sábado, 31 de agosto de 2019
COMPLICADO: CAPITULO 11
Eric salta cuando me ve corriendo como un toro, pero justo cuando llego a la mesa, siento que una mano fuerte agarra mi brazo y una voz me detiene.
—Un golpe más y no tengo más remedio que ponerte en el banquillo. ¿Es eso realmente lo que quieres?— El entrenador Chris dice en voz baja mientras siento la sangre palpitar en mis oídos.
Eric sonríe y agarra su bolso, alejándose de la mesa como si todo estuviera bien.
Me sacudo el brazo y me deslumbro cuando el entrenador se mete en mi cara.
—Si estás en el banquillo, ¿quién crees que va a ser el suplente?— Sus cejas se juntan en una mirada severa y me doy cuenta de lo que quiere decir.
Eric es mi suplente y ha estado probando diferentes posiciones este año desde que le di cero tiempo de juego como mariscal de campo. La rabia me calienta el cuello mientras miro a Ali por encima del hombro del entrenador. Su cabeza está inclinada hacia Laura y se susurran unos a otros.
—Una cosa es hacerlo en el campo, pero lo haces en medio de un comedor lleno de gente y mis manos están atadas, hijo.
Lo miro fijamente, enojado porque sé que tiene razón. Yo asiento en silencio y él se toma un respiro.
—Has trabajado demasiado duro para que esto se desperdicie en una mierda como él. Ambos sabemos que no lo llevarán a ningún lado, así que lo único que harás es arruinar tus posibilidades—. Cuando no contesto me mira fijamente. — ¿Me entiendes?
—Sí, entrenador.
Espera un poco y es mi turno de dejar salir un respiro. Una vez que vea que estoy bajo control, el entrenador Chris da un paso atrás y regresa a su mesa.
Luis se acerca y me da mi bolso. En ese momento suena la campana y se acaba el primer almuerzo.Paula tiene un segundo almuerzo, así que se queda sentada.
Pero sus ojos me miran cuando paso junto a su mesa.
—Revisa tu teléfono—, le digo mientras paso y ella asiente y mira hacia otro lado.
Luis camina silenciosamente a mi lado hasta que salimos de la cafetería y en el patio.
—¿Quieres decirme de qué se trataba?
—No—, contesto mientras saco mi celular y le envío un mensaje a Paula.
Yo: Ten cuidado con Eric. Sólo te está usando.
—Pedro—, dice Luis, y me sorprende porque normalmente no levanta la voz.
—¿Qué?— Yo retrocedo, todavía presionando por una pelea después de lo que pasó.
—¿Qué pasa contigo?— Se detiene en medio del césped y me mira expectante.
Mi teléfono vibra y es un mensaje de Paula.
Paula: Creo que puedo cuidarme sola.
Aprieto el teléfono con frustración y luego me froto los ojos.
—No lo sé. Sólo estoy estresado.— Meto el teléfono en mis vaqueros antes de responder a un mensaje de texto que lamentaré. —Tengo mucho sobre mis hombros con este juego de Regreso a Casa y lo que significa para mi futuro. Y además tengo que preocuparme de que alguien se acerque a mi hermana sólo para joderme.
—Sabes que me gusta Laura, ¿verdad?— Sus ojos son serios, deseosos de que le crea, y aunque tuve un lapsus en el autocontrol, Luis no me haría eso. Trata de enrollarte con mi hermana. Hermanastra, mentalmente correcto.
—Sí, lo sé—, suspiro.
Asiente con la cabeza y empieza a caminar de nuevo.
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