sábado, 18 de mayo de 2019

DUDAS: CAPITULO 8





Manuel y Pedro ya habían bajado cuando aparcó la camioneta en la entrada de su casa.


—Quiero mostrarle a Pedro mi premio —dijo Manuel.


—No —dijo Paula—. Teníamos un acuerdo, ¿recuerdas? Tú querías montar en el coche, pero a cambio debías ir directamente a darte una ducha y a meterte en la cama.


—Mamá —gimió.


—En otra ocasión —prometió Pedro—. Se hace tarde.


—De acuerdo —Manuel observó a su nuevo amigo a la luz del porche—. Te veré luego.


—Creo que mi casa es la siguiente colina arriba —le informó Pedro con alegría—. Somos vecinos. Sin duda ya nos encontraremos.


A Paula se le hundió el corazón. Era verdad. La vieja granja de los Hannon era la siguiente camino arriba, más o menos a un kilómetro de distancia. Sin embargo, no era tan probable que se vieran.


—Agradezco tu ayuda, Paula —le dijo Pedro cuando Manuel entró en la casa.


—Hice lo que habría hecho cualquiera. Pero no veo qué bien te hará quedarte aquí.


Él soltó una risa ligera. El sonido provocó un temblor en ella, que atribuyó a lo tarde que era y a la brisa fresca que se había levantado después de la lluvia.


—No me rindo con tanta facilidad —afirmó Pedro.


—Nadie te quiere aquí —replicó ella de forma clara—. ¿Cómo esperas conseguir algo de esa manera?


—A veces hay que tomar la medicina aunque sea amarga —comentó con naturalidad—. Supongo que yo soy esa medicina.


Paula pensó en el estado en que se hallaba la propiedad de los Hannon, pero se mordió la lengua. No tuvo el valor ni el ánimo para contarle que no iba a encontrar allí el hogar que buscaba.


—Imagino que todo el mundo ha de hacer lo que considera mejor —se volvió a la puerta—. No te envidio.


«Y desearías que me fuera al infierno y olvidarme», pensó Pedro.


—Buenas noches, entonces —susurró ella en la oscuridad cuando la lluvia volvía a caer.


—Buenas noches —repitió él; y añadió—: He visto la casa, Paula.




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