domingo, 19 de febrero de 2017
FUTURO: CAPITULO 22
Un día después de volver a San Francisco, Pau le dijo a Adrian que no podía casarse con él. Él se había acercado a verla después del trabajo, encantado de tenerla de vuelta…
Pero la alegría no le había durado mucho.
—No es por ti. Soy yo —le aseguró ella.
Y él, siempre tan seguro de sí mismo y de sus cualidades, se lo creyó sin problema. Incluso llegó a sonreír.
—Pensé que te lo estabas pensando mejor cuando empezaste a remolonear con lo del vestido. Sabías que esa vida no era para ti.
¿Había sido eso solamente? ¿Pedro no había tenido nada que ver? La idea era reconfortante. Pau solo podía esperar que Adrian la conociera mejor que ella misma.
—Pero vas a venir conmigo a la fiesta, ¿no?
Ella parpadeó.
—¿Quieres que vaya?
—Bueno, ahora tienes el vestido, y yo no tengo cita —extendió las manos y esbozó una sonrisa de esperanza.
Pau, sorprendida, decidió que no era mala idea. Así por lo menos tendría algo de qué hablar con la abuela cuando la llamara por la noche. No mencionaría lo de la ruptura, no obstante. Ya habría tiempo para eso cuando la viera en persona.
Fue hacia la ventana y se sentó en el sofá, bebiendo una taza de té y observando a la señora Wang. La anciana estaba en el porche de su casa, al otro lado de la calle, peinando a su gato… Cincuenta años más tarde esa sería ella…
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