Pedro se había acercado a ellos por detrás. La tensión se podía cortar con un cuchillo.
Al ver que ninguno de los dos contestaba a su pregunta inmediatamente, les dedicó una mirada fulminante.
–¿Qué es lo que hay que entender? –repitió–. Nos quedaremos aquí bajo la lluvia toda la noche si es preciso hasta que me deis una respuesta.
Raul reprimió un suspiro.
–Muy bien, Pedro. Si realmente quieres saberlo, entonces te lo diré. Le estaba advirtiendo a Paula acerca de involucrarse en algo más personal contigo. Marcia nos dejó en la estacada hace unas pocas semanas y hemos tenido una suerte increíble al encontrar a Paula. Lo último que necesitamos es que las expectativas de la banda se vayan al traste porque ella se pueda sentir herida en un momento dado y decida abandonar el grupo.
–Yo no voy a dejar la banda. ¡Ya te lo dije!
Exasperada y avergonzada, Paula hubiera querido darle una buena sacudida a Raul. ¿Realmente la creía tan ingenua como para poner en peligro una oportunidad tan buena teniendo una aventura romántica con el mánager?
Pedro también parecía bastante molesto.
–Si hay algo personal entre Paula y yo, entonces eso es lo que es y es ahí donde se queda, en lo personal, entre nosotros dos. Los dos estamos de acuerdo en que la prioridad es el bien de la banda. Yo llevo mucho tiempo en este negocio y sé qué es lo más importante. Bueno, en cualquier caso, la noche ha sido muy larga y Paula necesita descansar para dar lo mejor mañana.
–Dadas las circunstancias, a lo mejor debería quedarse en mi casa, ¿no? –Raul apretó la mandíbula.
–Yo ya te he comunicado mi decisión y, por lo que a mí respecta, este asunto no necesita ningún tipo de debate –con cara de pocos amigos, Pedro tomó las llaves del coche que Paula le ofrecía y se dirigió hacia el coche.
–¿Por qué has tenido que decirle eso? –le dijo Paula a Raul.
–Porque alguien tiene que cuidar de ti, cielo. Pedro es mi mejor amigo, y también mi jefe, pero lo cierto es que no tiene muy buen historial en lo que a las mujeres se refiere. Aparte del asunto de su ex, cosa que probablemente le ha marcado para el resto de su vida, no es de los que tienen relaciones duraderas. Sé que me entiendes perfectamente. Y tú no eres como las otras chicas con las que ha estado. Eres sensible, para empezar. Si te implicas demasiado y te deja, no serás capaz de pasar página sin más y seguir adelante.
–¿Y qué me dices de ti, Raul? ¿Tienes un historial mejor? Bueno, y a pesar de lo que puedas opinar tú, soy completamente capaz de cuidar de mí misma. Esto es como un sueño hecho realidad para mí. Cantar con este grupo es muy importante para mí y no tengo pensado estropearlo todo de una manera tan absurda.
Pedro arrancó el coche y Paula le miró.
–Tengo que irme –dijo, volviéndose hacia Raul.
Sin decir ni una palabra más, caminó hasta el coche y subió.
Unos segundos después, el vehículo se incorporó a la vía tras un chirrido de neumáticos.
****
Pedro fue a ver a Paula por última vez. Cerró la puerta con cuidado y se fue a dormir. Le había cedido su habitación, así que esa noche iba a quedarse en la habitación de invitados.
Se dejó caer en un butacón, se echó hacia atrás y fijó la vista en el techo.
Soltando el aliento, miró a su alrededor. El apartamento, lujoso y caro, estaba a un tiro de piedra de King’s Road, pero la decoración minimalista y la sensación general de vacío dejaban claro que casi nunca pasaba por allí. Sus pensamientos divagaron hasta volver a Paula. Si era sincero con ella y le decía que no buscaba nada estable…
¿Accedería a acostarse con él hasta que las llamas del deseo se extinguieran por sí solas?
–Eres todo un trofeo, Pedro Alfonso. Lo sabes, ¿no?
Odiándose a sí mismo, se puso en pie y comenzó a deambular por la estancia. Lo que podía ofrecerle no era gran cosa. Ella no le había dicho más que unas pocas palabras al llegar al apartamento. Se había limitado a mirarle con esos ojos grandes y llenos de alma y había comentado que la casa era muy bonita. Después había recorrido el salón y se había detenido delante de todas las imágenes que decoraban las paredes, maravillada.
La mayoría eran fotografías de los artistas con los que Pedro había trabajado, y también había una o dos modelos que habían participado en la grabación de los videoclips.
Recordaba haber pensado en ese momento que ninguna de ellas le hacía la más mínima sombra a alguien como ella.
Debería haberle dicho lo hermosa que estaba esa noche, lo bien que había cantado, lo orgullosos que estaban todos de ella…
Masculló un juramento y se dirigió hacia el cuarto de baño.
Había caído bajo el hechizo de Paula Chaves y solo una ducha podía hacerle sentir algo mejor en ese momento.
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