miércoles, 29 de mayo de 2019

DUDAS: EPILOGO




Esperaban ansiosos el resultado, intercambiando sonrisas a través de la atestada sala, tratando de prometerse que, sin importar cuál fuera la votación, estarían bien.


Paula sintió el dolor en la zona lumbar y supo que debería sentarse, pero estaba demasiado excitada e impaciente para hacer otra cosa que no fuera caminar de un lado a otro. El bebé se movía en su interior, aunque aún faltaban varios meses para que naciera.


Cuando se enteró de que iba a tener un hermanito o una hermanita, Manuel se mostró ansioso por comenzar de inmediato esa nueva vida. Para un niño de diez años, nueve meses eran una eternidad y estaba deseando que naciera.


En los dos años que Paula y Pedro llevaban casados, habían construido una nueva vida juntos. Misteriosamente, la familia Chaves había encontrado una casa maravillosa que donó al nuevo sheriff.


Tomy y Ricky Chaves habían cumplido la condena con trabajos para la comunidad después de ser hallados culpables de acoso y actos vandálicos. La familia Chaves había animado a Tomy a aceptar un trabajo de explotación forestal en el noroeste una vez cumplida la sentencia.


La ciudad de Gold Springs había encontrado un sitio en su corazón para el nuevo sheriff. Sólo faltaba el resto del condado.


Se hacía tarde. Pedro observó a Paula frotarse otra vez la espalda, luego atravesó la estancia en dirección a ella con la intención de obligarla a sentarse.


En su interior, había una nueva calidez que atesoraba y temía. Después de casarse y tener a Manuel y a Paula en su vida, podía entender su rechazo inicial a querer involucrarse con él. Pero todos los días agradecía a Dios que se hubiera arriesgado.


—¡Sheriff! —gritó alguien en la ruidosa sala. Se pidió silencio cuando el locutor en la televisión comenzó a dar los resultados finales de la elección.


Pedro llegó al lado de Paula y le pasó un brazo por la cintura.


—Ya se han contabilizado los votos para el puesto de sheriff del condado de Chatner, y el titular Pedro Alfonso ha sido elegido para otros seis años.


Un grito de apoyo salió de las gargantas de sus partidarios. Billy, E.J. y otros ayudantes lo rodearon para estrecharle la mano y felicitarlo. 


Las pocas palabras que dijo Pedro fueron recibidas con vítores.


—Vayamos a casa —susurró al oído de Paula.


—¿Podemos hacerlo?


—Creo que tú debes estar en casa… en la cama. ¿Qué te parece?


—Sé dónde está la puerta de emergencia, sheriff —replicó con sonrisa llena de amor.


—Allí donde tú vayas… —prometió, preguntándose cómo había vivido sin ella—. Te amo, Paula.


—Te amo —le dio un beso rápido y le tomó la mano—. Vámonos.




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