: CAPITULO 13



—Buenos días—. Mis ojos se abren ante el sonido de la voz de Pedro. Se ensanchan cuando veo que está en la cama conmigo.


Está sobre la manta, completamente vestido con su camiseta y un par de vaqueros. Es el día del partido. Siempre usan sus camisetas el día del partido, pero éste no es un partido cualquiera. 


Es el juego del Regreso a Casa y es algo importante para toda nuestra familia.


—Feliz cumpleaños—. Su sonrisa torcida es tan dulce que no puedo recordar la última vez que Pedro estuvo en mi habitación, y mucho menos en mi cama.


—¿Qué estás haciendo?— se me sale de los labios mientras me siento.


Ha estado haciendo un montón de cosas raras estas últimas semanas. Puede que no le parezca raro a otras personas, pero ha sido amable y me ha enviado mensajes de texto al azar aquí y allá. Me llamó para desayunar, así que tenía que pasar el rato con todos cada mañana.


Está haciendo imposible evitarlo. Cada vez que me doy la vuelta casi me tropiezo con él. A Laura le encanta cada segundo porque dondequiera que esté Pedro, también está Luis. Pensé que Pedro estaba más por aquí porque Luis se lo pidió. Si estoy leyendo bien los gruñidos de Luis, está totalmente enamorado de ella.


Estas cosas en casa, sin embargo, no tienen nada que ver con Luis y Laura, así que tiene que ser otra cosa. ¿Podrían mamá y papá haberle dicho algo sobre ser más amables conmigo? Podrían haber visto que ya no estamos cerca y preguntarle al respecto. Sé que los dos haríamos todo lo posible por ellos porque mi papá es mi kryptonita y mamá es de Pedro.


Se sienta con una magdalena en la mano y enciende la vela. 


—Es tu cumpleaños —, me recuerda.


Sé que es mi cumpleaños, pero aun no entiendo por qué está en mi cama. Él me la acerca y me encuentro sacudiendo la cabeza, una sonrisa tirando de mis labios.


—Pide un deseo.


Mis ojos se encuentran con los suyos mientras me inclino hacia adelante y los cierro. Pido mi deseo y apago la vela, y cuando abro los ojos, él sigue ahí sentado. Deseo que esto sea real porque lo extraño mucho. Cuando veo que sigue ahí, en mi cama y sin parecer cabreado, mi corazón se eleva.


Saca la vela de la magdalena y me la sostiene. 


Me chupo el glaseado por hábito y no es hasta que lo estoy haciendo que me doy cuenta de lo que esto parece. Estoy lamiendo el glaseado del extremo de la vela mientras él lo sostiene y me mira. Los dos estamos en mi cama y me doy cuenta de la posición en la que nos encontramos, lo que me provoca una extraña emoción en todo el cuerpo.


—Gracias—, balbuceo, y mi cara se calienta. 


—No quiero eclipsar tu cumpleaños con el partido de Bienvenida—, me dice, dándome la magdalena. Es demasiado pronto para el postre, pero de todas formas voy a comer algo. Es mi cumpleaños y Pedro conoce mi tipo favorito de pastelito. La suya.


Sabe cómo hacer el mejor glaseado que he probado. Solía hacérmelo todo el tiempo; luego las cosas cambiaron y dejé de preguntar. De vez en cuando, cuando todavía los hace, siempre tomo uno y me lo como en mi habitación. No lo vi haciéndolas anoche, así que eso significa que se levantó temprano sólo por mí y mi corazón palpita.


—No es gran cosa—, le digo después de tragarme mi mordisco.


Se acerca y su pulgar me roza la mejilla. Los dos nos congelamos cuando nuestros ojos se cierran y ese mismo zumbido me hormiguea en la piel. Algo ha sido diferente estas últimas semanas, pero esto no es nada de eso. Suelta la mano rápidamente y se levanta de la cama. Miro por el rabillo del ojo mientras se desata rápidamente su camiseta y la deja colgando delante de él.


—Es un gran problema y quería ser el primero en decirte feliz cumpleaños.


Me chupo los labios y veo cómo se aleja de mi cama. ¿Sintió lo mismo cuando me tocó? Aprieto mis piernas juntas, agradecido de tener una manta sobre ellas.


Mis pezones se aprietan y trato de tirar de la manta hacia arriba sin que parezca obvio.


—Gracias—, repito.


Él asiente con la cabeza mientras se da la vuelta para irse y casi corre hacia la puerta de mi habitación cerrada. Lo junta antes de salir y cierra la puerta detrás de él. Cuando miro hacia abajo puedo ver muy claramente a través de mi delgada camisa de dormir y gruño, metiendo el resto de la magdalena en mi boca.


Por eso las cosas han cambiado.


No puedo controlar las reacciones de mi cuerpo a su alrededor y no ayuda que siga apareciendo en todas partes. Me caigo de nuevo en la cama y otro gemido me deja cuando su olor llena mis pulmones. 


¿Cuánto tiempo estuvo acostado a mi lado? 


Mi cuerpo comienza a sentir un hormigueo de nuevo y tengo la necesidad de meterme la mano en los pantalones, pero lucho contra ello. 


Eso estaría muy mal. Me dije a mí misma que no volvería a hacer eso. No puedo pensar en mi hermanastro mientras me toco, pero son todos mis conjuros mentales cuando me duele. 


Empiezo a pensar que algo anda mal conmigo. 


Por mucho que trate de imaginarme a un hombre sin rostro, Pedro siempre está ahí.


Necesito ducharme, así que me levanto de la cama para prepararme. Cuando estoy limpia y vestida tomo mi bolso pero ni siquiera salgo de la puerta de mi habitación antes de que mis padres estén encima de mí. Cuando entro en la cocina veo a Pedro haciendo tostadas francesas. Si el día sigue así, no voy a poder entrar en mi vestido de bienvenida mañana.




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