sábado, 20 de octubre de 2018

SUGERENTE: CAPITULO 50





Todo el día y la noche con Pedro habían sido maravillosos, hasta que tocaron el tema de su regreso a Nueva York. Lo amaba mucho, pero no podía fracasar. Quería ser ella quien tomara la decisión de dejar de ser modelo, no hacerlo por no tener otra elección.


Abrumada súbitamente por sus emociones, se detuvo en mitad de la acera y se llevó la mano al estómago. Se volvió para mirar hacia la casa de Pedro, un lugar que representaba un refugio para ella, tanto en la infancia como en ese momento. Respiró hondo.


No tenía tiempo para permitir que sus emociones impredecibles la frenaran. Las guardó mentalmente en una caja y deliberadamente cerró la tapa. Era el momento de hacer planes y lograr lo que se había propuesto.


Entró en la casa y corrió al teléfono. Naomi contestó en el acto. Paula sonrió y dijo:
—Tengo una gran idea. Esos rollos de tela no van a quedarse demasiado tiempo más en el almacén que hemos alquilado.


—¿Cuál es tu idea?


—Un desfile de moda.


Naomi jadeó.


—¿Estás loca? No disponemos de ropa suficiente para organizar uno. ¿De dónde vamos a sacar a las modelos? Estás loca.


La sonrisa de Paula era tan amplia, que le causó dolor en las comisuras de los labios.


—No. Lo he pensado y tengo la respuesta. Las RBU.


—Oh, Dios mío —Naomi soltó una carcajada—. Eres la persona más inteligente que conozco.


—Pidamos una reunión de urgencia.


Acordaron la reunión a las nueve de la mañana siguiente. Los seis miembros de las RBU entraron en la casa de la tía Eva con Naomi del otro lado de la línea en el manos libres del teléfono. Después de que se sentaran y se sirvieran refrescos, Paula expuso la idea.


—Oh, cariño, tendrás que dejar que te ayude a coser. Yo preparo todos mis disfraces y soy la persona perfecta como vestidora y regidora. Tengo experiencia.


—Todas lo sabemos, Dany —indicó Betty Sue.


Rieron y se pusieron a planificarlo todo con seriedad.


—Y, con respecto a las modelos… —empezó a decir Naomi.


—Creo que eso lo tenemos cubierto. ¿Señoras? 


Un murmullo de aprobación y placer recorrió la sala como una ola.


—Después de todo, somos Reinas con cuerpos deslumbrantes —afirmó Betty Sue.


—¿Has pensado en el tipo de desfile que quieres preparar, Paula? —preguntó Dany, tomando un croissant crujiente que había en una bandeja en el centro de la mesilla.


—¿A qué te refieres? —preguntó Lacy Cuthbert, Reina de los Centros Comerciales, con el ceño fruncido—. ¿No hay sólo de una clase?


—No —Paula le sonrió a la vivaz rubia—. En realidad, hay cuatro clases. El espectáculo de producción involucra cantar y bailar, algo imposible para nosotras. Está la pasarela formal, pero no creo que debamos decantarnos por eso ni, por supuesto, por el vídeo, algo demasiado impersonal. Creo que la mejor elección será un show informal. Ya he llamado a la Galería Bowden y he hablado con Sheila Bowden. Tiene un montón de espacio en su galería. Hará que los clientes observen el arte que ella ofrece y a nosotras nos permitirá exhibir los modelos.


—¿Qué es un show informal? —preguntó Beth Lambert, la Reina Afroamericana.


—¿Es como en los centros comerciales, donde las mujeres dan vueltas y enseñan la ropa? —aventuró Lacy.


—Bingo —corroboró Paula—. Sheila ha dicho que podíamos montar mesas y ofrecerlo como un té. Ya se me ha ocurrido lo que creo que es un título estupendo, pero está abierto a debate si todas no os mostráis de acuerdo.


—Dinos, Paula —instó Dany.


—Tarta de Queso —los gestos de asentimiento y las sonrisas le hicieron pensar que tenía un artículo ganador—. Como principalmente vamos a ofrecer lencería, como si fuera un postre, pensé que sería una idea novedosa preparar unas pequeñas tartas de queso con elección de glaseado.


—Es fabuloso, Paula —convino Dany—. ¿Qué quieres decir con principalmente lencería?


—Quiero presentar la tela de esa manera porque es perfecta para lencería, pero también quiero mostrar la versatilidad del material, usándola para otras prendas. Vestidos, blusas…


—Entendido.


Paula se puso de pie y repartió copias del calendario con las fechas límite.


—He averiguado por un contacto en Nueva York que habrá un espectáculo de moda en el Centro de Convenciones de Boston a partir del veintisiete de junio. Es miércoles. He pensado que podríamos ofrecer nuestro desfile antes de la exposición.


Todas las mujeres y Dany se miraron.


—Eso es dentro de una semana y media. ¿Dónde está la máquina de coser? —preguntó Dany—. Será mejor que empecemos.


—Un segundo —pidió Paula—. Primero debemos delegar cada trabajo —distribuyó otra hoja impresa—. He trazado una lista. Dany, como ya has dicho, tienes la experiencia de organizar el escenario, así que te pongo a cargo de la iluminación y presentación. Nos debe importar, principalmente, la distribución de las mesas, para asegurarnos de que las modelos pueden moverse con facilidad entre ellas.


—Entendido.


—También te has ofrecido a coser, algo que te agradezco.


—Es un placer hacerlo, encanto. Nosotras, las Reinas, debemos mantenernos unidas. Si necesitas ayuda adicional, mis amigas del espectáculo estarán encantadas de echar una mano.


—Gracias, Dany —Paula consultó el organigrama—.Yo me ocuparé de la publicidad y la mercancía —se dirigió a Naomi—. Si tú puedes ocuparte de las modelos y los ensayos, sería estupendo.


—Puedo —confirmó su amiga.


—He pensado que todas podíamos encargarnos de las invitaciones y de vender las entradas.


—¿Por qué no lo regalamos? —preguntó Lacy.


—Oh, no, jamás damos algo gratis en el mundo de la moda —respondió Paula—. He pensado que podíamos donar lo que recaudáramos de las entradas a alguno de los artistas que lleva Sheila. Y también, señoras, he preparado unas tarjetas con toda la información pertinente que necesitaremos para fabricar ropa de vuestro tamaño. Por favor, rellenadlas y, si no estáis seguras, tengo un metro. No puedo daros las gracias lo suficiente —concluyó—, por vuestra ayuda. Espero compensaros plenamente por el tiempo que vais a dedicar…


—Eso no será necesario, Paula —indicó Betty Sue, situándose junto a ella para pasarle un brazo por los hombros—. Las RBU han jurado ayudar a una Reina en apuros.


Paula se preguntó cómo iba a poder dejar a esa gente maravillosa cuando llegara el momento de regresar a Nueva York.


Y se dijo que lo mejor era mantener también cerrada esa caja emocional y seguir adelante.



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